Refresco musical dieciochero : jazz en el Club

En un país sometido a sus propias fiestas patrias, encontrar una alternativa a veces resulta difícil. El único club de jazz con una propuesta atrevida por no ser dieciochera, fue el viejo y bien querido Club de Jazz de Santiasco.

Como era de esperar, un Club semivacío, pero no menos entusiasta. Somos pocos pero somos los mejores!!!. Nos vamos a divertir.

Más tarde de lo acostumbrado, un inspirado Marcos Reyes, contrabajista excepcional, con la guitarra de Diego Riedemann y la extraordinaria batería de Luis Mora, le dan tensión creativa y rítmica al Club. Temas exigentes que obligan a cada músico a entregar lo mejor de su talento.

Son piezas rápidas, de gran ritmo y complejidad, para hacer aplaudir a las 1o mesas que tienen ocupantes. pocas veces he visto el Club tan desocupado, pero estoy sorprendido de la armonía, la complicidad y el disfrute.

Un pequeño intermedio y aparece la segunda banda, la lleva Hugo Rojas un habitué del Club, un bajista de corazón y que toca en raro rictus corporal, una nueva guitarra a cargo de Francisco Saavedra y la indispensable presencia del batero Luis Mora, un filete!!!

Continúa el despliegue de talentos, cada vez más propios de maestros, una delicia para los oyentes. Todo conduce indefectiblemente a la jam session en que todos los virtuosos tienen cabida.

Gran noche de jazz!!!

Bluseros Muertos : retorno al Club de Jazz

Un miércoles de una noche helada y prometedora, condujo mis pasos hacia el viejo Club de Jazz de Santiago para ver y escuchar a una de mis bandas preferidas. En esta ocasión, con formación nueva de «cadáveres».

La danza musical del blues de estos fantasmales individuos, se funge bajo la diestra talentosa de Gatillo, el alma más evolucionada del blues. Ingresan teatralmente entre el público para apoderarse del escenario repartiendo energías de ultratumba y una vez tomados los instrumentos, se inicia el viaje blusero.

La formación actual tiene a dos nuevos músicos jóvenes y talentosos, bajo y batería que acompañan la guitarra milagrosa de Gatillo, la voz anfitriona del blues y ancla de la historia del grupo.

Temas antiguos y algunos nuevos, acompañados de la deliciosa complicidad que consigue el grupo con los asistentes. Esa mezcla de talento, buenas letras, impecable ejecución instrumental, teatro y sobretodo simpatía, lograron subir la temperatura de esta gélida noche.

Un buen show que concluyó como es habitual en sus presentaciones, con un blues armado de frases que el propio público provee y una jam session con músicos amigos.

Gran espectáculo del blues, filete totalmente repetible!!!

Sebastián Jordán Quinteto : cada vez mejor

Un día de preludio de fin de semana largo no siempre es buena ocasión para un recital de jazz. Sin embargo, cuando se anuncia que este quinteto hace una movida, hay que tomarlo en serio.

Vengo siguiéndolos por un largo tramo y la verdad es que la calidad de sus temas y el talento en demostración supera las expectativas. La formación liderada por el trompetista y compositor Sebastián Jordán, seguido por el saxo increíble de Agustín Moya, los compases graves y precisos del contrabajo de Pablo Menares, los acordes pertinentes y milagrosos del piano de Lautaro Quevedo y por cierto, la magia de una batería inspirada de Félix Lecaros, todo perfecto para un disfrute de jazz.

Un club de jazz con poca concurrencia, solo fanáticos, imagino comensales musicales que comieron en otro lugar antes (como nosotros), ya que lamentablemente, a pesar de los años el Club de Jazz de Santiago, el viejo club, no ha mejorado su oferta gastronómica.

Con bastante tardanza, el despliegue virtuoso de las composiciones de Jordán puso el tono a la noche. La ilusión que tejen las teclas del piano acompasadas con el contrabajo, dan espacio para la superposición de la inteligente ejecución de
la batería de Lecaros y los sonidos solistas de la trompeta y el saxo. Una verdadera delicia!!!

Un concierto exquisito, estoy seguro que fue el mejor filete de esa noche. Completamente repetible!!!

Bluseros Muertos en el Club de Jazz

Me demoré un poco en relatar este festín de mausoleo, pero el blues de los muertos tiene sus propios tiempos. Una noche de miércoles es noticia en las páginas rojas de muchos diarios, pero esa noche del 25 de junio, merece una portada.

Lleno absoluto a las 23 horas, presagio de algo bueno y mejor cuando hay tanta gente conocida. Amigos por doquier, fanáticos todos de la buena música y sobretodo de los Bluseros Muertos.

Hace varios meses que esta banda amenazaba con algo, pero la cal de sus tumbas no dejaba oir el WiFi de sus notas. En otras palabras, faltaba algo de ultratumba que los uniera e hiciera posible esa música, esa magia que esta noche esperaba escuchar.

El sempiterno Club de Jazz de Santiago (Macul con Irarrázaval) con todos sus defectos (poca comida, pocos vinos y no fumadores) sigue ocupando un buen sitio en mi corazón blusero. Esta noche prometía algo bueno y ahí estuve, para gozarlo.

Entrada con ritmos de cadenas y caderas, sutil y sensual ingreso al escenario. Pronto se desataron los ritmos del mejor blues de Santiasco, música cómplice de las poesías más absurdas y al mismo tiempo deliciosas, la plaza de los nueve meses existe porque la contestadora te lo dijo y tu madre es una mancha, en el crepúsculo del oso golozo, asi es porque háblame ahora o calla para siempre.

Un gran espectáculo, teatro blues, un montaje de música y placer doblado al ritmo de un buen vino y una tabla de quesos.

Bluseros, que gusto verles de nuevo!!!!!

Noche de Blues en Club de Jazz

La oferta era irresistible, una tocata de blues. Rápidos pasos me llevaron al viejo Club de Jazz de Santiago, a ese que por casi 20 años visito y que hace tiempo no volvía.

El invitado, Berni Weis avencindado en Chile pero originario del sur de eeuu, de Louisiana precisamente, junto a su banda Sean n’Sun. Berni en la guitarra y voz, un bajo acústico que sonaba increíble, una guitarra eléctrica que acompasaba brillantemente a Weis y la batería, tocada por el hijo mayor de Berni.

La música me pareció mas bien un country-blues y sonaba espectacular (hay que considerar que este Club tiene una acústica notable). Tocaron un tema tras otro solo interrumpidos por los aplausos de una concurrencia un tanto pequeña (no todo el mundo se anima a salir duante la semana laboral). Algunos temas del gran Robert Johnson pusieron la nota alta de la tocata.

Berni cuelga un peluche de su guitarra y el hijo tenía una enorme rana de peluche adentro del bombo y sobre éste, un largo cocodrilo también de peluche. Se veía muy divertido.

Había tomado la precaución de cenar antes ya que no es un lugar en donde se pueda saciar el hambre, tan solo beber algo y picotear.

En fin, una noche de blues verdaderamente desestresante. Lo necesitaba.