Conversando en Ambrosía : gran reunión

Debía reunirme con un amigo y colega laboral y la agenda no daba por ningún lado. Pero era posible almorzar y eso me obligaba a algo rico. Invité a mi amigo a mi restoran fetiche, el Ambrosía, en ese oasis del patio trasero de la Casa Colorada (hoy en día, en restauración post terremoto).

Una terraza magnífica, sin el ruido callejero y con la brisa húmeda generada por varios ventiladores estratégicamente ubicados para crear una atmósfera disfrutable.

La ventaja de ser cliente frecuente, se nota en cada detalle. Traen mi agua helada sin necesidad de pedirla y aprovechan de comentarme que hay un festival de vinos 2×1 y que incluye un rico pinot noir como a mi me gusta. Qué delicia, tanto regaloneo.

Mi amigo llega con retraso, justo cuando ya había sobrepasado mi paciencia y me disponía a ordenar. Por fortuna coincidimos rapidamente en el menú más delicioso. Partimos con un tártaro de filete envuelto en jamón de wagyu (algo que ya había disfrutado antes y que se merecía un bis).

La conversación de pega fluyó sin molestias y pasamos de un tema a otro, mientras esperábamos nuestros fondos, un exquisito plato de oil fish con salsa de alcaparras, espárragos salteados (al dente) y un puré rústico a la finas hierbas. Toda esta maravilla la acompañamos con una botella bien helada (en una cubeta con agua y hielo) de pinot noir de Leyda 2009.

Para los postres, nada mejor que unos crepes suzette a la naranja y un delicioso café negro. Mmmhhh, que rico almuerzo!!!

Mi amigo se vio gratamente beneficiado cuando le entregué la botella de vino de la promoción más algunos consejos para disfrutarla con su señora.

Normandie : gran opción!

Un viejo lugar que había dejado en el pasado y que hoy se me apareció muy pertinentemente en esas horas tardías en que solo algunos salimos a almorzar y especialmente cuando hemos pasado hasta las 16 horas morfeando en la delicia de los sueños eternos. Un cansancio real y animado por un incidente emocional heavy con sonidos de dos años atrás, con energías que disfruté y que hoy me producen desasosiego.

Tras esa maravillosa ducha caliente, salí a caminar buscando un lugar de delicias y de pronto estuve sentado en el salón de no fumadores del Normandie. Solo dos hermosas muchachas, hermanas a no dudar, eran mi única compañía cincunstancial. Una gran pantalla de plasma mostraba una película que reconocí de inmediato, Insomnia, del gran Christopher Nolan, director de grandes películas como Memento o Inception. Si bien no es una gran película, es tremendamente fiel a las curiosas psicologías del ser humano que Nolan sabe retratar con maestría.

Inicié el disfrute con mi indispensable agua mineral sin gas para sacarme el tedioso calor que sentía y pronto añadí una entrada exquisita, un chevre chaud, traducido como unos cortes de pan baguette con queso de cabra derretido, orégano y aceite de olivas sobre una cama de lechugas. Sabroso comienzo para mi viaje culinario. Mientras veía a Pacino desenvolverse en la película yo me entendía con facilidad con el mozo camerunés que me atendía. me di cuenta que a veces hablamos demasiado rápido y no todos nos entienden de la misma forma que Pacino no entiende que cometió un gran error al matar por accidente a su compañero y que ocultarlo era peor que confesarlo. Quizás un mensaje necesario.

Terminada mi deliciosa entrada, pedí mi plato de fondo, un tournedo (trozo de filete envuelto en tocino) con unas exquisitas pommes  rosti (papas ralladas, cebolla y panceta), delicia que no perdería la oportunidad de gozar con un buen malbec. Elegí una botella de J. Bouchon Las Mercedes 2008, perfecto para esta incursión a la que se añade la deliciosa música noventera que se disfruta al volumen adecuado.

La soledad casi silenciosa del lugar, las imagenes sin sonido de la película y el bonito diseño de paredes me acompañaron perfectamente mientras comía lentamente  mi sabroso almuerzo de weekend al estilo filetario. A la salida, pasé a comprar unas entradas para un filete en el teatro Noescafé.

Normandie, sigue siendo una gran opción!!!

Regreso a Sabores del Ají Seco : una picada sabrosa, pero…

Hace ya un año que no regresaba a este lugar, pero hace días que rondaba en mi mente. Hoy era un buen día para revisitar y sobretodo para disfrutar los sabores impecables de la cocina peruana, esa de formato popular para todos.

Es un sitio diseñado para las masas, para mucha gente que gusta o soporta la multitud. No es mi cosmos, pero soy flexible y asisto a la opción con especial videncia.

Parto con agua mineral para refrescarme, algo dificil en un santiasco candente. Pero, poco a poco consigo sentirme agradado. Poco a poco consigo recuperar una temperatura apropiada para iniciar un disfrute. puchas que cuesta!!!

Revisando la carta, encontré un Filete Andino, un filete en salsa de pisco, camarones, quinoa y huatacay acompañado de una porción de arroz con trocitos de apio. Tan rico plato se merecía un un buen vino y solo encontré una botella de carmenere de Miguel Torres. Hay que confesar que en mi personal deleite, no me gusta comulgar con ruedas de carreta y cuando me di cuenta que mi filete no era tal, exigí cambio. Para suerte de todo esto, además de las disculpas y el ofrecimiento de revisar las facturas(?), conseguí un nuevo trozo de carne que si evidencié como filete y pude seguir disfrutando.

Almorcé rico, a pesar de los detalles, esta es una picada de cocina peruana que vale la pena. Cuando llegué a los postres, no tuve dudas, me la jugué por un mousse de mango, que rico es esto.

En todo caso, fue un disfrute con un dejo insatisfactorio, es una buena picada pero no me gusta ser engañado. Pensaré cuando volver

Disfrutando made in house

Tras una noche bastante movida sobretodo en emociones, decidí dormir hasta que me diera hipo. Desperté pasadas las 14 horas en un día curiosamente nublado, pero muy caluroso.

Decidí tomar las cosas con la mayor calma, recogí una suscripción gratuita en mi puerta que llegó llena de catálogos de estúpidas cosas inútiles para los escolares y solo un par de temas interesantes en más de 80 páginas. Un desayuno ambientado por el descarte sistemático de cuanta inutilidad puede ser escrita para los «consumidores». Apesta esta sociedad de consumo y cada vez más.

Preparé una botella con jugo isotónico, mi mochila y tome mi adorada cleta para dar un buen paseo. Tomé la ciclovía de Antonio Varas, luego otra que me condujo hacia el Parque Bustamante y de ahí hacia Pío Nono para subir el cerro San Cristóbal. Exquisito recorrido que me condujo finalmente hacia la cumbre del San Cristóbal, un destino semanalmente necesario. Había tanta gente, demasiada. Ni siquiera fui capaz de lidiar en una fila por conseguir mi habitual jugo de mote con huesillos, sin mote y sin huesillos.

Me instalé en la sombra y saqué un par de revistas que llevo para leer en este lugar y me dediqué a eso y a dejar que el abundante sudor de mi cabeza me dejara leer entre las gotas que segundo a segundo marcaban el papel. Como sea, conseguí leer ambas revistas y secar un poco mi camiseta empapada de «sudor de subidas» y terminar de beber mi botella de jugo.

Cuando terminé mis textos, comencé el regreso, una experiencia que recomiendo a cualquiera que disfrute la libertad de un descenso a gran rapidez con esa brisa maravillosa refrescando tu cuerpo y sobretodo con la libertad de gozar la gravedad como gran impulsor de tu vertiginosidad..

De vuelta en mi departamento, unas cuantas llamadas perdidas que devolví y una merecida y deliciosa ducha. Luego, el festín de cocinar. Abrí la despensa y seleccione algunos elemntos y varios aderezos para inventar mi rico almuerzo siendo más allá de las 17 horas. Preparé un maravilloso puré de frijoles bayos a la pimienta (en granos, no molida) y unos cortes de carne a las finas hierbas con queso de cabra. Mmmmhh, quedó increíble!!.

Abrí una botella de cabernet sauvignon 2008 de Anakena, lo que completó el placer de mi almuerzo tardío. Aproveché de terminar un libro fantástico de Zygmunt Bauman llamado Tiempos Líquidos, que me ha ocupado toda la semana. Como le debe pasar a todos (ok, a muchos), me  encantan los libros que hablan lo mismo que pensamos y en este caso tengo muchas similitudes. Partiendo de la constatación que de la invariable incapacidad de los gobiernos de satisfacer las necesidades de sus pueblos, solo dedican tiempo a recrear enemigos necesarios, el contrapunto de la delincuencia y el miedo como espejo sobre el cual medir sus exigencias de protección. La «flexibilidad» (lo líquido) es finalmente la necesidad de mostrar solvencia en un universo de incapacidades para  crear su propio destino y que teme de inmigrantes y de todo el ejército de reserva que la sociedad de consumo requiere para subsistir. La élite se esconde en sus fortalezas acorazadas en nuevos barrios que inventa y recrea para no relacionarse con los demás, por miedo, por miedo a todo. Bienvenido a la modernidad, la sociedad de la incertidumbre y de la «liquida» capacidad para mentir mientras eso signifique mantener el mismo estado de cosas.

Terminado tan interesante libro, me dediqué a actualizar este blog. Ya comencé otro buen libro, el libro del desasosiego de Fernando Pessoa que después comento.

Cena de trabajo en Machu Picchu

Un interesante proyecto nos convoca (y justifica) para disfrutar una rica cena peruana. Este lugar ya lleva un largo periodo en el barrio Manuel Montt y casi siempre con gran cantidad de asiduos clientes.

Para comenzar disfrutamos un preciso pisco sour peruano mientras llegaban las entradas, esa maravillosa causa de atún y unas papas a la huancaína. Estaba tan contundente este inicio que por algún momento pensé que mi partner llegaría hasta ahí. Sin embargo, me las arreglé para mostrarle las delicias que habían para los fondos en esa extensa y exquisita carta del lugar. Gran variedad!!

Un risotto al azafrán con camarones salteados al vino blanco, con crema de langosta y queso parmesano,  fue la notable elección de mi partner. Para mí, algo que no había probado en este restoran, una mixtura de camarones Ruperto, esto es, camarones tamaño jumbo envueltos en láminas de carne, otros en pollo, otros en salmón y finalmente unos en c orvia. Eso es sabor!!!

Maravillas como nuestros platos se merecía un rico vino y la carta, aunque modesta en cantidades, tiene para todos los gustos, por lo que un pinot noir Terrarum de Morandé del 2008, bien helado y bien servido, estuvo perfecto.

Hasta ahí legó en el éxtasis mi partner, pero yo me tenté con un crocante de mango y asi cerré deliciosamente mi cena.

Machu Picchu, exquisita cocina.

Cleta y cocina de autor en el Cajón del Maipo

Desperté asustado pensando que me había quedado dormido y seguro me perdía alguna reunión importante en mi pega. Poco a poco, recuperé la realidad y me di cuenta que era un lindo día de fin de semana que me esperaba para sacarle el máximo provecho.

En mi mente tenía una idea loca y me dispuse a hacerlo. Preparé mi mochila pequeña, puse unas revistas adentro, preparé mi jugo isotónico, tomé mi cleta y me lancé a pedalear hacia el Cajón del Maipo. Mi objetivo, almorzar rico en algún buen restoran en las afueras de santiasco.

Salí de Providencia, seguí hacia Ñuñoa, luego La Florida y finalmente el Camino El Volcán metiéndome cada vez más en el maravilloso paisaje del Cajón. Gran cantidad de puestos artesanales con empanadas, pan amasado y encontré uno con mote con huesillos. Irresistible tentación y me detuve a beber el jugo heladito de este chilenísimo engendro.

Después de observar varios posibles lugares entretenidos incluyendo el rico Calypso, cuando llegué a marcar algo más de 39 kilometros de viaje, encontré el restaurant Ko, cocina de autor con toques latinoamericanos, mmmhhh, era el lugar.

Ingresé al sitio, una hermosa construcción en madera, una terraza magnífica con lindas mesas y un entorno con árboles y flores. Precioso. Habían unas seis mesas ocupadas y yo pasé entre ellas con mi cleta ante la mirada curiosa de varios, para instalarme en una mesa que me atrajo.

Estaba sediento por lo que pedí una cerveza helada, esa magnífica kunstmann torobayo. Mientras, me puse a hurgar con mis ojos la carta. Hay un menú delicioso y al parecer abundante, pero seguí recorriendo y elegí una entrada de palta rellena de camarones en un jardín de lechugas y tomates perla. Exquisito.

Saqué mis revistas y me puse a almorzar lentamente leyendo mi material de compañía. Luego fui por mi plato de fondo, un salmón marinado y cocinado en champaña acompañado de un rico risotto de quinoa. Esta delicia merecía un rico vino, pero no tenían la cepa adecuada y tuve que improvisar con un carmenere De Martino 347 del 2009, que debo confesar estuvo a la altura del plato.

El servicio un poco disperso, muy amable pero con poca preocupación por los detalles. Además, las fragancias exquisitas de mi plato atrajeron a las abejas, esa versión carnívora, que tuve que espantar mucho rato. No estaba dispuesto a compartir mi plato con ellas. Al final dejé de ser egoísta, tomé un plato y puse comida en él y lo dejé en un extremo de mi mesa para que lo disfrutaran mis invitadas de piedra.

Un almuerzo en que disfruté lentamente cada bocado mientras completaba mi lectura y gozaba de la rica brisa y el sonido del follaje de los árboles. Demasiado placer reunido en un mismo sitio.

Tras un negro café que requería mi cuerpo para disponerme al regreso, cambié la botella de jugo vacía por otra que llevaba en mi mochila y comencé a pedalear hacia santiasco.

El periplo de 78 kilometros en cleta para almorzar rico, me tomó en total casi seis horas incluido el tiempo de un prolongado almuerzo. Gran paseo!!!

Jewel of India : una prueba a fondo

Mi primer encuentro con este lugar fue especial y debo confesar que necesitaba volver para disfrutarlo a tope. Hoy fue el día adecuado, tenía las ganas de disfrutes indios, tenía el tiempo y el clima solo era disfrutable en una buena terraza.

Instalado en la hermosa terraza del local, partí con una fresca copa de espumante, algo especialmente neutro y gratificante para no opacar ningún sabor posterior. De la extensa carta elegí un surtido de empanaditas, delicias indias insuperables, llamado Veg platter. Sabores especiados y diversos que auguraban la potencia de la cena que iniciaba.

Es digno de ternura el cariño y acogimiento de Rakesh Arora, dueño y anfitrión inigualable del restoran. Se acuerda de cada detalle en común, cuando en diciembre 2010 descubrí el lugar, cuando celebré el aniversario de matrimonio de mi hermano o la primera crónica que escribí. Es increíble su dedicación y simpatía, al punto que cuando le comento mi elección de platos, me contradice y va a buscar una hoja que no está en el menú y que contiene un plato especial que me recomienda con su alma. No pude negarme, solo leer su composición me fascinó.

Mi plato de fondo fue entonces el Boti Kebab, un cordero asado al ron con las hierbas y aderezos maravillosos de la cocina india, a lo que añadí un Jingha Biryani, ese arroz con camarones y especias y de puro goloso que soy, un pan indio al ajo, Garlic Naan. No habría sido perfecto si no agrego de la rica oferta de la carta de vinos, una botella de Corralillo Reserva Syrah 2009 del valle de San Antonio, una maravilla de combinación.

Extasiado de placeres, cuando pensé en el postre, no pude evitar seleccionar uno que me enloquece y me transporta indefectiblemente a recordar a mi gran maldito amor, un Kulfi de pistachos, que exquisitez!!!!

Una cena fantástica, 1.000% repetible.

Brown : una terraza que había olvidado

Hace años este lindo sitio en ese oasis citadino de calle Gotuzzo, fue uno de mis anexos de oficina. Una extensión natural que hice para sobrevivir en los calores horribles de Santiasco y de paso disfrutar amenas reuniones con mi equipo una vez por semana. Eramos conocidos por llegar en «patota» a desayunar y por alrededor de hora y media hacer una reunión de coordinación, trabajo y placer intimamente unidos.

Brown Tea & Soup, es un lugar con onda, especialmente por la terraza y la buena atención. La existencia de una pileta y el hecho que es un paseo peatonal, genera la sensación de estar en algún remoto lugar fuera del centro, pero curiosamente está a menos de una cuadra del Palacio de Gobierno. Estz zona está compartida con otro delicioso sitio, el Blue Jar, mi otro anexo de oficina y por las mismas razones.

Hoy recordé el Brown y no dudé un instante en revisitarlo. Gran idea, pues encontré una buena ubicación en la terraza y no tardé mucho en estar pidiendo un rico jugo de melón tuna para calmar la sed  y una entrada francamente seductora, un ceviche de palmitos con mousse de palta. Imaginen un recipiente de greda con trozos de palmitos, cortes de pimiento rojo, cebolla en cuadritos y limón, encima una buena porción de mousse de palta. Delicioso y novedoso!!

El plato de fondo, igualmente seductor, fue un buen trozo de jugoso lomo asado cocinado al ajillo, montado en un risotto de quinoa maravilloso. Qué maravilla de sabores!!

Definitivamente extasiado, no quise siquiera postre para no perder el sabor fascinante. Después de un rato, ordené un café negro y la cuenta, ya que el tiempo no pasa en vano y había que regresar.

Brown sigue siendo rico!!

Tomodashi go : buen sitio de sushi

Tras una larga y provechosa reunión de exploración de proyectos, teníamos muchas ganas de un momento de esparcimiento y muy cerca de donde estábamos, había un sitio de sushi que tiene buena fama.

El local está al costado de un rico restoran del cual he comentado antes, el exquisito Rishtedar. Como no había ánimo de cena, preferimos algo más frugal. Nos instalamos al interior del lugar, pues la terraza estaba un poco llena y además aún se sentía el calor santiasqueño y harto tráfico vehicular. Al fondo del lugar, bajo el aire acondicionado y al lado de un patio de luz en donde escurre agua por la muralla hacia una pileta, mientras se escucha una deliciosa música lounge, claramente era la mejor opción del momento.

Partimos con camarones jumbo apanados y unas deliciosas gyosas para acompañar nuestros tragos. pronto nos tentamos con sushi y pedimos una selección de rolls envueltos en palta, camarones y atún. Fantásticos, verdaderamente frescos y sabrosos. Cansado de la gran oferta de sushi malo que hay en santiasco, este lugar me sorprendió muy gratamente.

Atendido por unas hermosas chicas en extremo amables, el paso por este lugar fue un gran placer.

Restobar Pimienta : disfrute a la europea

Inmerso en la búsqueda de opciones disfrutables en el centro de Santiasco, llegamos con un buen amigo al barrio Paris-Londres, un paseo por un barrio antiguo y de hermosa arquitectura europea. Allí en una vieja casona de estilo francés con lindos vitrales, encontramos el Restobar Pimienta. Ampliado hacia la calle-paseo con mesas y sillas, hay una deliciosa terraza, la que permite disfrutar el paso de los transeúntes mayoritariamente extranjeros que caminan por el empedrado curioseando por el bonito barrio.

Sin grandes pretensiones, tienen una oferta de menú para almorzar y también a la carta. Fiel a mis gustos, pedí la carta para dejarme entusiasmar. Para partir pedimos una entrada de empanaditas y sopaipillas, la que llegó acompañada de un fresco pebre, ideal para calmar la ansiedad del hambre. Para los fondos, ambos nos tentamos con un plato interesante, una hamburguesa casera enorme que acompañamos con un puré rústico al merkén. Fantástico plato que se mereció la presencia de la botella de Ramirana reserva Cabernet Sauvignon 2009 que encontré en la carta.

Hay que reconocer que los dos mozos no dan abasto para atender los comedores y la terraza, pero con paciencia la experiencia igual es buena. Mi compañero, muy voraz, siguió con una torta de postre y yo le acompañe con un buen café negro. Digno final!!

Sencillo y rico lugar para disfrutar almuerzos en Santiasco como si fuera Europa.