Este es un sitio adorable, al cual he venido por años y la verdad no me cansa ni aburre. Es un sitio acogedor, lindo y con una cocina que me fascina.
Nos fuimos directo a la terraza, a ese patio interior enorme y precioso, que crea un microcosmos ideal para el placer, y que marca parte de mi mejor historia. Cuando ni siquiera tenía patente de alcoholes, uno podía traer su vino y solo cobraban el descorche. Aquí estuve con mi único amor varias veces y ocurrió la increíble casualidad que ambos elegímos y trajímos, sin concertación, el mismo vino y nos encontramos sorprendidos con dos botellas del mismo vino, que delicia, nuestras maravilosas cenas.
Hoy con mi gran partner nos fuimos por un curry verde (picante) con carne y berenjenas asadas con un acompañamiento típico de arroz, mientras él eligió unos trozos de pollo en salsa agridulce con el arroz tailandés de rigor, deduzco rico por los comentarios. Mi hermano elude los sabores intensos, mmmh!!
Para esos platos decidí un ensamblaje de merlot y petit verdot de Laura Hartwick, que verdaderamente estaba delicioso y muy apropiado para estos ricos platos. Es una maravilla como el vino y la comida pueden formar un concierto de placer.
Al final de esta bacanal, a pesar de la negación de mi hermano, elegí solo para mí una torta de chocolate y plátano fantástica, que finalmente el decidió compartir con gula.
Exquisita incursión, que solo terminaría con un buen te blanco, la flor del té.