Este viernes tenía tantas ganas de almorzar algo rico con mi compañera, pero el destino definió otra cosa. Fue un día triste.
Por la noche, decidí ir a disfrutar un filete musical en Sala Master. Se trató de la magnífica banda de fusión latinoamericana Entrama. Como siempre ha sido, extasié con un despliegue de virtuosismo en la ejecución de instrumentos y creaciones singulares. Delicioso espectáculo, aunque no suficiente para darme el ánimo. No es culpa de ustedes queridos amigos de Entrama.
Después de la música solo me quedaba iluminar mis tripas con un rico candil (en clave imperdible, General Salvo con Providencia) y eso hice.
Hay viernes que deberían ser lunes.