Había pasado con mi cleta en varias ocasiones frente a este lugar, pero no se había dado la ocasión de visitarlo. Hoy era el día indicado para disfrutarlo.
Una hermosa casona en calle Manuel Montt, un sitio tranquilo a pesar de estar en medio de un barrio universitario. Llegamos con ganas de comer rico y nos instalamos en el comedor principal. Un mozo muy atareado pero no menos atento nos llevó las cartas, con lo cual nos entretuvimos un rato, mientras elegíamos cual sería la cena.
Partimos con una assioete de saumon fume par nos, un salmón ahumado artesanal en cortes generosos que constituyó una exquisita y abundante entrada compartida junto a los respectivos aperitivos.
Animados por el placer, pasamos a los platos de fondo y elegimos un Filet de boeuf suace vignerone, un plato de carnes delicioso y una Quenelle de poisson sauce au crabe et son gratin dauphinois, algo así como un panqueque de pesacado con salsa de cangrejos y gratin dauphinois. Exquisiteces que bien merecían una buena botella de vino. La elegida fue un Chateau Los Boldos syrah reserva estupenda.
Habiendo comprobado la buena mano en la cocina, fuimos por los postres, una tarte tratin y un tradicional creme braulee al amaretto, fantásticos.
La salida, a no dudar, dos tazas de buen café negro y que junto a la deliciosa música francesa completaban la rica experiencia. Realmente este lugar está buenísimo.