Nuevo Krrtrekking V&V : más disfrutes

Aprovechando un feriado y añadiendo un día de vacaciones nos creamos una nueva oportunidad de pasear por la quinta región siguiendo el tradicional formato de krrtrekking.

Una vez instalados en el hotel boutique Latitud 33, fuimos rápidamente al cercano restaurante SaborColor por un almuerzo tardío, tal vez fuimos lo últimos comensales, pero nunca mal atendidos. Partimos con kir royale y gaseosa, para llegar a los fondos, quinoa de camarones y un extraordinario filete con guiso lentejas. Un almuerzo de sabores gourmet con buen vino y café.

El resto del día, lo dedicamos a pasear y cazar graffitis hasta llegar a la noche para disfrutar el rico Restaurante C (en realidad se llama La Concepción) y cenar en la terraza con una de las mejores vistas de la bahía. Como ya es habitual, kir royale y  gasesosa, mientras llegaba una sorprendente sopa marina y mi filete tres pimientas  con mil hojas de papas y champignones caramelizados. Acompañamos con un Malbec La Porfia Botalcura y cerramos con esos negros cafés que nos permitieron llegar de regreso al hotel para descansar.

Al día siguiente, nuevamente un día lleno de sol y ganas de pasear. Partimos en tren sin destino, acompañados de los numerosos artistas que hacen su performance musical de carro en carro. Son bastante buenos y de verdad amenizan el viaje mientras los ojos se pierden en los lindos paisajes. Paseamos por Limache, incluso disfrutamos unos jugos de frutas deliciosos en absoluta paz. De regreso, nuevamente en el metro, nos bajamos en Caleta Portales para visitar una habitual picada : Los Compadres y disfrutar un buen almuerzo de puerto. Estaba muy lleno, pero no fue tan difícil conseguir una mesa. Unos pisco sours en espera de los fondos,  reineta con salsa de locos, bechamel y nueces y una rica albacora también con salsa bechamel y camarones. Esta picada es una de las buenas de la Caleta y ya la hemos visitado varias veces.

Volvimos a los cerros para seguir la cacería de graffitis hasta que se hizo suficientemente tarde como para iniciar la búsqueda de un buen lugar de cenar. Llegamos al restaurante Mito, el cual prometía una terraza con vista al mar. A pesar que estaba algo frío, la terraza resultaba un buen lugar para cenar y partimos con unas machas a la parmesana mientras bebíamos nuestros aperitivos.  Contra todo pronóstico, la carta tenía hartas sorpresas. Pedimos un plato de mahi mahi con salsa limón de pica, arroz y pesto y un buen filete en salsa carmenere con puré al merken. Por supuesto, acompañamos con vino y cerramos con café, antes de emprender el retorno al hotel.

Un nuevo día, un nuevo desafío. Nos fuimos a Viña del Mar en el metro para recorrer un poco la ciudad. A la hora de almorzar, nada mejor que revisitar el Cap Ducal, que a pesar de los años sigue siendo un buen lugar con una vista maravillosa del mar. Un pisco sour y kir royale mientras saboreábamos un exquisito pebre de mariscos. Seguidamente una  albacora con salsa de mantequilla negra y alcaparras y un bourguignon champignon con  papas salteadas, muy bien acompañado con una botella de Carmen Gran Vidure. Para los postres, porción de creme brulee y torta de chocolate más el infaltable café negro.

Volvimos a la caminata hasta que llegamos al Hotel Miramar, mi mejor lounge desde hace años. Confieso, ver atardecer en la terraza mientras un DJ acompaña con buena música y bebemos unos ricos tragos es demasiado extasiante. De hecho, regresamos a los cerros, reservamos una cena en el Restaurante Turri y luego descansamos en el hotel. Sin embargo, no me acuerdo del detalle, pero claramente lo pasé bien.

Último día en V&V y la despedida no podría ser mejor. Volvimos al restaurante C para disfrutar un panzotti de masa con aceitunas amargas relleno con zapallo camote y salsa cremosa de queso azul (algo maravilloso) y un  ravioli de pasta de espinaca y centolla, todo lo cual acompañamos con una buena botella de carmenere De Martino 347. Tras los cafés, debíamos regresar a Santiasco.

Unas pequeñas vacaciones, con eternos e inolvidables disfrutes. La cacería de graffitis la publiqué en krrtrekking.cl y están muy lindos.

 

Fomingo : inventando disfrutes

No soporto un día fome, así que en el momento que desperté (a mediodía), me dispuse a sacarle buen jugo al día, a pesar del calor espantoso de Santiasco y a la ausencia de cierto ser que añoro.

La verdad es que tenía presupuestado ir al Salto de Apoquindo, camino a Farellones, un trekking prometedor, pero no tuve transporte. Bueno, siempre tengo plan B.

Partí con un delicioso paseo al cerro San Cristóbal en bicicleta, esas dos horas y fracción son un extraordinario reencuentro con la belleza de este cerro de la capital. Poca gente, mucho extranjero. Forcé la marcha para sentir el cerro y de paso saber como me encontraba tras varias semanas sin practicar este paseo. Lamentable, me cansé como bestia, pero hace tan bien que fue un disfrute como siempre. Veinte minutos a la cumbre, mote con huesillos, que en esta ocasión se transformó solo en jugo de huesillos (dos para ser exacto), ruta hacia Antilén, luego a la Pirámide y otros caminos posibles. El cerro San Cristóbal es delicioso, se puede disfrutar de muchas formas y por diversos caminos.

Una bajada de locura y con riesgo vital, cometí un error a 54 Km/hr y casi me caigo, me salvó el instinto, ese que me dice mantén la calma, no va a pasar nada. Vaya susto, fue grande.

Una rica ducha y salí a pasear por los museos de Santiasco. MAC del Parque Forestal, cerrado. Museo de Bellas Artes, maravilloso, siempre con sorpresas. La muestra de la prolífica obra arquitectónica de Rogelio Salmona. Este artista colombiano con 50 años de trayectoria magnífica nos deleita con sus creencias virtuosas, espacios disfrutables y sociales, una inteligentísima composición de los volúmenes y de las miradas que asombra, espacio público, espacio democrático. Verdaderamente un genio, capaz de usar la naturaleza respetuosamente para dar el máximo beneficio de utilidad y al mismo tiempo de aprecio por la belleza que interviene.

Otro aspecto delicioso del museo es la exposición de fotografías del Fotoclub, 70 años del Foto Cine Club de Chile, fotos maravillosas, de niños, de paisajes, de rostros, de hermosos desnudos de todas las épocas. Un gran deleite visual.

De ahí, me dirigí, como siempre al MAVI, pero estará cerrado por febrero. En fin, no quedó opción, era hora de almorzar algo rico (por lo demás pasaban las 17 horas). Llegué al Victorino, uno de los pocos lugares de Santiasco, que atienden un domingo por la tarde y hay chef disponible.

Pedí un Mahi Mahi (que delicioso pescado caribeño), finamente cocinado y tostado, servido con pastelera de choclo y hojas de rúcula, acompañado de un delicioso pinot noir a la temperatura precisa. La música del local estuvo fantástica y la casi soledad también. Exquisito, fue un almuerzo notable solo acompañado por mis lecturas de Eckhart Tolle. El único reproche al chef es que debió hacer más dulce la pastelera para crear el contraste profundo con la carne del pescado. Solo un detalle.

En fin, a pesar del calor, Santiasco se puede disfrutar.