Almorzando en Pachamama : gran placer

Ha pasado un poco de tiempo desde mi última incursión a este rico sitio peruano. Sabía que si volvía tendría placeres especiales y hoy era un buen día para ello. Caminamos hasta el lugar, necesitaba caminar después de estar postrado un par de días con una gripe maldita que me quitó gran parte de mi energía. El sol y el ejercicio son una buena terapia para recuperarse y lo debía practicar.

El lugar muy lleno, me sorprende como la gente descubre los buenos sitios y me convence que el boca a boca claramente funciona, habiendo tanta oferta de comida peruana, no deja de ser sintomático que se llenen los mejores. Bien por la gastronomía!!

Conseguí con bastante rapidez una mesa (a pesar de todo) y partimos con unos pisco sours peruanos acompañando el ceviche de la semana. Interesante concepto, cada semana el chef inventa un ceviche para deleite de todos. Yo estaba entusiasmado con el último que probé, un ceviche tropical,  pero me dejé seducir por la oferta del momento, un ceciche de reineta, cebolla morada. calamares, camarones, palta, champiñones y todo lo que lleva un buen ceviche peruano. Exquisito.

Un poco urgidos por la inexperiencia del joven mozo, quien quería saber pronto cual era el pedido completo, terminamos por pedir un lenguado a lo macho (lenguado al vapor, con vino blanco y salsa criolla con mariscos y acompañados de arroz) y mi plato, una causa de atún con camarones al panko, una delicia acompañada con salsa de betarragas.

Pedimos un  especial pinot noir de Montes reserva 2009, que mantenido en su cubeta de agua y hielo fue una gran compañía para este rico almuerzo. Muy conversado y divertido, devoramos los ricos bocados de comida peruana que nos llenó de benditos placeres.

A la hora de los postres, yo me fui presuroso por un crocante de mango, mientras acompañábamos con buen café negro.

Estuvo muy rico, el Pachamama, es un gran lugar!!!

Cansado, pero cenando rico en Guria

Este es un sitio que nunca me ha decepcionado, no solo es rica la comida sino que te atienden bien, como esperas que se haga cuando vas a cenar afuera.

Comer no solo es un placer que disfruto como pocos, también es una terapia anti stress, un delicado tratamiento que debe ser practicado por especialistas. La Cenatarepia, es una disciplina que pocos restoranes califican y debería haber alguna certificación disponible para poder distinguirlos adecuadamente.

Cansado, muy cansado, llegué a Guría y me instalé en el segundo piso, mi lugar preferido. Pedí un kir royale para comenzar a disfrutar. De la carta me pareció pertinente un sabor potente para partir, así que unos camarones Mar y Tierra venían de maravillas. Un pote de greda muy caliente, conteniendo camarones ecuatorianos salteados en aceite de olivas, champiñones, jamón serrano, ajos malientencionados  y ají cacho de cabra. Una delicia que bien merecía dedicación para devorarla con fruición.

Con lentitud estudiada, me puse a elegir mi plato de fondo y el vino de rigor de las cartas enfrente de mí, el resultado fue unas chuletas de cordero al ajillo, un plato de chuletitas a la  plancha marinadas al ajo, aceite de olivas y  perejil, acompañadas de unas papas bravas, (papas salteadas al merken), todo servido en un plato de fierro fundido extremadamente caliente.

El vino fue otra osadía, ya que encontré en la carta un malbec mendocino, Requinoa Puerto Viejo  reserva del 2006 que, de verdad, cumplió todas mis expectativas, aunque estoy seguro que en algún concurso no sacaría mucho puntaje. Es tan subjetiva la valoración de los vinos que depende de tantos aspectos circunstanciales que no puede hacerse escuela.

Para los postres, requería urgente algo dulce y un buen celestino con manjar y salsa de naranjas venía perfecto y especialmente acompañado de un café negro como a mi me gusta.

Si bien el local estaba lleno, el mozo que normalmente me atiende, me hizo sentir único, algo que se valora mucho ya que no me gusta esperar y los ritmos los evalúo permanentemente. En realidad fueron tres mozos los que me atendieron extraordinariamente, incluso con uno de ellos tuve un diálogo muy divertido, pues mientras yo leía noticias y cuanta cosa me llega a mi Ipad, creía que yo leía un libro y eso fue tema para un buen rato. En realidad, los libros sigo prefiriéndolos de papel (con texturas y olor), y La Economía Azul de Gunter Pauli, va junto a mi ipad para no perder tiempo.

Rica cena, me hubiera gustado disfrutarla con ese amor que nunca olvido y que espero no ver nunca más.

La gran ola : nuevo sitio de comida nikkei

Con menos de tres meses de existencia, este lindo lugar del barrio Condell que describí en cleta hace un tiempo, se presentó como una excelente opción en mi búsqueda marciana, es decir, búsqueda en martes de invierno juliano

Esperaba que estuviera lleno, pero me sorprendí con un local vacío, debo reconocer que hay limites culturales torpes y uno de ellos es suponer que si se aleja más allá de Bilbao, puede ser peligroso. A mi me gusta investigar y asumir riesgos, por lo que cruzar algunas lineas «rojas» me viene muy bien.

El local es estupendo, bonito diseño, extraordinaria música, buena atención y sobretodo es una opción que busca diferenciarse del resto y eso la hace power.

Mi cena partió en la terraza (tiene un excelente y acogedor comedor, pero hoy quería tener la libertad de fumar) con un rocoto sour (muy peruano) con un ceviche nikkei, nombre ampuloso para un ceviche que además del pescado del día posee unos deliciosos cortes de pulpo, calamares y camarones. Una combinación extasiante y en un tamaño muy adecuado para permitir seguir el disfrute con otro plato.

Un patio precioso, techado con lonas, con árboles frutales, unas lámparas japonesas maravillosas, lindas cortinas,  y acompañado de la exquisita música lounge que emerge de los parlantes. Me sentí a mis anchas, este lugar maneja con inteligencia los placeres.

Desocupado de mi exquisita entrada, me dispuse a gozar mi plato de fondo, un maki es decir, un Ebi huanca  Maki. Traducido para todos, un sushi a la peruana, camarón tempura con palta, cebollín y salsa huancaína (que rico). Todo lo cual acompañé con una botella de Leyda Pinot Noir 2010, un rico vino de la zona de San Antonio (gran terroir del pinot noir).

El piso de madera y las lámparas de papel, me recordaron la ópera de Madame Bovary de Flaubert, pero estoy seguro que ella no comió tan rico como yo esta noche. Igual, sentí el drama operático, al observar las conversaciones de mozos y cocineros en el local casi vacío. Imagino que a veces es tan difícil conseguir diferenciarse entre tanta oferta y la tendencia cómoda de los chilenos, la mayoría no se atreve a experimentar y hay tanto por conocer!!!

Después de mi riguroso café negro sin azúcar, me alejé del lugar y caminé a casa pensando que la gran mayoría se quedó en cada casa viendo TV, una lástima para el destino de esta santiasqueña ciudad.

Alturas y culturas : Andes e Himalayas, interesante contrapunto

Cuando me llegó la invitación de Gastón Oyarzún a esta charla diaporama que él  iba a realizar en la universidad san sebastián en donde es profesor, me pareció especialmente interesante que alguien con la tremenda experiencia de montaña que posee Gastón, pudiera mostrar paralelos entre ambos mundos. Cabe destacar que Gastón es un excelente fotógrafo, por lo que todo apuntaba a que sería una gran experiencia.

A la hora de la cita, una gran cantidad de personas, sobretodo  jóvenes, en el hall de acceso al auditorio. Un inesperado cóctel se llevaba a cabo e imagino que habrá sido alguno de los incontables amigos de Gastón quien le proveyó este exquisito preludio gastronómico (como lo he visto en otras ocasiones). Unos deliciosos sandwiches gourmet, unas bolitas de chocolate y otros ricos appetizers, que sucumbieron a la velocidad de la luz en la muchachada presente. Tuve la oportunidad de probar casi todo, ya que me ubiqué en el lugar preciso por donde pasaban los mozos con las bandejas, algo que no desaprovecharía ya que a esa hora, ya tengo mucho hambre.

La presentación comenzó con una interpretación deliciosa en una especial  flauta asiática con temas tibetanos y de otras zonas de los Himalayas. Una música maravillosa que hizo que de pronto todo el stress acumulado se disipara y comenzara a flotar en el auditorio, como si nada importara. Extraordinario comienzo, así debería partir cualquier cosa.

Una vez que presentan a Gastón, éste inicia su charla usando como único soporte las hermosas fotografías en pantalla y sus increíbles recuerdos de expediciones a cada uno de esos lugares que mostraba y comentaba en tono reflexivo, mostrando las increíbles similitudes de la geografía, de las razas, de la flora y la fauna, pasando por la cultura y los pueblos. Notable, tanto en los Andes como en el Himalaya, se encuentran casi las mismas identidades culturales, parecidos físicos entre sus habitantes que hacen sobrecogerse, todo lo cual se añade a la especial  filosofía de vida en profunda comunidad con la naturaleza. Imágenes preciosas y un relato sobrecogedor por la belleza de los conceptos.

Totalmente extasiado con lo vivido, no podía levantarme del asiento, pero tuve que vencer el éxtasis para poder saludar a algunas amigas que estaban presentes. Así, tras unas breves conversaciones y un afectuoso saludo al gran Gastón, salí a disfrutar algo rico con una amiga.

Nada más propicio, que cruzar la calle e ingresar al Antojo de Gauguin, uno de mis sitios favoritos. En vez de ingresar por el Patio Bellavista, tan taquilla, lo hice por la entrada que conocí cuando fui uno de los primeros clientes del lugar, por Pio Nono 69, inolvidable dirección.

Elegí la mesa que siempre usaba años atrás y pedí lo que más me gusta, la tabla árabe mixta, una maravilla que no deja de gustarme. Tiene brochetas, rellenitos árabes, falafel y otras delicias que adoro. Algo abundante y apropiado para compartir. Añadí por cierto, una buena porción de hummus (soy adicto a éste) y una apropiada botella de vino, un ensamblaje exquisito. Comentario aparte fue la divertida conversación con Cecilia, dueña y alma del lugar quien tras salir de la cocina, se juntó con nosotros a compartir. Me encanta ella, es exactamente igual a cuando la conocí hace ya bastantes años.

Una cena exquisita que sirvió para comentar largamente la belleza del diaporama Alturas y Culturas que habíamos visto.

Cenando en La Bifería : delicioso placer

Hoy fue de esos días laborales intensos, excesivos y hasta olvidables, excepto que no me voy a permitir cerrar un día de esa forma. Era el momento preciso para ir por un buen disfrute.

Consultado mi estómago, iría por un buen corte de carne y me asaltó de inmediato la imagen de un pequeño lugar que ya había visitado y cuyo solo recuerdo, me hizo apurar el paso. Me refiero a La Bifería, el lugar del «to beef or not to beef», definitivamente ideal para esta noche.

Tratándose de una noche invernal, me instalé en el comedor al interior (normalmente me gusta la terraza) y ordené de inmediato un rico Kir Royale para prepararme. Mientras leía las últimas páginas del libro que me acompaña en estos días (La civilización inconsciente de John Ralston Saul), llegó la panera con trozos de pan y el pote con terrina y cebolla acaramelada, lo cual me agitó el hambre y tras una hojeada urgente a la carta, me quedé con un filete sellado acompañado de un puré con queso y rúcula, para lo cual además pedí una botella de un gran vino que encontré en la estupenda carta de vinos del lugar, un Cordillera de Miguel Torres, un bravo ensamblaje de carignan, merlot y syrah del año 2007. Extraordinario!!

Como la cocina es un poco lenta, fue una gran idea instalarme en una mesa con buena iluminación, ya que la lectura de mi libro me mantuvo paciente en la espera, además de los panecillos que estaban deliciosos. Cuando llegó mi plato, de solo mirarlo y olerlo, me encanté. Todos mis sentidos recogieron el placer de la cena, pues la buena música lounge acompañó cada bocado. La combinación con el vino quedó exquisita y la calidad de la carne, insuperable.

Es una gran experiencia comer en este sitio, incluso a pesar de la lentitud de la cocina porque lo que finalmente llega a la mesa es de una calidad sorprendente.

Volver a este restorán es casi una obligación, es un delicioso placer.

Almuerzo en Vietnam Discovery : cada vez mejor

Por semanas veníamos intentando coincidir las agendas con una gran amiga y poder almorzar juntos, pero como todo tiene solución, hoy sería la ocasión y temprano realicé la reserva en un sitio que hace tiempo no visitaba y que cumplía las condiciones adecuadas, un sitio exquisito y cerca de nuestros trabajos. Me refiero al notable Vietnam Discovery, que visité por primera vez hace más de un año.

La primera sorpresa al llegar, fue que existía una importante ampliación del pequeño y original lugar, un patio techado, luminoso y deliciosamente acondicionado para poder disfrutar de nuestro almuerzo. Recuerdo lo dificil que era conseguir una de las pocas mesas que tenía la disponibilidad original del local, incluso algo claustrofóbica por lo pequeña y ahora con fantásticos espacios disponibles.

Mi querida amiga, aunque no bebe alcohol  igual sabe disfrutar, así que pedí un aperitivo de la casa  llamado Golden Vietnam y ella un jugo, pero le permití probar mi aperitivo para que se vaya educando un poco en otros sabores. Al menos, admitió que estaba rico. Para acompañar pedí nems, como no sabía si le gustarían pedí solo uno por cabeza, pero después del rito de envolver el nem de cerdo y centolla muy caliente en la hoja de lechuga, agregar hojas de menta y untar en esa exquisita y tibia salsa vietnamita (Nuoc Nam), me di cuenta que habríamos podido comer una docena. Estaba exquisito!!

Mientras conversábamos y nos poníamos al día de tanto tiempo sin vernos, pedimos los platos de fondo desde la nueva carta del local. Ella prefirió un Pad viet camarón o Hu tieu xao tom  (fideos de arroz, camarones y trocitos de cerdo y pollo) y yo, goloso, me fui con el prometedor Bo bun cha vio (unos ricos fideos de arroz vermicelli, trocitos de nem de cerdo, cortes de lomo liso de vacuno con cebolla, lechuga, pepino, cilantro, maní y esa rica salsa vietnamita de toques dulzones), lo que no resistí la tentación de acompañar con alguna copa de vino. Aunque la oferta de botellas es bastante buena, hoy preferí por copa y la elegiga fue una rica copa de carmenere.

Aunque mi amiga ya creía que no era capaz de comer más, yo insistí en que no era posible dejar de probar un rico postre. De la simpática discusión ella terminó sirviéndose un creme bruleé con leche de coco y yo gocé un wantan soai, es decir, unos cuantos wantans de mango con salsa de jenjibre y helado de coco. Maravilloso!!!!!!

No podía irme sin un café negro, así que mientras pagaba la cuenta y nos preparábamos a irnos, me lo bebí en un sorbo.

Qué rico almuerzo!!!

Recorriendo barrios en cleta : un pseudodeporte delicioso

Aunque la noche anterior esperaba haber asistido a un espectáculo de danza moderna, finalmente terminé pasando la pena de su fatal y sorpresiva suspensión disfrutando blues en el Pata Negra, aprovechando de comer algunas tapas y beber un buen vino. Pedí un surtido ibérico, una tabla con jamón serrano, chorizo español, salchichón y cortes de lomo embozado. Además unos calamares a la romana con salsa tabasco, para acompañar una botella de carmenere reserva de Las Niñas 2010. Una compensación por lo que no pude ver, pero buena oportunidad para conversar y pasarlo bien.

Dormí con ganas, de hecho desperté tres veces y en dos  oportunidades decidí dormir un poco más hasta que me asaltó el impulso de salir a pasear en cleta. En mi mente se aparecieron muchos panoramas interesantes, así que después de una reponedora ducha, preparé mochila y cleta para salir a pasear.

Ya en mi cleta salí rumbo al cerro San Cristóbal por la entrada de Pedro de Valdivia Norte, una subida marcada por una muchacha hermosa en una  antigua cleta que pasó muy rápido hacia el cerro mientras yo me preparaba en la entrada del cerro haciendo algunas elongaciones (la semana laboral de verdad que deja huellas en el cuerpo, estaba demasiado tenso). Comencé a subir unos minutos después que ella y  pronto comencé a a disfrutar la serotonina y la adrenalina que tiene el desafío del cerro. En las cercanías de la piscina Tupahue la alcancé, pero aunque ya había sobrepasado a tres, ella se alejaba parada en su cleta como si nada. En fin, seguí pedaleando mientras bebía mi botella de jugo isotónico, hasta que la alcancé en el «cuesta de los afligidos», una curva y camino de gran pendiente, que he logrado dominar tras años de subir el cerro. La sobrepasé sin problemas, constatando que era una veinteañera estupenda, pero que nada me detendría hasta llegar a mi mote con huesillos, el premio que obtengo cada vez que subo  el cerro.

Instalado en mi sitio favorito, sequé mi transpiración y luego de comprar mi vaso del «elixir del cerro», me puse a leer el libro que me tiene entusiasmado en estos días -La civilización inconsciente de John Ralston- un ensayo sociológico acerca de la manipulación de la sociedad para la prevalencia corporativista del poder, el individuo inexistente y sin valor a menos que sea parte de un grupo de poder en la «democracia» al estilo moderno y empresarial.

Un buen rato leyendo hasta que el hambre me advirtió que era adecuado ir por un buen lugar para almorzar. Bajé con el vértigo que trae aparejada la pendiente del cerro y me fui hacia el barrio Bellavista, barrio que recorrí por un buen rato hasta llegar al Teatro Mori en donde disfruté de una exposición de fotografía del Fotocine Club. Lindas fotos que disfruté mientras pensaba en donde almorzaría. Seguí pedaleando y me fui hacia la zona norponiente de Santiasco. Pasé por el Centro Cultural Estación Mapocho y me puse a zigzagear entre las calles del sector para visitar la Peluquería Francesa, el boulevard Maturana, el Buenos Aires y el exquisito Juan y Medio de Plaza Brasil, además del Teatro Novedades, todos deliciosas paradas de otros tiempos y que ahora decidí dejar atrás.

Tras muchas vueltas pesquisando nuevos lugares, decidí volver hacia el oriente y en algún punto di con el Parque Forestal, para acercarme al barrio Lastarria. El hambre estaba claramente inflacionado, asi es que decidí almorzar en el Zabo.  En la Plaza Mulato Gil, este lugar de cócteles, sushi y platos peruanos me sedujo lo suficiente como para finalmente detenerme. Partí con un jugo de maracuyá, mientras elegía de la carta un trío de causas como entrada, un plato divino, con tres variedades de causa limeña, camarones, pulpo y anguilas.

Ya embalado en el placer de comer, decidí por un buen vino, un syrah reserva de Chocalán 2008 que sería fiel compañía para mi lomo saltado, un plato peruano delicioso, algo especial en un sitio de sushi que lo emparenta con la comida nikkei. Disfruté mi almuerzo tardío, mientras continuaba leyendo mi libro del momento. La música maravillosa con Diane Krall al piano y voz.

Finalmente, tras un rico café negro decidí volver a casa atravezando el Parque Forestal hasta mis territorios  personales en un paseo que marcó 35 Km de placer.

Buen día de disfrutes!!!

Visitando Zully : divertimento exquisito

Me divierte mucho que un gran amigo me cite a conversaciones de trabajo de vez en cuando, mientras en realidad lo que busca es disfrutar un momento gastronómico especial con base en mis selecciones privadas.

Hoy fue uno de esos días, en que nos debíamos ver para tratar diversos temas y el almuerzo sería la excusa perfecta para adentrarnos en las posibilidades gozosas de la oferta gastronómica. Le ofrecí un par de opciones, pero finalmente hice parar un taxi y lo llevé hacia el barrio Concha y Toro, para visitar el Zully.

Sorprendentemente, mi amigo no había visitado este lugar por lo que tuve la grata misión de acompañarle en su primer viaje al placer de este sitio fabuloso, mostrándole la belleza de la arquitectura, la perfecta armonía de los espacios del restorán y sobretodo la belleza del concepto de servicio

Instalados en el salón negro (hay varios), con sillas, mesas, servilletas y fotos en blanco y negro, partimos con un buen pisco sour  para combinar  con una entrada de surtido de mariscos, mientras que yo preferí una crema de zapallos que estoy seguro superaba con creces mi mejor recuerdo. Estaba demasiado deliciosa. Luego coincidimos en que el mejor plato era el fettuccini de espinacas con camarones y salsa al oporto y queso de cabra, un plato extraordinario que se merecía una copa de delicado merlot.

Para los postres la pannacotta (muy italiana) de vainilla con salsa de frutilla, fue una perfecta compañía para el café negro de cierre. Al cierre, invité a mi amigo a recorrer la hermosa casona, la cava del subterráneo, el patio interior con su fuente de agua y  la terraza del techo, inmejorable para evocar una fiesta maravillosa. Qué gran casa!!!

Exquisito almuerzo para bajar el stress.

Vuelvo al RAI por «obligación» : me lo merecía!

Cuando estuve la última vez en este lindo lugar, los habituales desaciertos de los POS basados en celulares de Transbank, hicieron que pagara dos veces la cuenta y además por dos valores distintos. Tratemos de explicarlo!

Para fortuna mía, la administración ofreció a darme crédito por el valor mayor pagado en exceso y solo bastaba que volviera a aparecer por allí. Hoy era el día preciso, intenso y hasta desgastador, era imprescindible algún placer.

Llegué tras una jornada extenuante, pero con las ganas que siempre tengo de disfrutar algo rico. Desde el comienzo, la complicidad fue total, el mozo, un muchacho notable que me rec onoció al instante y la administradora, a quien saludé en sensual beso (es una mujer estupenda) y el restorán a mi disposición. No había nadie más, por lo que elegir fue un placer.

Fui atendido con extrema delicadeza, demasiado rico el regaloneo. Partí  con una copa de kir royale, un aperitivo neutro y delicioso, mientras exploraba la nueva carta, claramente en marcha blanca.

Me pareció una buena opción probar como entrada un dúo de brochetas, un plato con un par pinchos cargados de camarones ecuatorianos y un pincho con tentáculos de pulpo formando un círculo y montado sobre un pote de pebre de mote casero. Todos los pinchos con una salsa BBQ de membrillo. Un plato increíble!!

Previo a la entrada, dejaron mi rico aperitivo y unos panecillos calientes y una salsa de untar exquisita, que no pude resistir la tentación de probar. Para los fondos, habían varias opciones extremadamente seductoras, pero me entusiasmé con un mero RAI, filetes del rico pescado de rocas acompañado de un risotto de mote y queso de cabra. Sobre el risotto unas almejas sabrosas que fueron un detalle formidable para hacer una mezcla de sabores irresistible. Por cierto, para un plato así no cabía otra opción que un pinot noir de Tabalí 2009, del increíble valle de Limarí.

Una cena merecida de todas formas y animada por todas las casualidades afortunadas del placer. Pero no podía irme sin cerrar con un disfrute más, pedí un strudel de frutos secos fantástico y un buen café negro. Ni me di cuenta de como fueron ocupándose las mesas alrededor, ya que extasiado con mi cena y escuchando una selección de música al estilo Budha Bar y jazz singers, no me dejó preocuparme de nada más.

No pudo ser mejor esta noche, nuevamente RAI me sorprende con grandes disfrutes!!!

Paijan : otro regalo peruano para el paladar

Caminando al azar, como es mi fórmula para descubrir nuevos sitios, encontré cerca de Luis Thayer Ojeda y Bilbao  este restoran peruano que atendía tarde, tarde como muchas veces me encuentro  definido para almorzar en fines de semana.

Tiene un comedor precioso aunque algo oscuro, pero la terraza es prometedora y por supuesto me instalé en ella al toque. La atención amable aunque heterogénea, ya que hay mozos «oficiales» y una suerte de ayudantes que a pesar del esfuerzo no ayudan mucho, ya que se pierde continuidad en la atención. Una música con valses peruanos deliciosos que sirve de fondo mientras se desarrolla la escenificación gastronómica, no cabe duda que se conoce el oficio aunque sea un sitio que tiene algo más de un semestre en acción.

Mientras disfrutaba el cierre de un gran libro, llegó mi pisco sour y poco después el ceviche de locos que encargué para iniciar el disfrute. Fantástica combinación, aunque eché de menos atrevimientos como un trocito de fruta o algún ofrecimiento fuera de carta para sorprender. La entrada cumplió virtuosamente lo que se espera, pero nada más.

Para el momento de los fondos, noté la ansiedad de los mozos por la hora, de verdad algo tarde pero no debiera ser tema, ya que partí por preguntar si la cocina estaba abierta cuando llegué. En fin, mi primera opción, un lenguado Paijan, lo que esperaba una delicia especial del lugar se transformó en mi primera decepción, ya que lejos de advertirme que no había lenguado, ya me había adelantado a pedir vino, algo combinable casi solo con pescados, quedó en una condición de borde para buscar una opción. Tratando de salvar la armonía gastronómica, busqué opciones en pescados y apareció una corvina que pedí a la plancha y que rebosaba de una salsa de mariscos incluyendo pulpo y camarones acompañada con unas papas salteadas exquisitas De no ser por la poca proacividad, quizás habría ensayado un lomo salteado que era una opción deseable en la interesante carta.

Un almuerzo, delicioso y abundante, con gran servicio pero con esa falta de ritmo que añoré y ese entusiasmo que se vive cuando los sitios ya tienen recorrido y sobretodo han conseguido entender que lo que buscamos es una experiencia completa, no solo el cumplimiento del checklist del restorán «bueno».

Me gustó, no lo niego, pero le falta la chispa y oportunidad, es básico advertir lo que no existe en la carta para evitar entusiasmarse en vano.

Paijan, buen sitio pero le falta todavía !!