Invité a mi madre a cenar tras ver la mágica obra Cirkopolis del Cirque Eloize, una buena forma de extender el disfrute logrado. El lugar más cercano y que parecía interesante fue este restaurante justo atrás del Teatro Municipal de Las Condes.
Había mucha gente, no obstante lo cual pudimos conseguir una mesa en la terraza. Partimos con los aperitivos, pisco sour peruano por parte de mi madre y un kir royal para mí. No estábamos seguros de la naturaleza del lugar, pero comenzamos a adivinar tras leer la carta y debatir acerca de las mejores opciones para esta cena.
Mi madre iluminó sus ojos cuando descubrió en la carta que habían locos, así que hice la orden con locos para ella acompañados de verduras grilladas y un mero a la plancha con risotto de 3 quesos para mí. Adicionalmente, habida cuenta que mi madre y yo disfrutamos beber un buen vino al comer, pedí una botella de Undurraga Terroir Pinot Noir.
Debo reconocer que mi plato estaba exquisito, pero al ver a mi madre un poco complicada con sus locos, probé un bocado y la verdad que estaban incomibles, un verdadero neumático. Llamé al mozo para reclamar y pronto llegó el jefe de cocina quién con gran virtuosismo ofreció cambiar por un pulpo a la grilla en 3 minutos, volvió rápidamente para indicar que sería en 5 minutos, pero salvó la situación y mi madre agradeció el plato de reemplazo. Yo también.
La cena transcurrió agradable a pesar del percance y logramos conversar y disfrutar largamente. Un buen bajativo y posteriormente el café dieron término a esta aventura.