No siempre cuento con el tiempo necesario para disfrutar un encuentro gastronómico a mis anchas, pero eso no me amilana y enfrento hidalgamente el desafío de comer algo rico aunque sea en pocos minutos.
Hoy debía resolver diversas cuestiones que me implicaban moverme por el centro de Santiasco en un horario en que mis jugos gástricos están en franca ebullición. Ya casi a las 15 horas, pude concluir los trámites y mi mejor opción fue el rico restoran del hotel Caesar Business que tengo entre mis preferidos, me refiero claramente al Amaranto.
Salvo por el personal de servicio, una mesa con dos tipos haciendo negocios, lo mejor a no dudar eran dos modelos preciosas que vestidas de rojo ajustado conversaban el café. Como no me preocupa demasiado quedar solo en un lugar, me instalé en mi mesa habitual y la atenta chica se acercó de inmediato para ofrecerme la carta. Le expliqué que tenía poco tiempo, por lo que mientras ella iba por mi agua mineral sin gas, yo revisaba la exquisita carta para elegir un único plato que saciara mis anhelos de disfrutes.
Rápidamente me incliné por una pierna de cordero asada, con una guarnición de champiñones y un rico puré rústico de papas y berros. Para la espera, nada mejor que un bocadillo de pan caliente con toques de amapola y mantequilla salada, tan rica como la de campo.
El plato llegó en un tiempo razonable y también mi copa de vino, un buen cabernet sauvignon ya que no había otra opción tinta disponible. A pesar que hubiese preferido un buen carignan la armonía estuvo estupenda y mi almuerzo un enorme agrado.
No hubo opción de postres ni siquiera café, porque debía atender una reunión (la quinta del día), pero salí contento a seguir con mi jornada.
Amaranto, un sitio siempre delicioso y bien atendido.