Cerro La Leonera : dicen que es fácil

Con un cordón montañoso único en el mundo, Santiago ofrece increibles opciones a la hora de hacer algo de montañismo. Este fin de semana, fui invitado a ascender un cerro de la categoría 5.000 metros.

Me levanté a las 6 de la madrugada del sábado ya que a las 7 me pasarían a buscar. Como era una novedad en mis carretes, asumí casi todos los consejos de mis amigos más experimentados, aunque con las limitaciones de mi escaso equipamiento y algunos prejuicios personales (como por ejemplo, nunca tanto frío). Cargué alimentación adecuada para el esfuerzo, ropa, utensilios y buena onda (era un viaje a lo desconocido).

Con cuatro participantes en la camioneta, nos dirigimos hacia los centros invernales de Santiago (Farellones, La Parva, etc.) y subimos en la 4×4 hasta el último andarivel, en donde estacionamos. Un día que prometía bastante calor. Tras unos minutos de espera, se juntó un grupo de 15 montañistas, la mayoría de los cuales pertenecientes al Club de Los Malayos (ya les conté sobre ellos).

Tras los saludos de rigor, cargamos en los hombros nuestras mochilas. La mía pesaba más de 20 kilos, mucho más que cualquiera de mis otros paseos. Pero bueno, siempre hay una primera vez, sobretodo si llevaba una carpa y suficiente agua para cubrir mis necesidades de hidratación que son bastante más que las del resto (la hiperhidrosis me pasa la cuenta).

La caminata hacia Cancha Carrera fue fulminante para mi cuerpo, aunque hicimos un tiempo impecable a pesar del ardiente sol que nos acompaño. En el punto en que confluyen las rutas hacia el Cerro El Pintor y al Cerro La Leonera, nos detuvimos a almorzar pasadas las 14 horas. Estuvo exquisito, incluso con un temblor bastante fuerte que se hizo sentir mientras estábamos en el lugar.

Seguimos hacia el lugar en donde haríamos campamento a 4.200 metros de altitud. Allí empezó a flaquear la fortaleza física pues el dolor de cabeza mío y de varios compañeros se hizo notar. La puna comenzó su trabajo.

Armamos campamento y nos dispusimos a preparar una temprana y potente cena. Contra todas mis definiciones personales, cenamos antes de las 19 horas y con un sol a todo dar. Como sea, cerca de las 20 horas, casi me averguenzo de comentarlo, me metí a mi carpa y me dispuse a dormir.

Falso, no dormí nada. Cometí un gran error y dejé los sacos de dormir con la cabeza más abajo que los piés (terreno de cerro no?) y luché toda la noche con el frío (tenía puestos 3 camisetas, un polar, un gorro de lana y dobles calcetas en los piés, además de los pantalones y mi saco para -12 °c) y el ahogo (la sangre se iba a mi cabeza y como hay poco oxígeno, lo tomaba todo y mis pulmones reclamaban con la sensación de ahogo). A alguna hora de la madrugada, me di cuenta de ello y con el implícito permiso de mi cordada (mi compañero de ascensión), di vuelta mi saco y creo que dormí diez minutos, ya que a las 4 de la madrugada sonó mi despertador. Bueno, la inexperiencia se paga, así que me puse un cortavientos, mis botas de montaña y salí de la carpa al espectáculo de una noche estrellada maravillosa (¡ en Santiasco!). Fue divertido ver mi mochila congelada en las afueras de la carpa. Armamos un desayuno potente con nuestras linternas de cabeza (sin ellas no se ve nada) y pasadas las 5 de la madrugada salimos rumbo a La Leonera. En el proceso quedaron algunos apunados en el campamento y el resto, le dimos con todo hacia las alturas.

Tras más de 3 horas de incesante ritmo, llegamos a la cumbre de La Leonera, increíble. Subí con mis dedos de manos y piés congelados, que desagradable sensación, pero no podía hacer nada excepto usar mi mente para obligarlos a moverse. La verdad es que casi no me di cuenta que había llegado a la cima, hasta que comencé a recibir abrazos de felicitaciones. Que lindo, cada logro en la montaña se celebra como si fuera único, me emocioné con la simpleza del gesto y la profundidad de los significados. Cada cual llega por su propio esfuerzo, no hay otra forma. Me tomaron algunas fotos que espero recuperar para recordar la emoción de ese momento. Es increíble el espectáculo de las grandes montañas observadas desde la altura. Hasta se veía el Aconcagüa.

Tras unos 20 minutos en la cumbre, el sol estaba muy fuerte y además comenzó a llegar una delegación de montañistas de la UC, no cabían todos así es que comenzamos el descenso.

Retornados al campamento, me volvió el dolor de cabeza (raro, pero solo me ocurrió en ese lugar), así que con un remedio personal basado exceso de hidratación y alimentación finalmente solucioné el problema. De paso, recuperé la sensación de tener dedos en manos y piés.

Decidí preparar el regreso, desarmando carpa y ordenando mochila y apenas terminaba, cuando una nueva sorpresa apareció, se puso a nevar!!!!.

Bajamos en medio de una increíble nevazón, hasta encontrarnos con una delegación de Los Malayos que habían subido El Pintor y nos esperaban con una dieta Malaya, agua mineral, café de grano y turrón uruguayo. ¿quién desea más?. Me encantan Los Malayos.

Continuamos el descenso y aproveché un largo tramo para hacer surfing en rocas, es decir, deslizarme por una ladera de acarreo como si surfeara, es increíble, aunque anoto dos caídas divertidas y una con resultado de una herida en mi rodilla derecha. Además de mi cara quemada a pesar del bloqueador solar.

Gran fin de semana, mi primer 5.000 (aunque realmente es un poco menos) y una experiencia deliciosa de compañerismo, naturaleza y buena onda. Salvo por el hecho que me duele todo, no fue tan difícil……. ufff

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Dominó : rápido y sabroso

Hay días en que me asoma un deseo irrefrenable a la hora del almuerzo. Algo pecaminoso, rápido y delicioso.
Cerca de las 14 horas, con un hambre galopante, invité a un partner para ir al Dominó. Al local original, en Agustinas casi al llegar a Ahumada.

Conocedores de los códigos, apenas conseguimos un pequeño espacio en uno de los mesones, la solicitud no se hizo esperar, dos Italia Tomate Abajo y jugos naturales. Devoramos los deliciosos y pecadores manjares, cruzamos miradas y obviamente, pedimos repetición.

El Dominó es un lugar magnífico de comida rápida, cocina a la vista, muy higiénico, rápido, muy buen servicio y sobretodo, estándares de calidad que permanecen.

Bravo, existe comida rápida rica y casi sana en Santiasco.

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Blue Jar : deliciosa opción

Hoy fui invitado a almorzar en el microcentro de Santiago. El lugar lo conocí bajo el nombre Frederik’s y guardo muy buenos recuerdos de mis visitas. Desde el punto de vista de infraestructura es básicamente el mismo restorán que conocí antaño. Sin embargo, me sorprendí con un menú de campeonato.

Partimos con una colorida sopa fría libanesa de langostinos, yogurth, tomate y pepinos. Muy equilibrada y sabrosa. Buena preparación para el paladar. Enseguida, una atención muy rapida (que se agradece), llegó una bruschetta grillada con habas (peladas y partidas por supuesto), hojas de menta, una buena ricotta y prosciutto crocante, magnífico el juego de sabores. Finalmente, el plato mayor, un pescado ricamente marinado a la plancha sobre una salsa de pomposo nombre que llevaba verduras y especias exquisitas. Con tanta efervescencia de sabores, solamente quedaba probar que vendría de postre y resultó ser una copa con trozos de mango, piña y naranjas, finamente combinados y alguna semillas que matizaban el amarillo fulgor de tan rico postre.

Como es obvio, una copa de vino acompañó el deleite y un cierre de buen café, para este almuerzo céntrico.

Completamente repetible, volveré!!!!

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Palmas de Ocoa : gran paseo dominguero

Levantarse a las 6 de la mañana un domingo no suena a buen carrete, pero si valió con creces el esfuerzo. A las 8 de la mañana en la Copec después del primer peaje rumbo a la quinta región, comenzaron a llegar Los Malayos. Gran convocatoria, llegamos 25 entusiastas excursionistas.

A menos de 100 Km de Santiago, en la Cordillera de la Costa, se encuentra este Parque verdaderamente precioso. Palmas centenarias, peumos y muchos arbustos, dan marco vegetal a senderos de muy fácil tránsito y el hermoso Cerro La Campana proporcionó un fondo ideal.

En menos de dos horas ya estabamos, con nuestras linternas, recorriendo una vieja mina de cuarzo. Extraordinaria sensación, afuera un calor tremendo y adentro, húmedo y frío y en la más completa oscuridad. Al respirar salía vapor y en poco rato ya teníamos los bolsillos llenos de piedras. Claramente ibamos a descender con más peso que cuando subimos. Que simpático.

Una vez que llegó todo el grupo, iniciamos un descenso para enrutarnos hacia otro sector en donde hay una cascada sensacional. Ese sería el paisaje que tendríamos enfrente del mirador en donde almorzaríamos.

Comenzó el desfile gourmet, aceitunas rellenas de pimiento, pasta de salmón, queso azul, paté de emú, en fin, exquisito. Solo faltó el vino que torpemente olvidé llevar. No volverá a ocurrir, se necesitaba un rico vino para tantos manjares. Después de los postres, ciruelas, turrón uruguayo y frutas, tomamos un buen café de grano y descansamos.

Tras las fotos de rigor, comenzamos a regresar. Pasadas las 16:30 horas, ya estabamos en el estacionamiento, para despedirnos y volver a Santiasco.

Gran paseo!!!!

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Jindabyne : una película inquietante

Qué harías tú si saliendo de pesca con tus amigos, te encuentras en el río un cadáver???
Esta película explora las culpas, las implicancias emocionales y las respuestas sociales a un fenómeno como ese.

En este caso, los comensales deciden que el cadáver está lo suficientemente muerto como para hacer algo. Así anuncian el tema despúes de tiempo y deben enfrentarse a la indignación del pueblo y sobretodo de sus familiares directos.

Es una película compleja en códigos, pero al final digerible, ya que exacerba los conflictos naturales de toda pareja y comunidad de amigos y especialmente de aquellas que acumulan temas no conversados.

Parece inconclusa, pero esta película se resuelve en nuestro interior, jugando con nuestro ethos y nuestra capacidad de amar.

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Melissa : jazz y belleza

Melissa Aldana regresa de vacaciones a Chile, ya que se encuentra disfrutando de una beca en Berklee College of Music en Boston y financiada por el gobierno chileno.

Deliciosa, en las tres salidas de este noche, lo hizo magnífico. No hay problema, bien acompañada por un virtuoso Alvaro Zavala en guitarra, un Contrabajo de campeonato y una estupenda batería.

Buen jazz, buena ejecución y sobretodo buena onda. Temas clásicos y otros de Zavala, hicieron la noche muy disfrutable, para la gran cantidad de público que llegamos al club El Perseguidor.

El jazz sigue teniendo opciones, mientras existan intérpretes tan potentes

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La vida de los otros : gran emoción

Esta película comienza alimentando nuestro odio natural por esos sicarios de las dictaduras, en este caso, un funcionario de la policía secreta de la Alemania Socialista. Una clase completa de tortura disfrazada de convicciones de nobleza y nacionalidad. Un tipo que oculta algo, tras 40 horas ininterrumpidas de interrogatorio se doblega y da los nombres de otros «culpables». Todo esto enseñado a un grupo de alumnos como evidencia científica.

Lo interesante de esta película es que un duro funcionario de la Stasi de la RDA viaja progresiva e involuntariamente por el camino de su redención, ya que mientras vigila y elucubra acerca de las actividades subversivas de un escritor y su pareja actriz, se humaniza, llora y toma contacto con su capacidad de emocionar. Todo eso es determinante para llegar al final

Quién es bueno o malo?, a veces solo representamos un papel en la comedia de la realidad.

No quiero contar la película, pero quiero recomendarla mucho, me llegó, me violentó, me hizo llorar y eso es mucho.

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Zanzíbar : diversidad y belleza

Hace mucho tiempo que estaba incluyendo en mi lista de lugares que quería disfrutar, al restorán Zanzibar. Ubicado en el corazón de Borderío, desde la puerta de entrada se nota la fusión total de estilos. Cerámicas recortadas en el piso con lindas formas y colores, muchos tules y lámparas hermosas distribuidas por todas partes, mucha originalidad y buen gusto. Mezcla de restorán, lounge y carpa de algún jeque. Mozas y mozos de riguroso lino blanco y una rica música chillout y ambient de fondo.

Llegamos cerca de los 20 horas y nos instalamos en la terraza, un poco pequeña, pero muy bien armada bajo una carpa preciosa. La carta fue una sorpresa, 18 países representados en platos divinos, delicada selección y presentación. La carta de tragos, toda una sorpresa, pocas veces encuentro una selección tan variada de ron, coñac y champañas además de una fina selección de vinos, pese a la rigurosa multiplicación por 2 de los precios de mercado. Estupenda oferta.

Como no había apetito de cena, las selecciones para picar fueron la tentación y resultó un acierto. Una triada de sabores en cada una de las dos selecciones disponibles. Las delicias del oriente fueron mis preferidas, hummus marroquí, pasta de berengenas (babaganush sirio), unos cortes de pepinos con una salsa al yoghurt y menta extraordinaria. Sabores por doquier, todos acompañables con pan pita. La otra triada tenía pinchos de ave y carnes adobadas con elegancia, unas ricas empanaditas y salsas. Más estándar, pero igualmente exquisito.

Zanzíbar, un lugar que hay que conocer y gozar.

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MIM : una inesperada experiencia

Como a veces me pasa, cuando recibí la invitación a este evento en El Mirador no pensé que se tratara de una celebración, hasta creí que haríamos una acción solidaria a la que adherí naturalmente. Sin embargo, se trataba de algo mucho más interesante de lo que pensé.

Siempre quise conocer este lugar y su lejanía lo había desplazado en mis prioridades. Pero llegar al lugar y sentirme encantado como niño, fue instantáneo. Me di maña para disfrutar la representación 3D de la evolución (un documental magnífico y entretenido) y luego recorrer uno a uno los pabellones con muestras prácticas del saber humano, de la ciencia y de las sorprendentes cualidades de los fenómenos de la naturaleza. Extraordinario fue jugar con burbujas de aire en una solución de silicona, experimentar y marearme con el centro de masas y la conservación del momentum, tocar por largo rato un piano, jugar con la electricidad y el magnetismo, divertirme por media hora con las imagenes recortadas por un muestreo estroboscópico, deformarme en espejos diversos e incluso acostarme en una cama de clavos. Gran experiencia, apropiada para cualquier edad mientras la mente siga siendo capaz de admirarse y disfrutar los pequeños detalles que a menudo pasan desapercibidos en esta loca y vertiginosa vida «moderna».

Recomiendo con todo mi corazón de niño sorprendido visitar el MIM, no se arrepentirán.

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Baco : vino y bistró

Cuando comienza el periodo estival, nada es más placentero que la terraza de un buen restorán. Baco, posee una terraza excepcional, amplia, fresca y ambientada con buen gusto. Debo reconocer que lo mejor del lugar es la carta de vinos, de lo más variopinta y bien seleccionada.

El detalle de una temprana botella de agua helada marcando el comienzo del deleite, nos anima a preparar nuestras bocas para lo mejor. Unos aperitivos sabrosamente conversados y de ahí a los platos de fondo. Un buen día para carnes a la francesa, un filete a la pimienta abundante con un precioso pastel de papas a la crema y para mí, un medallón de filete a las finas hierbas (el plato de la casa y cuya salsa es secreto de estado) acompañado con unas impresionantes papas francesas. El vino, infaltable, clamaba desde la carta, un ejemplar de mixturas tintas y origen orgánico, Coyam del 2004, preciso y complejo, a pesar de no ser un vino de campeonato. Para los postres, celestinos y crema de chocolate.

Platos de tamaño adecuado, buen servicio (aunque les deben enseñar a las chicas como servir bien un vino) y un precio muy razonable.

Baco, sigue siendo un buen lugar para disfrutar un grato momento.

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