Azul Profundo : tanto tiempo ha pasado

Tomando en cuenta la cantidad de restoranes que se abren cada año y el lamentable número que cierra sus puertas, es verdaderamente un encanto volver a un sitio que he visitado por mas de 10 años.

Lo primero que agolpa recuerdos en mi mente, es la hermosa y abundante cava de vinos que adorna una gran pared así como el murmullo de personas hablando en inglés. Definitivamente es un sitio de turistas que buscan un sitio original y de probada calidad en su oferta.

Llegamos un poco tarde, tras una puesta al día en larga conversación con mi partner actual de salidas gastronómicas. Partimos con una entrada, unos camarones al ajillo, algo delicioso que combina perfectamente con la ración de pan caliente, mantequilla y pebre delicioso, elementos esenciales de una buena partida de cena en este sitio.

Ya entusiasmados, mi partner se inclinó por un rico mero a la plancha con ensalada de palmitos mientras yo fui por uno de mis fetiches gastronómicos,  Oda al amor, un filete de tiburón en salsa picante. Finalmente soy esclavo de los sabores rotundos que guarda mi alma.

Para acompañar esta delicia de cena, una botella de pinot noir Morandé, helado y mantenido en una cubeta de agua y cubos de hielo.

No me puedo quejar, este sitio de tantos años sigue teniendo encanto y sabor, puedo volver una y otra vez y los platos que me gustan siguen siendo deliciosos.

Infante 51 : delicioso retorno

Tras una mañana dedicada a recuperar fuerzas, durmiendo con la mayor intensidad, decidí que era un buen día para volver a un sitio de pescados delicados y deliciosos. Este restoran de dirección y nombre homónimos ha sido en mi pasado fuente de muchas delicias y en este día quería sentirme bien.

Aunque habitualmente había usado los comedores interiores, en esta ocasión se dió la disfrutable ocasión de probar la apacible terraza interior. Un verdadero oasis en Santiasco y sobretodo en un lugar tan cerca de Providencia. Gran atención, que demuestra que hay lugares en que los mozos tienen entrenamiento y saben agradar. Pedí un Kir Royal para entretenerme mientras revisaba la carta y disfrutaba de los sonidos de los pajarillos que pululan en el jardín.

Elegí una escalibada de pejerreyes de mar (al estilo de los clásicos boquerones) acompañados con una torre de pimientos, berenjenas, tomates y cebolla macerados. Unos toques de ají como adorno, hicieron un delicioso acompañamienmto para esta entrada.

De la carta, solicité un rape del atlántico al horno, una delicia de carne blanca turgente y sabrosa, acompañada con papas al vapor y para lo cual elegí además una salsa bizcaína (salsa de pimientos) y unos pimientos al piquillo. Un todo delicioso que se merecía la botella de pinot noir William Cole 2008 que añadí al placer. A pesar de su ampuloso nombre el rape es finalmente un pejesapo, un pez del atlántico, notable por la potencia deliciosa de su carne.

Para cerrar la delicia culinaria, nada mejor que un café negro. Gran lugar, nunca me ha defraudado!!

Más tarde, decidí gastar las calorías ganadas en este delicioso almuerzo, subiendo en cleta el San Cristóbal y tras la cumbre, bajar en la penumbra con el viento acariciándome el rostro.