Azul Profundo : tanto tiempo ha pasado

Tomando en cuenta la cantidad de restoranes que se abren cada año y el lamentable número que cierra sus puertas, es verdaderamente un encanto volver a un sitio que he visitado por mas de 10 años.

Lo primero que agolpa recuerdos en mi mente, es la hermosa y abundante cava de vinos que adorna una gran pared así como el murmullo de personas hablando en inglés. Definitivamente es un sitio de turistas que buscan un sitio original y de probada calidad en su oferta.

Llegamos un poco tarde, tras una puesta al día en larga conversación con mi partner actual de salidas gastronómicas. Partimos con una entrada, unos camarones al ajillo, algo delicioso que combina perfectamente con la ración de pan caliente, mantequilla y pebre delicioso, elementos esenciales de una buena partida de cena en este sitio.

Ya entusiasmados, mi partner se inclinó por un rico mero a la plancha con ensalada de palmitos mientras yo fui por uno de mis fetiches gastronómicos,  Oda al amor, un filete de tiburón en salsa picante. Finalmente soy esclavo de los sabores rotundos que guarda mi alma.

Para acompañar esta delicia de cena, una botella de pinot noir Morandé, helado y mantenido en una cubeta de agua y cubos de hielo.

No me puedo quejar, este sitio de tantos años sigue teniendo encanto y sabor, puedo volver una y otra vez y los platos que me gustan siguen siendo deliciosos.

TapasPassion : demasiado rico

Un día especial pues me juntaba con una gran amiga a quien no veía hace varios meses debido a mi especial sobrecarga laboral y también extra-laboral. Nos concertamos con una semana de anticipación para ir a comer algo rico juntos y dar rienda suelta a una puesta al día sin límites de tiempo.

A la hora prevista, pasé por ella a su lugar de trabajo y caminamos hacia un nuevo destino en la zona de Pedro de Valdivia. Un sitio que divisé varias semanas atrás en mis habituales paseos de reconocimiento en cleta. Por fuera, se veía interesante, marcado por la idea de españolas tapas, pero en su interior me llevé una sorpresa mayor.

Un local hermoso, bien diseñado, con un estilo muy moderno, algo muy evidente en el mobiliario delicadamente elegido, los colores, el minimalismo estético y la grata atención.

Elegí la terraza interior, tranquila, bastante espaciosa y moderada por el delicado sonido del agua cayendo por una pared y suficiente sombra para un buen estar.

Partimos encantados con unas copas de sangría tapaspassion, un fresco elixir ideal para los días de canícula excesiva de este Santiasco.

Revisada la carta, claramente el estilo es lo pequeño y sabroso. Así que salomónicamente propuse que cada cual eligiera 3 tapas y que compartiéramos los sabores seleccionados. La lista de delicias resultó en unas gambas con gabardina, unas exquisitas patatas bravas, las increíbles bombas de carne, unas potentes croquetas passion, los exóticos pintxos de hongos con jamón y un increíble arroz cremoso con setas, recomendación de la atenta moza.

Como era de esperar, busqué en la carta de vinos algo especial y me encontré un viejo conocido, un Pinot Noir William Cole Mirador, fantástico para acompañar el festín.

Considerando la increíble calidad del lugar, me sorprendí que no hubiese muchos comensales. Quizás, no era el día más típico, pero me asombré con la oferta. Delicioso!!!!

Al final de nuestra larga tertulia, no había espacio para postres pero si para un buen cafe negro, que disfrutamos lentamente mientras cerrábamos esta experiencia exquisita.

100% recomendable, TapasPassion es una maravilla.

 

5to Cheers : un café transformado en restaurante peruano

Dado que soy frecuente paseante en cleta por el Parque Bustamante, conocía este sitio por ser un café bastante llamativo. Sin embargo, esta noche en que buscaba una opción para cenar descubrí una rara transformación, ya que de café no quedaba nada, era simplemente un restaurante peruano y algo más, muy latinoamericano. Es posible que siempre haya sido lo mismo, pero no lo había notado.

Como soy proclive a la experimentación, me instalé en la rica terraza enfrente al parque y me dispuse a disfrutar. Partí con un pisco sour, bastante normal debo decir. El personal de servicio un poco distraído, lo cual impacienta al menos a mí.

En la carta bastantes opciones peruanas y mi selección fue un plato de Camarones Tropical, una delicia de camarones envueltos en pollo a la plancha y bañados en salsa de maracuyá sobre un puré cremoso. Lo fatal, es que el plato llegó frío y debí devolver. Vaya que son importantes los detalles!!! (regresó bien caliente y sabroso, por suerte)

Para acompañar mi plato, en la carta de vinos – bastante interesante-  descubrí un Tabalí reserva Syrah que vino de maravillas para esta exquisita cena.

Esta noche no estaba para postres, así es que cerré la incursión con un café negro.

Le fournil, una cena de madrugada

Tuve un día extraordinariamente ocupado y cuando fui capaz de sentir mi cuerpo, constaté que estaba furiosamente hambriento. El problema era que pasaban la 1:30 horas, es decir una madrugada y yo con mi hambre galopante, extremo en todo sentido.

Una rápida revisión mental y aposté que en el Patio Bellavista debía haber algo operando por lo que rapidamente me desplacé hacia ese lugar. No me equivoqué, había una ebullición de gente, muchos sitios abiertos y me relajé para poder elegir algo rico.

Tras un par de vueltas, claramente mi mejor opción era Le Fournil, un lugar que incluso mejor habría aprovechado más temprano pues tuvo  una sesión de jazz. Sin embargo, tengo buenos recuerdos del sitio y no los dejaría de usar.

Me instalé en la terraza, con fresca brisa a pesar que la temperatura ambiente seguía siendo alta. Mientras bebía mi ritual agua sin gas, revisé la carta y me pareció atractivo un tournedo de filete de res a la pimienta con ratatouille, para el cual encargué, desde la carta de vinos un petit verdot de  Santa Carolina 2009.

Mientras esperaba, se acercó otro mozo, a quien conozco muy bien pues trabajaba en Ambrosía y siempre me dio una atención de primera. Conversamos acerca de su elección de abandonar su trabajo anterior y dedicarse a Le Fournil, no me cabe duda que será un gran aporte pues tengo los mejores recuerdos de su atención de calidad. Rara especie, profresionales del servicio en restaurantes hay pocos y este muchacho es notable.

Me divierte el hecho que él piensa que escribo para alguna revista, pues tomo notas mientras como algo rico, pero le comenté que simplemente soy un gozador amateur, que disfruto comer y que escribo para no olvidar lo que he disfrutado.

A pesar que pude desilusionarlo, me vino a ver un par de veces más para comentarme por ejemplo, que ya iba a estar la programación de jazz del lugar y que le estaba yendo bien en este nuevo trabajo. Me alegré con él, es delicioso poder trabajar en lo que nos gusta y además poder compartirlo con gente que lo aprecia.

Pasadas las 2:30 AM emprendí el regreso a mi hogar, tras una cena deliciosa a pesar de la ruidosa vecindad.

 

Fusión Peruana : nueva opción en Bilbao

Una noche de caminata tratando de refrescar mi mente y cuerpo, me llevó a conocer un sitio que lleva poco tiempo de recorrido y que por tratarse de comida peruana, imaginé de inmediato, que podría ser un disfrute.

Instalado en la terraza frente a  la ruidosa avenida Bilbao, pero con la brisa de la noche que prefiero, inicié el viaje con un pisco sour. Un tanto dulzón, pero razonable y con la oferta del peruano mozo de «arreglarlo». La verdad es que prefiero ser sorprendido con un buen resultado a la primera y no tener que corregir.

Un tanto inexpertos los mozos, todos peruanos con esa grata forma de pronunciar y buen vocabulario, pues me costó hacer entender que me gusta comer ceviche junto al aperitivo y que debía apurar mi pedido de ceviche fusión, un enorme plato con cubos de corvina, calamares, camarones y una interesante lluvia de cilantro. Muy rico, pero decidí dejar un tercio del plato para poder seguir comiendo otros sabores.

Revisé la carta completamente y finalmente la elección fue un salteado Mar y Tierra, sabroso trozo de filete montado sobre un risotto al ají amarillo y azafrán con camarones salteados al pisco, cebolla morada y tomate. Una maravilla que tuve que acompañar con una botella de cabernet sauvignon ya que después de tres intentos por otras cepas, no habían más opciones. Muy pobre la oferta de vinos y mucho desconocimiento del personal acerca de lo que existe disponible o lo que marida con un plato.

A pesar de los inconvenientes, confieso que la comida está muy sabrosa y espero que mejore mucho el servicio para constituirse en una buena opción en la competitiva oferta peruana.

 

Phone Box, almorzando con cleta

Estos domingos con demasiado calor, no he ido a la montaña pues me deshidrato con solo pensarlo. Sin embargo, no puedo dejar de considerar una buena dosis de ejercicio y disfrutes de un paseo en cleta.

Pasado el mediodía, tomé por la ciclovía de Antonio Varas hasta conectar la ciclovía de Simón Bolívar, la que hace pocos meses  fue extendida hasta Américo Vespucio. Tras darle una mirada a las películas que se exhiben en el cine del lugar, seguí pedaleando por Vespucio hasta que encontré el bandejón central con el lindo parque que se transforma en una ciclovía.  De ahí el paseo te lleva inevitablemente hasta La Pirámide, en donde se puede acceder al Parque Metropolitano rumbo al San Cristóbal.

Ya en la cumbre del San Cristóbal, bebiendo mi rico jugo de mote con huesillos (sin mote ni huesillos), comencé a buscar en mi mente, adonde habría  una buena opción para almorzar o al menos comer algo rico. Decidí salir a buscar en Providencia, tratando de demorar poco ya que claramente estaba fuera del horario de almuerzo y la gran mayoría de los pocos locales que abren el domingo, cierran temprano.

De pronto, me encuentro enfrente de la Galería El Patio y con un viejo local, tan viejo que lo recuerdo de mis tiempos universitarios. Me refiero al Phone Box Pub, reconocible por la linda caseta telefónica de color rojo que sirve de puerta de entrada. Años que no venía y considerando que tenía estacionamiento de bicicletas y una linda terraza bajo el parrón del patio, era mi esperada selección.

Algo relajado el servicio, pero logré pedir una botella de agua sin gas y la carta, mientras me recuperaba bajo la sombra del terrible sol. Gastronomía del tipo inglés con mucha cerveza, pero lo que me llamó la atención fue un sandwich llamado Phone Box Hot, un delicioso churrasco con queso, tomate y tocino, un golpe sabroso y abundante  que acompañé con una media botella de vino (pocas opciones), un Casillero del Diablo cabernet sauvignon,

Repuesta mi energía, pude volver a mi cleta y seguir mi camino. Qué rico almuerzo!!!

Donde Landeo, un almuerzo que fue cena

Hoy fue unos de esos días intensos, tanto quehacer que ni siquiera tuve tiempo de almorzar. Tras concluir las reuniones y contestar algunas decenas de correos, decidí que era hora de compensar.

Con la mente sintonizada en el disfrute dejé que el azar decidiera adonde ir. Unas pocas vueltas en la zona de Bilbao y de pronto, tengo ante mí, un lugar que disfruté hace un par de años, cuando partía el restaurante peruano Donde Landeo.

Un cambio que aproveché de inmediato, es que habilitaron el antejardín de la casa con una pequeña pero sombreada terraza. Allí me instalé y pedí, por supuesto, un buen pisco sour peruano y minutos después, un chicharrón de calamares acompañados con salsa de mayo y verde y una salsa de rocoto. Excelente comienzo de este tardío almuerzo.

Claramente era el primer cliente de la  jornada vespertina del sitio, por lo que se apareció hasta el chef a saludar. Conversamos un rato acerca del restaurant y sus anteriores emprendimientos. este hombre conoce el oficio y le va muy bien. Incluso me comentó acerca del menú que tenía diseñado para la cena en las fiestas de fin de año.

Ya era hora de decidir por el plato de fondo y no tuve dudas, pedí un filete a la pimienta con spaguetti a la huancaína, adivinando los sabores que disfrutaría. de paso, añadí una botella de ensamblaje Trío (cabernet sauvignon, cabernet franc y syrah) del  2009, con lo cual aseguraría la plenitud.

Para los postres, nada mejor que un tradicional suspiro limeño y un café negro.

Cuando dejé el lugar, ya era de noche y mi almuerzo – cena seguía pegado en mi retina y en mi sonrisa placentera. Qué rico el restoran!!!

 

Del Beto, buena comida chilena

Hoy estaba antojado de comer comida chilena, me sale extraño decirlo, pero siempre he pensado que enfrente de nuestros vecinos latinoamericanos, la comida chilena tradicional palidece y resulta bastante fome. Sin embargo, jamás pierdo la esperanza de encontrar y probar posibilidades de sorprenderme.

Una salida con partner, asi es que además de comer rico hay buena conversación. Los pasos nos llevaron hasta un viejo conocido, Del Beto en Manuel Montt. La casona preciosa como siempre y el atento servicio de los mozos, nos recibieron y condujeron hasta nuestra mesa en el salón más fresco, colindante con el patio.

Fiel a mis gustos, partí con una rica vaina mientras una coca light refrescaba a mi partner. La carta abundante, la recorrí un par de veces tras alguna delicia que no hubiese probado antes y aparecieron los dos platos que marcarían la cena. Mi partner eligió una reineta rellena con jaiba y salsa de camarones y para hambrienta humanidad, un cancato de salmón, es decir, un filete de salmón relleno con queso y longaniza, una bomba de sabores.

De la carta de vinos, seleccioné algo con suficiente sostén para los platos, un ensamblaje JBouchon Chicureo de  carmenere y syrah del  2010.

A no dudar, esta fue una cena potente y muy entretenida. Después de todo, en la comida chilena también hay buenos disfrutes.

bikekrrtrekking : una rica experiencia

Hace tiempo que no acudía a este formato de disfrute y fue un acierto. Tomé mi cleta muy temprano, animado o quizás obligado por el calor. Habia que salir al aire libre a desayunar.

Me fui esperanzado hacia el barrio Lastarria, donde muchas veces disfruté un buen desayuno, pero me encontré con una ocupación monstruosa en el café del museo de la plaza Mulato Gil y cerrado mi querido café en calle Rosales

Después de unas vuelta en cleta llegue al cafe Lastarria en donde pedi un rico jugo de mango (primero fue uno de maracuya), ésta fue la primera parada de este viaje de disfrutes

Seguí el paseo zigzagueando por el barrio Recoleta tomando fotografías de los hermosos grafittis que adornan muchas paredes del barrio. Di muchas vueltas atrapando imágenes esplendorosas del arte callejero.

Culminado el proceso me fui a la entrada Pío Nono del cerro San Cristobal y ascendí a marcha forzada por este camino. Resoplando con gusto pude llegar a la cumbre del cerro en donde bebí gustoso un buen vaso de de jugo de mote con huesillos, sin mote y sin huesillos como a mi me gusta.

Tras un breve descanso me dispuse a descender hacia el cruce que lleva hacia La Pirámide. En la plazoleta Antilén aproveché de beber un jugo natural de melón y plátano (cada cual elige la combinación que le apetezca) y continué hacia mi siguiente destino.  Fui a dar una vuelta al solitario camino que lleva al cerro La Buitrera y luego me devolví para conectar con la salida que me permitió llegar a la ciclovía en Escrivá de Balaguer (polémico patrono del grupúsculo opus dei). Una ruta deliciosa que me llevó por la ribera del Mapocho hasta Santa María de Manquehue, un territorio de otro mundo. puros 4×4 y autos de marcas europeas, signos visibles de la personalidad de los chilenos atrapados en su interior,

Regresé por el mismo camino con la idea de almorzar en alguna de las terrazas de Borderio,  pero no me sentí cómodo y  preferí seguir de largo y apuntar hacia el barrio Bellavista. Un lindo recorrido por el parque Bicentenario y algunos senderos que finalmente me dejaron conectado con la Costanera.

Raudamente viajé por el parque y me desvié, animado por el hambre, hacia Providencia en donde recorrí muchas calles en busca de algún buen lugar, idealmente uno nuevo. Para mi desgracia, encontré abierto un Dominó, la máxima tentación frente a mí y me vi obligado a comer un «Italia tomate abajo».

Fueron 45 kilómetros de reconocimiento ciudadano, sano ejercicio y disfrutes por montón!!!

NH Ciudad de Santiago : una cena deliciosa tras una visita gourmet

Hoy salí a caminar con un solo objetivo en mente, encontrar un buen lugar para comer. El azar me llevó por el Parque Balmaceda para encontrar la primera versión de la muestra Mundo Gourmet. Un gran acierto pues esta temática estaba demasiado asociada a Paula Gourmet, por lo que me alegré de ver opciones.

Bastante bien para ser la primera versión de la muestra, ya que estaba muy ordenado y era posible revisar en cada pequeño puesto las diversas ofertas de delicias gourmet de casi 140 expositores. Desde cervezas artesanales, pasando por quesos y esa miriada de pastas de untar de cuánto aderezo nos podamos imaginar. Sesiones deliciosas de jazz en vivo para amenizar y clases de cocina dictadas por originales chefs, fue parte de la diversión.

Quizás lo más llamativo para mi fue la oferta de chocolates de verdad. Me refiero a chocolates con 50% o más de cacao, es decir, chocolate ya que menos que esto es pura grasa. La tentacion fue poderosa por lo que termine comprando unas delicias para regalar en el día de la secretaria y una selección de variedades de chocolates contaminados virtuosamente con especias desde merken hasta canela y quinoa en versiones gourmet maravillosas, los cuales disfrutaría con mi equipo días después.

A pesar de las degustaciones, mi hambre reclamaba más y por lo tanto terminé visitando un lugar que no falla en fomingos. Se trata del  Hotel NH en calle Condell, cuyo restoran completamente solitario cuando llegué, me recibió en ese silencio delicioso solo matizado por la maravillosa música clásica que lanzaban los parlantes.

Debo reconocer que era algo temprano para una cena, pero el cliente siempre tiene la razón y yo era el cliente. Después de pedir mi habitual botella de agua mineral sin gas, me tenté con un goulach de wagyu a los champignones y puré rústico, pero de pronto cambié al ver en la carta unos escalopines de salmón dorados a la grilla con semillas de cilantro y  pebre de albahaca además  acompañados con un arroz al charqui equino y queso de cabra. El plato original es con atún pero no había y lo cambié por el salmón y quedó fantástico.

Para acompañar mi plato, conseguí una botella de Anakena Pinot Noir 2009 realmente  fantástica y que en su cubeta con agua y hielo estuvo perfecta para el disfrute.

El postre, resultó unas hojuelas de mi abuela, unas masitas fritas con helado de chocolate que me fascinaron y que solo pude concluir con una taza de café negro.

Gran jornada gastronómica!!