Un hambre galopante y la urgencia de resolverla en poco tiempo, me dieron la oportunidad de conocer esta oferta en el entorno de Plaza Ñuñoa.
Un sitio sencillo pero bien armado, ondero tipo Liguria con foco entorno a los 80 por la música que se escucha y claramente orientado en la clientela que busca algo efectivo, sabroso y bien servido.
La carta focalizada en las pizzas a la piedra y los tragos, ninguna complejidad, directo al instinto. Tras revisar la oferta, decidí por una pizza Pamela, curioso nombre para una combinación que me encanta, queso, mozarella, jamón cocido y rúcula. Deliciosa!!!!
Acompañé esa pizza para dos o tres, que devoré en instantes con un buen Absolut Kurant y ginger ale. Un atento y rápido servicio completó la experiencia. Una verdadera solución al paso.