Deseaba enormemente ver esta obra, algo esquiva estos últimos años pero merecedora de mis deseos pues es una gran ópera clásica de Verdi. A la hora definida, estaba ocupando mi palco central preferido, con un calor terrible, algo que nunca se ha solucionado en este hermoso teatro.
Con una puesta en escena formidable y de gran complejidad, despliega escenarios increíbles, iluminación, coros, muchos contrapuntos vocales entre los protagonistas, todo animado por el diseño escénico de Michael Hamp y el acompañamiento de una orquesta formidable bajo la dirección de Pedro Pablo Prudencio.
La historia es magnífica, situada en el Egipto de los faraones, se presenta la historia del trágico amor entre Aida, una princesa etíope que se encuentra como esclava en Egipto, y Radamés, militar egipcio y comandante de las fuerzas que ocuparon su tierra. Como es apropiado, a este amor imposible se oponen Amonasro, padre de Aida, que exige venganza por el rapto de su hija y la conquista de su tierra, y Amneris, hija del rey, que también ama a Radamés, sin ser correspondida. Una triste y compleja historia de amores imposibles en donde las grandes voces y sus duelos vocales sincrónicos dan vida a esta extraordinaria obra.
Deliciosa ópera, escenarios increíbles y voces maravillosas.