Travesía Altos del Lircay a Siete Tazas : maravilloso paseo

Por casualidad me enteré pocos días atrás que algunos malayos estaban organizando una travesía por la VII Región, un trekking de montaña que cruzaría desde el Parque Nacional Altos del Lircay hasta el Parque Inglés y las deliciosas Siete Tazas, maravilla de la naturaleza prodigiosa en la zona del Maule.

Claramente era un imperdible para mis disfrutes de montaña y rápidamente adherí al desafío. Un total de 19 entusiastas amantes de la naturaleza y la aventura nos inscribimos y sobreviviendo a  intensos días de jornadas laborales brutales, me encontré armando mi mochila a medianoche de un jueves santo para levantarme a las 4 am de un viernes reputadamente santo para algunos y comienzo de una gran aventura en la madre naturaleza para nosotros.

5 am en punto, prácticamente todos estábamos en el punto de encuentro para abordar los vehículos que nos trasladarían hacia el Parque Altos del Lircay, una reserva nacional en la zona de Talca. Considerando las pocas horas de sueño, gran parte del camino dormité intermitentemente, observando que mientras aclaraba la mañana comenzaba a llover. De pronto, convencido que no había pegado pestañas, me encontré en un camino rural y la lluvia era de pronto una nevazón. Así partía nuestra aventura, con una tremenda nevada que sería fuente de los más hermosos paisajes que hasta ahora mis ojos registran este 2011.

En el camino recogimos a dos integrantes del equipo, quienes bajo la lluvia esperaban bien equipados, el paso de nuestra pequeña caravana. Uno de ellos, Pepe, un veterano de 72 años no dejó de sorprenderme, pues era compañero de infancia de uno de nuestros malayos notables cuya edad física (70 años) no se condice con su extraordinario estado físico y delicioso buen humor.

Una vez que ingresamos a la Reserva Altos del Lircay, bajo la incesante nevazón, tuvimos que vestirnos para la ocasión. Por suerte, todos estaban advertidos de la «probable llovizna» que anticipó Ricardo (el metereólogo ‘mula’  del equipo, siempre gran valor!!!).

Ya estábamos ahí, solo había que seguir adelante con todo el entusiasmo que siempre nos anima. Comenzamos a caminar, ya cerca del mediodía, pagamos la entrada al Parque y comenzó la aventura!!

Los paisajes maravillosos de un bosque nevado, el silencio y la quietud de una naturaleza que reposa extasiada en la nobleza del blanco eterno, fue nuestro acompañamiento virtuoso mientras caminábamos adentrándanos en la cordillera. Un momento delicioso fue cuando sentí unos sonidos extraños que repentinamente  se transformaron en las imagenes de unos preciosos pájaros carpinteros picoteando en uno de los innumerables árboles del parque y extasiados, nos dispusimos a buscar los mejores ángulos para fotografiar esa rutina cordial de estos hermosos pájaros que con su cabeza roja y cuerpo negro resaltaban en la hermosura blanca del bosque.

Caminamos incesantemente hasta que la luz natural nos acompañó y el frío nos advertía que era necesario hacer campamento. Aplanando un poco la nieve y colocando plásticos, montamos nuestras carpas y junto a mi cordada, Eduardo, iniciamos el ritual de preparar una buena y reponedora cena una vez que guardamos nuestras cosas bajo la carpa. Una sopa de crema de champiñones bien caliente para reponer el calor (la temperatura ambiental estaba a nivel cero), luego preparé un couscous mediterráneo con cubos de atún salteados en aceite de olivas, con lo cual saludamos la noche con sabores exquisitos y muy merecidos. No pasaba de las 22 horas y ya estábamos listos para dormir y recuperar fuerzas pues la jornada siguiente sería dura, se avizoraban  muchos e interminables ascensos y descensos por la cordillera.

Temprano, pero no demasiado, despertamos con un día maravilloso, de esplendoroso sol y un cielo azul sin nube alguna. Por el frío tremendo que vivimos esa noche, tuvimos la primera baja del equipo. Pepe, veterano montañista toma la decisión de devolverse, en esta ocasión no estaba en condiciones de seguir y tras las coordinaciones pertinentes, se queda en el campamento para regresar hacia Altos del Lircay mientras el resto de nosotros emprendía la caminata según lo acordado.

Fue un día intenso, demasiado, me vi obligado a forzar la marcha del grupo cuando constataba que mientras no salieramos de las pendientes sería imposible acampar. Con la complicidad del gran León, fuimos fijando metas de avance, una tras otras, hasta que al borde del crepúsculo, fuimos capaces de llegar al bosque en el valle en donde era posible armar campamento. Fueron 10 horas de marcha sin almuerzo, solo con nuestras raciones de marcha por una interminable secuencia de subidas y bajadas de cerros y sobretodo venciendo el temor de estar equivocados con la ruta, ya que en varias ocasiones, la ruta del GPS no respondía a la intuición y de verdad pensé que ibamos en la dirección contraria. Es necesario aclarar que con 30 cm de nieve no es fácil ver senderos ni mucho menos.

En un lindo bosque de robles, armamos nuestro segundo campamento. A estas alturas, uno de nuestros malayos iba lesionado en una rodilla y eso retrasó a la retaguardia un tanto, pero finalmente todos pudimos llegar y concentrarnos mientras oscurecía la noche en el campamento.

Lo rico era saber que ya estabamos en la parte de la travesía en que ya no habría ascensos de cerros y que seguiamos juntos y en condiciones de continuar la aventura. Esta noche, con mi cordada partimos por disfrutar una rica sopa de fideos y pollo y una deliciosa botella de vino, la que alcanzó para varios improvisados contertulios. Luego preparé un puré de papas al ciboulette con salame italiano, deliciosos (al menos no sobró nada), mientras conversábamos bajo una nube de estrellas en un cielo perfecto.

Nos fuimos a dormir cerca de las 23 horas, con poco frío por suerte y con la esperanza que se pudiera secar la ropa y el equipamiento absolutamente sobrepasado en sus especificaciones tras 10 horas de caminar por tanta nieve. Mis botas de montaña chapoteaban en su interior, por primera vez viví el constatar que mi equipamiento fue superado ampliamente por la naturaleza.

7 de la mañana, comenzamos a preparar desayuno y a derretir nieve para asegurar una provisión de agua para una nueva jornada de intensa caminata. Hoy era el día final y había que asegurar que todo el grupo llegáramos sano y salvo al destino. A menos de 100 metros del campamento que abandonábamos descubrimos que había un río, me sentí muy torpe considerando el tiempo que gastamos en hacer agua de la nieve, cuando había en abundancia de agua tan cerca. Bueno, un aprendizaje más.

Caminamos hartos kilómetros mientras ingresábamos al Parque Inglés rumbo a Siete Tazas, que hermoso paisaje, es impagable tanta belleza, cruzamos varios riachuelos y tomamos muchas fotografías. Finalmente, hacia las 14 horas del domingo, llegamos a nuestro destino, en donde nuestro transporte nos esperaba. Un momento mágico, la alegría de haber cumplido nuestra misión, el éxtasis de haber vencido nuestras miserables limitaciones corporales y haber gozado solo naturaleza salvaje por tres días, que maravilla!!

Contentos y desbordantes compramos cervezas heladas y bebimos la alegría, acomodamos nuestro equipaje y nos fuimos a Siete Tazas, a minutos de distancia con el único objetivo de disfrutar la maravilla que la naturaleza prodigiosa de nuestro lindo país nos regala. Hermosas fotos tomamos en este celestial lugar y luego partimos de regreso considerando que cumpliríamos la promesa de pasar al Juan y Medio en Rosario.

Maldito taco que nos retrasó horas, pero nada nos impediría cumplir nuestros sueños y llegamos finalmente a cenar al lugar elegido. En el viaje, solo para entreternos, conversamos de cuanto tema era posible y hasta fuimos testigos del nacimientro de una nueva religión, el Gabrielismo, su ‘santa referencia’ viajaba a mi lado, quedamos expectantes acerca de la posibilidades futuras que nuestra  malaya Gaby desarrollará en su cometido apostólico. Me recuerda tanto el candor juvenil de L.

La cena abundante, pantagruélica y exquisita, nos dejo listos para dormir en el resto del viaje hasta santiasco. De hecho, solo desperté un par de veces para constatar que seguiamos en un taco horroroso, aunque no era problema, despues de todo habíamos cumplido un gran deseo y las sonrisas en nuestra caras nos delataban permanentemente, que bien lo habiamos pasado!!

Qué gran  paseo, qué lindo grupo, los Malayos en acción una vez más!!!

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