Geométrico : comiendo al paso

No venía al Geométrico desde inicios del 2010, pero esta noche casi no había sitios atendiendo. Por lo que al verlo abierto, me instalé raudo en la pequeña terraza de la calle e hice mi pedido. Seleccioné un Ron para beber y me tenté con unas empanaditas de queso de cabra, tomate y albahaca con merken, deliciosas!!.

Solo tenía unos minutos disponibles, por lo que fue extraordinaria la sintonía, yo quería comer rápido y ellos querían cerrar pronto. La magia de la noche en acción.

Un lugar preciso como la geometría!!

 

 

La Hacienda del Gaucho : almuerzo familiar

Este lugar en la plaza Pedro de Valdivia lo había vigilado por meses, en realidad me resultaba muy extraño que cada vez que pasaba por ahí estuviera cerrado. Es mucho el tiempo que ha pasado desde que ahi existía un cine de barrio y luego se construyó el local. Quizás estaban afinando detalles y por lo que me tocó vivir, creo que es cierto.

Un día muy caluroso en que salí a caminar en busca de este restoran, hizo obligatorio que mi primer pedido fuera una helada cerveza (Kuntzman Torobayo) mientras tomaba posición en la terraza del segundo piso. A pesar que en el interior del enorme sitio, la temperatura está gratamente acondicionada, habida cuenta de la presencia dominante de esa enorme parrilla de proporciones gigantescas y al fuego vivo. Prefiero las terrazas, pues disfruto la brisa y la vista del aire libre, en este caso, la vista de la hermosa plaza enfrente.

Una carta abundante, con todo tipo de carnes, ensaladas y otros platos, incluidos los platos para niños, ya que claramente es un sitio de foco familiar. Seleccioné una ensalada Hacienda, una mezcla deliciosa de palmitos, champignones, palta, tomates, porotos verdes y hojas verdes. Algo esencial para acompañar unas chuletas de cordero que me llamaron a gritos desde la carta.

Mientras esperaba, algo más de lo habitual, pero comprensible por la gran cantidad de clientes, llegó finalmente pan caliente, pebre, matequilla y una pequeña y deliciosa empanada de pino. Una delicadeza muy a la chilena que calmó el león hambriento que habita en mí. De la carta de vinos (bastante nutrida) seleccioné una botella de ensamblaje Syrah y Viognier de Viña Estampa, una delicia del valle de Colchagua.

Mientras estaba en los prolegómenos de mi almuerzo, un llamado telefónico y una pronta llegada de mi hermano y su compañera, quienes venían de almorzar en Mochica y querían disfrutar el postre conmigo.

Mientras almorzaba mi exquisito almuerzo, mis invitados y yo compartíamos el generoso vino y una grata conversación. Las chuletas venían en un plato de fierro muy caliente sobre una base de madera para asegurar que se mantuviera caliente, un detalle que habla bien del servicio. La ensalada magnífica, fresca y llena de sabores, por lo demás bastante abundante.

A la hora de los postres, me dejé seducir por una copa La Hacienda, frutas, helado y salsa de chocolate, una golosinería sin culpabilidad.

Terminados los postres, decidimos aprovechar de conversar unos ricos tragos en esa notable terraza y agotar el arsenal de conversaciones pendientes y proyectos futuros.

La Hacienda, salvo por los detalles de tiempos de servicio, es una exquisita opción en Providencia.

Travesía Provincia – El Manzano : maravillosa aventura

Pasé muchos días esperando que el calendario me regalara esos tres días inhábiles que requería esta hermosa travesía por los cerros de la Cordillera Central y que me llevaría desde el cerro Provincia en la comuna de Las Condes hasta la zona de El Manzano en el Cajón del Maipo.

Organizado por un notable malayo, Gustavo, hubo muchos que se sintieron llamados a esta aventura, pero la cordura y un buen sentido de la seguridad permitió que el grupo fuera conformado por solo 23 entusiastas aventureros.

El día inicial y a la hora señalada, junto a mi gran amigo René y su nieto Nacho, llegamos al punto de encuentro en la entrada de San Carlos de Apoquindo. Equipados con todo el sobrepeso que nuestras espaldas pueden soportar (siempre es más de lo que recomiendan las reglas empíricas), poco a poco llegaron casi todos los malayos convocados.

Claramente esta aventura se constituiría en una de las travesías más numerosas que hemos realizado con los malayos y aunque a poco andar, mientras subíamos el cerro Provincia, se produjo un abandono por fatiga (hay que reconocer que no es fácil subir este cerro con carga), lo concreto que quienes continuarían lo harían hasta el final.

Cuando llegamos a Cancha Carrera, el frío comenzó a sentirse muy fuerte, estaba cayendo plumillas de nieve y la temperatura ambiente claramente había descendido mucho. El buen ánimo y sobretodo las ganas, nos llevaron a continuar el ascenso pues, a pesar de todo, estaba calculado que a todo evento llegaríamos con luz de día a la cumbre para hacer nuestro primer campamento.

Un frío intenso nos recibió en la cumbre y además de nuestro grupo, una interesante cantidad de otros excursionistas estaban en el lugar. Armamos campamento y comenzamos la rutina de hacer agua de la nieve para equiparnos para la siguiente jornada y para cocinar nuestra primera cena de la travesía. Con mi cordada, Pussy, preparé un rico puré al merkén con unas vienesas de pavo que saboreamos hasta el final, hambrientos y con mucho frío.

Muy temprano, ya estábamos arropados al interior de la carpa y nos dimos a la tarea de intentar dormir lo mejor posible tras la agotadora jornada. La vista desde la cumbre de Santiasco iluminado es formidable, dan ganas de estar siempre mirando desde esa altura y con la sensación extraordinaria de libertad que nos regala la montaña.

Temprano por la mañana, demasiado para mi gusto y con bastante frío (varios grados bajo cero), desayunamos de manera cómoda pues tuve la precaución de guardar agua caliente en mi termo y que se mantuvo muy bien durante toda la noche. Habiendo consumido una gran cantidad de calorías (ricas por cierto), nos dispusimos a desarmar campamento para iniciar la segunda jornada de nuestro viaje.

Dejamos el cerro Provincia y nos dirigimos al Morro El Tambor, un sendero muy claro y que sigue el curso de los filos de las montañas del sector. Varias horas de caminata con algunos descansos para incluir alimentos en nuestros cuerpos hasta llegar a las cercanías del desafiante San Ramón. Este cerro presenta una permanente ventolera de aire frío que a veces puede ser insoportable. Dejamos las mochilas y abrigados adecuadamente, nos fuimos por su cumbre.

Una vista excepcional, a pesar del viento implacable, nos permitió tomar muy lindas fotos de nuestro grupo. Me produce mucha alegría ser parte de un equipo tan espontáneo, buena onda y especialmente sano, lo cual se nota permanentemente en detalles deliciosos. Nadie discute los liderazgos, son naturales, todos en forma instantánea están dispuestos a ayudar a los demás, todos cooperan en mantener la armonía y alegría del grupo. En verdad, es demasiado grato, disfrutar la naturaleza en tan buena compañía.

Regresamos por nuestras mochilas y bajamos en dirección a Los Azules, buscando un lugar en donde cerrar nuestra segunda jornada con un campamento en donde recuperar energías y descansar. El lugar elegido, considerando cuanta luz de día quedaba y el cansancio del grupo, no fue el mejor pues el viento era implacable. Sin embargo, la buena onda primó y con maña fuimos capaces de armar las carpas a pesar del viento y mejor aún, hasta pudimos cocinar en condiciones absolutamente adversas. Esta noche, con mi cordada nos hicimos unos fideos caracoles con crema y atún, los cuales engullimos escondidos del viento en la carpa.

La segunda noche fue algo tortuosa, pues el viento nos azotó incesantemente, al punto que gran parte del tiempo el techo de la carpa nos golpeaba las caras. Evidentemente, fue difícil dormir en forma continua, pero igual descansamos lo suficiente como para retomar la travesía con muy buen ánimo.

Considerando el viento, decidimos que desayunar merecía un mejor lugar, así es que iniciamos tempranamente el descenso hacia la casa de un arriero, en donde sabíamos que encontraríamos agua y unas mesas en donde darnos un festejo.

En efecto, tras unas pocas horas, llegamos primero a un refugio abandonado (que ganas nos dieron de reconstruirlo en nombre de Los Malayos) y luego llegamos a la casa buscada en donde nos dimos maña para un banquete malayo de epopeya. Es divertido observar como de las mochilas salían delicias, jamón serrano, huevos, quesos, paltas y cuanta exquisitez se puedan imaginar. Ahí tomé contacto, una vez más, con el espíritu del grupo, había que pasarlo bien y todos dieron lo mejor para que eso fuera posible.

Desconozco como fuimos capaces de seguir la travesía después de comer tanto. Pues bien, continuamos la ruta, descendiendo e iniciando el cruce repetido del río, haciendo equilibrio en las rocas, improvisados puentes que todos salvamos sin complicaciones mayores. Perdí la cuenta de cuantos cruces de río realizamos, pero todos y cada uno de los integrantes del grupo lo conseguimos.

Hacia el final de la travesía, el bendito regalo de las empanadas y cervezas, que nos esperaban a la salida de El Manzano. Allí, previo aviso, nos tenían una provisión asombrosa de empanadas de pino, también de queso, para saciar toda el hambre acumulada. Un final de antología para una travesía maravillosa.

Unas fotos del recuerdo, para mis queridos malayos.

Casa de Cena : grandes recuerdos

Han pasado al menos tres años desde que fui por última vez a este antiguo y clásico lugar de atención 24×7 (o casi). Por más de 25 años lo he visitado y aunque la calidad de su cocina puede ser discutible y en ocasiones reprobable, es indesmentible que los platos son abundantes y sabrosos.

Este lugar mantiene la misma presentación de siempre, la renovación no va con este sitio y quizás lo único que había cambiado en todo este tiempo, eran los mozos. Sospecho que ya jubilaron varios, ya que por muchos años me atendieron las mismas personas y por supuesto conocían mis gustos (y mañas)  al dedillo.

No me amilané y mucho menos cuando la idea de este almuerzo – reunión en este restoran era de un gran amigo. No lo disuadió nada, ni siquiera la oferta que le hice de visitar el rico y también antiguo restorán Japón ubicado en las cercanías.

Nos instalamos en el salón principal, en la misma mesa que he ocupado decenas de veces, para pedir un pisco sour y para mí una sabrosa vaina. Aprovechamos de pedir unas machas a la parmesana, un plato típico del lugar. Mientras llegaba nuestra entrada, sirvieron la habitual canastita con sopaipillas, empanaditas de pino y pan amasado calientito, con el pebre picante y una porción de mantequilla. De verdad, que nada ha cambiado, solo yo.

La animada conversación fluye mientras degustamos las delicias (un tanto cargadas a los ácidos grasos) y matriculamos los platos de fondo. Mi amigo se inclina gustoso por un filete mignon con puré picante y para mí un tournedo de filete con champignones y fondos de alcachofa salteados. Ambos platos fragantes y de aspecto seductor. Elegimos un cabernet sauvignon de Carmen Margaux, un vino bastante popular y adecuado para nuestros platos.

Ya definitivamente orondos con tanta comida, fuimos lo suficientemente golosos para pedir unos panqueques celestinos, por el puro gusto de tener algo para acompañar nuestro cierre de conversación. ¿Cuántas veces he hecho lo mismo en este restoran?, ya perdí la cuenta y la gracia que atienda en todo horario, me agrada pues cada vez que he sentido un hambre descomunal en horarios inadecuados en estos últimos 10 años, he terminado visitando este lugar solo o acompañado, para concluir siempre muy satisfecho.

Aunque no sea el mejor lugar, celebro tantos buenos recuerdos!!!

Disfrutando, solo disfrutando

Iba en mi cleta, cuando de repente cae una hoja de un árbol y se posa tranquila en mi brazo. Se quedó ahí por varias cuadras, sostenida solamente por la presión del aire mientras yo seguía avanzando. Había salido esta mañana con rumbo al cerro San Cristóbal, a botar el stress y a gozar los olores y colores de un cerro en otoño. No sabía aún que algo tan simple como la caída de las hojas me entregara una sensación tan exquisita, de ser parte de algo inexplicable pero cotidiano.

Conduje mi cleta por varias ciclovías hasta que llegué a Plaza Italia en donde enfrenté la calle Pio Nono con rumbo al cerro. Me detuve un instante a elongar y beber algo de mi jugo isotónico, mientras observaba el hermoso juego de las nubes en movimiento. Comencé el ascenso, en cada golpe de piernas, botaba algo del maldito stress que se acumula durante la semana y que destroza la vida de tantos santiasqueños, esos que trabajamos 14 o más horas cada día y que soñamos con estar en otro lugar disfrutando la vida.

Poca gente en el cerro y pronto llegue a la conexión que hay con la ruta que sube desde Pedro de Valdivia Norte y me paré en los pedales para sacar ventaja y subir más rápido. Cuando llegué a la zona del Mirador, en la cuesta de los afligidos, me afligí y de verdad sentí que me faltaba energía, ahí es cuando constato como me despedazan estas semanas de trabajo exagerado, pero sacando fuerzas de flaqueza logré pasar la prueba y pocos minutos después estaba en la cumbre. No alcanzaba a regular mi respiración y escuché que me llamaban, allí estaban unos amigos malayos disfrutando un buen mote con huesillos, por lo que tarde muy poco en acomodarme a conversar y comprar mi porción del mágico brebaje.

Conversamos por un buen rato y poco a poco se fueron sumando otros cleteros hasta que eramos casi una decena. Más tarde cuando decidimos bajar, a dos de ellos les invite a aprovechar la fuerza de gravedad y bajar sin pedalear (me está gustando mucho hacer esto), bajamos pero pronto los dejé atrás, parece que mi cleta se mueve más rápido de lo normal y de hecho llegué a marcar casi 52 km/hr sin jamás pedalear.

Los esperé en el acceso de Pedro de Valdivia y nos fuimos zigzagueando por las calles de Providencia hasta el punto en que nos separamos para cada cual seguir su camino. Llegué a casa con bastante frío, la ducha caliente fue maravillosa y minutos después ya estaba camino a comer algo rico. Mientras bajaba el cerro, tuve una iluminación, vi un filete a lo pobre, que ahora estaba dispuesto a encontrar.

Aproveché mi instinto entrenado y mis pasos me condujeron a El Parrón, lugar de carnes y que tiene una cocina que no para nunca. Me instalé bajo las frondosas parras del lugar y pedí una vaina y unas empanadillas de queso para comenzar. Mi plato de fondo ya estaba elegido de antemano así que solo gasté tiempo en buscar una buena botella de vino y ahí estaba, un petit verdot de Barrica Selection de Viña Santa Carolina 2008.

Almorcé disfrutando cada bocado de este delicioso plato, despreocupado de la hora, de las obligaciones y de tantas otras cosas, solo gozar los sabores una y otra vez.

Cuando cerré mi almuerzo con un rico café negro, comencé a caminar bajo una tarde con viento y muchas hojas otoñales voladoras, que hermosura, las tardes de otoño tienen un encanto sobrenatural.

Dediqué unas horas a leer algunas revistas, ver una película en mi improvisado cine personal (notebok y datashow) hasta que fue evidente que oscureció y era un buen momento para visitar mi lugar preferido de jazz.  Hoy había una sesión muy peculiar, primero una presentación de electrotango con un grupo de jóvenes argentinos en la banda mendocina AlterTango, fantásticos. La voz de la chica a veces llegaba a ser un ronroneo delicioso con el acompañamiento del virtuoso bandoneón, el bajo electrónico y la precisa batería. Mención aparte merece la robusta jovencita que sacaba deliciosos acordes al piano y que hacía coros en esta banda fantástica. esta banda ya tiene 10 años de existencia y fue una sorpresa exquisita para esta noche.

La segunda sesión estaba a cargo de una fusión muy especial, Nicolás Vera en guitarra, Sebastián González en Contrabajo acompañados de dos jóvenes finlandeses que en saxo alto y batería hacían un paso furtivo por Santiasco y haciendo lo que más gustan, hacer jazz y del bueno. Piezas de los músicos presentes y del gran  Thelonious Monk en abierto homenaje a este exquisito lugar de jazz. En la segunda salida, se incorporó el virtuoso trompetista Sebastián Jordán para amplificar el placer sonoro con su arte.

Fantástico disfrute y gran relax!!!

Pisco Sour : nuevo sitio de delicias peruanas

Puede ser un problema ya de caracter siquiátrico, pero no me cansa probar y disfrutar sitios de comida peruana. Hace menos de un mes, pasé con mi fiel cleta por avenida Bilbao y encontré un nuevo sitio. Hoy era el mejor día para probarlo.

Un sitio muy sencillo y cercano al barrio Italia, sin grandes pretensiones pero con un nombre que obviamente obliga a verificar si saben de pisco sour. El lugar vacío cuando ingresé, claramente están en marcha blanca y se notan detalles, por suerte, solucionables cuando tengan más experiencia. El mozo peruano extremadamente amable, lo que siempre agradezco, aunque no maneja aún los ritmos del negocio.

Una carta amplia y sabrosa, de donde elegí para iniciar mi incursión un pisco sour y una selección de empanaditas de ceviche mixto y ají de gallina. Cuando trajo el pisco sour me pidió validar si era de mi agrado ya que me ofrece acomodarlo como sea mi parecer, sin embargo, estaba bien para mi gusto sin ser extraordinario. Pero la sorpresa fueron esas magníficas empanadas, especialmente la de ají de gallina y una variante cargadita al pulpo. Maravillosas y tuve que dejar parte de ellas (eran seis) por el riesgo de no poder seguir con mi plato de fondo.

Pedí que el chef me recomendará su plato más sabroso y la elección fue un arroz chaufa de tres sabores. Acepté el desafío y llegó con cierta tardanza un enorme plato de arroz con trozos de carne de res, pollo y camarones salteados con pimiento rojo, cebollín y salsa de soya, demasiado rico!!. Encantador detalle fueron los adornos hechos con verduras, una preciosa rosa de zanahoria  y un conjunto de hojas esculpidas en pepino. Hermoso!!

Para digerir esta delicia, pedí una botella de Castillo de Molina carmenere del 2009, mientras se escuchaba en forma contínua una selección de baladas peruanas. Me llamó mucho la atención un par de canciones criollas y tristes de Carmencita Lara, la entonación y voz era igual a canciones típicas de China. Nunca olvido que en Perú hay una gran población china y quizás eso explique la similitud. De cualquier forma, sonaba fantástico.

Un nuevo sitio que aporta sabores a las opciones peruanas en Santiasco. Bienvenido!!

Día extenso : trabajo, cena mexicana y algo más

Estoy atravezando un periodo de trabajo definitivamente agotador, promedio 12 horas de jornada sin pausa y quedo muchas veces al debe. Es evidente que no es sustentable y debo compensarme de alguna forma. Para ello tengo un método infalible, hay que disfrutar en forma proporcional al esfuerzo desplegado.

Tras una de estas potentes jornadas, decidí que era un buen día para disfrutar una cena mexicana. Así que partí presuroso a un lugar sencillo pero sabroso. Me refiero a Los Cuates, un restoran antiguo del barrio Manuel Montt, comida rica y auténtico ambiente mexicano.

Inicié la cena bebiendo tranquilamente un kir royale, mientras revisaba la carta en búsqueda del plato que iba a gozar. Terrible tener tantas opciones, pero hace mucho tiempo que no comía unos buenos burritos mixtos. Así que mi plato quedó armado con burritos de res (deliciosa carne hilachada), de pollo y de champignones, tres sabores acompañados de doble ración de guacamole.

La carta de vinos estaba un tanto disminuida ya que no estaban los vinos de mi interés, así que pregunté cuales verdaderamente quedaban y para sorpresa mía, el barman tenía botellas de buenos vinos que no estaban siquiera en la carta ya que correspondían a cartas de vino anteriores. De esa forma, llegó a mi mesa un delicioso merlot reserva 2007 Tres Palacios Family Vintage. Notable!!

Tras el disfrute de mi plato, pedí la carta para elegir algo más, pero pasó algo divertido, el mozo entendió que le había pedido la cuenta. En fin, lo tomé con humor y como una oportunidad, pagué la cuenta y me dirigí al LunaPub, un restobar ubicado en el mismo sitio en donde funcionaron antes el Manifesto y luego el Muelle Montt.

El lugar, bastante tranquilo con personal muy atento y ágil, aunque hay que decir que  la música sonaba bastante mal. Lo importante es que mi tabla de empanaditas estaba deliciosa así como mi trago de cierre de este largo día.

Después de todo, ahora podía ir a descansar.

Cleta y cocina de autor en el Cajón del Maipo

Desperté asustado pensando que me había quedado dormido y seguro me perdía alguna reunión importante en mi pega. Poco a poco, recuperé la realidad y me di cuenta que era un lindo día de fin de semana que me esperaba para sacarle el máximo provecho.

En mi mente tenía una idea loca y me dispuse a hacerlo. Preparé mi mochila pequeña, puse unas revistas adentro, preparé mi jugo isotónico, tomé mi cleta y me lancé a pedalear hacia el Cajón del Maipo. Mi objetivo, almorzar rico en algún buen restoran en las afueras de santiasco.

Salí de Providencia, seguí hacia Ñuñoa, luego La Florida y finalmente el Camino El Volcán metiéndome cada vez más en el maravilloso paisaje del Cajón. Gran cantidad de puestos artesanales con empanadas, pan amasado y encontré uno con mote con huesillos. Irresistible tentación y me detuve a beber el jugo heladito de este chilenísimo engendro.

Después de observar varios posibles lugares entretenidos incluyendo el rico Calypso, cuando llegué a marcar algo más de 39 kilometros de viaje, encontré el restaurant Ko, cocina de autor con toques latinoamericanos, mmmhhh, era el lugar.

Ingresé al sitio, una hermosa construcción en madera, una terraza magnífica con lindas mesas y un entorno con árboles y flores. Precioso. Habían unas seis mesas ocupadas y yo pasé entre ellas con mi cleta ante la mirada curiosa de varios, para instalarme en una mesa que me atrajo.

Estaba sediento por lo que pedí una cerveza helada, esa magnífica kunstmann torobayo. Mientras, me puse a hurgar con mis ojos la carta. Hay un menú delicioso y al parecer abundante, pero seguí recorriendo y elegí una entrada de palta rellena de camarones en un jardín de lechugas y tomates perla. Exquisito.

Saqué mis revistas y me puse a almorzar lentamente leyendo mi material de compañía. Luego fui por mi plato de fondo, un salmón marinado y cocinado en champaña acompañado de un rico risotto de quinoa. Esta delicia merecía un rico vino, pero no tenían la cepa adecuada y tuve que improvisar con un carmenere De Martino 347 del 2009, que debo confesar estuvo a la altura del plato.

El servicio un poco disperso, muy amable pero con poca preocupación por los detalles. Además, las fragancias exquisitas de mi plato atrajeron a las abejas, esa versión carnívora, que tuve que espantar mucho rato. No estaba dispuesto a compartir mi plato con ellas. Al final dejé de ser egoísta, tomé un plato y puse comida en él y lo dejé en un extremo de mi mesa para que lo disfrutaran mis invitadas de piedra.

Un almuerzo en que disfruté lentamente cada bocado mientras completaba mi lectura y gozaba de la rica brisa y el sonido del follaje de los árboles. Demasiado placer reunido en un mismo sitio.

Tras un negro café que requería mi cuerpo para disponerme al regreso, cambié la botella de jugo vacía por otra que llevaba en mi mochila y comencé a pedalear hacia santiasco.

El periplo de 78 kilometros en cleta para almorzar rico, me tomó en total casi seis horas incluido el tiempo de un prolongado almuerzo. Gran paseo!!!

Blues y Risoterapia : gran acierto

Hace  mucho tiempo que no asistía a un espectáculo en que participara mi gran amigo Gatillo Gerard y más tiempo aún en compañía de su compañero musical Ricky Durante, más conocido hoy en día como el Reverendo Du. Un par de talentos que juntos son dinamita.

Una noche extraña, pero que no iba a perder por ningún motivo. Al momento de mi llegada al Bar Altazor, el show había comenzado y el lugar además de caluroso estaba bastante lleno. Me ubiqué rapidamente en la barra, pedí una helada cerveza y me puse a tomar fotografías.

Al poco rato, con un público algo «tieso», reverendo Du seguía lanzando imprecaciones y bienaventuranzas a los fieles allí reunidos. Risas algo apagadas, pero el lugar comenzaba a tomar ritmo. Apenas desocuparon una mesa al lado del escenario, me cambié y aproveché de saludar a Gatillo, quien ni corto ni perezoso, para la canción para saludarme y celebrar mi risa algo estridente. Allí conseguí la conexión con el cubano Rey, un trompetista realmente divertido que adiviné su buena onda y su increíble risa, de la cual disfrutamos todos por mucho rato.

Estaba claro que no habían ensayado juntos, pero eso jamás ha sido problema para Ricky y menos para Gatillo, máximos exponentes de la improvisación virtuosa. El desempeño notable en las guitarras electroacústicas, el bajo eléctrico, las percusiones y las armónicas además de buenas voces, histrionismo y mucha pero mucha «cancha» dan para mucho.

Ya que el tema comercial del día era el amor, se vistieron con bolsas de basura negras, después de todo el amor nos tiene hecho bolsas. Lo divertido es que Gatillo comienza a usar el sonido que se produce al restregar las bolsas para generar la base musical del siguiente tema y no contento con ello, se dedica a restregar las bolsas del otro par. Estoy seguro que estaban muertos de la risa y del calor, pero muy compuestos hicieron el tema y arrancaron las risas y aplausos muy bien merecidos.

Un instante en extremo hilarante fue cuando Gatillo comienza a incluir en la canción los textos de subtítulos de la película Casablanca que se proyectaba atrás del escenario, con tanto acierto que gritábamos de la risa y el cubano Rey, se agarraba la cabeza a dos manos riendo a carcajadas. Fue demasiado divertido!!!

Varios blues lindos de Bluseros Muertos, con maniobras creativas nuevas, ocurrencias de Ricky como por ejemplo, poner a Rey, de raza negra, con una cadena golpeando el suelo haciendo la base de percusiones. Le gritaron racista y muertos de la risa, Gatillo le pasa a Rey una copa de champaña (vacía) y un tubo metálico para que haga percusiones mientras él toma la cadena y sigue la farsa jocosa del tema. Blues buenísimos que ya conocía por años, pero reinventados con ingenio y sobretodo con humor, exquisito humor!!

Casi en los finales, cuando hacen el tema «Tu madre es una mancha» a capella, terminan por reventar el local, estábamos todos riendo hasta el dolor, hace tanto tiempo que no reía tanto.

Cómo dice el dicho, la risa remedio infalible y esta demostración de talento musical y humoradas, fue mi mejor terapia, la mejor risoterapia. Hay fotos para disfrutar.

Gran show, grandes y talentosos amigos!!!

Desmadre : rico lounge y mejor comida

Un sitio que ya tiene suficiente krrt tras ocupar el lugar que dejó el Kind of  Blue en Providencia, ya debe ser mi cuarta visitay fue la incursión de media semana para disfrutar en medio de la vorágine laboral de este periodo.

Un sitio bien ambientado, diseño moderno y con ciertos toques de elegancia, buena dotación de tragos y ricos platos de cocina de autor, algo que me fascina de forma muy especial.

El segundo piso, lindo lounge pero bastante ruidoso con la música en alto volumen y exclusivo para fumadores, fue fantástico contraste para que eligiera un primer piso bastante desocupado y muy propicio para una buena conversación y deliciosas degustaciones.

Partiendo, junto con los tragos, llegó una porción de pancitos amasados y una salsa de mayonesa con sutilezas de ají cacho cabra y otras de pebre molido fantásticas, que habría sido fue imperdonable no pedir repetición, lo que hice después de comer nuestra rica selección de fondo. Los platos, un Tiradito de locos (láminas de loco macerado en limón de pica, cebolla morada y un macerado de cebollitas perla, pimientos rojos y aceite de olivas por encima) y unas empanaditas de Desmadre (unas empanadas de hoja de arroz rellenas con camarones, cebollines, menta y cerdo pasados por harina de tempura sabrosísimas, acompañadas de una salsa agridulce)  que resultó una insuperable maravilla.

Rica comida, grato ambiente, buena música  y sobretodo se agradece la tranquilidad para conversar y disfrutar un buen rato.