Creo que ya opero por adicción, todos los fines de semana acudo gustoso a este lugar de jazz, el Thelonious. En esta ocasión presuroso por escuchar la combinación de Claudio Rubio en Saxo, Andy Baeza, siempre notable en batería, Mauricio Rodriguez en guitarra, Rodrigo Dañobeitia en la otra guitarra, Sebastián Peña en el Contrabajo (todo un descubrimiento para mí) y un invitado inesperado Felipe Riveros en piano para el último y más notable tema de la tocata.
Llegué tarde pues la tocata estaba apuntada a las 23 horas, sin embargo, a esa hora pocos comensales, algunos ensayos individuales y mi encuentro con un buen ron. Cuarenta minutos después, la belleza y el placer de la buena música llenaron el local.
Una buena hora de temas largos, intensos y llenos de la pasión habitual del buen jazz. Noté un detalle interesante, los músicos tienen muy diversos gustos. Claudio Rubio gusta de tomar cerveza y fumar un cigarrillo entre los temas, el resto se inclina por un buen cuba libre o el pisco sour.
En mis cavilaciones me encontraba cuando el hambre me sorprende pidiendo una porción de aceitunas y queso de cabra, con aceite de olivas y orégano. Exquisito entremes par amenizar mi trago.
Tras el intermedio, otra hora de temas deliciosos, me transportan por las posibilidades del talento musical de estos muchachos. Lindo espectáculo y especialmente con la intervención de los acordes de piano, que como siempre o casi siempre, dan el toque mágico al conjunto.
Me despedí de Erwin devolviendo los 2 CD de Thelonious Monk que me había prestado y orgulloso y salí a casa con Pithecanthropus Erectus de Charlie Mingus, con una gran sonrisa en mi cara.
Así vale la pena cerrar una semana.