Zully : lindo y rico como siempre

Salí a caminar en busca de un rico lugar y mágicamente los pasos me llevaron hacia el sector poniente, un imán que me decía que era hora de volver al Zully. Enmarcado en ese paraíso arquitectónico del barrio Concha y Toro y nada menos que en una casa de 4 niveles, monumento nacional, ya que según entiendo fue la casa del increíble poeta Vicente Huidobro. Una casa espectacular, un lujo de la arquitectura, el buen gusto y sobretodo de la belleza olvidada de Santiasco (en muchas visitas que anoto a este lugar, he visitado sus terrazas, su patio, la increíble cava subterránea, la pileta interior, es un espectáculo!!)

Un horario tardío, propio de mis jornadas laborales extensas y que compenso con un gran disfrute. Sin embargo, a pesar que era día de pago en Zully y que no había empleados, el gringo dueño en persona me atendió y me convenció en gracioso spanglish que mejor que la carta, estaba el menú del día y confieso, que tenía mucha razón. Fue exquisito!!!!

Para los comienzos, un quiche de champignones delicioso además de un refrescante jugo de mango. Luego un fetuccini con una salsa de mariscos, ostiones y camarones, adornados de queso y algo de crema, que me fascinaron el paladar. Solo agregué algo de pimienta fresca y sal, ya que tiendo a los extremos en sabores. Una copa de un merlot reserva fue el acompañamiento perfecto a esta incursión en la cocina fusión del lugar.

Considerando que a esta hora era el único cliente en el lugar, me sentí a mis anchas. Todos operaban para atender mis antojos y eso es mucho regaloneo!!! La música étnica fue variando hacia blues viejos que me mantuvieron el disfrute todo el tiempo.

Para los postres, una panacota de arroz, con miel y unas frutillas embebidas en chocolate me extasiaron mientras bebía ese café negro que es mi señal de fin del delirio gastronómico.

Este Zully, no termina de extasiarme!!!

R. : nombre corto y largo recorrido

Este restaurant es tan antiguo en mis incursiones que tengo la sensación que nunca he escrito algo sobre él. Lo conocí cuando funcionaba al fondo de un pequeño pasaje ciego en Lastarria, un pasaje de anticuarios que hace muchos años no existe. De hecho, hoy es simplemente un sitio eriazo, cerrado y que solo se distingue porque en sus muros exteriores hay algunos grafittis interesantes que he publicado en fotos por ahí.

Sin embargo, el restoran ha sobrevivido el paso del tiempo e instalado hace rato en la Plaza del Mulato Gil, sigue siendo una interesante opción para comer algo rico o hacer un after office.

Hoy llegué al lugar después de un periplo de investigación por el centro de Santiasco, buscaba como me resulta delicioso hacer, nuevos lugares para disfrutar. Debo confesar que no hallé nada nuevo, solo algunas promesas que anoté en mi mente y que revisaré más adelante.

Era bastante tarde para un almuerzo, pero todavía quedaban algunos extranjeros en los postres, por lo que aproveché de ingresar e instalarme en uno de los salones para disfrutar un almuerzo.

Partí con la impresión que los mozos quedaban algo descolocados con la tardía visita, pero igual fueron amables y pronto tuve mi agua mineral y hielo para saciar la sed de un día en extremo caluroso y una carta para revisar.

La oferta no es voluminosa pero ciertamente atractiva. Podría clasificar a este lugar entre los sitios sencillos pero sabedores del sabor de su oferta. De la carta me llamó la atención un plato, una corvina rellena de queso y espárragos en una salsa de mostaza que se me antojó que quedaría bien acompañado con papas provenzal (papas al horno con cebollas, queso  y ajo). No me equivoqué, el plato estaba divino (y muy caliente) al cual añadí una media botella de vino (aquí la oferta es pobre, pero se salva si se sabe elegir).

Fuertes sabores que solo podrían compensarse con un postre potente, nada menos que un suspiro limeño que me dió delicias de gran confort. Para el final, obviamente, un buen café negro.

R. sigue siendo opción en Lastarria!!

La Bifería : rico y reflexivo

Me encantó!!!!

De esos pequeños lugares que se ha ido llenando el sector de Pedro de Valdivia entre Providencia y Costanera, me faltaba probar uno. Hoy era el día ideal para satisfacer mi siempre atenta y urgente hambre por nuevos sabores, por lo que mis pasos fueron directos y presurosos hacia La Bifería.

No sólo es un local pequeño y pretencioso, sino que se da maña para tener una parte del local como Cevichería. Eso es arte!!

Un número de comensales mediano para un día de media semana, lo que no fue molestia para conseguir una mesa en la terraza (mi predilección) dando la espalda a la calle. Esto me permitió tener una panorámica del lugar y hacer algo dem people watching..

Habitualmente prefiero un buen filete antes que sacar trozos de grasa de un lomo liso y peormente de uno vetado. Sin embargo, este lugar se refiere a si mismo como un lugar de alta y fina selección de carnes y no quise dudar de ello. Así que tras revisar la carta, me entusiasmé con un lomo liso que acompañé con un puré rústico (eso significa que es de papas de verdad) con queso de cabra y rúcula (maravillosa combinación que me enloquece).

Pedí la carta de vinos y no pude evitar fijarme en un vino apropiado y que no había probado antes . Se trató de un ensamblaje de cabernet sauvignon y syrah, llamado Toro de Piedra de la Viña Requinoa en el valle de Maule (maravillosos syrahs). Una verdadera sorpresa, ya que sus taninos y ese sabor a nuez me fascinó.

Mientras tanto, un pote con paté foie y cebolla morada más panecillos, hicieron la delicia de una pequeña espera, ya que más pronto de lo que creía, vino la cena. El plato llegó suntuoso y deliciosamente disfrutable, la carne en el punto que me gusta (como lo pedí), dejando jugos increíbles tras cada corte. El puré, maravilloso con trozos de papa sin moler, rúcula evidente y algo de aceite de olivas, dieron un marco de disfrute inolvidable a mi comida.

Con ganas de seguir disfrutando, pedí la carta para elegir mi postre y me encontré con algo notable, un suspiro de lúcuma. Maldita buena suerte, era una maravilla untuosa y fragante, que me llenó el paladar y solo fue necesario mi indispensable café negro para cerrar una cena perfecta.

La Bifería, un sitio 100% repetible!!!!!

Blue Jar : sigue siendo una gran opción

Hace varios años que no volvía a este bonito y por lo demás delicioso sitio.  Se encuentra en un pequeño oasis en el centro de Santiasco y por lo que he visto hoy, sigue teniendo una fiel y abundante clientela.

Logré encontrar una mesa de mi gusto, a pesar del alto nivel de ocupación. Lo primero, fue sacarme el sofoco del centro con una fresca botella de agua mineral y pasear mis ojos por la carta. Aunque ofrecen un menú ejecutivo de muy muy buen nivel, normalmente prefiero elegir platos que me provoquen un mayor placer.

Debo tener suerte, pues como casi siempre, me atendió directamente la «gringa», una inglesa que es la dueña y alma del lugar. Tras algunas consultas, me decidí claramente por unos raviolones de locos, aunque sospecho que una buena opción habría sido un filete a la parrilla con una pepperonatta (me encantan los pimientos), ricota horneada y limón. Aproveché de pedir una media botella de merlot reserva de  Santa Ema, para amplificar el placer gastronómico del día.

Contra todos mis pronósticos, el plato llegó con singular rapidez (la verdad es que había olvidado que es un plus del sitio) y sus aromas, solo acrecentaron mi hambre. El plato estaba divino, con unos toques de filitos de zanahoria que combinados con la pimienta fresca que rocié (pequeños trozos, no polvo) sobre los ravioles, maravilló mi paladar. Por cierto, una parte del goce lo proporcionó el delicado sabor del merlot.

Encantado, pedí un postre que me sedujo apenas lo vi en la carta. Un trifle de maracuyá, mascarpone y merengue en su punto. Ese tono ácido del maracuyá combina exquisitamente con el resto y hay que considerar que el bizcocho apenas se notaba, lo cual me gusta especialmente.

Mención especial, la música de piano deliciosa que acompañó mi rico almuerzo. En fin, solo quedaba tiempo para un buen café y el retorno a la realidad.

Doña Inés : rico lugar en Ñuñork

Arriba de mi cleta llegué a Plaza Ñuñoa en búsqueda de un buen sitio de almuerzos. Para mi sorpresa, muchos de los lugares que frecuento, estaban cerrados. Desconozco si cerraron porque era bastante tarde para un almuerzo o simplemente no abrieron, esperando quizás, hacerlo solo por la noche.

Mi instinto y sobretodo el hambre, me llevó a explorar un poco más y así encontré abierto y con varios comensales todavía almorzando, al restaurant Doña Inés. Qué fortuna, no soy el único que almuerza tarde hoy.

Si bien ya he estado antes en este lugar, incluso también cuando era otro restaurant (el rico Madras), siempre mantengo abierta la posibilidad del asombro.

Ingresé a la terraza con mi linda cleta, elegí una mesa y pedí una indispensable botella de agua mineral. Uff, estaba sediento. La música lounge y algo de chillout estaba de miedo. De la carta, lo primero que me llamó la atención fue un inserto con platos típicos chilenos aunque preparados a la manera especial que tiene este sitio. Sin embargo, mi hambre buscaba carne. Mis ojos se ensartaron en un filete de res recubierto con una pasta de aceitunas y acompañado de un pastel de plenta al queso de cabra. Fascinante!!!

Para acompañar la delicia seleccionada, nada mejor que una botella de un reserva cabernet sauvignon de De Martino. Sabroso y corpulento, por lo cual atinaba genialmente con mi plato. Comí lentamente, saboreanmdo cada trozo de carne y solo alterando un poco el sabor del pastel con pimienta fresca, uno de mis vicios en la cocina.

Terminado mi filete, me entusiasmé con un postre que me guiñaba un ojo desde la carta. Una tarta de chancaca al queso crema sobre una fantástica salsa de naranjas con un gratinado de chocolate. Maravillosa!!!

Para el cierre, nada mejor que una pequeña y concentrada taza de café negro. Solo restaba subirme nuevamente a mi cleta y regresar a casa. Excelente almuerzo!

Nuevo krrtrekking : del cerro al almuerzo

Una mañana asoleada, francamente hermosa, me desafió a hacer algo al aire libre y de paso botar tensiones en mi cleta. Preparé una pequeña mochila con algunas cosas incluyendo un par de revistas que seleccioné rapidamente, tomé mi cleta y me dirigí hacia el cerro San Cristóbal.

Poca gente y vehículos, algo muy agradable que pocas veces se da en Santiasco. Pronto llegué al acceso por Pedro de Valdivia Norte, lugar en donde normalmente hago unas pocas elongaciones para prepararme para el ascenso.

La subida bastante en solitario, solo alcancé a 4 ciclistas en mi recorrido y me sobrepasó uno. Un trayecto marcado por la variedad de colores, pues la curiosa lluvia de primavera de días atrás, lavó la mugre y los árboles y arbustos lucían hermosos.

Ya en la cumbre, seguí el rito de comprar un jugo de mote con huesillos (sin mote y sin huesillos, ya que lo que disfruto es el sabor y la temperatura exquisita para matar la sed y el calor). Me instalé en uno de los asientos, con el sol secando mi espalda y me dispuse a leer las revistas. Entretenido proceso, solo interrumpido por un ataque de estornudos que me asoló y que refleja la cantidad de pelusillas  que hay en el aire y que claramente absorbí durante el ascenso. Me parece que estoy inaugurando una nueva etapa de mi vida, estoy francamente alérgico.

Terminada mi lectura, me lancé vertiginosamente hasta el cruce con el camino que lleva hacia La Pirámide y de ahí me fui gozando el camino que da hacia el lado norte de Santiasco. Ya en La Pirámide, retorné por el otro camino para llegar nuevamente al cruce y enfilar de regreso al acceso por donde ingresé al parque.

Rico periplo que decidí ampliar, dirigiéndome en zigzag por las calles de Providencia con destino a Plaza Ñuñoa. Que buen paseo, hoy la ciudad estaba ideal para recorrerla en cleta.

El hambre comenzó a hacer estragos en mi mente, por lo que decidí que en algún buen sitio de Ñuñoa almorzaría rico.

Buen krrtrekking sabatino!!!

Félix Lecaros Cuarteto : filete en Thelonious

Ciertamente no es un misterio mi predilección por el jazz en vivo y que además coincida con que mis músicos favoritos suelen tocar en el Club de Jazz Thelonious, por lo que este lugar es una de mis paradas más frecuentes.

Esta noche, una formación especial liderada por quién, en mi personal evaluación, es el mejor batero de jazz en el circuito. Me refiero al talentoso Félix Lecaros, acompañado del conocido guitarrista Mauricio Rodriguez (Congreso, La Marraqueta), el formidable contrabajista Roberto Lecaros y todo el virtuosismo en saxo y flauta de Cristián Gallardo.

La banda partió sin Cristián, quien llegó atrasado al segundo tema. Un percance que no le restó calidad al primer tema, lo que aplaudimos fervorosamente los reunidos en el lugar de jazz. De ahí en adelante, con la formación de cuarteto completa, vino un despligue de los talentos y de la música que ellos mismos crean.

En el intermedio, nuevamente me encuentro con un amigo malayo, que por lo visto se ha hecho habitué del lugar. Me alegra mucho.

El segundo set, siendo ya muy entrada la madrugada, nos quitó el sueño y la energía de esta música maravillosa nos revivió y llenó de alegría.

Completamenmte renovado, regresé a mi hogar a disfrutar del sueño.

Santería : cena latinoamericana

Un lugar en Bellavista que he podido disfrutar unas cuantas veces, siempre animado por el buen diseño del lugar, la exquisita selección de música que siempre tienen y por lo prometedores platos.

Hace bastantes meses que no me aparecía de noche por este sector, ya que dejé de ir al club de jazz El Perseguidor por la mala atención y precios excesivos. Sin embargo, hoy deseaba probar este tipo de cocina latinoamericana.

Una nocha fría que me impidió quedarme en la terraza, mi lugar favorito en este sitio; por lo que me fui al salón en donde está la barra y en donde se distribuyen unas pocas mesas privilegiando el espacio libre, algo que siempre agradezco.

Solicité un agradable kir royale mientras revisaba la carta en busca de un plato que me sedujera. La carta es breve pero atractiva y tardé muy poco en elegir mi cena. Un camarón bahiano, esto es, camarones ecuatorianos en una salsa de leche de coco con ají piri piri y guarniciones de moros y cristianos (arroz y porotos negros mezclados sabrosamente).  Para acompañar esta delicia, encontré una botella de reserva syrah La Joya que vino estupenda a la cena.

El plato francamente delicioso, muy bien presentado en un plato de fino diseño. El único detalle que le reproché al mozo es que siempre deben sacar completo el exo-esqueleto del camarón, para evitarle la molestia al comensal.

En fin, plato rico y mejor cena, la que concluí con un buen café negro, ya que a esa hora, ya debía estar en otro sitio.

Santería, rico lugar.

Naturista : almorzando sanito

Hay ocasiones que mi habitual predilección por sabores potentes y hasta cierto punto desafiantes, me pasan la cuenta en mi sistema digestivo. En fin, para esas ocasiones, suelo ir por comida sana y el lugar sanito por antonomasia en el centro de Santiasco es El Naturista.

Entre el mediodía y las 16 horas, es un bullir de gente repletando mesas y mesones, además de un contingente en paciente espera por conseguir una mesa. Ha sido así por décadas y la verdad que tiene bien ganado su prestigio.

La carta ha permanecido casi intacta  por mucho tiempo y no me costó encontrar un plato sabroso y muy conocido. Se trata del arroz hortelana. Saludablemente rico y contundente, que acompañé con esa vitamina de naranja y zanahoria que me gusta tanto.

Una cocina muy rápida y una gran cantidad de mozos, hace que finalmente sea un servicio bastante rápido y eficiente.

Naturista, rica comida para esos días como hoy.

Bar Unión : la tradicional Unión chica

Una picada bastante especial, con pretensiones de gran restaurant es un lugar que congrega a todo tipo de comensales en la calle Nueva York. Nadie espera que sea similar a su homónimo Club de la Unión y quizás ello la hace tan especial.

He visitado este lugar por más de 15 años y la verdad es que me sigue gustando, a pesar de la lentitud de la cocina, a la extraña parsimonia de sus eternos mozos y quizás esa sensación descuido que a veces te hace pensar en otras variantes de evaluación.

Lo concreto es que la comida es rica y se puede disfrutar ésta o bien el paisaje, desde esos matutinos alcohólicos en busca de su dosis alcohólica que detenga el delirium tremens, hasta ese turista emocionado por estar en un lugar genuinamente chileno y popular.

En esta ocasión, un almuerzo de trabajo con mi especial cómplice, amigo entrañable, con quien vamos venciendo paso a paso las vicisitudes del poder instalado en la burocracia que somete a mi lugar de trabajo (el formal) y de paso dibujar oportunidades en el espacio de las posibilidades del resto (lo no formal).

Claramente, no fuimos especialmente creativos, ya que dominó el apetito y los aromas que se adivinaban desde la cocina. Hoy fuimos derecho a los lomos a lo pobre. Grandísimos deleites!!!

Tras engullir marraquetas (también llamado pan francés) con mantequilla junto a una gaseosa, llegaron esos enormes platos de carne, cebolla y huevo frito y las infaltables papas fritas, olorosas y disfrutables componentes de este plato tradicional y que no tardamos en devorar. Ayy!!!, el hambre a veces es imposible.

En casi una hora de degustes, engullimos este plato pop y conversamos hasta el hartazgo. Buen disfrute para una reunión de trabajo.

En fin, solo puedo añadir que La Unión Chica es un sitio que se puede disfrutar mucho especialmente si se tiene tiempo para comer y apreciar el people watching delicioso que ofrece.