Una noche fría puede tener disfrutes inesperados si se sabe ir a los lugares adecuados. En esta ocasión, la idea era ir a comer algo rico y escuchar música en vivo, pero era demasiado tarde para conseguir una buena ubicación. Apelando a mi memoria gastronómica, hice un giro estratégico y ante la evidencia irrefutable de la hora, fui con mi partner, directo a este local de un viejo amigo y que hace tiempo no visitaba.
La ventaja estratégica que ha alcanzado este lugar con el advenimiento del Patio Bellavista es magnífica y además de alegrarme de la buena fortuna de mis amigos, me dedico a disfrutarlo.
Al llegar, pedimos un mixto de rellenitos (mis preferidos) a los que añadimos un kubbe frito (me gusta más que el crudo) y una enorme porción de hummus. Placeres maravillosos que nunca deben dejar de disfrutarse.
Un punto alto de esta incursión fue la deliciosa conversación con Cecilia, amiga y esposa de mi amigo, dueños del local, en el cual fui uno de los primeros comensales hace tantos años. De verdad, que se agradece la calidez hogareña y sobretodo la sencillez de quienes hacen algo por placer.
Grande!!!