Hace tiempo que tenía la idea de destinar unos pocos días a disfrutar comida y vinos en la vecina ciudad de Mendoza y finalmente llegó el momento oportuno. Una planificación realizada completamente por Internet, implicó pasajes, traslados y hotel garantizados por esa confianza en que los compromisos electrónicos se cumplen. Por supuesto que se cumplen!!
Viajamos en avión y antes de llegar al primer bostezo, ya estábamos en un auto rumbo al hotel cercano a una autopista de Mendoza. Si bien me había parecido una buena idea no quedar en el centro de la ciudad, jamás imaginé que Mendoza fuera tan grande. Ahí aprendí una nueva lección, no siempre las cosas son lo que parecen. En fin, las caminatas tendrían que estar ayudadas con algunos acercamientos en taxi.
La primera noche requería un buen lugar y eso no me lo perdería. El destino sería Anna Bistró en pleno downtown de Mendoza, para lo cual pedimos un taxi que nos hizo el acercamiento. Caminamos por una ciudad repleta de personas y bullicioso comercio. Muchas mesas dispuestas en la calle, verdaderos paseos urbanos que nos invitaban a gozar opciones. Nos sentamos en un sitio a disfrutar un buen café mientras realizábamos el people watching de rigor. La gran sorpresa, muchos niños paseando solo con su padre, parecía una apología al padre soltero y al mismo tiempo, un mensaje subterráneo de como opera esta ciudad.
Tras recorrer los entornos del centro de Mendoza y llegar a la hora fijada por la reserva que había hecho en el restaurante, nos dirigimos al Anna Bistró. Para nuestra sorpresa resultó ser un lugar maravilloso, con una ambientación de lujo, música exquisita y la iluminación de diseño top. Sin haber consumido nada ya estábamos en éxtasis, demasiado lindo el lugar.
Anna Bistró se vanagloria de tener 200 etiquetas de vino disponibles, lo cual es cierto, pues revisando la carta quedamos extasiados de su diversidad. Partimos con el cocktail del día, una mezcla de zumos de frutas y vodka excepcional además de las botellas de agua con y sin gas (nunca coincidimos con mi partner). Para los fondos, Ojo de bife y ensaladas además de una buena botella de cabernet franc Catena Saint Felicien 2010. Una delicia de cena que concluyó con buen café negro y las ganas de seguir disfrutando esta ciudad que nos daba tan buena bienvenida.
El segundo día, tras un buen desayuno buffet, nos enfrentó a la posibilidad de hacer un tour a las viñas de Mendoza, el principal atractivo de la ciudad. Contratamos el servicio y nos fuimos caminando a hacer tiempo a una zona comercial aledaña. Nada distinto de lo que se puede encontrar en un mall de Santiasco, salvo por la belleza de las argentinas, sobresalientes en su afán de ser bellas. A la hora del encuentro, una VAN pasó a retirarnos del hotel y comenzó el periplo que nos condujo en primer lugar a una gran productora de vinos, Bodegas López, 24 millones de botellas al año!!!. Sorprendidos visitamos las plantas automatizadas en las cuales preparaban el vino, lo añejaban y luego embotellaban. Las barricas de roble de dimensiones gigantescas, los estanques de acero inoxidable y los automatizados procesos de elaboración dejan boquiabiertos a todos. El tour siguió con una visita a una productora artesanal de vinos, la Viña El Cerno, una verdadera boutique en la que tuvimos la oportunidad de visitar las bodegas subterráneas y degustar vinos maravillosos. Una botella de malbec, cosecha de autor, se vino conmigo a casa. Posteriormente fuimos a una productora artesanal de aceite de olivas, en donde degustamos perfectas variaciones de sabor de aceites con especias, todo lo cual solo nos provocó más hambre. De regreso al hotel, no tardamos en salir nuevamente a disfrutar un buen lugar para cenar. El turno fue para un restaurante italiano muy lujoso llamado Francesco, una exquisitez. Estaba bastante lleno, pero conseguimos mesa y pedimos un agua mineral y el kir royale que tanto me gusta mientras disfrutábamos un carpaccio de filete. Seguimos con un assiago de pasta y un penne a la siciliana que acompañamos con un merlot Lagarde delicioso. Cerramos, como de costumbre con un buen café negro, para luego ir en taxi de regreso al hotel.
Al siguiente día, decidimos hacer un recorrido más intenso de la ciudad y nos fuimos a visitar el lindo Acuario Municipal en donde encontramos al famosos tortugo de la ciudad, luego fuimos al serpentario Anaconda, un sorprendente lugar, seguido del Museo del Área Fundacional y el Museo de Arte Moderno. Tras muchas cuadras de caminata y registros de graffitis, nos fuimos a buscar un buen sitio en donde almorzar. El objetivo se cumplió en el Hotel Argentino, en pleno downtown y con un merecido premio de Trip Advisor, ya que fue inolvidable el tardío almuerzo que conseguimos en este lugar.Unos ñoquis de remolacha y para mí unos raviolones de berenjenas que acompañamos con una botella de malbec Staphyle Premium, demasiado rico!!. Para los postres, compartimos un queso con dulce y por cierto, buen café.
Mendoza es un gran lugar para disfrutar y prometo que volveré!!