Accidentado y divertido regreso del Magma

Un domingo que no lograría subir a la montaña por no poder conseguir transporte, se ha hecho lamentablemente habitual. Sin embargo, eso no significa que renuncie a realizar actividad física y acercarme a la naturaleza furtiva que se encuentra en los alrededores de la región metropolitana.

Al teléfono nos pusimos de acuerdo con mi amigo Luna para ir a almorzar al Cajón del Maipo en cleta. Además de ser sorprendido con la oferta, Luna no dejó de pensar un instante en que habría rica comida. Estoy seguro!!

Lo pasé a buscar con mi amada cleta a su departamento y para sorpresa mía, ya estaba en la entrada de su edificio esperando. Mochila, casco, guantes y su cleta, todo en orden. Solo tuvo que ir por unas mangas para asegurar no pasar frío, ya que este día pintaba algo fresco.

Partimos por ciclovía Lyon, conectamos con ciclovía Simón Bolivar, seguimos por Chile España y finalmente el largo recorrido por Macul y avenida La Florida. Ingresando a la avenida El Volcán, nos detuvimos por primera vez a gozar de un rico mote con huesillos, una parada clásica en mis rutas al Cajón del Maipo.

Ya repuestos y bien hidratados, retomamos el camino para detenernos muy pronto pues su cleta mostraba bastante desinflada la rueda trasera. Bombín mediante la repusimos, aunque notamos con cierta preocupación que la cámara se presentaba bastante deteriorada y delgada.

Tras una nueva detención por el mismo motivo, decidimos que adelantaríamos el momento del almuerzo, después de todo ya era tarde y el hambre arreciaba.

Continué pedaleando hasta encontrar algo interesante y que esta vez fue un letrero secundario en donde se encuentra el acceso al balneario El Añil, el cual hablaba de un restaurante de nombre Magma perteneciente a www.casamaipo.cl, un sitio que no conocía y que me pareció seductor.

Ingresamos por un camino de piedrecillas hasta unas construcciones de bella madera en donde estaba el restaurante.
Nos atiende una linda muchacha tras una espera algo prolongada, a quien pedimos unas cervezas. Nos cambiamos las sudadas poleras por un recambio seco y nos preparamos para disfrutar un buen almuerzo.

Heladas cervezas, unos calientes panecillos y pebre dieron el paso a nuestros platos de fondo, unos fetuccinis sepia con salsa de mariscos para Luna y de excelente pesto para mí. Sumamos una botella de buen carmenere del valle de Cachapoal para completar el disfrute.

Una larga conversación acerca de museos y buenos lugares para visitar en España (próximo destino filetario), hasta disponernos para el regreso.

Cuando tomamos las cletas, con estupor evidenciamos que ambas ruedas de la cleta de Luna estaba desinfladas. Allí comenzó la debacle, pues al sacar la cámara de la rueda delantera notamos que tenía dos perforaciones provocadas por unos trozos de alambre que estaban incrustados en ella. Como Luna es previsor, traía una cámara de repuesto la que por cierto usamos de inmediato como reemplazo. Pero al sacar la cámara de la rueda trasera, vimos que presentaba al menos (por ese momento) dos orificios. Así que usamos los conocidos parches de emergencia y creímos haber salido del trance. Sin embargo, al inflar la rueda trasera, seguía perdiendo aire. Ohhh, mala fortuna, encontramos otro orificio, el cual también parchamos y por precaución, decidí usar mi envase de «vómito verde» (látex para reparación), pero ahora se sumó que no inflaba. Años de estudios de ingeniería, nos condujeron a volver al basurero para recuperar la cámara que habíamos botado para conseguir el reemplazo de válvula dañada y así pudimos inflar por fin la rueda.

Orgullosos de la proeza, nos bebimos otras cervezas y un buen café negro y salimos pedaleando nuevamente por avenida El Volcán y en pocos kilómetros otra vez Luna vocifera ininteligibles palabras para indicar que nuevamente la rueda trasera estaba desinflada. Volvemos a desarmar para ver que los parches se habían perforado nuevamente. Aquí ya nos pusimos nerviosos, se habían acabado los planes de contingencia y no era posible seguir pedaleando.

Con mi buen estado de ánimo, propuse caminar un poco hacia el pueblo cercano para conseguir una solución (la que fuera!!). Nos acercamos a unos paisanos quienes en semiserio nos dijeron que la única opción sería caminar hasta un supermercado más adelante, donde quizás habían cámaras de repuesto.

Ok, nada es mejor que tener desafíos.

Caminamos varios kilómetros y llegamos al bendito lugar. Luna camina presuroso para comprar la solución. Fumé un par de cigarrillos mientras esperaba y llegó con un neumático nuevo, un tarro de neoprén y con la evidencia que no habían cámaras en venta. Uffff!!!

Bueno, despegamos los parches, embadurnamos con neoprén y volví a pegar mientras Luna iba por cinta de embalaje para cubrir los parches como medida accesoria. Genial!!!, por fin ambas ruedas de la cleta de Luna inflaron bien y pudimos reiniciar el regreso a casa. Hay que destacar que pasaron 2 horas al menos desde que salimos del restaurante.

Dado que la luz solar se extinguía, pedaleé al tope en un descenso vertiginoso hacia la ciudad, chequeando de vez en cuando si Luna venía atrás. Sin problemas!!

La artificiosa solución había funcionado y cuando llegamos a la intersección de la ciclovía Pocuro con Pedro de Valdivia, respiré tranquilo. Misión cumplida!!.

Volví a casa, cansado y de noche pero con una gran sonrisa de satisfacción tras una aventurado día.

Un nutrido y disfrutable día de marzo

Tan rápido que pasa el tiempo!!!. Almorzar con mi gran amiga Carla es un disfrute especial que he tenido por más de 20 años. Esta vez la pasé a buscar para ir al Due Torri (Isidora) que curiosamente no habíamos visitado.

Nuestra complicidad de años se pone a prueba fácil, pues al pedir un aperitivo al unísono pedimos Kir Royale. Para acompañar este primer momento, pedimos un appetizer jamón crudo y queso padano, exquisito!!.

Para los fondos, ella eligió un filete salsa pimienta con panache de verduras mientras yo preferí el filete Paillar y papas chaucha, todo lo cual se benefició con una botella de cabernet sauvignon Tabali. Un almuerzo sabroso y lento en que nos pusimos al día tras meses sin vernos.

Cerramos con un buen café negro, como suele ser el rito de la amistad.

Por la noche, al teatro con mi compañera a ver la obra argentina Los Monstruos, con los sorprendentes Natalia Cociuffo y Mariano Chiesa. La relación de padres e hijos retratada de forma genial, no solo por el tremendo guión, una actuación impecable sino también por las exquisitas canciones. Que bien canta Natalia, es sorprendente!!.

Claudio, «padre soltero» de un chico muy extraño. quién frecuentemente lo pone al límite. En cambio Sandra, madre con marido «inútil» y delirios de grandeza lucha con el inusual comportamiento de su hija. Ambos hijos asisten al mismo colegio, tras un periplo por otros establecimientos en donde no tuvieron buenos resultados. La compleja trama nos va adentrando poco a poco, en la poco feliz realidad de los pequeños, ambos tironeados por sus progenitores para satisfacer los parámetros de la normalidad en este mundo anormal.

Como solemos hacer, del teatro a la cena en el Pinpilinpausha (Isidora), restaurante que conocí cuando niño cuando mi viejo me llevó a almorzar al local que hoy ocupa el bar nacional 3 (Matías Cousiño). Buena atención en una noche exquisita y con un tremendo tema de conversación. Como sobrevivir a los hijos sin morir en el intento.

Cenamos, un congrio con costra de ajo sobre cortes de papas que elegí mientras ella eligió unas croquetas de congrio. La mejor combinación con vino fue un pinot noir matetic que resultó fantástico. Tras la pausa larga de esas buenas conversaciones sobre teatro, disfrutamos un cheesecake y mi delicioso mousse tres chocolates.

Ok, tras los placeres gastronómicos es siempre bienvenido un buen café negro, para cerrar un día fantástico.

Dos descubrimientos gastronómicos de inicios de año

Para esas ocasiones en que encontrar una terraza disponible,  bien atendida y que haya una oferta gastronómica interesante, es un problema, días atrás encontré una solución. Se trata del Santa Pizza en Orrego Luco e inmediatamente al costado de El Huerto.

Lleva poco tiempo y claramente compite con dos colosos del sector, El Huerto que ya mencioné y De la Ostia (sin incluir al exquisito Le Flaubert, cuya terraza es muy pequeña). Como se trata de mi junta quincenal con una gran amiga, a quién le gusta el Liguria, por fin se convenció que en terraza es mejor, sobre todo en una calle de bajo tráfico.

Mi amiga quiso aprovechar el happy hour (mojito santo y caipiroska pasión), pero yo me tenté con una limonada cesar citrix mix (jugo naranjas, limón, manzana con miel y hielo)

Luego vino el hambre y como es obvio, nos fuimos por las pizzas. Ella con una pizza mediterránea (berenjenas, champignones salteados, zuchini sellados al ajo y finas hierbas, mas aceitunas y queso parmesano) y para mí una pizza siciliana (anchoas, peperoncino, aceitunas negras, salame italiano y tomates deshidratados), lo que acompañamos con un delicioso Tabalí carmenere reserva 2012. Al cierre, como corresponde, un buen café.

Días después y tras una buena sesión de teatro, regresé con mi partner a explorar un poco más la oferta de este lugar. Esta vez, probé el jugo del campo (albahaca fresca macerada con trozos de frutilla, te verde, un toque de limón de pica y hielo frappe), lo que me confirmó que los jugos son algo bien trabajado y recomendable de todas maneras.

Para comer,  nos inclinamos por el Antipasto Santo (surtido de prosciuto di Parma, salame felino italiano, queso gorgonzola, grana pradano, manchego y camembert, trocitos denueces, aceitunas verdes y negras y unas tostadas) al que añadimos gaseosa  y una exquisita cerveza Guayakán del Valle del Elqui. Una muy rica y agradable sorpresa.

Otra incursión de la que me alegro poder contar algo disfrutable, la obtuve una noche caminando en el barrio Manuel Montt. Muy cerca del Minga y aparentemente en el mismo conjunto de construcciones, encontré algo delicioso. Se trata del Meze, kitchen bar, comida turca (Estambul). De  primera impresión, unos tres meses abierto, un hermoso comedor y algo más adentro, una terraza interior pequeña pero en extremo agradable.

Una sencilla elegancia, atendida por una chica y por un turco que me pareció que era el chef quien salió de la cocina a atenderme. Observé detenidamente el lugar, cinco mesas ocupadas, amenas conversaciones y muy buena música en una noche cálida y estrellada tras un dia de 37°c.

Inicié el experimento con un Sigara Borek, unos rollitos de masa hilo fritos y rellenos con queso de cabra mezclado con perejil que llegaron acompañados con un pequeño pote de yogur natural. Cabe destacar que la mayoría de los platos consideran el yogur, con lo cual aprendí que éste forma parte integral de esta gastronomía.

Para los fondos, elegí un Kofte Durum, que viene a ser una hamburguesa turca grillada (hamburguesa, tomate y cebolla en un rollo de masa tipo burrito mexicano) con una mini ensalada (lechuga, frutilla, nuez y aceto balsámico) además de una porción de humus. Aunque no tenían carta de vinos, si tenían y tras algunas interrogaciones dí con una botella de Casa Real carmenere 2011.

Fue una cena tranquila y silenciosa que concluí con un imperdible café turco acompañado de unos caramelos turcos de indefinible sabor que llegaron en una cajita de metal muy hermosa.

Buenas opciones que añado a mi lista de disfrutes!!.

 

 

Retorno al Capperi : comida deliciosa

Me parece que no comenté antes que en mi última visita a este rico lugar me había decepcionado mucho del servicio. Estaba acostumbrado a ser atendido por un par de bellezas, dos chicas hermosas que además eran definitivamente expertas en su labor y eso es impagable. Venciendo mi regla que dice, jamás vuelvas a un lugar en que no te atienden bien, decidimos volver con mi partner. La verdad es que la comida italiana de este sitio es fantástica y apostamos que habrían mejorado en el tiempo que dejamos de visitarlo.

Nos instalamos en el ante-patio, ya que la temperatura ambiente no daba como para ir directamente al patio, un espacio exquisito en otras épocas del año. Pedimos nuestras aguas minerales de rigor y un Suppli al Ragu Romana, un antipasto fantástico que es imperdible.

Los platos de fondo fueron una lasagna bolognesa para mi partner y una pizza mediterránea para mí (la mejor pizza del lugar), todo lo cual acompañamos con un reserva Tabalí carmenere delicioso. Gran conversación y divertidos momentos siguieron durante este placentero momento. Para los postres, compartimos un rico helado de avellanas, una delicia italiana.

Por cierto, la atención recuperó el nivel aunque ya no están las preciosas chicas de antes.

Nueva cena en Nolita Lastarria : impecable experiencia

Salir a cenar en un buen lugar sigue siendo uno de mis placeres irrenunciables al menos 2 veces por semana. Sin embargo, debo confesar que en este periodo ha sido mucho más frecuente visitando varias veces el rico Olan, La Bifería, El Ancla y el Zocca. Bueno, esta noche los pasos fueron directo al Nolita, un lugar del cual solo tengo sabrosos recuerdos.

Llegamos bastante tarde tras una noche de buen teatro, lo cual nos beneficia con mayor disponibilidad de mesas. Una ágil maniobra del mozo y ya estábamos sentados y con la carta en las manos. Partimos con una entrada compartida de salmón ahumado relleno de ricota, mientras un agua mineral apoyaba a mi partner yo disfrutaba una fresca copa de espumante.

La temperatura muy agradable a pesar del frío que existía en el exterior, nos permitió una agradable conversación en la tranquilidad que se respira en este lugar. Seleccionamos nuestros fondos saboreando mentalmente como sería la grilla de pescados y mariscos que decidimos compartir acompañados de una fresca botella de pinot noir William Cole. Una sorpresa deliciosa de sabor y calidez que disfrutamos lentamente.

Para los postres, exigí esa maravilla que es el ciocolatino, mi postre favorito desde hace un buen rato y que a mi partner fascinó. Del éxtasis dulce pasamos al buen café negro, rito que cierra esta experiencia.

 

Disfrutando exquisiteces en Nolita

Un día muy atareado generalmente me trae como consecuencia un hambre atroz, pero no cualquiera sino de sabores intensos y únicos. Para un objetivo tan disfrutable, sabía que estaba el Nolita que no solo es rico sino que atienden espectacular y rara vez está lleno por lo que puedo ir sin reserva.

Una botella de agua mineral para refrescarme y mis ojos recorren la carta en busca del primer sabor. Allí encuentro un plato que ya había probado y que no dejaba dudas que era mi gran comienzo. Me refiero a los rollitos de salmón ahumado rellenos de ricota. Deliciosos!!

Para el fondo, me decidí por un panzzotti rellenos con queso de cabra adornados con aceitunas, cebolla caramelizada y abundante crema. Tremendo plato que acompañé con un fantástico carmenere reserva de Chocalán. Una maravilla!!

Con todo el placer vivido, igual consideré que me merecía un postre de campeonato y ese de todas formas es el ciocolatino, un postre que nadie querría que acabase. Éxtasis!!!

Por cierto, un buen café negro y a caminar un rato por puro disfrute.

Restaurantes revisitados mientras huíamos del calor

Noche calurosa a pesar de ser casi medianoche, camino en búsqueda de algún sitio en donde cenar encontrándome de pronto sentado a una mesa en las afueras del Normandie dispuesto a probar alguna delicia francesa. Es curioso cuanto tiempo ha pasado desde que vine por última vez y sinceramente no tengo objeciones para este restaurante. Partí con mi necesaria agua mineral y de la carta elegí un bien recordado plato, Tournedos de filete acompañado con unas papas risti. Sumé una media botella de cabernet sauvignon de J. Bouchon para disfrutar una tranquila cena.

Otra noche canicular nos sorprende en las inmediaciones del Maldito Chef y la tentación fue irresistible. Partimos con unos pisco sour además de las botellas de agua de rigor. Acompañamos el aperitivo con un ceviche de culto y seguimos con esos sandwiches descomunales, una hamburguesa del chef y un chacarero además de una rica botella de malbec Botalcura. Fantástica conversación hasta el café negro de cierre, cuando ya era muy tarde.

Pensando en un sitio que mi partner no conociera, decidí volver al restaurante Su Merced enfrente del Parque Forestal. Las botellas de agua, seguidas de pisco sour y un vodka con sabores de berries, mientras dudábamos acerca de cual plato saciaría el hambre de una larga jornada. Una albacora con cous cous al limón salteado con almendras y manzana y para mí un arroz frito al estilo oriental con camarones al jengibre, salsa de soya, aceite de sésamo, dientes de dragón y cebollines. Delicias que acompañamos con un petit syrah Carmen reserva. No fuimos capaces de agregar postres por lo que fue bienvenido el buen café.

Un imperdible para cualquier noche es el Capperi y esta noche se nos antojó como la mejor opción para cenar. Instalados en la rica terraza, las habituales botellas de agua fueron seguidas con un pisco sour normal y uno con albahaca que es mi predilección. En esta ocasión decidimos un formato para compartir y pedimos un exquisito suppli al ragú romana y una provoleta y camarones, acompañados de un carmenere Tabalí reserva. Una noche fantástica de sabores que cerramos con el café negro acostumbrado.

Un almuerzo de fin de semana nos llevó al Huerto, restaurante que visito por décadas y que sigue gustándome. Partimos con unos pisco sour receta de la casa exquisitos con una porción de guacamole para compartir mientras llegaban los platos de fondo. Una enorme ensalada Islas Griegas y el contundente Nuevo México que acompañamos con una botella de syrah Chocalán selection.

La siguiente parada para una rica cena fue el maravilloso Peumayen, una verdadera delicia. El viaje ancestral comenzó con Sour palta piña y un Sour Huacatay, sorprendentes. La panera como siempre tan original y deliciosa que dudo que alguien se resista a comerla toda. Para los fondos, un plato de róbalo con salsa de mariscos ahumados y charquicán y para mí un garrón de cordero con papas nativas bien acompañados por una botella de Lagar Aluvión, un ensamblaje de syrah y cabernet sauvignon maravilloso. Para los postres una degustación de las especialidades de la casa, placer por doquier!. Solo nos quedó beber el rico café prensado para despedir esta incursión deliciosa.

Otro almuerzo que casi olvidaba fue en el Mulato del barrio Lastarria. Mi partner y su habitual pisco sour colegial, en cambio yo preferí el aperitivo de la casa llamado Mulato para acompañar un buen ceviche del mercado. Luego unos calugones de congrio y otro plato con blanquillo, el pescado del día, que lo acompañamos con una helada botella de pinot noir Tabalí. Para los postres compartimos un sabroso cheese cake y los cafés correspondientes.

Muchos sabores y ricos lugares nos permitieron salvar esta parte del verano, que afortunadamente ya comienza a refrescar.

 

Un domingo primaveral muy disfrutado

Un paseo a la montaña hasta más allá de los 3.100 metros de altura me llevaría este día a disfrutar el llegar al Refugio Plantat, un sitio que he visitado por años con mi querido Club Los Malayos. Como siempre, la compañía de gente deliciosa, conversaciones inolvidables con muchos malayos con los que he compartido por años y otros que vengo conociendo. Nada se compara con estos momentos de montaña, momentos en que no hay diferencias artificiales de ningún tipo y en donde solo nos ponemos al servicio de disfrutar el momento. El aquí y el ahora no se pueden conjugar mejor que en estas incursiones en la maravillosa naturaleza que nos circunda.

De regreso desde el Cajón del Maipo, me bajé a medio camino para visitar a mi madre, un momento singular ya que es primera vez en muchos años que ella me ve, vestido como montañista. Puede sonar ridículo, pero para ella era un misterio que diablos hacía y cómo lo hacía cuando le comentaba que me iba al cerro a disfrutar. Misión cumplida, ahora sabe que de verdad lo paso muy bien.

De regreso a mi hogar, el ritual de desarmar la mochila y ducharme lentamente para estar en condiciones de disfrutar placeres ciudadanos. En esta ocasión, mis pasos se dirigieron al Nolita en el barrio Lastarria.

Instalado en el lugar, junto con el menú, llegaron el baguette crujiente y caliente y un pote de mantequilla. Elegí unos rollitos de salmón y ricota en jardin verde junto a mi copa kir royale para iniciar el disfrute gastronómico.

Posteriormente la copa de  merlot fue una gran compañía para ese increíble panzotti, pasta rellena con queso de cabra, cortes de aceituna, abundante crema, parmesano y cebolla caramelizada que fue mi afortunada selección del día.

Un tardío y fantástico almuerzo para celebrar un día delicioso, que solo concluyó después de mi ansiado café negro.

 

Revisitando el Capperi : delicioso como siempre

Esta noche se nos hizo muy tarde y el hambre requería pronto remedio. Caminamos hacia el Barrio Italia en donde sabíamos que encontraríamos un buen lugar para cenar. Tras un rato aterrizamos con seguridad en el Capperi, un restaurante italiano que decididamente me fascina.

Los inicios merecen un aperitivo, que como ya es tradición, fueron un pisco sour y mi querido kir royale. El paso siguiente, revisar la carta para seguir descubriendo sabores de este lugar. Tentados por las posibilidades, comenzamos a pedir combinaciones inusuales, inciando con una parmesana de berenjenas, seguido de un plato de prosciutto, esos deliciosos cortes de jamón curado y finalmente una combinación de provoleta y camarones. Delicias que merecían una buena botella de carmenere Tabalí reserva del maravilloso valle del Limarí.

Casi en silencio, disfrutamos el festival de sabores que nos aseguraron esa sensación de placer que produce el comer rico. Un rato largo después, buscamos algún postre goloso que resultó ser helado de frutos del bosque. Deliciosos sabores que rematamos disfrutando un buen café negro.

Qué rico es el Capperi!!

Más filetes disfrutados en Santiasco durante mayo 2013

Siempre he pensado que muchas personas aún teniendo la posibilidad de ir a muchos sitios, evitan probar nuevos por temor a equivocarse, lo cual evidentemente los resta de muchas experiencias deliciosas. En mi caso, funciona al revés, siempre busco nuevos lugares y si no lo logro, me repito aquellos que merecen un retorno.

Una sanguchería imperdible es la Ciudad Vieja en barrio Bellavista, pues a pesar que he probado casi toda la carta, siempre me sorprende con sus sabores. En este lugar, debo confesar que el sándwich que me fascina es el chivito (carne, huevo, lechuga, tocino, tomate, queso, mayonesa y jamón) que queda increíble con una buena cerveza Kross Stout. Es una solución perfecta para hambres desatadas.

Un sitio que visité por muchos años en calle Chile España, se trasladó al mismo lugar que hasta hace poco ocupaba el Camarón de Gorbea en barrio Manuel Montt. Me refiero a la Casa Vieja, comida bien chilena y sabrosa. Para la entrada que mejor que un  arrollado de huaso con puré de palta, imperdible!. Lo compartimos mientras disfrutábamos un pisco sour a la chilena y una vaina.

Para los fondos, un filete tiroles con puré y en mi caso, un filete Casa Vieja con puré picante. Esa multitud de sabores se merecía un ensamblaje de buen nivel, así es que pedí una botella de Quattro. Buena cena!!

En los postres, un tradicional almendrado y un delicioso sorbete de mango, seguidos de café negro para despedir el reencuentro.

Una noche después de un trabajoso día, regresé al Tambo por una buena cena a la peruana. Inicié la sesión de placer con una causa de camarones con una copa de sauvignon blanc. Animado por la buena música que escuchaba, con Nina Simone, Coldplay, Every Thing but the Girl, me incliné por pedir un Tambo saltado, muy tradicional y sabroso el cual acompañé con una copa de carmenere de Max Errázuriz reserva. Rica y silenciosa cena!!

La noche que vimos la excelente obra Cuestión de Principios, nos fuimos a conversar y cenar al Squadritto. Este debe ser uno de los restaurantes que más he visitado en la última década y la verdad es que no me cansa. Partimos probando unos cocktails, una Patigiana, (champaña cointreau, limón azúcar) y un Rossini (jugo frutilla, limón, champaña y goma), francamente exquisitos. En vez de pastas, esta vez nos tentamos por las pizzas a la piedra, por lo que llegaron a la mesa una Chianti (sabrosa ricotta con espinacas, tocino y jamon pierna) y una Valentina (ricotta, queso de cabra, jamón pierna y pimienta). Delicias que merecían el buen vino que elegí en la carta, un Ortega Fournier del valle del Maule, una combinación virtuosa de cabernet sauvignon, cabernet franc, merlot y carmenere. Como se ve, fue una noche de sabores múltiples.

Los postres no se dejaron esperar y nos servimos unos crepes al uso nostro limón y un típico tiramisú. Cerramos con un corto y fragante ristretto.

Ya había comentado acerca de este sitio argentino, La Percanta, un lugar al que prometí volver. Esta noche estaba bastante cálida a pesar de la fecha y me quedé en la terraza. Para iniciar la experiencia seleccioné una cerveza artesanal que no había probado, me refiero a la Mestiza Irish Stout, una cerveza negra sin filtrar fantástica.

Como ya conocía la oferta en carnes rojas, cambié a blancas y me pedí un crocante de salmón acompañado con un sorprendente zapallo dulce al rescoldo con queso de cabra y rúcula. Esta exquisitez la acompañé con una botella de Santa Carolina Specialities Dry Farming de la cepa carignan. Tras tanto placer, solo quedaba que bebiera mi caliente ristretto.

La última incursión que compartiré es el regreso al viejo Caramaño. Este lugar lo conozco desde mis tiempos de universitario y es increíble que aún sigue en el mismo lugar, con los abundantes rayados en sus paredes (alguna vez también escribí allí) y con muy pocas modificaciones en el diseño.

Comencé con una vaina, mientras decidía cual plato de cocina chilena vendría a satisfacer mis ganas de algo rico. Acudí a mis recuerdos y no dudé un instante en pedir un filete a las brasas en versión a lo pobre, el cual acompañé con un rico Morandé Terrarum Cabernet Sauvignon. Tras beber mi café expreso, salí satisfecho rumbo al jazz.