Tras un sábado de krrtrekking en que recorrimos en cleta varias comunas en una apasionante cacería de graffitis, llegamos por casualidad a este restaurante en Manuel Montt. Una linda casa esquina que ya había probado antes cuando era sede de otro restaurante y que ahora deviene en una cocina india muy original.
Dejamos las cletas (ya cansadas) en un borde de la terraza y nos instalamos en la mesa más cercana. Una chica nos dejó la carta, por cierto muy abundante, y nos pusimos a buscar sabores.Dada la sed, partimos con unas buenas cervezas negras Kross Stout mientras seleccionábamos alguna delicia.
Decidimos por unas samosas y un plato Bhaji de ají, unos buñuelos picantes bañados en harina de garbanzos y fritos servidos en un chutney. Tamaña sorpresa, eran de verdad tan picantes que después de probar el primer bocado, ambos estábamos llorando y terriblemente congestionados. Pero, no se puede desconocer que hay placer, lo picante aunque no sea un sabor estimula la secreción de endorfinas y eso claramente se disfruta.
Cuando llegó el turno de los platos de fondo, la lista comenzó con un Naan de queso y ajo, Camarones en un masala de camarones tikka asados al horno tandoor y cocinados con especias y hierbas. Sumamos un pescado del sur de India llamado meen kuzchambu, un pescado al estilo chennai bañado en salsa picante de tamarindo. Tantos sabores merecieron rápidamente una botella de Syrah de Tamaya y acompañamos con un paneer pulao de arroz basmati con cebolla frita y castañas de cajú.
Tanto placer potente se mereció unos bajativos, un jack daniels y un mojito, además del café de rigor.