Para el último fin de semana del 2010 tenía planificado algo especial, pasar el año nuevo en la zona de El Plomo, un increíble cerro de la cordillera central. Ya nos habíamos animado, una semana antes, un grupo de 9 malayos y todo iba bien hasta unos días antes. El clima en la cordillera comenzó a deteriorarse progresivamente. Día tras día fuimos observando como el pronóstico climático de cordillera pasaba de chubascos el domingo por la tarde hasta llegar a chubascos en la tarde del viernes y tormentas eléctricas el domingo. En fin, sería para otra ocasión.
Bajo esas condiciones, debí repensar que haría en ese fin de semana largo que fuera entretenido. El viernes lo dediqué a juntarme con algunas amistades y a escribir, el sábado fue el día de paseo en cleta por el Parque Metropolitano, incluyendo por supuesto la visita a la cumbre del San Cristóbal y un largo recorrido por un Santiasco silencioso. Qué grato es pasear por la ciudad cuando está casi vacía y la gran mayoría está durmiendo o descansando de la resaca de año nuevo.
El último día lo dejé para un buen tour de museos y en especial las muestras fotográficas que hay en el Bellas Artes. Están increíbles!!
Las exposiciones Fuera de Lugar: Consideraciones sobre arte, ciudad y urbanismo es buena, pero la que es notable es La Victoria de Todos. Las fotos de Oliver Hartley Byn y los rostros que toma Teodoro Schmidt, sin dejar de admirar lo cotidiano y juguetón de las fotos de Arthur Conning. Preciosa muestra!!
Bueno, el hambre es un importante vector en mis caminatas, por lo que casi sin darme cuenta, estaba sentado en la rica terraza de Casa Lastarria. lugar que comparte con el exquisito Café Urriola y prontamente con un local del Nolita.
Casa Lastarria es un local de hermosa fachada (lo único que sobrevivió de una espectacular casona del barrio) y que se integra muy bien en el entorno creado por el proyecto inmobiliario que dió origen a esta zona. La terraza, claramente lo mejor para esta época y especialmente porque no había demasiada gente.
Partí solicitando mi botella de agua sin gas, pedido que tuve que hacer tres veces porque los jovenes mozos lucían bastante extraviados (supongo que es el post año nuevo). Revisé la pequeña carta del lugar y pude apreciar que hay pocas pero interesantes opciones para servirse algo rico. De hecho me tenté con una lasagna de berenjenas, pero cambié de opinión cuando encontré un congrio a la plancha con una salsa de papayas al pisco acompañado de una buena porción de quinoa en jugo de naranjas y jenjibre. Añadí una botella de pinot noir Las Brisas de Leyda y tras unos toques de pimienta fresca al plato, me dispuse a disfrutar. Exótico y rico el contraste de sabores y texturas. Buena cocina aunque hay mejoras posibles!
Para el postre un marquis de maracuyá vino de maravillas y al cierre un buen café negro como a mi me gusta.
El servicio claramente lo más deficiente, pero el lugar es lindo y merece ser considerado.