Disfrutando con amigos de la Universidad : cuántos años!!

Aunque normalmente no soy el promotor de encuentros, tengo entrañables amigos que disfrutan haciendo juntas y de vez en cuando me sumo a ellas. En esta ocasión eran amigos de los dos primeros años de universidad, estoy hablando de inicios de los 80, una época muy compleja de este país y sobretodo para quienes nos oponíamos a la dictadura.

Aunque nos habíamos concertado por facebook, los dos últimos días mi espantoso nivel de ocupación no me permitió saber que las elucubraciones de junta se habían concretado y ese llamado a mi celular preguntando por la hora en que llegaba, me aterrizó abruptamente en  el cierre de una extensa jornada laboral. Menos de 5 minutos desde que había llegado a mi refugio y debí correr (de nuevo), cambiar de ropa, dejar mis preocupaciones y mis ideas de «que voy a hacer esta noche», por algo concreto, me juntaría con mis adorados amigos de mi grupo de los 80.

Por fortuna soy muy rápido y en menos de 15 minutos ya estaba en el lugar de encuentro, dos amigos ya habían llegado y estaban helándose en la puerta cerrada (si, maldición) del restorán  que habían elegido. Insólito, el mejor día de los restoranes y cerrado!!!

Cero drama, porque en el sector yo conocía unas 10 opciones y algunas eran compartidas con mi querido partner Pitufo, así que capeando el frío en el auto de Miguel nos pusimos a esperar a nuestras compañeras (lamentablemente típico,  sin ánimo sexista, pero se repite como regla). Tras la espera de 20 minutos, llegaron nuestras amigas y con mínima discusión elegimos ir al restoran ruso en que mi gran amigo poliglota cifraba sus esperanzas de algo delicioso, lo que obviamente apoyé.

Nos instalamos en el Olivié, nuevamente abierto tras un periodo incierto en que permaneció cerrado. Un elegante y luminoso lugar, con una atención espectacular. De la carta decidimos elegir diversos menús para poder probar la mayor cantidad de sabores y eso fue un acierto. Appetizers, sopas y platos de fondo, nos dieron una lección de sabores exquisitos.

Desde mi personal placer, pudo incluir el vodka cítrico de aperitivo, el fantástico appetizer de pescado, papa y betarragas (algo así como una causa peruana), luego una sopa reconfortante con trocitos de carne y cebolla, seguido de unos Pelmeny, unas masas rellenas acompañadas de crema ácida y que amplifiqué el sabor con unas cucharadas de vinagre (sugerencia de Pitufo), de pronto probando los platos de los demás, salmón ahumado, entre otros, me llené de sabores hasta alcanzar los postres, dulces y potentes, constituyendo un viaje de sabores deliciosos para todos.

Terminada la exquisita cena, nos fuimos a escuchar la banda de rock del escolar hijo de una de nuestras compañeras, una sorpresa. Al llegar al colegio, una hermosa chiquita me dice «Tío, no se permite fumar, que fome pero son las reglas de la Dirección», lo cual me produjo tanta ternura. En fin, ingresamos a un gimnasio enorme en donde sonaba bastante bien una banda de rock, con dos guitarras eléctricas, un bajo y batería. Justamente en la batería el hijo de mi compañera, un chico de 14 años, precioso, con una personalidad de fierro y claramente el líder de la banda. Que disfrute ver como son los chicos de hoy!!

Al cierre del show, nos fuimos en patota nuevamente a disfrutar un poco de jazz, los llevé al Thelonious para ver la segunda entrada de la banda Pasto Seco (prendidos.com como me gusta), lo cual fue exquisito disfrute para todos, aunque no estén acostumbrados al trasnoche como yo.

Cerca de las 3 Am, nos fuimos cada cual a casa, en mi caso, prendido en exceso, decidí ver una película antes de dormir y me sorprendí con Waiting for Superman, un documental maravilloso sobre la podredumbre educacional estadounidense, las fábricas del fracaso. Me dejó muy impresionado constatar que nuestro país que goza copiando sin criterio los modelos del paísito del norte, introduce sus operativas destructoras de los seres humanos, las verdaderas fábricas de la miseria humana, creadoras de los ejércitos de reserva, la multitud de ignorantes y útiles empleados de mísera paga que el sistema necesita para que unos pocos gocen del sistema. Creo que vale la pena ver esta película y constatar una vez más  como en Chile la educación pública no es más que una forma de asegurar los privilegios de la minoría. Bien lo menciona Eduardo Engel, en reciente artículo, el sistema educacional chileno asegura el fracaso estudiantil, solo los que siempre han tenido, seguirán teniendo. La perpetuación de las diferencias de clases, como regla estructural del sistema.

Me divertí mucho con mis amigos de universidad, pero quedé muy triste con la realidad educacional de nuestro país.

Cumpleaños en Scena : entretenida cena

Un gran amigo cumple 50 años, si!!, la mitad de un siglo. Qué notable y eso es una excelente excusa para celebrar. Amigo entrañable y de buen gusto, suele organizar sus propios festejos cumpleañeros y quería juntarnos en el Olivié, un restaurant ruso cuya comida le trae ( a mi también) buenos recuerdos. Sin embargo, el cosmos había decidido algo distinto.

Esperamos sentados en el paradero de buses enfrente del restaurant por más de media hora a los otros comensales. El Olivié curiosamente cerrado y mi querido amigo algo incómodo por el trance, pero una animada puesta al día de nuestras vidas, hizo pasar el tiempo de manera vertiginosa. Después de todo, estábamos en el centro de un barrio gastronómico, por lo que opciones sobraban.

Tras completar la puesta al día, sentados en un paradero enfrente del cerrado Olivié, le invité a un lugar apropiado para disfrutar y cumplir con la restricción que suponía su  gastritis oportunista. Mientras caminábamos, Le Vieux Coq y pareja, otros grandes amigos  llegaban a la cita majestuosa.

Todos juntos entonces nos dirigimos al Scena, un sitio muy tranquilo del barrio Italia y que conozco muy bien. Estaba vacío a esa hora y elegí la mesa redonda con el sillón circular más grande que conozco.

La cena comenzó con unas cervezas, agua mineral y en mi caso con un bellini de mango. Pedimos también una tabla de rolls fantástica, una combinación deliciosa de sabores con rolls de palta, sésamo, merkén y hasta con pasta de ají amarillo.

La conversación fecunda no dió tregua, pero nos dimos tiempo para pedir los platos de fondo. Un filete de turbot grillado con un rico risotto de hongos, un medallón de filete en salsa de oporto sobre  papas, champiñones y gratinado de mozarella y el plato más elegido, un atún sellado acompañado con puré de camote. Como cortresponde, pedimos un par de botellas de pinot noir, ambas del valle de Casablanca y a la temperatura perfecta para hacer muy placentera esta cena.

La comida definitivamente deliciosa y agazajados de manera permanente por le bella y bien dotada  mesera. Algunos decidieron agregar postres, pero para mí era suficiente.

Pasada la medianoche, nos fuimos al departamento de Le Vieux Coq para seguir conversando, esta vez en la terraza mientras bebíamos un grandioso café.

Gran cumpleaños, el cual por cierto continuaría,  como es la tradición, en el Cajón del Maipo durante el fin de semana.

Biketrekking de sábado : nueva fórmula

Hoy practiqué una variante a mi habitual krrtrekking, lo hice en bicicleta. Si bien deambulo en cleta muchas veces después de subir el cerro San Cristóbal, en esta ocasión fue un trance deliberado.

Llegar al mirador de la cumbre del cerro, beber un rico mote con huesillos y descansar un poco, fue el preámbulo de espera para que llegara mi partner (supuestamente iba a llegar a esa hora). Como me resulta difícil esperar mucho rato, le avisé telefónicamente que me iba a pasear hacia La Pirámide (ahora que está abierto el paso, tras la construcción del famoso tunel que se perforó en nuestro lindo cerro). Tras recorrer toda la ruta, insistí en llamar sin resultados, así es que decidí volver a subir a la cumbre (hay mala señal para celulares). A medio camino, me encontré con una pareja de amigos que se inicia en los paseos por el cerro. Iban con Cata (una chiquitita de 4 meses) metida en una mochila. Los acompañé hasta dejarlos instalados en el mirador de la cumbre, momento en que supe que mi partner se había ido a su casa. Buena la coordinación!!!!

Acordamos un nuevo punto de reunión y bajé raudo hacia el barrio Bellavista y curiosamente llegamos juntos al Ocean Pacific. El trámite fue un fracaso, no nos podían arrendar el lugar que queríamos para las bodas de oro de los viejos. MMMhhh!!!. Plan B en ejecución.

Nos fuimos ruteando por las calles del barrio Bellavista, pasamos al barrio Recoleta y el hambre me llevó a una picada que conozco hace más de 20 años, El Toro, en calle Loreto. Un lugar propicio para disfrutar un aperitivo. Pedimos un ceviche de salmón (especialidad de la casa) y unos pisco sours. Un plato con piso de lechugas, unos cortes de alcachofas, alcaparras, los trocitos de salmón y palta. Exquisito!!!. Una armonía cítrica acompañada de una maravillosa selección de música lounge.

Tras el aperitivo, nuevo destino, el barrio Brasil. Un vertiginoso paso por el Parque Forestal, luego por el medio del centro de Santiasco, saludamos al paso al siempre filete Majestic y seguimos hacia el Ocean Pacific, en calle Cumming.

Trámite exitoso y unos minutos después, ibamos rumbo al barrio Santa Isabel. Ahí logramos conectar con la ciclovía (la gran deuda del país con sus ciclistas) y admirar la vieja arquitectura del sector y esos entrañables lugares como la feria de libros que hay en la intersección con calle San Diego.

Por fin, llegamos al barrio de Avenida Italia, en busca de unos nuevos sitios que se han instalado. La sorpresa de esa hora, casi todos cerrados (bueno, era un poco tarde).

Se ejecuta de inmediato plan C. Llegamos en cleta hasta el Olivié, un restorán ruso que me encanta y que siempre está abierto cuando se le necesita.

Partimos con agua mineral como de costumbre y tras una insidiosa mirada a la carta, salió la selección perfecta de platos. Beef Stroganoff (carne de res cortada en juliana con champiñones, salsa de tomate, crema, vino blanco y arroz) para mi compañero y para mi hambre atroz una Buzenina (carne de cerdo en láminas, literalmente para cortar con el tenedor, cocida en finas hierbas, con trozos de repollo y salsa de ciruelas) maravillosa!!.

A la selección le pusimos un vino syrah reserva de Casa Silva año 2005 delgado y potente, que nos dio un delicioso placer en la combinación. Realmente, muy rico!!!

Para los postres elegimos una torta Olivié (un bizcocho ruso con crema de leche al limón y chocolate) y una pequeña grosería un Blichiki (crepes rellenos con ricota y salsa de cítrico y menta).

Gran biketrekking, tendrá que repetirse!!

Olivié : comida rusa e historia

Elegir un nuevo restaurant para un almuerzo de sábado, a veces resulta complicado. Son muchos los lugares que simplemente no abren los fines de semana y los que lo hacen, ya los he visitado muchas veces. Sin embargo, la fortuna me acompañó y encontré el Olivié, un restaurant ruso que abrió sus puertas hace unos cuatro meses.

Una casona justo al costado de la Mitad del Mundo, el conocido restorán ecuatoriano de Max Berrú (ex-Inti Illimani)en calle Rancagüa, aloja este sitio que sin pretensiones publicitarias, abre la oportunidad de explorar la comida rusa.

El lugar decorado elegantemente, buen espacio y agradables colores y temperatura. Mucha madera y cuadros, además de muy buena música rusa moderna para acompañar.

Desde el comienzo, me atiende un mozo con una fisononmía claramente chilena, pero que hablaba perfecto ruso con los dueños. Atento y muy educado, el mozo me ofreció la carta de comidas y de vinos. Tras mi agua mineral helada y sin gas, rápidamente me tenté con una ensalada de entrada, Buzamina, unas finas láminas de cerdo a las finas hierbas con un dressing picante. Pero para mi sorpresa, era el único plato que no tenían. Puchas!!!

Decidí recorrer con detalle la carta para analizar su variedad y volver a ser tentado. Entretanto, mi curiosidad terminó por hacerme preguntar al mozo como sabía hablar ruso y la historia que escuché me dejó perplejo. Este educado y servicial mozo, resultó ser el hijo de un folklorista, defensor de los DDHH y famoso locutor chileno, René Largo Farías, salvajemente asesinado hace varios años. Con él y su madre, René el mozo, vivieron el exilio en Mexico en donde estudió Oceanografía (Biología Marina) y hacia 1986 se fue a estudiar periodismo a la universidad en Leningrado en donde vivió los tiempos de la Perestroika. En Chile se dedica a atender turistas de esa zona del mundo y casualmente había recalado en este restorán ruso para atender y contarme sus deliciosas historias. Notable!!!!

Para almorzar pedí una pasta rusa, Pelwery con pavo, masa rellena de pavo con una salsa de champiñones. Mientras esperaba mi plato, me trajeron un aperitivo típico de la casa y de Rusia, Sakowska (creo), un pequeño vaso de vodka muy helado, acompañado de dos pequeñas fuentes, una con zanahoria rebosada y otro con chucrut. René me dejó claro que el objetivo es disponer algo que comer para poder pasar el vodka. Me contó que en sus tiempos de universidad en Rusia, cualquier cosa servía, un trozo de pan negro e incluso una cucharada de mantequilla.

Mi pasta, preciosamente presentada y con un aroma tal que solo agigantó mi hambre. Condimentada perfectamente, fue un manjar en mi boca, el sabor del pavo, las especias y sobretodo los champiñones. Acompañé con una botella de vino cabernet sauvignon que maridó de maravillas con el plato.

Para el postre, un Bichiky con ricota, un delgada masa recubriendo la pasta de ricota y con salsa de frambuesas encima y algunas gotas de manjar en el plato. Exquisito.

Al cierre, un potente café negro y mis agradecimientos a René Largo, el extraordinario mozo del restaurant.