Por varias semanas había pasado enfrente del viejo Gatopardo en Barrio Lastarria, cerrado y en evidente intervención. Lo estaban remodelando o se estaba construyendo algo nuevo?. No lo supe hasta que un día de esos, en que voy caminando de forma aleatoria y sin rumbo me encontré con el mismo sitio que visitaba en los noventas y que ahora se había transformado en la República Libre del Pisco, CHiPE Libre, o bien Chile Perú la república del pisco. Debo destacar que este lugar durante muchos años, en los noventas, fue mi sitio preferido para beber cervezas belgas sorprendentes, recuerdo delirium tremens, guillotin, triple de brujas y muchas más. Un filete que fue imperdible!!
Me llamó la atención que manteniendo las características estructurales del local anterior, habían creado una onda muy especial y que evidentemente gustaba ya que había una numerosa asistencia. Reconocí casi toda la infraestructura, pero claramente era otro lugar. Me instalé en la terraza del patio interior y me dispuse a esperar que me atendieran mientras disfrutaba un buen libro de graffitis (The Graffitis Wall).
Un chico del servicio finalmente se acercó a tomar mi pedido, elegí uno de los cócteles basados en pisco (de una increíble variedad disponible) y acompañé unas coquetas empanaditas, una justificación para percibir el lugar. Días después regresé con mi partner para probar otras variedades de pisco y disfrutar un trío de ceviches sorprendente. Este es un lugar que promete buenas experiencias, aunque debe mejorar el nivel del servicio si quiere llegar a ser un imperdible del barrio.
Otra sorpresa me llevé cuando quise revisitar en estos días el exquisito Infante 51, esperaba una abundante oferta de pescados y carnes y me encontré con una impresionante oferta de abundancia propia del Juan y Medio. No podía creerlo, un Juan y Medio en pleno Providencia!!
Una sonrisa se dibujó en mi rostro y algo parecido ocurrió con mi partner, quien no se imaginaba como se conjuga la palabra abundancia en este lugar.
Partimos con agua mineral y una helada cerveza en un día de canícula imperial, para pedir unas machas parmesanas. Mientras las disfrutábamos, acordamos que dado el formato era adecuado pedir una entraña dividida en dos, una acompañada de tomates y otras (la mía) con acompañamiento a lo pobre (huevo, cebolla y papas fritas!!!). Que delicia comer tranquilos en este lugar.
Una torta milhojas compartida y sendos cafés negros cerraron esta inesperada visita.
Se agradece que los cambios inevitables en los sitios placenteros de Santiasco lleven a nuevas experiencias disfrutables.