La obra más conocida y celebrada de Puccini era hoy el plato fuerte del menú cultural de Santiasco. La ópera para mí se ha convertido en un verdadero espectáculo y una delicia para los sentidos.
Un Teatro Municipal repleto, mucho «pintamono producido» (trajes de gala y eso), aunque solo es un dato del lugar y puede considerarse un ruido visual que desaparece en la oscuridad, cuando comienza la obra.
Orquesta filarmónica, coros en escena (de adultos y niños) y el despliegue formidable de las escenografías. Es mágico como consiguen en pocos minutos transformar el escenario del teatro en vívidas escenas arquitectónicas, donde amanece, es de día o noche o puede nevar, en fin, mis aplausos sostenidos a los magos del Municipal.
La historia es fuerte, hermosa y trágica a la vez. Un poeta, un pintor, un filósofo y un músico, pobres como ratas, unidos en la miseria y la alegría de ser libres en la sociedad, viven en una buhardilla sucia y fría. Tan fría que incluso deben quemar los textos del poeta para calentarse un poco.
Por esas casualidades que la vida siempre nos da, el poeta Rodolfo conoce a Mimí y en menos de lo que se cuentan sus vidas, se enamoran perdidamente. Rodolfo le dice que es un poeta, que se dedica a escribir, que vive simplemente viviendo y que su alma es millonaria. Mimí, una sencilla costurera, gusta de las cosas que saben a hechizos, que hablan de amor y de primaveras, de sueños y poesía. Que linda no?
En un tomar de manos, las heladas manos de Mimí, se enamoran y Rodolfo sale con su Pequeña a juntarse con sus amigos. El segundo acto es notable, una plaza y un café (Momus) con mucha gente, bullicioso, llena de niños, vendedores, parejas y curiosos. Hacia el final del acto, la mezcla de todas las voces llega a erizar los vellos, es el bullir de la vida y la alegría de amar.
El tercer acto, es el que más me tocó, ocurre en un zona de aduana en el amanecer. Mimí, muy enferma (tose sangre) llega buscando a Rodolfo quien se refugió en la casa en que el pintor (Marcelo) está viviendo con su amante. Allí le cuenta a Marcelo que ella necesita a su amor y éste le rehuye. De pronto, aparece el poeta Rodolfo y Mimí se esconde. Rodolfo desnuda su verdad a Marcelo, ha dejado a Mimí porque el no puede evitar, en su pobreza, que el frío acelere la enfermedad de Mimí, sintiéndose culpable de dañar a su pequeñita. Mimí se aparece y se juran nuevamente acompañarse ese invierno (porque es triste el invierno solo) y separarse en primavera, cuando el sol puede acompañar a Mimí. El amor profundo contrastado en los cantos con la pelea que inician Marcelo y su amante, uno celoso y ella reclamando su libertad sexual, porque él no es su marido.
El cuarto acto, vuelve a ubicarse en la buhardilla de los miserables. A ella llega en estado agónico Mimí y en una triste y tremenda escena, tras haber estado viviendo con otra persona, Mimí, vuelve a morir a los brazos de su amado poeta. Ufff, un drama impresionante.
Bellísima puesta en escena, voces impecables, actuaciones perfectas y la música divina y precisa, para dar un todo dramático magnífico.
La Bohème, la historia de un verdadero amor.