Vuelvo al RAI por «obligación» : me lo merecía!

Cuando estuve la última vez en este lindo lugar, los habituales desaciertos de los POS basados en celulares de Transbank, hicieron que pagara dos veces la cuenta y además por dos valores distintos. Tratemos de explicarlo!

Para fortuna mía, la administración ofreció a darme crédito por el valor mayor pagado en exceso y solo bastaba que volviera a aparecer por allí. Hoy era el día preciso, intenso y hasta desgastador, era imprescindible algún placer.

Llegué tras una jornada extenuante, pero con las ganas que siempre tengo de disfrutar algo rico. Desde el comienzo, la complicidad fue total, el mozo, un muchacho notable que me rec onoció al instante y la administradora, a quien saludé en sensual beso (es una mujer estupenda) y el restorán a mi disposición. No había nadie más, por lo que elegir fue un placer.

Fui atendido con extrema delicadeza, demasiado rico el regaloneo. Partí  con una copa de kir royale, un aperitivo neutro y delicioso, mientras exploraba la nueva carta, claramente en marcha blanca.

Me pareció una buena opción probar como entrada un dúo de brochetas, un plato con un par pinchos cargados de camarones ecuatorianos y un pincho con tentáculos de pulpo formando un círculo y montado sobre un pote de pebre de mote casero. Todos los pinchos con una salsa BBQ de membrillo. Un plato increíble!!

Previo a la entrada, dejaron mi rico aperitivo y unos panecillos calientes y una salsa de untar exquisita, que no pude resistir la tentación de probar. Para los fondos, habían varias opciones extremadamente seductoras, pero me entusiasmé con un mero RAI, filetes del rico pescado de rocas acompañado de un risotto de mote y queso de cabra. Sobre el risotto unas almejas sabrosas que fueron un detalle formidable para hacer una mezcla de sabores irresistible. Por cierto, para un plato así no cabía otra opción que un pinot noir de Tabalí 2009, del increíble valle de Limarí.

Una cena merecida de todas formas y animada por todas las casualidades afortunadas del placer. Pero no podía irme sin cerrar con un disfrute más, pedí un strudel de frutos secos fantástico y un buen café negro. Ni me di cuenta de como fueron ocupándose las mesas alrededor, ya que extasiado con mi cena y escuchando una selección de música al estilo Budha Bar y jazz singers, no me dejó preocuparme de nada más.

No pudo ser mejor esta noche, nuevamente RAI me sorprende con grandes disfrutes!!!

Paijan : otro regalo peruano para el paladar

Caminando al azar, como es mi fórmula para descubrir nuevos sitios, encontré cerca de Luis Thayer Ojeda y Bilbao  este restoran peruano que atendía tarde, tarde como muchas veces me encuentro  definido para almorzar en fines de semana.

Tiene un comedor precioso aunque algo oscuro, pero la terraza es prometedora y por supuesto me instalé en ella al toque. La atención amable aunque heterogénea, ya que hay mozos «oficiales» y una suerte de ayudantes que a pesar del esfuerzo no ayudan mucho, ya que se pierde continuidad en la atención. Una música con valses peruanos deliciosos que sirve de fondo mientras se desarrolla la escenificación gastronómica, no cabe duda que se conoce el oficio aunque sea un sitio que tiene algo más de un semestre en acción.

Mientras disfrutaba el cierre de un gran libro, llegó mi pisco sour y poco después el ceviche de locos que encargué para iniciar el disfrute. Fantástica combinación, aunque eché de menos atrevimientos como un trocito de fruta o algún ofrecimiento fuera de carta para sorprender. La entrada cumplió virtuosamente lo que se espera, pero nada más.

Para el momento de los fondos, noté la ansiedad de los mozos por la hora, de verdad algo tarde pero no debiera ser tema, ya que partí por preguntar si la cocina estaba abierta cuando llegué. En fin, mi primera opción, un lenguado Paijan, lo que esperaba una delicia especial del lugar se transformó en mi primera decepción, ya que lejos de advertirme que no había lenguado, ya me había adelantado a pedir vino, algo combinable casi solo con pescados, quedó en una condición de borde para buscar una opción. Tratando de salvar la armonía gastronómica, busqué opciones en pescados y apareció una corvina que pedí a la plancha y que rebosaba de una salsa de mariscos incluyendo pulpo y camarones acompañada con unas papas salteadas exquisitas De no ser por la poca proacividad, quizás habría ensayado un lomo salteado que era una opción deseable en la interesante carta.

Un almuerzo, delicioso y abundante, con gran servicio pero con esa falta de ritmo que añoré y ese entusiasmo que se vive cuando los sitios ya tienen recorrido y sobretodo han conseguido entender que lo que buscamos es una experiencia completa, no solo el cumplimiento del checklist del restorán «bueno».

Me gustó, no lo niego, pero le falta la chispa y oportunidad, es básico advertir lo que no existe en la carta para evitar entusiasmarse en vano.

Paijan, buen sitio pero le falta todavía !!

un nuevo krrtrekking para hacer vibrar el alma

Un día especial, tanto que me pedí vacaciones para poder enfrentarlo libre de preocupaciones y de esa adrenalina laboral que a veces hace despertar algunas alarmas en mi panel de control.

Un día que sería dominado desde muy temprano por la revisión técnica del año, la mía por supuesto y que me atraparía casi todo el día en una clínica para chequear los estragos (quizás los beneficios) de mi intenso viaje  por la vida.

Tras los exámenes matinales y cuando quedé liberado del forzado ayuno, me fui a la cafetería a probar un rico desayuno, un jugo de chirimoya natural con un contundente sandwich de jamón y huevo (ideal para un elevado colesterol ganado con stress). Luego continué con otros dos exámenes hasta que llegó el momento en que era posible almorzar. La oferta all inclusive de la clínica, era demasiado pobre (casi literalmente un snack), por lo que calculé los tiempos y me fui a recorrer el territorio aledaño. Para mi fortuna, encontré una terraza divina en el Tip y Tap de Av. Las Condes y allí comencé con un Kir Royale para espantar los malos espíritus de la sacrosanta sanidad de la clínica. La terraza muy linda, parece inmersa en un territorio rural y eso se aprecia especialmente en la vorágine de tráfico que existe en el sector.

Almorcé una rica corvina a la plancha con mantequilla negra acompañada de papas duquesa y una  copa de vino tinto, un placer sencillo pero adecuado para un día tan sanitario.

Terminado el ciclo de exámenes debí correr mucho, pues debía estar a la hora precisa para disfrutar una ópera que esperaba hace mucho tiempo, en el Teatro Municipal. Me refiero a Tosca, la historia de la amante eterna y deliciosa de la genial obra de Giacomo Puccini.

Llegué con 2 minutos de adelanto, una verdadera proeza para todo lo que tuve que recorrer, pero gratificado porque no tenía dudas que mi reconciliación con este lugar sería muy especial. Tras un año de luto, el Municipal tenía nombre y debía cerrar mis emociones para poder volver a ir. Hoy era ese día.

Tosca, una obra en tres actos verdaderamente exquisita. hace muchos años que no se presentaba en Chile y para mí era indispensable disfrutarla. Los personajes de la obra curiosamente son reales y se ubica en un contexto histórico muy particular en el tiempo de Napoleón. El  pintor Cavaradossi amante de Floria Tosca, cantante y diva de la época, ayuda a un fugitivo de la tiranía (Angelotti) por lo cual sería apresado y torturado. Tosca para salvarlo accede a prestar su cuerpo al tirano, pero antes de consumarse lo apuñala. Finalmente el pintor a quien se le iba a fusilar simuladamente, en realidad es asesinado en dicho acto y Tosca, que esperaba huir con él, ante la evidencia de su muerte, se suicida. Una historia trágica, magníficamente desarrollada en unos escenarios maravillosos y con el desempeño brillante de la soprano Marcela de Loa y del tenor Andrés Veramendi. La orquesta a cargo del siempre contundente José Luis Dominguez, hizo las delicias para un teatro completamente lleno (literalmente hasta el techo).

El contrapunto a la clásica emoción de una ópera como Tosca, no podía ser mejor que yendo al lanzamiento del disco del grandioso DJ Raff, Collage Binario, una suerte de síntesis virtuosa de todos los sonidos que domina DJ Raff y que con ayuda de audiovisuales, luces y un buen lugar (el M100) solo podía ser bueno, buenísimo.

Algo más de una hora con los sonidos electrónicos y algunas intervenciones hiphoperas deliciosas de algunos artistas locales, no pudieron ser más oportunas para llenarme de energía y ponerme al día del desarrollo de la música de vanguardia chilena. Compré una de las 500 copias disponibles del disco que se lanzaba esta noche y estoy seguro que mi  hermano lo disfrutará más que yo.

A esa hora, tarde por supuesto, el hambre comenzaba a definir mi agenda y desarrollé varios planes mientras me dirigía hacia mi centro de operaciones en Providencia. Mis planes de la A a la E fallaron debido al horario, pero finalmente pudimos cenar rico en un eterno filete que es El Huerto, comida sana y sabrosa.

Un plato de gratín de berenjenas para mi compañía y para mí un contundente plato mexicano que acompañamos con un buen ensamblaje Quatro de Montt Grass. Una armonía deliciosa para una cena tardía pero indispensable.

Que gran día y mejor krrtrekking!!

Amaranto al paso : rico disfrute

No siempre cuento con el tiempo necesario para disfrutar un encuentro gastronómico a mis anchas, pero eso no me amilana y enfrento hidalgamente el desafío de comer algo rico aunque sea en pocos minutos.

Hoy debía resolver diversas cuestiones que me implicaban moverme por el centro de Santiasco en un horario en que mis jugos gástricos están en franca ebullición. Ya casi a las 15 horas, pude concluir los trámites y mi mejor opción fue el rico restoran del hotel Caesar Business que tengo entre mis preferidos, me refiero claramente al Amaranto.

Salvo por el personal de servicio, una mesa con dos tipos haciendo negocios, lo mejor a no dudar eran dos modelos preciosas que vestidas de rojo ajustado conversaban el café. Como no me preocupa demasiado quedar solo en un lugar, me instalé en mi mesa habitual y la atenta chica se acercó de inmediato para ofrecerme la carta. Le expliqué que tenía poco tiempo, por lo que mientras ella iba por mi agua mineral sin gas, yo revisaba la exquisita carta para elegir un único plato que saciara mis anhelos de disfrutes.

Rápidamente me incliné por una pierna de cordero asada, con una guarnición de champiñones y un rico puré rústico de papas y berros. Para la espera, nada mejor que un bocadillo de pan caliente con toques de amapola y mantequilla salada, tan rica como la de campo.

El plato llegó en un tiempo razonable y también mi copa de vino, un buen cabernet sauvignon ya que no había otra opción tinta disponible. A pesar que hubiese preferido un buen carignan la armonía estuvo estupenda y mi almuerzo un enorme agrado.

No hubo opción de postres ni siquiera café, porque debía atender una reunión (la quinta del día), pero salí contento a seguir con mi jornada.

Amaranto, un sitio siempre delicioso y bien atendido.

Disfrutando, solo disfrutando

Iba en mi cleta, cuando de repente cae una hoja de un árbol y se posa tranquila en mi brazo. Se quedó ahí por varias cuadras, sostenida solamente por la presión del aire mientras yo seguía avanzando. Había salido esta mañana con rumbo al cerro San Cristóbal, a botar el stress y a gozar los olores y colores de un cerro en otoño. No sabía aún que algo tan simple como la caída de las hojas me entregara una sensación tan exquisita, de ser parte de algo inexplicable pero cotidiano.

Conduje mi cleta por varias ciclovías hasta que llegué a Plaza Italia en donde enfrenté la calle Pio Nono con rumbo al cerro. Me detuve un instante a elongar y beber algo de mi jugo isotónico, mientras observaba el hermoso juego de las nubes en movimiento. Comencé el ascenso, en cada golpe de piernas, botaba algo del maldito stress que se acumula durante la semana y que destroza la vida de tantos santiasqueños, esos que trabajamos 14 o más horas cada día y que soñamos con estar en otro lugar disfrutando la vida.

Poca gente en el cerro y pronto llegue a la conexión que hay con la ruta que sube desde Pedro de Valdivia Norte y me paré en los pedales para sacar ventaja y subir más rápido. Cuando llegué a la zona del Mirador, en la cuesta de los afligidos, me afligí y de verdad sentí que me faltaba energía, ahí es cuando constato como me despedazan estas semanas de trabajo exagerado, pero sacando fuerzas de flaqueza logré pasar la prueba y pocos minutos después estaba en la cumbre. No alcanzaba a regular mi respiración y escuché que me llamaban, allí estaban unos amigos malayos disfrutando un buen mote con huesillos, por lo que tarde muy poco en acomodarme a conversar y comprar mi porción del mágico brebaje.

Conversamos por un buen rato y poco a poco se fueron sumando otros cleteros hasta que eramos casi una decena. Más tarde cuando decidimos bajar, a dos de ellos les invite a aprovechar la fuerza de gravedad y bajar sin pedalear (me está gustando mucho hacer esto), bajamos pero pronto los dejé atrás, parece que mi cleta se mueve más rápido de lo normal y de hecho llegué a marcar casi 52 km/hr sin jamás pedalear.

Los esperé en el acceso de Pedro de Valdivia y nos fuimos zigzagueando por las calles de Providencia hasta el punto en que nos separamos para cada cual seguir su camino. Llegué a casa con bastante frío, la ducha caliente fue maravillosa y minutos después ya estaba camino a comer algo rico. Mientras bajaba el cerro, tuve una iluminación, vi un filete a lo pobre, que ahora estaba dispuesto a encontrar.

Aproveché mi instinto entrenado y mis pasos me condujeron a El Parrón, lugar de carnes y que tiene una cocina que no para nunca. Me instalé bajo las frondosas parras del lugar y pedí una vaina y unas empanadillas de queso para comenzar. Mi plato de fondo ya estaba elegido de antemano así que solo gasté tiempo en buscar una buena botella de vino y ahí estaba, un petit verdot de Barrica Selection de Viña Santa Carolina 2008.

Almorcé disfrutando cada bocado de este delicioso plato, despreocupado de la hora, de las obligaciones y de tantas otras cosas, solo gozar los sabores una y otra vez.

Cuando cerré mi almuerzo con un rico café negro, comencé a caminar bajo una tarde con viento y muchas hojas otoñales voladoras, que hermosura, las tardes de otoño tienen un encanto sobrenatural.

Dediqué unas horas a leer algunas revistas, ver una película en mi improvisado cine personal (notebok y datashow) hasta que fue evidente que oscureció y era un buen momento para visitar mi lugar preferido de jazz.  Hoy había una sesión muy peculiar, primero una presentación de electrotango con un grupo de jóvenes argentinos en la banda mendocina AlterTango, fantásticos. La voz de la chica a veces llegaba a ser un ronroneo delicioso con el acompañamiento del virtuoso bandoneón, el bajo electrónico y la precisa batería. Mención aparte merece la robusta jovencita que sacaba deliciosos acordes al piano y que hacía coros en esta banda fantástica. esta banda ya tiene 10 años de existencia y fue una sorpresa exquisita para esta noche.

La segunda sesión estaba a cargo de una fusión muy especial, Nicolás Vera en guitarra, Sebastián González en Contrabajo acompañados de dos jóvenes finlandeses que en saxo alto y batería hacían un paso furtivo por Santiasco y haciendo lo que más gustan, hacer jazz y del bueno. Piezas de los músicos presentes y del gran  Thelonious Monk en abierto homenaje a este exquisito lugar de jazz. En la segunda salida, se incorporó el virtuoso trompetista Sebastián Jordán para amplificar el placer sonoro con su arte.

Fantástico disfrute y gran relax!!!

Día de Internet : celebrando como niños

Desde hace varios años tengo por rito esencial invitar cada 17 de mayo a todo mi equipo a celebrar el día internacional de internet, haciendo algo disfrutable que eufemísticamente lo rotulamos como un taller.

Este año, que ha sido especialmente intenso y lleno de sobre esfuerzos, era un buen momento para hacer algo verdaderamente lúdico. Así es que cuando alguien propuso ¿y porqué no vamos al Monticello?, me pareció espectacular aún a pesar del hecho que no me gustan los juegos de azar. Lo que ocurrió esta tarde, me demostró que había mucho más que eso.

Durante la mañana, mientras algunos sacábamos llamas en el teclado para avanzar rápido, algunos del equipo hicieron las pitanzas acostumbradas visitando a todos los miembros de la gerencia entusiasmándolos con nuestra celebración y regalándoles una chapita conmemorativa que diseñamos para la ocasión, además de compartirles golosinas que regamos por todas partes para el goce colectivo.

Cerca de las 13 horas partió el primer grupo mientras el resto corría para cumplir compromisos. Así, a las 14 horas salió el segundo grupo y finalmente cerca de las 14:30 logré salir con la última persona que me esperaba y caminar raudos para abordar el último vehículo rumbo al disfrute.

Un viaje veloz y más breve de lo que imaginaba, nos dejó en este curioso lugar. Parece una pequeña ciudad enclavada entre las autopistas y extrañamente silenciosa y pulcra. En el bonito restoran Santa Masa nos esperaban para nuestro almuerzo, que obviamente habíamos programado con antelación.

Aperitivos para todos, desde jugo de frutas hasta champaña, para acompañar unos ricos appetizers que desaparecieron rápidamente dada la voracidad del hambre acumulada. Pronto llegarían los fondos, tres variedades de pastas, tres opciones de salsas acompañadas de una rica copa de vino. Un almuerzo delicioso y una atención espectacular.

Este inicio gastronómico estuvo marcado por las bromas y decenas de fotografías que se subieron en línea al facebook, para compartir con los amigos que no estaban presentes. Tras los postres, terriblemente dulces y sabrosos, nos fuimos a preparar para una tarde de juegos.

La primera estación fue el bowling, donde de hecho eramos los únicos jugando y desordenando el ambiente. Hace tanto tiempo que no nos divertíamos tanto con todo el fabuloso equipo que tengo el honor de liderar. Tras dos secuencias completas de juegos y cansados de tantos esfuerzos, ya que para las chicas definitivamente los bolos son muy pesados. En la desesperación, una de ellas incluso caminó por la pista hasta unos dos metros de los palitroques y lanzó triunfante y ….., falló!!!!. Una de las escenas más chistosas de la tarde.

En patota nuevamente, nos fuimos al karting. Quién puede creer que tienen una pista y que los autos eléctricos realmente andan rápido. Nos turnamos para conducir como locos por la pista en forma de 8 con una gradiente de varios metros, suficiente para provocar algo de vértigo cuando se va con el acelerador a fondo. Deliciosa experiencia y sobretodo graciosa, es tan rico jugar como niños!!!

A estas alturas, una parte del grupo se fue a jugar a disparar con rifles electrónicos, mientras otros nos fuimos a conocer el casino. Un día de semana y gran cantidad de gente en el interior, me parecía tan extraño. Gente jugando en máquinas, lejos lo más fome que he visto. Pero en las ruletas y las mesas de cartas, parecía haber algo más interesante. Tras observar largo rato una concurrida ruleta en donde un par de chicas de mi equipo ganaron bastante dinero, pero que no pude encontrarle mayor gracia, me instalé a ver jugar black jack.

En realidad jugar a las probabilidades tiene componentes de adrenalina y mente rápida, lo que tras una larga media hora, me llevó a intentar el juego. Partí con 10 mil pesos (equivale a dos fichas del valor mínimo de postura) y comencé a experimentar. Llegué a ganar 60 mil pesos y luego del cambio del croupier, perder finalmente casi todo. Bueno, solo fueron 3 mil pesos, pero me divertí muchísimo. Hubo ganadores y otros que perdimos algo de dinero, pero la diversión fue plena para todos.

Ya cerca de las 21 horas iniciamos el retorno a Santiasco, con la cara llena de sonrisas y con la sensación de haber disfrutado un gran día de Internet.

Un sábado muy particular : disfrutable paseo

Desperté por primera vez alrededor de las 10 am con un llamado telefónico, era la confirmación que iría a la montaña acompañado con un gran malayo en la madrugada del domingo. Tras la llamada, nuevamente me sumergí en el sueño y al mediodía, desperté lleno de energía para enfrentar un sábado que ya tenía claro, sería intenso y energizante.

Me preparé unas frutas al jugo como desayuno, mientras llenaba mi botella de agua isotónica y armaba una improvisada mochila para un día en cleta. Salí rumbo a la ciclovía de Pocuro con viento y fortuna a favor porque no tuve que parar hasta Tobalaba, ya que todos los semáforos los pillé en verde. Tomé la ciclovía de Isabel la Católica hasta llegar a Américo Vespucio, en donde tomé el parque y me deslizo con facilidad por la arenilla mientras conduzco mi cleta con rumbo hacia La Pirámide. En Escrivá de Balaguer hago el encaje con el acceso al Parque Metropolitano y listo, ya estoy en mi territorio preferido, el cerro.

Continué el ascenso con buen ritmo hasta la cumbre del San Cristóbal, mi destino de altura de este día. Desde allí pude observar Santiasco absolutamente sumergido en el asqueroso smog. Imagino que esa fue la causa para que de pronto me vino un ataque de estornudos, conte ocho casi seguidos. No puede ser!!!

Saludé a algunos amigos en el lugar y descansé un rato. De ahí planifiqué una ruta para mi descenso, me iría hacia Bellavista. Al comenzar la bajada, decidí que no pedalearía y usaría solo la gravedad. Que rica sensación, la de bajar velozmente sin agregar ninguna fuerza personal. Llegué al acceso de Pedro Valdivia Norte con una rapidez máxima de 52.9 Km/hr, la que alcancé casi en el último tramo.

Dirigí mi cleta hacia Bellavista, deambulé un rato por diferentes calles y luego cambié de idea y enfilé por Plaza Italia hacia el barrio Italia. Interesante como se ha ido llenando de nuevos lugares, encontré dos restoranes nuevos en el trayecto y 4 tiendas de diseño muy chic en los alrededores de las tiendas de muebles viejos. Se está poniendo muy bonito este barrio!!!

Seguí zigzagueando por muchas calles hasta que el hambre comenzó a asomar impetuoso. Pudo ser el Olivié, el Da noi, Paladares y otros tantos, pero lo que yo quería era una terraza y comida con mucho sabor. Busqué por más de una hora y cada vez me acercaba más hacia el barrio Manuel Montt, por lo que finalmente terminé en la terraza del Chiwake.

Era bastante tarde, pero ya sabía que este lugar tenía cocina non stop, por lo que ubiqué mi cleta a un costado y me dispuse a comer rico. Partí por probar un  buen pisco sour peruano del lugar y pedir una causa limeña como entrada.

Una animada conversación con el mozo peruano me alegró la tarde, con bastante experiencia ya que tenía una larga temporada en el Hotel W, aunque las ofertas de vino en Chiwake no tienen punto de comparación con el W.

Después de esa enorme y sabrosa causa limeña, pedí un tacu tacu de lentejas con lomo salteado, pero le introduje una variación, cambié el lomo salteado por un seco de res, algo mucho más sabroso. Tras la conversación sobre vinos y ante la esmirriada oferta disponible, me incliné por una botella de carmenere de Santa Digna reserva. No me quejo, combinó estupendamente con mi sabroso plato.

Una relajada sesión de sabores en una tarde especialmente cálida y buen cierre tras 35 Km de paseo en cleta. Después de un café negro, dejé el lugar y regresé a casa.

Tambo : el peruano de Lastarria

Ensimismado en necesarios trámites y la urgencia de concretar algunas metas, me dejó cerca del barrio Lastarria con algo de tiempo y un hambre exacerbada por la adrenalina que recorría mi cuerpo.

Tras un recorrido de reconocimiento en las breves cuadras del sector, decidí que mi mejor opción era volver a probar un rico sitio peruano del cual he comentado antes. Me refiero al estiloso Tambo, un pequeño pero rico lugar en una esquina privilegiada del barrio.

Me resulta muy atractivo el ingenio que se requiere para sacar provecho de cada centímetro cuadrado disponible, aunque eso incluya mesas en la angosta calzada de peatones. Elegí una mesa al interior para sentirme más cómodo y en privado y pedí una variante exquisita de pisco sour, uno con jengibre. Esa sabor levemente picante es un toque de placer delicioso en este aperitivo de raíz peruana.

La carta es breve pero atractiva y tras su lectura, me decidí por un tambo de camarones, un plato de camarones salteados con cebolla morada, tomate, pimiento rojo, champignones, aji amarillo y cebollín y gratamente acompañado con arroz blanco mezclado con granos de choclo y una porción de doradas papas fritas. Exquisito!!!!!

Aunque ofrecían botellas de algunas cepas de vinos, me incliné en esta ocasión solo por una copa de un rico cabernet sauvignon, la mejor opción en ese formato. Para el postre, me sedujo un suspiro limeño de chirimoya, exquisito sin objeciones.

Me gusta el Tambo, es tan eficiente!!

Regreso al Osaki : disfrutando cena nikkei

Han pasado unos cuantos meses desde la inauguración del Osaki, un local de comida fusión peruano-japonesa y esta noche era perfecta para una cena en dicho lugar.

Llegamos tarde tras el disfrute de una obra de teatro y el sitio estaba lleno, lo cual me alegró mucho, ya que mi experiencia anterior dejaba abierta la posibilidad que este lugar prendiera entre los amantes de la rica comida. Tan lleno que tendríamos que esperar un rato en la barra (sushi bar) mientras elegíamos el aperitivo y se desocupaba una mesa.

No alcanzamos a recibir el aperitivo, nuestra mesa regiamente ubicada nos esperaba. Hasta allí llegó el ceviche clásico con los respectivos pisco sours, combinación deliciosa.

Mientras disfrutábamos la entrada, revisamos la oferta de platos en la carta y aparecieron dos delicias, un filete huanca niku (filete al punto sobre vegetales salteados al wok con papa majada con salsa huancaína) exquisito y para mi partner una jaleita nikkei (chicharrones de pescado, camarones, calamares sobre yuquitas fritas (mandiocas) y chifles (plátanos peruanos) con un vaso de leche de tigre). Platos deliciosos, que se acompañaron felizmente con una botella de Parcela 7 un fantástico ensamblaje de Von Siebenthal 2008.

No había espacio para los postres, por lo que pasamos al café, un par de buenos cafés negros que dieron cierre a la rica cena.

Osaki, bien por la comida nikkei!!

Il Siciliano : disfrutando pastas y vino

Es un viejo lugar de la zona taquillera de Bellavista y que por diversas razones inexplicables pocas veces he visitado. Confieso que la mayoría de las veces me tiento más con otras comidas o lugares alrededor de este restoran.

Llegué temprano a cenar tras un agitado día en cleta y compromisos varios, lo que me permitió elegir una buena mesa sin tener que haber hecho reserva. El lugar es bonito y se han preocupado de mantener un buen look a pesar de los años, la barra del bar es estupenda y el diseño de los espacios está muy bien logrado.

Partí con mi habitual agua mineral sin gas, momento que siempre aprovecho para hurgar en la carta y dejarme seducir. Me interesé prontamente con un Carpaccio alla Ducale, una maravilla que no había probado antes. Son unos finos cortes de filete sobre los cuales se distribuye un conjunto de rollitos de prosciutto, queso parmesano y cortes de champignones. Solo tuve que poner algo de limón, aceite de olivas y conseguir pimienta fresca para esparcir unos cortes pequeños de pimienta sobre el plato. Exquisito!!!

Exploré la sección de vinos de la carta y le apunté justo al que no tenían, sin embargo, habían buenas opciones y terminé eligiendo una botella de carmenere Reserva de La Joya 2009, que me acompañaría el resto de mi entrada y los fondos que luego pediría.

De la carta elegí un plato que desconocía, un Fazzoletti Siciliani, pasta rellena de mariscos con una salsa de champignones, mozarella sobre espinacas a la crema, todo cubierto con salsa de tomates y gratinado con parmesano. Nada que añadir, un plato 100% disfrutable y hermosamente presentado en un plato de fierro muy caliente.

No podía dar por terminada la incursión sin pedir un buen postre y el elegido fue un Suspiro di Sicilia, un bizcochuelo relleno de crema limón y cristales de merengue. Postre que se dejó acompañar maravillosamente con un buen café negro.

Deliciosa cena y espectacular partida de una noche de jazz. Esta noche en Jazz Bellavista (club de jazz de Le Fournil) se hacía la despedida del maestrísimo pianista y compositor Felipe Riveros, quien junto a Sebastián González en contrabajo y Carlos Cortés en batería, daría una sesión imperdible de buen jazz.

Felipe migra una temporada a Paris, según me confiesa sin ningún proyecto específico y solo a visitar a su novia. Como sea, la sesión musical fue fantástica con un recorrido por temas de algunos de sus discos. Le pedí que tocara Santiago, un tema maravilloso que me recuerda siempre a E.S.T. y que lamentablemente no lo tenían ensayado. Tendré que esperar el regreso de Felipe para que cumpla mi musical anhelo en una próxima tocata.

Gran noche!!