Cena en Caruso : evitando las multitudes

Tras una sesión de buen teatro nos dispusimos a buscar un sitio apropiado para cenar, sin embargo, parecía que hoy todo Santiago se había organizado para ocupar multitudinariamente todos los sitios agradables. Tras unos cuatro intentos fallidos, mucho más de lo que soporto, tomé una decisión «sabia», algo que ya he experimentado y que es una fórmula simple, elegir un lugar que a pocos se les ocurra o que se espanten de primera con sus precios. En este caso, sospecho que a pocos se les ocurre que una buena opción es un restaurante de hotel y eso lo aprovecho en muchas ocasiones.

Pues bien, nos dirigimos al hotel Crowne Plaza y su rico restaurante Caruso, en donde la paz reina y la buenas atención es una marca registrada.

Partimos solicitando aguas para lavar la boca y prepararnos para un buen disfrute. En la carta, un Congrio relleno y un Mero Tapenade, vendrían a ser las opciones de platos de cena y que acompañamos con un delicioso Pinot Noir Tabalí, probablemente uno de los mejores de esta cepa en Chile.

Tras el disfrute prolongado en grata conversación, nos enfrentamois a la posibilidad de los postres y eso produjo un gratin de frambuesa compartido y buen café.

Caruso, es un lugar sorprendentemente tranquilo, bien atendido y disfrutable, lo cual he comprobado en muchas ocasiones. Es la mejor opción para cenar tranquilo y bien atendido en la zona centro.

Mulato : el recambio del R.

Había detectado el casi imperceptible cambio de nombre, ya que el local es esencialmente idéntico al viejo R. Una casa hermosa ubicada en la Plaza Mulato Gil en donde por muchos años (mejor no recordar cuántos) había estado el R., luego que se trasladó de su original ubicación (hoy un sitio baldío que nadie sabe porque sigue así).

Tras un disfrute de teatro delicioso, junto a mi partner, caminamos en búsqueda de un sitio de cena  y por supuesto que llegamos al Mulato.

Las partida, siempre simple y cautelosa, fue con una botella de agua mineral  y un pisco sour especiado, aunque no ofrecían el rico pisco sour con albahaca que se cuenta entre mis preferidos, las opciones eran múltiples.

Revisamos con la tenue iluminación, la interesante carta para construir la experiencia. Los platos de fondo ameritaron ser una merluza austral y una corvina del indico, delicias que combinamos con un Tabalí pinot noir a la temperatura correcta que resultó maravilloso.

Estaba tan rica la cena que el mozo al notar nuestro placentero disfrute, en un acto espontáneo nos trajo al chef, con quien comentamos la rica experiencia vivida y nos desafió con los postres, en donde nos dimos el gusto de modificarlos un poco. El mismo chef los preparó y nos trajo a la mesa una albakita y un panqueque de membrillo con porción de helados que maximizó nuestro placer gastronómico.

Tanta amabilidad es congruente con un sitio que se abre paso en régimen de salvaje competencia en el barrio Lastarria. Bien por eso!!

Cerramos esta exquisita cena con un negro café.

Este restaurante Mulato promete ser un sitio notable en Lastarria, no solo por su privilegiada ubicación sino porque tiene personalidad, exquisita música y buena cocina.

 

Ciudad de México : una cena contundente

Otra noche de hambre desatada aunque acompañado por una partner con poco apetito, en fin, debía conjugar ambos aspectos para que fuera disfrutable. Una idea cruzó por mi mente y me dirigí con mi compañía hacia este sitio de comida mexicana tradicional que ya había visitado en otras ocasiones con buenos resultados.

Una hermosa chica nos ubicó en un buen lugar y partimos por pedir unas Quesadillas mixtas, un plato para compartir que por lo menos para mi, solo era el comienzo de la cena, solo un appetizer. Los bebestibles marcadamente distintos entre ambos, un Tequila Ciudad de México y una gaseosa.

Concluido los prolegómenos de esta cena,, carta en mano las decisiones apuntaron a una ensalada muy conmtundente y sabrosa para mi partner (en franca dieta) y una degustación de los mejores tacos para mí, un plato apropiado para el tamaño de mi hambre. Cada ocasión en que me siento así, pienso que nada puede calmar mi hambre, pero confieso que este plato fue suficiente.

Para acompañar los sabores desatados, seleccioné de la carta un rico ensamblaje de cabernet sauvignon carmenere y merlot, deliciosa combinación que disfrutamos en una distendida conversación y sobretodo sabrosa cena.

Ciudad de México es un buen lugar para saciar apetitos incontrolables como el mío. Sigue en mi lista corta de emergencias gastronómicas.

 

 

 

Pantaleón : visitando una picada peruana del centro

He comentado en otras ocasiones cuanto me gusta la comida peruana y al mismo tiempo encontrarla en nuevos sitios. Una reunión almuerzo se transformó en ocasión propicia para hacer un recorrido de búsqueda y con apoyo del azar, llegamos a este sencillo pero sabroso lugar en el centro de Santiasco. Tiene el mismo nombre de otro restaurante peruano que conocí hace algún tiempo y quien sabe si es parte de la misma iniciativa.

Bastante lleno a esa hora, descubrimos que tenía un segundo piso y me fui directamente hacia allá. Un gran grupo en alguna celebración estaba a poco tiempo de terminar. Ya instalados en el amplio y un tanto insípido comedor (todavía están preparándolo), conversamos un rato pero rapidamente perdí la paciencia y bajé a buscar un mozo. Debe ser la edad, ya que me carga esperar.

Un atento mozo, disculpándose, llegó a prepararnos la mesa y tomar nuestra orden. No necesitábamos la carta, cada cual tiene sus preferencias. Mi colega eligió un típico salteado de res y por mi parte, un rico seco de res. Mientras llegaban los platos, llegó el pan y esa rica salsa con ají amarillo que tanto me gusta y además los pisco sours que habíamos encargado.

El trabajo se vió especialmente favorecido porque estábamos solos en el salón y con suficiente tiempo para tratar una infinidad de temas. Cuando llegaron los platos, aproveché de pedir una botella de vino. Afortunadamente pude conseguir un carmenere de Santa Digna, razonable compañía para disfrutar el rico almuerzo.

 

TapasPassion : demasiado rico

Un día especial pues me juntaba con una gran amiga a quien no veía hace varios meses debido a mi especial sobrecarga laboral y también extra-laboral. Nos concertamos con una semana de anticipación para ir a comer algo rico juntos y dar rienda suelta a una puesta al día sin límites de tiempo.

A la hora prevista, pasé por ella a su lugar de trabajo y caminamos hacia un nuevo destino en la zona de Pedro de Valdivia. Un sitio que divisé varias semanas atrás en mis habituales paseos de reconocimiento en cleta. Por fuera, se veía interesante, marcado por la idea de españolas tapas, pero en su interior me llevé una sorpresa mayor.

Un local hermoso, bien diseñado, con un estilo muy moderno, algo muy evidente en el mobiliario delicadamente elegido, los colores, el minimalismo estético y la grata atención.

Elegí la terraza interior, tranquila, bastante espaciosa y moderada por el delicado sonido del agua cayendo por una pared y suficiente sombra para un buen estar.

Partimos encantados con unas copas de sangría tapaspassion, un fresco elixir ideal para los días de canícula excesiva de este Santiasco.

Revisada la carta, claramente el estilo es lo pequeño y sabroso. Así que salomónicamente propuse que cada cual eligiera 3 tapas y que compartiéramos los sabores seleccionados. La lista de delicias resultó en unas gambas con gabardina, unas exquisitas patatas bravas, las increíbles bombas de carne, unas potentes croquetas passion, los exóticos pintxos de hongos con jamón y un increíble arroz cremoso con setas, recomendación de la atenta moza.

Como era de esperar, busqué en la carta de vinos algo especial y me encontré un viejo conocido, un Pinot Noir William Cole Mirador, fantástico para acompañar el festín.

Considerando la increíble calidad del lugar, me sorprendí que no hubiese muchos comensales. Quizás, no era el día más típico, pero me asombré con la oferta. Delicioso!!!!

Al final de nuestra larga tertulia, no había espacio para postres pero si para un buen cafe negro, que disfrutamos lentamente mientras cerrábamos esta experiencia exquisita.

100% recomendable, TapasPassion es una maravilla.

 

Vista Cordillera : almorzando en cleta

Ya pasaron más de tres meses desde mi último biketrekking, pero en este día inexplicablemente llevaría a cabo otro a pesar de tener otros planes. Desperté relativamente temprano aunque no lo suficiente para ir a un paseo Malayo que hoy tenía por destino el lindo cerro Pintor. Sin embargo, como me precio de manejar más de un plan, decidí salir en cleta a pasear por senderos en el cerro San Cristóbal.

Antes de acometer el cerro, me dediqué a pasear un poco y rescatar algo de arte callejero tomando algunas fotografías. Ya con el cuerpo preparado, tomé aliento y subí tan rápido me fue posible hasta la cumbre del cerro. Qué delicia, a pesar del cansancio, el cuerpo se llena de placer y el premio de un jugo de mote con huesillos termina de gratificar el momento.

Bajé del cerro alrededor del mediodía y mientras disfrutaba la brisa del descenso, me puse a pensar que tenía rango de tiempo suficiente como para escaparme de Santiasco e ir a almorzar al Cajón del Maipo. No dejé tiempo para cambiar de opinión y me lancé a la aventura. Me fui por Pedro de Valdivia hasta la ciclovía en la misma calle y luego conecté con la ciclovía de Dublé Almeyda. Luego Macul y de ahí derecho hacia Avenida La Florida. En el camino compré una botella de hidratante y continué pedaleando.

Al comienzo del camino El Volcán hay una picada de mote con huesillos, lugar preciso para refrescarse, sentarse un rato y de paso llenar la botella con heladito jugo para el resto del viaje

Pasé por La Obra, luego Las Vertientes y más allá El Manzano. El rico restoran Calypso cerrado por vacaciones y de pronto, aunque he pasado unos 10 años por aquí, esta vez me si pareció buena idea detenerme en el Vista Cordillera. Un sitio sencillo, bastante concurrido y con una terraza que era mi mejor opción en ese momento.

Partí pidiendo una vaina, mientras llegó pan caliente, mantequilla, pebre y una salsa verde al cilantro. Revisada la ca.rta, me pareció que el gasto calórico realizado hasta el momento, bien merecía algo contundente. Entonces, el plato elegido fue un enorme filete a lo pobre servido en un hirviente  plato de fierro rodeado de las papas fritas y coronado por la cebolla y los huevos fritos. Tremendo y delicioso plato!!!. Para que el disfrute fuera completo, pedí un carmenere reserva de Marqués de Casa Concha, un caldo tinto potente para engrandecer mi almuerzo.

Me hizo por un buen rato compañía un perro chico llamado Washington, quien se empinaba en dos patas para saber si me quedaba comida y luego colocaba su barbilla en mi pierna y gemía suavemente pidiendo. Me ganó la ternura y la técnica manipuladora del quiltro, así es que compartí mi filete con él.

Tras un merecido descanso, comenzó el retorno que tenía la ventaja de ser en gran medida de bajada, aunque con el terrible calor de igual manera era bastante el esfuerzo. Me detuve nuevamente en la picada del mote con huesillos cuando llegué al comienzo del camino y pude cargar mi botella con algo refrescante, para poder llegar a casa finalmente tras 90 kms en cleta.

Buen paseo!!!

 

Boudoir : un lugar delicioso

Esta noche era nuestra habitual junta de trabajo con mi hermano para ver nuestros proyectos y aprovechar de conversar de sueños e ideas. Fue una sesión muy ejecutiva amenizada por unas heladas cervezas para hacer frente al calor asfixiante de Santiasco.

Como era la última sesión antes que él saliera de vacaciones, decidí hacerla especial y lo invité a disfrutar una cena en un sitio que tenía previamente elegido en mis contínuos paseos en cleta por la zona de Bellavista.

Nos fuimos caminando y conversando hacia el Boudoir, un estiloso lounge bar francés que lleva unos pocos meses por ahí y que aposté, seguro estaría muy bueno.

Una casa de arquitectura notable, decoración muy afrancesada, algo kitsch pero se ve bien y lo mejor, la atención desde el primer instante verdaderamente plausible. Nos instalamos en la semi penumbra que domina el lugar específicamente  en la zona del patio interior. Todo muy ad hoc, probablemente para enamorados, pero como yo amo a mi hermano menor, me pareció igualmente apropiado.

Pedimos unos kir royales para iniciar el disfrute, mientras hacíamos maravillas tratando de ver la carta con tan poca luz. En todo caso con la excelente atención del mozo, llegamos con rapidez a determinar cuales serían los platos. En mi caso, me dejé seducir con un filet roquefort, un exquisito filete a la grilla con tocino roquefort, pepinillos y cebolla caramelizada, mientras mi hermano cedió ante una Res en vino, compuesta por una carne mechada cocida en vino tinto cebolla frita y salsa dijon.

Con la promesa de esos sabores, de la carta de vinos no me quedó opción mejor que elegir un Parcela 7, el rico ensamblaje tinto que combinó perfectamente con la delicia de esos platos.

Fue una cena maravillosa, mucha conversación acerca de los logros del trabajo conjunto en nuestros proyectos, muchas nuevas ideas y todo ello amenizado por una  música lounge exquisita, a pesar que la temperatura ambiente es muy alta para mi gusto. (Regalo útil : un sistema de aire acondicionado).

Al final, Boudoir es una experiencia fantástica!!!

Carl Winther Trío : una delicia de jazz

Estaban próximos los días en que mi querido lugar de jazz, Thelonious, cierra pues Erwin el poeta mentor y gran anfitrión del lugar, toma sus vacaciones. Como casi siempre ocurre,  se despide con algún filete musical y por lo tanto esta noche estaba asegurado el disfrute.

Proveniente de Dinamarca, Carl Winther es un joven y talentoso  pianista y compositor. Con muchos pergaminos bien ganados, se hace acompañar en esta ocasión por el gran René Sandoval en contrabajo y un concentrado Juan Pablo Jaramillo en batería.

Desde el comienzo, muestra la calidad que su fama le precede tocando piezas deliciosas que hacen enmudecer al público en la sala. Llama la atención el grado de sintonía con los músicos chilenos que le acompañan y a medida que pasa el concierto, el juego de la improvisación se hace definitivamente virtuoso. Por momentos, me parece que hace esos juegos de compases que tanto disfruto cuando escucho a E.S.T., mi grupo de jazz preferido.

Una sesión de jazz de lujo, con dos salidas al escenario que registré con mi cámara para compartir el disfrute.

 

La Hacienda Gaucha : deliciosa cena

Por esas cosas curiosas que no tienen explicación, conocí primero la  sucursal de este restaurante en la Plaza Pedro de Valdivia antes que el local inicial en Vicuña Mackenna. Sin embargo, habiendo disfrutado la calidad de las carnes y el buen servicio, lo consideré una opción segura.

Llegué al lugar, dejando atrás una jornada de más de 12 horas de trabajo intenso pero contento con los resultados obtenidos. En ánimo de celebración, decidí que sería una cena lenta y sabrosa. Partí entonces con mi agua mineral sin gas, mientras repasaba las opciones de la carta. Claramente, la especialidad son las carnes y con preparaciones muy seductoras.

Tras confirmar el calibre de mi hambre, seleccioné un plato llamado Lomo Principado, un delicioso lomo bordeado con panceta, champignones, salsa de 4 quesos acompañado de papas rostik. Al paso, también solicité la carta de vinos que sorprende por su gran variedad de cepas, en donde encontré un Montes Classic Series Malbec.

Un plato abundante en cantidad y sabores, una verdadera delicia y que además quedó enaltecido con la delicia del malbec. Esta cena exquisita solo me permitió un cierre de café negro, definitivamente no era posible un postre.

Caminando de regreso a casa, terminé de despejar mi mente y completar el disfrute de esta noche de verano con algo de brisa.

 

5to Cheers : un café transformado en restaurante peruano

Dado que soy frecuente paseante en cleta por el Parque Bustamante, conocía este sitio por ser un café bastante llamativo. Sin embargo, esta noche en que buscaba una opción para cenar descubrí una rara transformación, ya que de café no quedaba nada, era simplemente un restaurante peruano y algo más, muy latinoamericano. Es posible que siempre haya sido lo mismo, pero no lo había notado.

Como soy proclive a la experimentación, me instalé en la rica terraza enfrente al parque y me dispuse a disfrutar. Partí con un pisco sour, bastante normal debo decir. El personal de servicio un poco distraído, lo cual impacienta al menos a mí.

En la carta bastantes opciones peruanas y mi selección fue un plato de Camarones Tropical, una delicia de camarones envueltos en pollo a la plancha y bañados en salsa de maracuyá sobre un puré cremoso. Lo fatal, es que el plato llegó frío y debí devolver. Vaya que son importantes los detalles!!! (regresó bien caliente y sabroso, por suerte)

Para acompañar mi plato, en la carta de vinos – bastante interesante-  descubrí un Tabalí reserva Syrah que vino de maravillas para esta exquisita cena.

Esta noche no estaba para postres, así es que cerré la incursión con un café negro.