Hace ya un año que no regresaba a este lugar, pero hace días que rondaba en mi mente. Hoy era un buen día para revisitar y sobretodo para disfrutar los sabores impecables de la cocina peruana, esa de formato popular para todos.
Es un sitio diseñado para las masas, para mucha gente que gusta o soporta la multitud. No es mi cosmos, pero soy flexible y asisto a la opción con especial videncia.
Parto con agua mineral para refrescarme, algo dificil en un santiasco candente. Pero, poco a poco consigo sentirme agradado. Poco a poco consigo recuperar una temperatura apropiada para iniciar un disfrute. puchas que cuesta!!!
Revisando la carta, encontré un Filete Andino, un filete en salsa de pisco, camarones, quinoa y huatacay acompañado de una porción de arroz con trocitos de apio. Tan rico plato se merecía un un buen vino y solo encontré una botella de carmenere de Miguel Torres. Hay que confesar que en mi personal deleite, no me gusta comulgar con ruedas de carreta y cuando me di cuenta que mi filete no era tal, exigí cambio. Para suerte de todo esto, además de las disculpas y el ofrecimiento de revisar las facturas(?), conseguí un nuevo trozo de carne que si evidencié como filete y pude seguir disfrutando.
Almorcé rico, a pesar de los detalles, esta es una picada de cocina peruana que vale la pena. Cuando llegué a los postres, no tuve dudas, me la jugué por un mousse de mango, que rico es esto.
En todo caso, fue un disfrute con un dejo insatisfactorio, es una buena picada pero no me gusta ser engañado. Pensaré cuando volver