Krrtrekking en Punta Arenas : delicioso paseo

Este viaje a Punta Arenas lo armé a principios del año, cuando en un afortunado evento, LAN remató pasajes a muchos lugares de Chile. Ahí aproveché de comprar varios boletos y uno de ellos me llevaba al fin del mundo en junio.

Tras instalarme en un lindo hotel en Avenida Colón, partí a buscar un buen almuerzo.  Lo encontré en  el restoran La Luna, un bonito y acogedor lugar atendido por sus propios dueños. Tras un aperitivo exquisito, el calafate sour (un sour basado en un berrie endémico de la zona), me fui por la especialidad de la casa, el chupe de centollas, que estaba increíble y mejor aún con la botella de pinot noir (Cono Sur Reserva 2007) que elegí para la ocasión. Se sumó al placer el rico pan amasado calientito y las salsas de untar. Cabe destacar la buena selección de música blues brasileños y Caetano Veloso, con blues y bossa. Una buena copa de helado de chocolate cerró esta incursión. Exquisito!!

Por la noche, auspiciado con una luna llena maravillosa, me fui al Santino, un restopub ondero, con buena música,harta gente a pesar del frío (algo permanente, pero manejable con buena ropa). En la música sorprende la selección  de gotan project y la evidencia de muchas mesas con solo mujeres. Es extraño el fenómeno, pero mi hambre se saciaba con un enorme Barros Luco y un combinado con ron. Fantásticos!!.

Como era relativamente temprano, me fui al Club Madero un bar en donde habían DJ’s en vivo. Buena música y buenos videos. Además del jugo que daban varias mesas, tanto de hombres y mujeres, pronto decidí que no estaba disponible para los mensajitos de las minas, asi que decidí terminar esta incursión nocturna e irme al hotel-

Partió un nuevo día con un delicioso desayuno en el último piso del hotel, un gran mirador de la ciudad y del Estrecho de Magallanes. Inicié un periplo delicioso visitando el Museo regional de Magallanes, un maravilloso Palacio de la familia de pioneros  Braun-Menéndez que de verdad sorprendió.

Continué el paseo visitando el famoso museo maggiorino Borgatello de la comunidad religiosa salesiana, una maravilla de conocimientos y calidad de presentación de la historia de la zona. Seguí por Avenida Bulnes hasta encontrar el famoso monumento de bronce que recuerda al ganadero de la zona y caminé varios kilometros por el parque precioso. Los restos de nieve y hielo fueron un contrapunto magnífico para mi incursión y alimentaron el hambre que pronto iría a satisfacer.

La visita al cementerio fue increíble, pocas veces había encontrado un lugar tan hermoso, a pesar que he sido visitante asiduo de cementerios en muchos lugares, algo me atrae y no se que es. Los árboles tan deliciosamente recortados que hacen una delicia del parque y cuesta darse cuenta que estás en un cementerio.

De regreso, hambriento como casi siempre, me fui al almuerzo en Sotito’s Bar, un sitio estupendo en la zona cercana al puerto de Punta Arenas. En la partida, un rico kir royale, tras revisar la extensa carta, me definí una entrada de buen nivel, 3 locos grandes sobre un colchón de lechuga cortada al hilo (como a mí me gusta). En la música Vangelis, así es que elegí para los fondos un filete magallánico,  un filete relleno con centollas con salsa al romero, ajo y papas Loreto. Acompañé con un syrah Barrica Selección de Santa Carolina, para formar un conjunto armonioso y disfrutable.

Para el siguiente día, un desafío interesante. Me levanté a las 4 AM para ser recogido a las 5 AM e iniciar un periplo delicioso hacia Puerto Natales y Torres del Paine. Un grupo bastante variopinto cuyo único norte era visitar la belleza, algo que siempre comparto. Tras varias horas de viaje por un camino lleno de nieve y hielo,  llegamos a Puerto Natales y tras cargar combustible nos fuimos directo a la Cueva del Milodón. Que lindo espectáculo, una cueva abierta por la acción de un glaciar y que fue residencia de un animal extraordinario como el Milodón. La cueva es de proporciones sorprendentes y no es difícil imaginar todo lo que pudo ocurrir en esas épocas.

El viaje continuó hacia Cerro Castillo en donde desayunamos en un café precioso (el típico monopolio turístico al que todos llegan sin proponérselo), un barros luco y un café con leche eran necesarios en mi cuerpo. De ahí en adelante fue una avalancha de sensaciones, estuve a metros de guanacos salvajes, ariscos ñandús y paisajes maravillosos. Perdí la cuenta de los lagos que disfruté, algunos sorprendentes como el Lago Sarmiento, la Laguna Amarga, el lago Nordenskjold, las Mellizas y el increíble Lago Pehoé. Nota aparte tienen el lago Grey, el Salto Grande, el río Paine  y el Lago Toro, las cuales disfruté bajo condiciones extremas, varios grados bajo cero, un viento de miedo y la nevazón interminable. Maravilloso!!!

Al regreso de este paseo de casi 1000  km, necesitaba una buena cena. Así es que fuí al restoran Puerto Viejo para comer algo típico. Allí partí con un rico bitter batido, para luego saborear un cordero al ruedo  en tres cortes, paleta, costilla y pulpa con un acompañamiento de papas al perejil, un formidable chimichurri y un Montes Reserva malbec que sintonizó al 100% con la comida.

El siguiente día me enfrentó con el almuerzo en Jekus, un pretencioso lugar, casi tanto como el rico restorán que probé con la familia de mi hermana que vive en Punta Arenas, llamado Status.

Aún con luna llena, decidí una cena en mi hotel, con ese mirador que hace que toda la ciudad esté a la vista y sobretodo esa hermosa luna. Me gusta demasiado disfrutar y dejé algunos registros de esta aventura aquí

Punta Arenas, la lleva!!!

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