Pasear caminando al azar por las calles de algunos barrios de Santiasco es una buena manera de conocer nuevos sitios disfrutables.
Mi objetivo en esta ocasión, eran las pastas; sentía un hambre dirigida y sabía a hidratos de carbono.
Este pequeño restorán de calle Condell puede pasar desapercibido, a pesar que tiene ya considerable tiempo instalado. Un ambiente concurrido de comensales muy familiar y todo el conjunto de toque casero.
El hambre comenzó a ser dispado con unas gambas al ajillo, potente y delicioso plato servido en un pocillo de greda. La oferta de vinos más bien limitada, con mucho énfasis en varietales tintos (probablemente pensando en manejar precios moderados). No obstante pude encontrar un ensamblaje reserva con una mezcla adecuada de carmenere y cabernet sauvignon. Así , esperé mi plato, un fetuccini negro (teñido con tinta de calamar), con cortes de aceitunas verdes, tomates, calamares y especias. Delicioso!!!
Plato abundante, no quedó espacio para postre, por lo que cerré con un buen café.
En cuanto al servicio, debo confesar que se presentó my irregular, mesas a mi alrededor fueron muy bien atendidas, en cambio, la chica que me corespondió no estuvo a la altura de mis expectativas. Es posible que la gran cantidad de gente fuera un motivo o quizás un mal criterio de negocio, atender en donde potencialmente habría más consumo. Prefiero quedarme con lo primero.
En todo caso, la comida italiana estaba extraordinaria.