La Percanta : una oferta sabrosa

En el mismo lugar en donde existió el excelente restaurante Amorío y posteriormente varios emprendimientos gastronómicos fallidos, se ha instalado una Parrilla Bar que verdaderamente promete. De la mano de los mismos dueños del Ciudadano, Ciudad Vieja y el Mamboleta (un bar muy chic, del cual no he escrito antes), hoy fui a disfrutar a La Percanta.
Llegué bastante temprano como para mis habituales cenas, pero había tenido un día muy agitado y solo había comido sándwiches. Añoraba una mesa bien puesta, un buen servicio y sobre todo buena comida.
El sitio se presenta muy elegante con bastante personal a bordo y una notoria dedicación al servicio. Partí revisando en la carta algo sabroso para la entrada y rápidamente me entusiasmé con un Chorizo artesanal, el cual acompañé con una Vaina. Por los parlantes se escucha una selección excelente de tango electrónico, muy apropiada para un sitio de toques argentinos.
A la mesa llegó una base de madera con una placa metálica muy caliente en donde reposaban unos cortes de chorizo de fantástico aroma y mejor sabor. Los comienzos estaban a la altura de mis expectativas.
El mozo que tomaba notas de mi elección para plato de fondo, me interroga acerca de que nos conocemos y efectivamente era así, tras indicarme que atendía en El Camarón de Gorbea, nos reconocimos. Es grato y sorprendente que un mozo recuerde a los clientes. Tras ese detalle, procedí a requerirle una Pamplona de cerdo, es decir una rica malaya rellena con queso mozarella, jamón pierna y pimientos rojos, un plato que merecía un acompañamiento especial, mi elección fue una Milhojas de papas al romero. De la carta de vinos, seleccioné algo especial, un Mourvedre de Santa Carolina Specialities Wild Spirit.
Nuevamente, usaron una base de metal ardiente para traer los dos hermosos trozos de pamplona y en otro plato la aromática milhojas con ramitas de romero. Una cena lenta y sabrosa con la deliciosa compañía de ese vino que sospecho es perfecto para el plato.
Contento con lo disfrutado, me animé a pedir un postre y el amaretto expresso creme brulee que pedí estaba fantástico. Definitivamente la creme brulee puede contaminarse virtuosamente con otros sabores y quedar especialmente rica.
El cierre acostumbrado con un café ristretto, me dejó con ganas de volver a este buen lugar de parrilla y carnes deliciosas.

Krrtrekking en Bogotá : una semana de disfrutes

Este viaje lo planifiqué en enero en una noche que sentí nostalgia por viajar. No tuve tiempo de chequear muchas cosas, pero aseguré la más relevante, un hotel boutique en el barrio La Candelaria en el casco histórico de Bogotá llamado Muisca, una hermosa y antigua casa remodelada para constituir un verdadero museo histórico. Una belleza ubicada en la calle más empinada de la ciudad, no en vano la calle 10 es conocida como la Calle de la Fatiga o la Calle del Calvario. No pude evitar reminiscencias del viejo Valparaíso. Llegué bastante avanzada la tarde y tras instalarme, pedí un plano de la ciudad para poder ubicar donde realizar cambio de monedas y poder cenar algo rico. No me fue bien con el cambio, pero encontré un sitio de comida mexicana en donde, tarjeta mediante, podría cenar. Un síntoma, es difícil conseguir lugares que acepten tarjetas de crédito y más aún, que tengan vino, algo que corroboraría más adelante. El restaurante Enchiladas, me permitió beber un cuba libre decente  con unas quesadillas con frijoles y luego un delicioso taco pastor.

El primer contacto visual con la ciudad me sobrecogió, hay edificaciones del 1600 en muy buen estado de conservación y funcionales, además quedé sorprendido con la limpieza, debe ser la ciudad más limpia que he conocido en 30 años. Impecable!!

Tras una noche de descanso y un abundante desayuno en una de las terrazas de mi hotel, en donde disfruté unos huevos revueltos con tomate y cebolla muy ricos además del café con leche, fruta y pan; decidí partir el recorrido en el formato que acostumbro, caminando y con mi cámara fotográfica en formato de caza de graffitis.

Recorrí la Carrera 7 desde la calle 5 (la ciudad se mapea en Carreras y Calles, lo cual hace muy sencillo ubicarse) para encontrar las dependencias del gobierno, la mayoría de los edificios institucionales relevantes y tras unas 20 cuadras, el fantástico Museo Nacional y el Parque Metropolitano. Fascinante la belleza de las mujeres colombianas, es definitivamente algo imposible de evitar notar. Carrera 7 es además una calle que se cierra al tránsito vehicular y se constituye en varias decenas de cuadras de ciclovía y paseo peatonal, un gran acierto.

Regresé hacia el centro en búsqueda de un restaurante que aceptase tarjetas de crédito ya que siendo domingo no era factible realizar cambios de moneda. El restaurante El Corral, en formato muy internacional, me permitió disfrutar una limonada de coco, luego un petit filet con papas en espiral y acompañar con una botella de Malbec argentino 2011 La Linda. Una combinación estupenda para mi primer almuerzo en la ciudad, que cerré con un buen café negro.

Al siguiente día, cambié a la terraza superior del hotel el momento del desayuno, lo cual me permitió una vista preciosa de la enorme ciudad. Ahí constaté que sus dimensiones eran muy desafiantes y que tendría que esforzarme más en mis caminatas si quería conocer lo que interesaba. Temprano inicié mi caminata desde Carrera 1 con Calle 10 con el objetivo de llegar a Carrera 11 con Calle 82, en medio del Barrio «Rosa», algo así como Isidora Goyenechea en el Barrio El Golf de Santiasco.

Fue una caminata llena de detenciones pues encontré una gran cantidad de buenos graffitis que registré para la posteridad. Cuando logré dar con el restaurante Andrés Carne de Res, muy recomendado por amigos, di por cumplido mi primer hito. Un restaurante con un formato de club nocturno, aislado de la luz solar, con una muchachada divertida en la atención de las mesas, demasiado turístico y al estilo yanky. Sin embargo, la carta es un prodigio de ofertas presentadas en un formato cercano al comic. Quedé instalado en la zona del local llamada Lujuria, y una pelirroja preciosa (Karen) fue mi anfitriona junto a su joven compañero. Cansado y sediento, partí con una buena cerveza colombiana y un Patacón con queso y hongos. Para los fondos, una punta de anca en salsa de vino acompañado con unos tomates rellenos de puré de papas. Acompañé con una botella de un ensamblaje argentino Vistalba 2007. Evité consumir vino chileno, muy abundante en la oferta, ya que no tenía sentido, a pesar que habría estado excelente.

El plato lo sirven en una fuente de metal caliente por lo que chisporroteaba de manera impresionante. Afortunadamente lo tienen previsto y me pasaron un delantal de papel sin el cual habría quedado lleno de aceite. La carne esta sabrosa pero demasiado fibrosa lo cual fue un desafío a mi dentadura y paciencia.  Para el postre unas ricas brevas y por supuesto el cierre con un café ristretto.

Regresé caminando nuevamente zigzagueando entre las calles para atrapar más vistas y graffitis del entorno, lo cual me tomó varias horas. Tiempo adecuado para llegar a un happy hour en que disfruté un mojito mientras revisaba el día vivido.

A estas alturas de mi periplo, caí en la cuenta que muy poca gente fuma y que en la totalidad de los restaurantes está prohibido fumar, algo muy parecido a lo que recientemente se instituyó en Chile. Aparentemente hemos imitado algo más que el TransMilenio colombiano. Cabe destacar que en las calles en que circula locomoción colectiva (Avenida Caracas por ejemplo) el aire es francamente irrespirable, por lo cual es muy agradable que existan calles solo peatonales y con ciclovías.

El siguiente día, martes 9 de abril, se realizaba una marcha por la paz la que debe ser la multitud más grande que he vivenciado en mi vida, alrededor de 1,5 millones de personas de todas las edades marchando por las principales calles de Bogotá. Me uní naturalmente a este clamor que además se desarrolló en la más absoluta tranquilidad y alegría. Impresionante demostración de civilidad y que fue coronada con algo ejemplar. Al terminar la manifestación, cuadrillas se desplegaron por todas las calles realizando limpieza lo que permitió que esa misma noche no quedaba huella de la basura que naturalmente queda tras el paso de tanta gente. Mezclado en la muchedumbre me fui acercando a los lugares que yo quería conocer. La primera parada fue el famoso Museo del Oro tras haber visitado la Casa Museo Quinta de Bolivar, una pequeña hacienda en que vivió el Libertador. El almuerzo fue en un exquisito sitio llamado Andante Ma Non Troppo, un lugar de pastas deliciosas en el cual disfruté un plato de spaghetti a la putanesca con unas cervezas negras colombianas. Esa tarde, descansando un rato en mi habitación, escuché parte del discurso presidencial ante la multitud en marcha, un texto en que se apologizaba a la policía y el ejército como garantes de la paz. No pude evitar el sarcasmo. Esa tarde conocí un lugar de jazz, llamado La Hamburguesería, aunque solo los viernes hay tocata en vivo, la selección musical que se escucha es fantástica. Un buen happy hour, mientras observaba los blancos muros con posters de Duke Ellington, Thelonious Monk, Billie Holiday, Miles Davis y John Coltrane. Tod eso terminó por darme mucho hambre y pedí una hamburguesa de la casa con salmón ahumado, queso crema, roast beef, papas criollas, tomate y lechuga junto a un mojito delicioso. Buen cierre de un emocionante día.

El siguiente día, merecía un desafío mayor y éste sería el ascenso al santuario del Monserrate, una basílica ubicada en la cumbre de un cerro a 3.200 msn de altura. Un sudado paseo que me tomó 45 minutos de ascenso para obtener una vista envidiable de la ciudad. Gracias a mis salidas habituales con mi Club Los Malayos, tengo el estado físico adecuado para estas subidas, pues me sorprendí con la cantidad de gente en estado de fatiga extrema que encontré en el camino. En todo caso es como subir el cerro San Cristóbal pero desde una cota en 2600 msn. Un paseo genial!!!

Bajé del cerro para seguir mi cacería de graffitis hasta que el hambre me venció y encontré un interesante lugar de nombre mapuche, el restaurante Kutral, cocina de autor de un famoso chef en donde disfruté una exquisita cerveza artesanal Las 3 Marías roja, un churrasco en croute de champignones al ajillo y chutney de mango acompañado de puré de papas, chorizo y focaccia. Una media botella de Malbec Norton mendocino del 2009 completaron el disfrute.

El siguiente día lo dedicaría a los museos, ya que hay muchos en Bogotá. El primero fue el Museo de Arte Colonial donde aprendí algo sorprendente, Haití fue el primer país en independizarse de sus colonizadores y miren como está hoy. También, constatar que Inglaterra, Portugal, Francia, España y Rusia durante mucho tiempo se repartieron el mundo a su antojo y que aún en nuestros días siguen existiendo colonias. A continuación el Museo de Trajes Regionales de Colombia, el Museo de la Independencia o mejor llamado la Casa del Florero. Impresionantes muestras del esplendor de las castas dueñas de nuestros países y su influencia en la cultura local. Finalmente, la historia que conocemos de nuestros terruños está íntimamente ligada a la vinculación con los colonizadores y sus formas de división del trabajo.

Por la tarde, un merecido cóctel en el restopub El Corral, con un chocolate Martini, una mezcla de vodka, vainilla y chocolate, mientras observaba a una hermosa morena que chateaba en soledad en forma frenética hasta que llegó al encuentro su amante. Pronto decidí que era mejor idea volver al lugar de jazz que había descubierto. Sigo pensando que éste es un lugar extraordinario, espacioso, tranquilo, con una música fantástica y una oferta llena de sabores inolvidables. Este día partí con una cerveza negra para acompañar pronto una hamburguesa árabe, vegetariana completamente, con falafel, hummus y tabulé, acompañada con papas francesas.

Dado que mi primera incursión al barrio rosa fue puntual, el siguiente día en Bogotá, fue dedicado a recorrer esta oferta turística. Siento algún recelo en hacer esto, pero me da un punto de comparación con otros países y por lo demás, material para conversar con quienes visitan solo eso en sus viajes al extranjero. Así como pensé que era muy parecido al Barrio El Golf, hoy concluí que era una mezcla con el Barrio de Alonso de Córdoba y Nueva Costanera. No falta ninguna tienda internacional relevante como tampoco las presencia de mujeres bellísimas en acto de consumismo desatado. Algo novedoso es la gran cantidad de casinos de juegos, casi uno por manzana, lo cual muestra la evidencia de mucho dinero (y quizás lavado de éste). Los malls son iguales a los que estamos acostumbrados a ver en todas partes, con preponderancia de jóvenes y bellas nínfulas consumistas. La diferencia que puedo hacer notar es la exacerbada seguridad, ningún vehículo ingresa al estacionamiento del mall o de un edificio público sin una revisión exhaustiva de un guardia y un perro caza explosivos. Algo similar ocurre en museos en que jamás pude ingresar sin una revisión de mi pequeño bolso en donde porto lo básico para atender mis krrtrekkings. Es grosera la obsesión, aunque probablemente tiene que ver con la historia colombiana.

Almorcé en La Esquina de la Mona, un sitio normal pero con buena sombra para un cálido día. Una pechuga de pollo con miel mostaza rellena de jamón y queso acompañada de papas criollas, tras haber consumido unas empanaditas bogotanas exquisitas. Para acompañar solo conseguí una helada cerveza Club Colombia negra. Destiné el resto de la tarde para hacer unas pequeñas compras para regalos.

Mi último día, partió temprano, tras desayunar realicé checkout y dejé mi mochila en custodia. Salí a visitar el museo militar solo para saber algo más de este curioso país.  sabían que Colombia participó en la guerra de Corea?. Una guerra de USA llena de matanzas horrorosas de civiles que nadie podría sentir orgullo de haber sido parte.  Visité para limpiar mi aura el Museo de Arte Moderno, un edificio de 4 plantas muy bien dotado con piezas de arte geniales. Me reconforté con los humanos!!

Mi último almuerzo lo hice en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, mientras revisaba mis notas de este krrtrekking exquisito. Ahí tuve ocasión de interrogar a la bonita moza que me atendía acerca de porque las chicas alisaban el cabello. Sorprendentemente, la gran mayoría de las colombianas lo hacen porque de alguna manera olvidan el paso de la mezcla de razas milagrosas que les da su belleza inigualable.  Europa, África y los indígenas colombianos se mezclan para ese todo delicioso, sin embargo ellas tratan de borrar parte de ello. El dato freak es que en algunos lugares de trabajo se lo exigen!!!

Un gran país, lleno de injusticias milenarias, lleno de abusos institucionalizados, pero con una juventud pujante, preclara y con ganas de hacer algo distinto. Me fui lleno de energía esperanzadora, digan lo que digan, el pueblo latinoamericano cada vez más comprende que esto debe cambiar.

Les regalo mi selección de fotografías de este rico paseo.

 

 

 

 

 

Restaurantes en periodo estival

Hay algo de pereza que me viene con la canícula espantosa de Santiasco, pero debo reconocer que no significa que dejo de visitar sitios gastronómicos ni realizar mis ritos  disfrutables. Por eso, esta crónica es un rápido paso por los lugares que visité una o más veces en casi dos meses extremadamente calurosos y por cierto, muy trabajólicos.

Comencé el 05/02 revisitando El Otro Sitio, gran lugar de sabores probados y buena atención, al día siguiente fui con una entrañable amiga a conocer el Costa Verde en Barrio Lastarria, comida sabrosa pero lenta la cocina y finalmente no muy distinto de cualquier restaurante peruano. La siguiente noche fue el turno de una abundante cena en La Hacienda Gaucha, carnes por cierto y buen vino, algo destacable del lugar. El almuerzo del día 08 de febrero fue con una gran amiga en Le Flaubert, una delicia como siempre.

El día 10 almorcé en la Cevichería Constitución del Patio Bellavista cerca de las 17 horas, atención garantizada en todo horario aunque ya he probado todos los platos (porqué tan breve la carta?). La noche siguiente decidí probar un sencillo pero interesante lugar de sandwiches, me refiero al Dalai Lomo, sabrosa hamburguesa casera y buena cerveza, una buena solución para el hambre desatada. La siguiente cena me llevó al barrio Italia para probar un lugar que casi siempre he encontrado cerrado. Se trata del Restaurador, una clara referencia a las tiendas de muebles viejos del barrio y que teniendo todo para ser un gran lugar, tiene una atención muy deficiente. Un par de días después, el día de los enamorados, tras constatar que a todo el mundo le bajó el amor (teniendo 364 días para demostrarlo), no me quedó opción para mi cena que no fuera el restaurante del hotel Crowne Plaza, el viejo Caruso. Debo confesar con dolor, que nunca más volveré, pues la cantidad de errores del servicio supera con creces mi paciencia.

El día 16 de febrero re-visité el exquisito Squadritto para servirme una buena pizza acompañada de buen vino. Un lugar cumplidor a pesar de los años que tiene. El domingo 17/02 fui por un plato conocido al restaurante Le Fournil, ya que a la hora que regresé de mis paseos en bicicleta cazando graffitis no me quedaban muchas opciones, excepto las del Patio Bellavista. Al sábado siguiente, me pasó algo similar y terminé almorzando en el Zocca Pasta & Pizza. El domingo 24/02 tras mi tour de museos, mi krrtrekking favorito concluí el periplo almorzando (casi cenando por lo tarde) en La Junta del Boulevard Lastarria. Razonable atención y sabrosa cocina aunque claramente falta una clase de vinos a las chicas, me da pena como abren una botella y la sirven sin ningún conocimiento.

Lo siguientes días pasé por La Casa de la Luna Azul y el Cafetto, nada que comentar hasta que el 01 de marzo regresé a Esquina de Dioses, para almorzar en mi primer día de vacaciones en dos años, un lugar delicioso que espero continúe por largo tiempo. De regreso de mis vacaciones por el sur, el día 13 de marzo, cumpleaños de mi gran amigo Eric, lo celebré en su ausencia con una cena en el peruanísimo Olán, un imperdible en comida peruana.

Los siguientes días pasé por una Piadina en PezToro, gran lugar del barrio Lastarria, un exquisito rumano a la italiana en la Fuente Alemana el día 19 de marzo y una cena inolvidable en la inmejorable terraza del CasaLuz la noche siguiente, solo comparable con la terraza preciosa del extraordinario restaurante Capperi en el Barrio Italia en donde cené la noche del 22 de marzo.

En fin, pereza de escribir mis crónicas pero jamás de disfrutar!!

Salvador Cocina&Café : una sorpresa en el centro de Santiasco

En medio del centro aparece este sencillo pero delicioso lugar que he tenido la fortuna de visitar un par de veces gracias a un amigo que entiende mi afición por buscar filetes. Un concepto de pequeño mercado con muchas delicias naturales y una atención impecable. Me dió mucho gusto reconocer a un mozo quien ha estado antes en el fantástico Ambrosía que ya abandonó el centro y en el Le Fournil en Patio Bellavista, a quien agradezco su siempre bien cuidado servicio y cordialidad.

El lugar es pequeño pero el servicio es muy rápido, lo cual sorprende ya que los platos que ofrecen de bastante elaborados y en muchas ocasiones sorprendentes. Para los almuerzos hay entrantes, fondos y postres que cambian casi todos los días y por si fuera poco, inscribiéndose en su página facebook es posible asistir a una sesión de cocina nocturna que ya me tiene tentado, 14 personas disfrutan las preparaciones del chef.

He tenido la ocasión de probar por la tarde unos jugos increíbles de té helado y especias acompañando unos paninis descomunales y sabrosos, también he almorzado una brusqueta de campo de entrada seguida de un quiche de pimientos y un postre de torta de berries excelente, siempre acompañado de un buen té helado que con estos calores santiasqueños se transforman en una bendición.

Genial propuesta, renueva las posibilidades del centro a la hora de tener que almorzar o salvar el día a media tarde.

Peumayen : fusión ancestral y gourmet deliciosa

Caminando en busca de un sitio en donde almorzar tarde tras un rico paseo a la precordillera, encontramos un nuevo restaurante en un sitio que solía ser una oficina en el barrio Bellavista. Hace un par de semanas abrieron a público aunque no cuentan aún con la patente de alcoholes, pero ello no fue obstáculo para disfrutar una de las mejores propuestas gastronómicas del último año.

Una gran casa de dos pisos a la cual dejaron los ladrillos a la vista en un toque rústico, recuperaron las buenas maderas y añadieron más para crear un territorio de sutil elegancia pero manteniendo esa reminiscencia de lo simple y autóctono. La música claramente étnica, con mucho condimento sureño y aires mapuches. De hecho, el vocablo Peumayen significa «lugar soñado» en mapudungun.

Un tarde con una temperatura de infierno nos hizo elegir sin dudar la terraza interior, un acierto delicioso pues tenía sombra y una escurridiza brisa que acompañada con un refresco a base de chicha morada y menta, poco a poco nos permitió comenzar a disfrutar. Con tanto calor además pedí un jugo de sandía, pera y algo más todo muy helado, impagable la sensación de frescura.

Muy bien atendido por un muchacho que mientras elegíamos nuestros platos, trajo unos appetizer de atún sellado y pera y luego nos hizo llegar la panera, que por cierto mas bien parecía una muestra de degustación con muestras de todas las regiones de Chile incluyendo Isla de Pascua. Ahí comenzamos a sorprendernos, recién comenzábamos el almuerzo y ya habíamos disfrutado muchos sabores además muy bien presentados.

La entrada fue en formato de degustación, pequeñas porciones con delicados sabores y toques de finas hierbas, una verdadera construcción artística y de inolvidables sabores. probamos desde un roast beef, pasando por una lengua de cordero, un anillo de conejo y hasta pulpo apanado usados como base de unas refinadas y pequeñas muestras de sabores chilenos.

Para los fondos elegimos una merluza austral con costra de cilantro y avellanas sobre un guiso de jaiba y para mí un salmón sobre una pastelera de choclo y una suerte de pebre con trozos de frutillas. Antes de llegar estas maravillas, el mozo nos hizo neutralizar los sabores con unas bolitas de hielo con trigo y naranja, perfecta sensación.

Como una atención del local, nos regalaron una copa de vino, ya que no pueden venderlo aún, pero se agradece la delicadeza y nos quedó claro que el chef, uno de los dueños del local, sabe crear experiencias disfrutables en sus clientes.

Al terminar nuestros fondos, nuevamente nos deleitaron con ese sorbete de trigo y naranja para neutralizar sabores, mientras ordenábamos el postre, otra degustación de sabores de todas las regiones del país. Pequeñas porciones de helados diversos incluyendo uno de sandía, plátano frito con quinoa pop, un bombón de chocolate, chapalele con chancaca, un postre pascuense y un galletón exquisito. Un verdadero festín de sabores que acompañamos con una cafetera al estilo francés para ponderar el negro café que cerró nuestra fantástica incursión en este lugar.

Saliendo del lugar, conversamos con el chef, un robusto argentino (curioso que cocine comida ancestral chilena y tan bien) quien nos habló muy orgulloso de su emprendimiento y que nosotros estamos seguros les debería ir muy bien.

 

Pinpilinpausha, siempre una gran opción

Después de disfrutar un gran filete de teatro del Santiago a Mil, nada es mejor que ir a un restaurante a conversar y disfrutar. Esta noche fue una de esas ocasiones y tras abandonar el teatro nos fuimos a buscar un buen lugar en el barrio Isidora Goyenechea. Tras descartar  los lugares bulliciosos, los cargados a la fritura y los feos (siempre hay), concordamos que sería bueno comer a la española.

Como teníamos declarada hambre, debíamos consumir una buena entrada. La elección fue sencilla, Locos con mayonesa y salsa verde y un plato de Camarones crocantes envueltos en zuccini y salsa thai. Una maravilla que disfrutamos con los tragos de aperitivo!!!

Pära los fondos nada mejor que un  Filete vacuno con salsa oporto acompañado  de papas fritas y un Spagheti a la española, un plato de fideos con queso manchego jamón serrano y champiñones, ambos deliciosos!!

Acompañamos el deleite con un Cabernet Franc Valdivireo 2008, una amplificación virtuosa de los sabores de nuestra cena. Qué rico!!

Para los postres, dudamos en la oferta pero finalmente salió un Sorbete limon de pica y una Luna Llena (drambui, helado vainilla y jugo naranja que solo esperaban el cierre con unso buenos Cafes negros.
 
Buena cena y excelente servicio en este recorrido lugar.

Celebrando cumpleaños en Confitería Torres

Un amigo con más de 20 años de amistad es algo que hace necesario celebrar su cumpleaños y como corresponde elegimos un lugar filete para almorzar juntos y aprovechar de conversar harto. El lugar elegido, la deliciosa Confitería Torres, el clásico del centro de Santiasco y también de esta celebración. Me sorprendió la cantidad de gente que ocupaba el lugar, de hecho, debimos esperar por una mesa y es primera vez que me ocurre en este lugar.

Partimos con unos Kir Royales mientras cada cual se entusiasmaba con alguna de las delicias estándares del lugar. Bueno, no hay donde perderse, el cumpleañero se fue con un filete a la pimienta acompañado con un puré de garbanzos y yo elegí mi eterno preferido, el filete al cilantro acompañado de una pastelera deliciosa. Cómo si fuese un deja vu, nuevamente nos encontramos con mi amigo de montaña con quien nos dimos un gran abrazo y me recordó que hace un año que no visitaba este lugar.

Para acompañar estos deliciosos platos, encontré en la carta un filete. Se trató de un Doña Paula Malbec 2008 de Mendoza que resultó una sorpresa deliciosa y que nos sirvió para brindar por tantos años de amistad.

Para los postres, me fui por una delicia tradicional chilena, un Huevo chimbo mientras mi compañero eligió un Turrón de  almendras. Postres maravillosos que fueron bien acompañados por el Café, aunque mi amigo toma café instantáneo, lo que en mi opinión jamás sed compara con uno de grano que destila bien negro su sabor como corresponde.

Gran almuerzo de celebración, hace tiempo que no podía dedicar un tiempo a quebrar una jornada laboral extenuante con algún disfrute prolongado.

 

Cenando en Nolita : una experiencia exquisita

Desde agosto que no regresaba a este rico y ecléctico  lugar del boulevard  Lastarria 70, pero ya era hora de regresar. Por tratarse de un día de semana en que pocos salen a cenar, no hice reserva y corrí el riesgo. Estuvo bien, había espacio y precisamente en la terraza, algo que me gusta especialmente en estos días y noches calurosas.

Cómo es habitual en este sitio, inmediatamente pedimos dos copas de espumante, el aperitivo por antonomasia y comenzamos a revisar la interesante carta para buscar algo novedoso. Mi acompañante seleccionó un Tortelloni Nolita, esto es, un tortelloni relleno con ricotta batida huevo pochado junto a una  suave salsa de crema y vino blanco con aromas a laurel. En cambio, yo preferí el Lechon mediterráneo compuesto por medallomes de lechón en cocción lenta con salsa de tomates,  aceitunas, pimentón rojo, zapallito italiano, cebollas, berenjenas y trozos de papas aderezado con aceite de olivas y tomillo. Unos platos fantásticos y que además preparan en un tiempo increíblemente breve.

Para acompañar nuestros platos, elegí de la carta de vinos un Toro de Piedra. un ensamblaje de Syrah y Caberbet Sauvignon, delicioso!!. Una cena impecable que disfrutamos lentamente bajo las estrellas.

Para los postres Caramel  y un Ciocolatino, además del café negro de siempre. El Nolita es una apuesta segura!!.

Diversitas : la nueva cara de El Templo del Inka

Paseando por calle Seminario esta noche encontré un nuevo restaurante peruano, una tentación irresistible para mi cuerpo. Instalado en el sitio, muy acogedor y espacioso, me informé que era una nueva versión de un viejo conocido, el Templo del Inka, un sitio que me trae lindos recuerdos.

La casona corresponde al antiguo local del Barcelona, el cual fue intervenido fusionando estilos con buena música y una llamativa  y enorme pantalla proyectada  con imágenes y mensajes en portugués, español e inglés.

Instalado en la generosa terraza, partí con mi botella de agua mientras repasaba la carta en busca de algo especial. Gran cantidad de platos que fusionan sabores peruanos y que sospecho provienen de un creativo chef.  Tomé la decisión de mi cena cuando encontré un pulpo en salsa anticucho y lo acompañé con un pinot noir Viña Mar del valle de Casablanca, una combinación realmente deliciosa.

Cené lentamente disfrutando la agradable brisa nocturna y la música de buen acompañamiento. Tras un café bien negro, decidí regresar a casa ya que la hora avanza demasiado rápido.

Se anota un nuevo lugar para disfrutar comida peruana.

Carrer Nou : exquisita cocina mediterránea

En el lugar donde por muchos años estuvo el restaurante Tante Marlen, se instaló hace un tiempo un sitio que esta noche quería visitar. Algunas intervenciones en la presentación, iluminación y un refuerzo de usos en el patio, le dieron a esta casona familiar un interesante y acogedor ambiente para disfrutar. Mis anteriores visitas al local alemán siempre estuvieron marcadas por la buena atención y el caracter estrictamente familiar que me recordaba esos deliciosos tiempos en que vivía mi abuela. La nueva cara, tiene mucho de modernidad y sencillez, algo que se agradece además de un ritmo propio de un local familiar.

Instalados en el patio, algo adorable en esta época, partimos con las botellas de agua indispensables para preparar el cuerpo para disfrutar algo rico. Por mi parte me aventuré a probar un mojito con ron sabor manzana, una interesante combinación.

Solicitamos un ceviche griego, una delicia con camarones, queso de cabra, tomatitos, cebolla morada y una dosis de jenjibre. De la carta de vinos, nos acompañaría una botella de La Linda malbec para disfrutarlo con una pizza tricolora, pomodoro, mozarella, tomate, albahaca y  queso cabra

La exquisita noche, se consumió en buena conversación mientras disfrutamos esta cena, a la cual añadimos postres (cheesecake de roquefort con nueces y crema catalana) y buen café negro cuando la hora excedía los límites.

Exquisito lugar, bien merece retornar.