En el mismo subterráneo que dio vida a La Parte del Ángel y posteriormente a la Caleta Lastarria, llegamos al primer día del restaurante Le Fournil que se inauguraba. Como es esperable, un primer día está lleno de sorpresas y sobre todo de improvisaciones, todas las cuales se perdonan considerando el enorme esfuerzo que implica armar un sitio de disfrutes.
Por cierto, fuimos valientes al ingresar, ya que evidentemente pocos se atreven a entrar en un sitio nuevo, sin historia y especialmente en una zona con numerosa oferta probada.
En fin, nos instalamos en el lugar, confiamos en nuestra buena fortuna y partimos con una mineral y una rica caipiroska para gozar un buen tártaro de salmón. Hasta aquí delicioso y decidimos entonces ir por los fondos, con una merluza austral y un filete, acompañados de un buen reserva cabernet sauvignon Gran Tarapacá.
La atención algo lenta, pero no menos amable y para ser la primera noche del lugar, estuvo excelente!!