Un domingo primaveral muy disfrutado

Un paseo a la montaña hasta más allá de los 3.100 metros de altura me llevaría este día a disfrutar el llegar al Refugio Plantat, un sitio que he visitado por años con mi querido Club Los Malayos. Como siempre, la compañía de gente deliciosa, conversaciones inolvidables con muchos malayos con los que he compartido por años y otros que vengo conociendo. Nada se compara con estos momentos de montaña, momentos en que no hay diferencias artificiales de ningún tipo y en donde solo nos ponemos al servicio de disfrutar el momento. El aquí y el ahora no se pueden conjugar mejor que en estas incursiones en la maravillosa naturaleza que nos circunda.

De regreso desde el Cajón del Maipo, me bajé a medio camino para visitar a mi madre, un momento singular ya que es primera vez en muchos años que ella me ve, vestido como montañista. Puede sonar ridículo, pero para ella era un misterio que diablos hacía y cómo lo hacía cuando le comentaba que me iba al cerro a disfrutar. Misión cumplida, ahora sabe que de verdad lo paso muy bien.

De regreso a mi hogar, el ritual de desarmar la mochila y ducharme lentamente para estar en condiciones de disfrutar placeres ciudadanos. En esta ocasión, mis pasos se dirigieron al Nolita en el barrio Lastarria.

Instalado en el lugar, junto con el menú, llegaron el baguette crujiente y caliente y un pote de mantequilla. Elegí unos rollitos de salmón y ricota en jardin verde junto a mi copa kir royale para iniciar el disfrute gastronómico.

Posteriormente la copa de  merlot fue una gran compañía para ese increíble panzotti, pasta rellena con queso de cabra, cortes de aceituna, abundante crema, parmesano y cebolla caramelizada que fue mi afortunada selección del día.

Un tardío y fantástico almuerzo para celebrar un día delicioso, que solo concluyó después de mi ansiado café negro.

 

Volcán San José : una cumbre filete para el 2009

Cuando pienso en algo monumental, me viene la mente la imagen de esa mole increíble del volcán San José, quizás más grande en extensión que el magnífico Aconcagua. Pues bien, suelo cumplir mis promesas y llegar a su cumbre era un desafío personal 2009.

Junto a mis amigos del club malayos muchas veces había visitado el punto de partida de esta expedición, llegando en diversas épocas al hermoso refugio Plantat a 3.100 mts. Esta ocasión por cierto, tendría como figura relevante llegar a Plantat con la carga de provisiones y equipos necesarios para los días de montaña venideros.

Partimos entusiastas seis aventureros contactados por internet (nos conoceríamos presencialmente el día de partida) un día domingo a las 8:30 horas, tras los saludos, nos embarcamos en los vehículos de aproximación para llegar al habitual cabrerío que hace de entrada al valle en donde comienza la aventura.

Mochilas bien cargadas y el ánimo a tope a pesar de los malos presagios climáticos, ya que en las últimas semanas todos nuestros conocidos habían debido abandonar el ascenso por las bajas temperaturas. Como era una promesa profundamente personal, agité todas las buenas vibras del universo para asegurar que llegaríamos a puerto.

La llegada a Plantat, fue divertida y muy acompañada, ya que habían varios contertulios embarcados en el mismo desafío. Una noche fría compartiendo las 8 literas del refugio más carpas alrededor para preparar el siguiente paso.

Muy temprano, tras un contundente desayuno, nos embarcamos en la travesía para ir al C1, el siguiente campamento, lo cual conseguimos en unas cuantas horas. El clima, todavía muy desafiante y el frío siempre presente. Aparentemente, estábamos asistiendo a una etapa climática muy especial, ya que la abundancia de nieve era notoria y no había tregua con el frío.

Tras un camino de nieve y de fuerte pendiente, logramos llegar al sitio que constituiría nuestro campamento, con un cercano flujo de aguas, ideal para descansar, comer abundantemente y preparar el siguiente paso.

Dormimos a tan bajas temperaturas que no pude pegar ojos, aunque no estoy tan seguro, ya que no me acuerdo de toda la noche. La pendiente del terreno provocó que mi cordada (mi compañero de ruta) usurpara mi espacio en muchas ocasiones y me despertara. Como fuera, había un objetivo irrenunciable y así llegamos a la mañana del siguiente día y tras un grosero desayuno de hidratos de carbono, nos pusimos las mochilas y continuamos al siguiente campamento (C2).

Tanto en el campamento C1 como el C2, fuimos secundados por un grupo de chicas y chicos parlanchines pero muy entretenidos, con quienes trenzamos simpáticas anécdotas.

En el campamento C2 fue obligatorio hacer agua a partir de la nieve de los hermosos penitentes que forma el sol y el viento en la nieve. Aquí observábamos el cielo pidiendo en silencio que por favor se abriera y nos permitiera hacer la cumbre. El clima no era bueno y los 12 grados bajo cero se hacían sentir, especialmente en manos y pies.

Entretenidos con la hermosura ambiente y con todas las ganas del mundo, nos acostamos a dormir cerca de las 19 horas (esto es lo más exótico que hay en mi vida, pero si tienes que levantarse a las 2:30 de la madrugada, no hay opción).

Por fin, el día más anhelado, a las 2:30 en pié, derritiendo nieve para hacer un desayuno rico en hidratos de carbono y preparando las mochilas para el desafío final. El menor peso posible, todo lo accesorio queda en las carpas y ahí vamos, tres de la mañana y comenzamos a ascender por el acarreo que nos llevaría al filo de nieve por el cual cruzaríamos al glaciar rumbo al portezuelo de acceso a la cumbre.

Casi seis horas de ascenso ininterrumpido en una madrugada deliciosamente despejada y de frío moderado (gracias!!!) para llegar a la cumbre más bonita que conozco, con una vista impresionante a todas las hermosas montañas del valle central incluyendo al imponente Marmolejo que parecía a tiro de mano (vana ilusión). Una maravilla inexplicable, casi como estar en el techo del mundo, todo se ve hacia abajo y aunque sea obvio, llegamos caminando!!!.

Luego de tomarnos unas fotos, defendiéndonos de las ráfagas de viento poderosas (pueden botar a cualquiera), iniciamos el regreso hacia nuestro campamento. Una bajada vertiginosa, pero no menos complicada, con crampones en varias etapas, dada la cantidad de nieve y hielo, pero que en definitiva no fue drama para llegar a nuestro punto de encuentro en C2 y desarmar campamento.

Desde el C2 tardamos, los primeros, solo dos horas en llegar a Plantat. Eso parece ridículo considerando lo que nos costó llegar ahí, dos días!!!!!

En esta expedición filete, conocí gente notable, hice amistades con las que ya estamos planificando nuevas aventuras y sobretodo, me siento felíz de haber cumplido con mi personal promesa de estar el 2009 en la cumbre de este maravilloso lugar.

La aventura filete, la retraté en unas fotos que espero disfruten.

Refugio Plantat : un paseo fantástico

Seis de la mañana en pié y preparando una mochila un poco abultada, pues tenía la sospecha que el clima en la montaña podía darme alguna sorpresa. Cargué rica comida y a las 7:05 de una madrugada dominguera, me encontré en el punto en donde pasarían a buscarme.

A las 7:30 horas, en compañía de David y Hernán estabamos puntualmente en el punto de encuentro de quienes se sintieran motivados por este paseo. Dieciocho entusiastas excursionistas nos saludamos y emprendimos el largo trecho hacia el Cajón del Maipo. Por suerte, el tráfico a esas horas es una maravilla y a las 9:30 horas, ya embetunados de bloqueador solar, emprendimos el ascenso.

Una subida empinada, hasta llegar al Cajón de La Engorda, un valle de poca pendiente y muchos arbustos y riachuelos. La flora es abundante y, para pesar de algunos, llena de unos arbustos de baja altura y repletos de espinas. Convendría usar polainas largas en esta travesía, no obstante lo cual, el paisaje es increiblemente bello. Las montañas son hermosas y coloridas y existe gran cantidad de cabras pastando en los alrededores.

Una vez atravesado el Cajón nos enfilamos hacia el acarreo más propicio para ascender hasta los 3.150 metros en donde se encuentra el refugio.

Algo menos de tres horas nos tomó llegar al lugar y grande fu mi sorpresa al descubrir lo lindo, limpio y buenas condiciones que se encuentra el refugio. Había un señor bastante mayor en envidiable estado físico, montañista de muchos años de oficio, ex-instructor de la Escuela de Montaña, quien vino desde Viña a quedarse unos días en el refugio para acondicionarlo y mantenerlo. Notable su generosidad y sobretodo simpatía. El conoció a quien construyó el refugio y a su familia, ya que hace años que viene al sitio, por lo que nos contó entretenidas historias.

En un sector con pasto, al lado de una afluente de agua y bajo un cielo perfecto (me equivoqué, el clima estuvo magnífico), nos dispusimos a disfrutar del banquete malayo de rigor.

Comenzamos con unas machas al limón, amenizando un queso de cabra a las finas hierbas. Aparecieron unas castañas de cajú y una bandeja de papas fritas, choritos y mayonesa. Gran aperitivo para que cada cual comenzara a devorar su plato de fondo. Después, unos kiwis pelados y heladitos, duraznos, chocolate y damascos deshidratados (esa combinación es genial) y también uva y piña al jugo (aunque no alcanzó para todos). Finalmente, lo siempre esperado, turrón uruguayo con maní y café brasileño para todos. Una sorpresa nos dio Regina quien llevó una cajita con deliciosos bombones, que devoramos sin compasión. Gran banquete!!!!

Tras un merecido descanso, emprendimos el regreso lo que nos tomó cerca de dos horas. De ahí charlamos animadamente hasta que llegaron todos los integrantes del grupo. A las 16 horas ya ibamos en los vehículos hacia Santiasco. Un infierno de tráfico que animamos conversando de vinos, música y todo lo que se nos ocurrió. Con la excusa debida, aprovechamos de pasar a comprar licores artesanales en San Alfonso a la Viña Los Nietos. Una pequeña productora familiar con variada oferta y muy barato. Gran idea!!

Lo único malo del paseo es que debíamos volver a Santiasco. En fin, ya queda poco para el próximo fin de semana.