Robando tiempo al tiempo, me las arreglo para asistir tantas veces pueda a ver sesiones de buen teatro. Es necesario reconocer que la oferta teatral ha logrado mantenerse abundante y de buen nivel durante el año, lo cual me hace especialmente feliz.
En estos últimos días he tenido la oportunidad de ver dos obras, muy distintas entre si, pero llamativas por su contenido. La primera obra que quiero comentar es Santiago High Tech, un despliegue futurista que antes de comenzar ya te sumerge en una atmósfera de alta tecnología. El escenario en el segundo piso del GAM (sala N2) es diminuto, un cubo luminoso pues está construido con proyecciones de imágenes y el requisito de cambiar tu cédula de identidad por un tablet. En dicho dispositivo viene cargada una aplicación para poder leer los códigos QR que de vez en cuando saldrán en una esquina del cubo y además con WiFi para que puedas compartir fotografías o comentarios en tus redes sociales.
Hechas las pruebas tecnológicas a la que se invitó a la audiencia por unos minutos, comenzó la obra. El protagonista es XY, un joven inquieto y en búsqueda. Hay que entender que es un futuro en que a nadie le importa lo que haces con tu vida, puedes relacionarte con parejas de cualquier género sin ser objetado, incluso puedes suicidarte sin problemas. XY deambula en las noches por esta ciudad luminosa y trepada en la cordillera, para encontrar un otro significativo que haga latir fuerte su corazón. Encuentra una chica, relatando su propia experiencia mientras la vive, como si escribiera el guión de su propia experiencia. Le gusta la chica y hay posibilidades de contacto. En otro momento, encuentra a un chico y también su experiencia es de seducción. Sus madres (no hay padre, solo tiene dos madres de plateadas pelucas y liberales ideas) no solo no le cuestionan sino que le incentivan a probar con ambos sexos. No hay rollos, solo experiencias.
En el paisaje nocturno, suelen verse suicidios, personas que se matan lanzándose de las altas torres de este Santiago del futuro. XY explora su sexualidad, investiga acerca de la experiencia del amor, lo más etéreo pero lo más deseado. Cada cierto tiempo, aparecen códigos QR y usando el tablet podemos observar una escena complementaria a la que que visualizamos en vivo. Que interesante experiencia!!!
La siguiente obra me resulta muy querida porque es el retorno de la Compañía de Teatro Poético de mis amigos Mónica Mascaró y Gatillo. Me refiero a la compañía Le Grand Blue. que repone una de sus mejores obras con poesía de Vicente Huidobro, los magníficos textos del increíble Ricardo Duhart, la música de Gatillo al piano y en esta ocasión la presencia en vivo de Magdalena Matthey además de los músicos Marcelo Arenas en batería y Diego Sepúlveda en saxo y clarinete.
Muchas mujeres en escena y un único Procopio, el hombre de la casa que disfruta abiertamente serlo. Robustiana, el personaje central y la «señora de la casa» es el centro de la atención de los demás, terriblemente aprensiva pretende tener el control de todo lo que sucede en esta extraña casa en que todos conviven. Desde una abuela lasciva, hasta una cuarentona y soltera hija de Robustiana. Extrañas fiestas, enredos y diversiones que poco a poco van revelando el verdadero sentido de lo que ocurre. Las innumerables y queridas corbatas de Procopio, especialmente la roja que asemeja la cola de un gato en el imaginario poético, mantiene el diálogo esquivo de Robustiana, mientras poco a poco los personajes femeninos, devenidos en fantasmas van abandonando la casa en la medida que Robustiana descubre lo más preciado de su existencia, el amor de Procopio, ese gato rojo que finalmente le permite aceptar la muerte. Linda obra que gustoso me he repetido.
Ahora hago votos para ver de nuevo El Cantar de los Trenes y el esperado estreno de Pippy, con Le Grand Blue. Santiasco se ve mejor en el teatro!!