Como a veces me pasa, cuando recibí la invitación a este evento en El Mirador no pensé que se tratara de una celebración, hasta creí que haríamos una acción solidaria a la que adherí naturalmente. Sin embargo, se trataba de algo mucho más interesante de lo que pensé.
Siempre quise conocer este lugar y su lejanía lo había desplazado en mis prioridades. Pero llegar al lugar y sentirme encantado como niño, fue instantáneo. Me di maña para disfrutar la representación 3D de la evolución (un documental magnífico y entretenido) y luego recorrer uno a uno los pabellones con muestras prácticas del saber humano, de la ciencia y de las sorprendentes cualidades de los fenómenos de la naturaleza. Extraordinario fue jugar con burbujas de aire en una solución de silicona, experimentar y marearme con el centro de masas y la conservación del momentum, tocar por largo rato un piano, jugar con la electricidad y el magnetismo, divertirme por media hora con las imagenes recortadas por un muestreo estroboscópico, deformarme en espejos diversos e incluso acostarme en una cama de clavos. Gran experiencia, apropiada para cualquier edad mientras la mente siga siendo capaz de admirarse y disfrutar los pequeños detalles que a menudo pasan desapercibidos en esta loca y vertiginosa vida «moderna».
Recomiendo con todo mi corazón de niño sorprendido visitar el MIM, no se arrepentirán.