Muy temprano de domingo se inicia un paseo hacia un cerro inalcanzable, son dos días de travesía normalmente, pero queriamos llegar al menos hasta la base. Meta que suponíamos realizable.
Viaje raudo desde Providencia hasta la estación de servicio copec a medio camino hacia el Cajón del Maipo. Un punto de reunión típico de Los Malayos, cuando vamos a este cordón de cerros.
Pues bien, a las 8:10, es decir a los 10 minutos que definen el timeout de espera en cada paseo, nos ordenamos en los vehículos más apropiados (el resto nos esperaría lindamente estacionados) y partimos al paseo dominical. Me encanta el respeto por el tiempo de todos, la puntualidad es un bien superior.
A esa hora pocos vehículos se dirigían hacia Lagunillas, precioso balneario de invierno, fuimos los primeros en estacionar en la explanada. Tras los embetunamientos de protector solar y postura de polainas (hay demasiada nieve), partimos hacia nuestro deseado destino.
Una caminata intensa, sobretodo al principio, lo cual se vió más complicado con el espeso e indeseado barro, resultado de una nevazón derretida por el lindo sol de este día.
Gran travesía, extensa y hasta pude medir mis 3.853 calorías gastadas en el esfuerzo. Considerando que solo llegamos hasta las cercanías de la base del cerro Piuquencillo, a una loma majestuosa; no obstante sus rocas no fueron suficientes para protegernos de la ventisca fría que congelaba el alma. Fue divertido y al mismo tiempo sufrido disfrutar el menú malayo con mitones de nieve en las manos (que fríooooo!!!). Quedamos manchados de todo, especialmente del café maravilloso del maestro David. Sin embargo, nada impidió que pudieramos comer y beber rico, aparecieron unos choritos que se sirvieron con mayonesa, frutas, cereales varios, huevos duros (infaltables), turrón, chocolates, te con manzana y canela, etc.
Los Malayos sabemos pasarla bien!!!