Me demoré un poco en relatar este festín de mausoleo, pero el blues de los muertos tiene sus propios tiempos. Una noche de miércoles es noticia en las páginas rojas de muchos diarios, pero esa noche del 25 de junio, merece una portada.
Lleno absoluto a las 23 horas, presagio de algo bueno y mejor cuando hay tanta gente conocida. Amigos por doquier, fanáticos todos de la buena música y sobretodo de los Bluseros Muertos.
Hace varios meses que esta banda amenazaba con algo, pero la cal de sus tumbas no dejaba oir el WiFi de sus notas. En otras palabras, faltaba algo de ultratumba que los uniera e hiciera posible esa música, esa magia que esta noche esperaba escuchar.
El sempiterno Club de Jazz de Santiago (Macul con Irarrázaval) con todos sus defectos (poca comida, pocos vinos y no fumadores) sigue ocupando un buen sitio en mi corazón blusero. Esta noche prometía algo bueno y ahí estuve, para gozarlo.
Entrada con ritmos de cadenas y caderas, sutil y sensual ingreso al escenario. Pronto se desataron los ritmos del mejor blues de Santiasco, música cómplice de las poesías más absurdas y al mismo tiempo deliciosas, la plaza de los nueve meses existe porque la contestadora te lo dijo y tu madre es una mancha, en el crepúsculo del oso golozo, asi es porque háblame ahora o calla para siempre.
Un gran espectáculo, teatro blues, un montaje de música y placer doblado al ritmo de un buen vino y una tabla de quesos.
Bluseros, que gusto verles de nuevo!!!!!