Este sábado partió relativamente temprano, ya que sin necesidad de mis tres despertadores, antes de las 11 de la mañana estaba en pié y desayunando. Hice los preparativos básicos para asegurar que todos quienes iban a participar del cumpleaños de mi madre, tuvieran los punteros de la cita.
Partí al cerro San Cristóbal y antes del mediodía ya estaba al pié del cerro por Pedro de Valdivia Norte. Desde el día 15 de agosto que no subía y de verdad que necesitaba sentir el cuerpo y hacer mi meditación del ascenso. No sólo subí hasta la cumbre, sino que después me fui hacia La Pirámide e hice todas las combinaciones que pude incluyendo una segunda cumbre y también algunos senderos en donde hasta pasé susto debido a que mi bici resbala en las bajadas.
Lo concreto es que volví a casa a las 14:45 horas y mi hermano me esperaba sentado en las escaleras, aprovechando las redes inalámbricas del edificio. Increible hay más de una docena de redes habilitadas, aunque casi todas con seguridad.
Mientras me duchaba, llegaron los viejos junto a mi hermana mayor que anda de paso por la capital. Intuyendo el derrotero de dicha tarde, les convencí tomar unos taxis y nos fuimos a ese tradicional y rico restorán Omar Khayyam en Av. Perú. Llegamos cerca de las 16 horas, aprovechando la ventaja de un restorán cuya cocina los sábados no cierra.
Fue un festín de sabores árabes, pedí la mayor variedad de platos que pude para que fuera un almuerzo gozoso, contundente y novedoso para la cumpleañera. Acompañamos con unas botellas de Los Mareados 2004, muy buen ensamblaje e ideal para este almuerzo. Tras los postres unos ricos bajativos y mucha conversación, facilitada por tener el segundo piso casi exclusivamente para nosotros.
Retornamos a mi departamento para finalmente retirarse todos, excepto mi hermano, alrededor de las 19 horas.
Si bien mi hermano regresaba a Viña el mismo sábado, me di maña para seducirle con un filete de jazz imperdible. Así es, reservé y alrededor de las 10 de la noche nos fuimos a El Perseguidor en Bellavista. La cita era con Christian Gálvez Cuarteto (Félix Lecaros en batería, Roberto Lecaros en Contrabajo, Andrés Pérez en Saxo y lo increíble un muchacho ciego al piano, un talento).
Una jornada de jazz inolvidable, al virtuosismo de cada músico le acompañó la tremenda ovación de quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar tanta maravilla. Un espectáculo de primer nivel.
Antes que partiera el show, llegó nuestro primo Luis, también de paso por Santiago, quien no podía creer que hubiese música así. Fue tanto el placer que tuvimos con la música, que quedamos muy prendidos y tuvimos que irnos a otro sitio. El lugar elegido, Piso 33 en Alameda, música electrónica a toda potencia. Tres DJ animaron la noche, en la que bailamos hasta que nos dió hipo, eso fue pasadas las 4:30 de la madrugada. No nos dimos cuenta como pasó el tiempo, realmente entretenidos.
Regresamos al departamento y ahí mi hermano decidió migrar a la casa de una amiga por lo que, fiel a mi hambre compulsiva, invité a mi primo a comer a la Casa de Cena. Por más de una veintena de años, a cualquier hora, este restorán ha sido mi salvación. Pero ahora no lo fue, ¡estaba cerrado!!!!!.
Desesperado, partimos a otro sitio que normalmente está abierto toda la noche en los fines de semana, El Prosit de Plaza Italia y decepción!!!, también estaba cerrado. Al borde del colapso, decidimos caminar por Alameda hacia el poniente y por suerte encontramos un abarrotado sitio enfrente del Diego Portales, que aparentemente era lo único abierto, ya que todos los trasnochadores hambrientos estaban ahí.
Tras comer un par de sandwiches y beber unas gaseosas (a esa hora es lo que hay), decidimos que era suficientemente tarde (más bien temprano, casi las 7 de la mañana) y calabaza, calabaza, cada uno para su casa.
Ufff, que sueño!!!
Qué te pareció el filete?