Cuando supe de esta sesión de jazz dedicada al tributo al maestrísimo Thelonious Monk, no pude resistir incluirla en mis paseos filetes.
Me desplacé a la hora precisa para llegar a mi lugar preferido. Minutos antes del show para pedir un exquisito sandwich de churrasco, palta, tomate, mayones y alcaparras en baguette francés y mi trago favorito, ron añejo y coca light.
El show comienza y los maestros, Mario Abagliati en guitarra, René Sandoval en contrabajo, Sebastián Jordán en trompeta y Julio Denis en batería, hacen su trabajo de maravillas. Temas clásicos y esa selección de obras maestras del incomparable Monk hacen notable la sesión.
Jazz del bueno y una concurrencia fanática del filete, hacen pasar el tiempo de manera deliciosa. Siempre me pregunto de donde saca aire Jordán para mantener sus notas o como Sandoval hace parecer tan fácil el ritmo que imprime al contrabajo. Misterios de la música y el virtuosismo.
Cada noche de jazz me llena de nostalgias, de muchos recuerdos, tengo anclado en mi corazón el buen jazz a un amor imposible. Sospecho que eso me trae de vuelta una y otra vez a disfrutar de la música y beber compases de la milagrosa creación que el ser humano es capaz de hacer.
Valió el esfuerzo el trasnochar una vez más.