En un paseo en bicicleta por el barrio detecté que se había montado un nuevo restaurante en el lugar que ocupó por un breve tiempo la fantástica pizzería Waldini y luego la cevichería Constitución. Muy espacioso y bien decorado noté una fantástica barra de bar y además un escenario para música en vivo en donde una guitarra y un saxo daban un toque delicioso a ese atardecer. Prometí que volvería.
La noche precisa fuimos con mi partner a conocer de verdad el sitio que ya llevaba algunos días operando pero no los suficientes para tenerlo lleno. Tomamos una mesa con buena visión al pequeño escenario y decidimos explorar la carta. Claramente es una parrilla de carnes y pescados, buenos tragos y una extensa oferta de picoteos. Esto último nos tentó más y el primer pedido fueron los aperitivos de costumbre (pisco sour y kir royale) para acompañar un carpaccio mar y tierra. Esta primera experiencia nos abrió el apetito así es que pronto le siguió una malaya rellena y patatas rotas para mi y un mero grillado con una ensalada mixta que eligió mi partner. Todo lo anterior acompañado, como corresponde con un ensamblaje Inédito de viña Calyptra. Maravillosa combinación!!
El servicio un poco flojo pero amable, además de la grata compañía de una pareja que cantó buen bossa nova mientras cenábamos, fue el marco de esta primera visita. Habrá que esperar como evoluciona, pero tengo un buen presentimiento.