Travesía La Campana a Palmas de Ocoa : filete malayo

Todos los años muchos de nosotros esperamos con ansias el día en que haremos esta deliciosa travesía. Normalmente implica manejar una masividad inusitada ya que suele ser un paseo con gran convocatoria. Esta vez no fue la excepción y a pesar de todo dos enormes buses esperaron pacientemente hasta la hora malaya (10 minutos después de la hora acordada) para iniciar este grandioso paseo a la quinta región.

Tengo la suerte de vivir cerca de Plaza Italia, lo que me hace un espectador permanente del escenario social que se concentra en este lugar. En esta ocasión me significó llegar al borde de la hora y tener que hacerme cargo del control de acceso al segundo bus, ya que el primero estaba completamente lleno y definir el momento de la partida. Un desempeño espectacular del Club, ya que salvo excepción justificable, todos llegaron en tiempo e iniciamos este hermoso viaje a la naturaleza.

Los buses nos dejaron en el lugar definido y 85 malayos quedamos en condiciones de iniciar la increíble caminata por el parque nacional. Tras resolver los aspectos administrativos del acceso, nos adentramos por el sendero oficial. Un apronte con percances porque los «adelantados» de siempre siguieron por la ruta equivocada que afortunadamente coincidiría con el sendero correcto más adelante. Debo manifestar el nerviosismo que me produjo el largo diálogo por radio indicando que el masivo grupo se diseccionaba debido a esto y que afortunadamente nos encontraríamos más adelante. La masividad siempre trae complicaciones!!!

En el portezuelo nos encontramos casi todos (siempre hay algunos individualistas incorregibles), lo que nos permitió comprobar que el grupo seguía intacto y que pasaríamos todos hacia nuestro destino. Tras algunos divertidos diálogos radiales (en la frecuencia 17.7), terminamos yaciendo en nuestra habitual zona de picnic en Palmas de Ocoa, en esa monumental roca que nos sirve de escenario para las fotos del Club.

Finalmente, todos los convidados disfrutantes de este paseo malayo llegamos a nuestro destino una vez más y abordando los buses que nos esperaban regresamos dichosos al hogar.

Qué lindo paseo y que hermosa multitud!!

 

Cerro La Campana : un paseo filete

Esperaba con ansias la oportunidad de subir este hermoso cerro de la cordillera de la costa y que en tantas ocasiones he disfrutado con mis amigos del Club Malayo. Había que esperar las condiciones climáticas adecuadas y el cosmos jugó de nuestro lado, pues el día del ascenso fue perfecto.

A la hora acordada, llegué a mi punto de encuentro con quien viajaría hacia Tiltil, mi amigo René, quien ya venía acompañado con un miembro de su club de Toby. De ahí, rápidamente nos fuimos a buscar a una hija y una nieta, ambas llenas de entusiasmo por este lindo paseo.

En una estación de servicio de la carretera al norte, nos encontramos con el resto de los malayos, más de 40 madrugadores dispuestos a pasarlo bien. Tras la habitual espera de 10 minutos (no más), partimos en caravana hacia nuestro destino, el Parque Nacional La Campana.

Nos registramos en la portería, pagamos la entrada y al poco tiempo, ya estábamos caminando. Un sendero muy claro, que cruza un lindo bosque y poco a poco se interna en la espesura vegetal, que tanto nos gusta. Un día maravilloso, completamente veraniego, nos acompañó durante todo el trayecto. Contrario a lo que nos pasa en la mayoría de los paseos, hoy había mucha gente realizando el mismo ascenso al cerro, algo que me alegra mucho especialmente al comprobar que la mayoría es gente muy joven.

Paramos, tras un par de horas, en la zona de la mina de zinc para descansar y disfrutar de la sombra. Aquí divisamos un amistoso zorro de pequeño tamaño. Un animalito muy curioso y lamentablemente ya muy domesticado, pues descubrimos que lo que buscaba era que le diéramos comida.

El camino a continuación cambia drásticamente de pendiente y comienza a ponerse un poco pesado. De hecho, luego de cruzar otro lindo bosque enfrentamos la zona de rocas y acarreo, que desgasta harto el cuerpo, lo que no quita encanto a la excursión. Algo más de tres horas me costó llegar a la cumbre, en donde ya estaban unos 4  malayos, definitivamente veloces e invencibles.

Poco a poco llegaron gran parte de los que partimos horas atrás pues algunos decidieron quedarse en el camino. En todo caso, la instrucción fue muy clara, a cierta hora independientemente en donde estuviéramos debíamos iniciar el descenso.

Tras nuestra deliciosa costumbre de celebrar la cumbre con un banquete malayo, en donde todos compartimos exquisiteces de todo tipo, disfrutar del paisaje que nos permitía ver hacia la Cordillera de Los Andes al grandioso Aconcagua y mirando hacia la costa ver por primera vez (siempre nos había tocado muy nublado en los paseos anteriores) la playa de Concón y la bahía de Valparaíso. Un espectáculo grandioso!!!

En esta ocasión tomé el rol de cerrar al grupo, de manera de asegurar que todos llegáramos de vuelta. De esta forma, debí bajar bastante lento, lo que me permitió tomar fotografías que les comparto.

Una vez embarcados de regreso, cumplimos el rito de pasar a comer empanadas y hacer algunas ricas compras, especialmente esas maravillosas aceitunas, tortillas y quesos, que encontramos en una picada ya tradicional.

Que lindo paseo, filete de punta a cabo.

Cerro La Campana : un día lleno de emociones

Está convirtiéndose en una virtuosa combinación el tener paseos conjuntos entre la Rama de Andinismo del Banco y el Club de Los Malayos.

En esta oportunidad, se trataba de ir al sector de Olmué, al Parque La Campana cuyo trofeo es ese hermoso cerro de pequeña altura pero largo ascenso. Veinte y cuatro comensales para comer el filete de este paseo, llegamos muy temprano al transporte que oportunamente nos esperó en Plaza Italia este amenazante domingo de lluvias.

Un viaje presuroso para llegar a un parque afortunadamente librado de cobros por tratarse de un día de fiesta. En pocos minutos, todos estábamos antes de las 10 am listos para iniciar la caminata. Muchos conocidos, algunas sorpresas, pero sobretodo muchas ganas de pasar un buen domingo.

Un placer reencontrar a varios amigos de paseos anteriores, Ricardo a quien no veía desde diciembre, a Claudia con quien nos conversamos un cerro completo en noviembre y tantos otros, con quienes he pasado buenos momentos de compañerismo y montaña.

Ascendí un tiempo con Ricardo quien, gracias a su increible estado físico, se perdió, definitivamente se perdió, ya que nunca llegó a la cumbre, hasta que lo encontré al regreso al bus al terminar el día. Caminamos por un buen trecho con Claudia, divertida compañía a quien, cuando se acaloró, ayudé a quitarse los pantalones (segunda capa) mientras me tapizaban de tallas por mi «urgencia». En fin Claudia es una gran deportista y la dejé mientras aceleraba el paso hacia la cumbre. Seguí conversando con Milagros, una venezolana muy amistosa a quien acompañé hasta que me di cuenta que si no apuraba el paso, era posible que la lluvia me alcanzara (manía de tratar de adelantarme a los hechos).

Hice cumbre solo, en algo menos de 3 horas, tras perderme un par de veces y asustarme mucho con un viento tremendo que me azotó más de una vez. Lo cierto es que en la cumbre me encontré a Claudio, un portento de Los Malayos, quien llevaba cerca de una hora en ese lugar (plop!!). Como sea, el viento estaba bravísimo y solo atiné a protegerme entre las rocas mientras esperábamos al resto del grupo. Claudio se había hecho maña para calentar agua y hacerse café, maestro!!!!. Yo casi muero del frío atroz que me dió la ventolera en la cumbre.

Poco a poco fueron llegando casi todos ( varios decidieron descender antes). Así que el ritual malayo comenzó a tropiezos, por mi parte ofrecí una degustación de galletas con paté de ciervo, por ahí aparecieron unos benditos huevos duros, manís y nueces, un rico té caliente y ese café brasileño inmejorable que David nos prepara de madrugada para acompañar un exquisito turrón uruguayo.

En definitiva, el viento era tan fuerte que decidimos bajar a la mayor brevedad. Nos lanzamos en la vertiginosa sensación de caer, pero a medio camino, a través de las radios nos dimos cuenta que había problemas. Un par de chicas se habían extraviado y de no ser por la sabiduría del maestro David, el problema habría sido mayor. Al final, otro chico se había perdido también, pero pudo ser ubicado (según él no se había perdido solo tenía un problema de orientación (?))

En el sector de la mina esperamos al grupo, aunque se hacía tarde, había un bien mayor, asegurar que todos llegaramos felices de regreso.

Ya embarcados en el bus de regreso, pasamos a un lugar a comer unas ricas empanadas y comprar aceitunas y tunas de ocasión. Con hambre, todo es delicioso!!!!

Llegamos a Plaza Italia bastante tarde, pero felices de un día lleno de emociones

Ascenso a La Campana : paseo dominguero

A pesar que no supera los 2.000 metros, este cerro de la quinta región es un buen desafío para quienes gustan de un trekking exigente y en pleno contacto con una preciosa naturaleza autóctona.

A las 7:15 me subí al auto con otros 4 compañeros malayos, para dirigirnos hacia la carretera, al punto de reunión habitual (La Copec después del primer peaje). Tras una prudente espera, compras de desayunos y arribos diversos, ya estábamos listos. Once contertulios para degustar este paseo.

Llegamos al Parque a tiempo, ya estaba abierto, aplicamos betún protector solar e iniciamos la travesía. Gran cantidad de vegetación nos acompañó casi todo el camino, senderos entre los árboles y la prodigiosa sombra de éstos, nos permitió un ascenso bastante agradable a pesar de lo empinado que es. La verdad es que el cerro no es muy alto, pero desde el punto de partida hay que ascender alrededor de 1.600 metros, lo cual se nota, sobretodo en las piernas.

En mi cordada con Marcela tardamos casi tres horas en llegar a la cumbre, muy cansados. Media hora antes ya habían llegado los malayos campeones de la velocidad (Hernán e Ignacio) y un buen rato después llegó, poco a poco, el resto del grupo.

Una vez instalados en la cumbre, hay una vista espectacular de los valles y del cordón montañoso. De hecho, es posible tener una panorámica que incluye al imponente Aconcagüa.

Recorriendo el lugar pude consternarme de los innumerables rayados que la gente ha hecho por años. Encontré uno del año 1961 y el más reciente de inicios de enero del 2008. Qué verguenza!!!. Algo tan hermoso, rayado con estupideces, a quien le interesa saber que tal o cual llegó a dicho lugar?.

Bueno, una vez agrupados continuamos con un banquete malayo de proporciones. Esta vez incluyó, un paté de foi francés y el hummus que preparé para la ocasión, servidos con galletitas. Se añadió un delicioso queso camembert y frutas diversas, incluyendo naranjas, peras y duraznos frescos. Seguimos con chocolates de trufas, café malayo y el habitual turrón. Todo esto amenizando los sanguchones que cada cual llevó para recuperar el gasto energético de la subida. En fin, una fiesta gourmet en la cumbre.

El descenso fue vertiginoso, ya que no teníamos mucha agua (yo ya me había tomado casi 4 litros en la subida) y era menester llegar al sector de la mina en donde hay agua de vertiente (un hilito de agua, pero deliciosa y helada). Solo nos detuvimos para revisar la placa recordatoria de Charles Darwin quien hacia 1886 anduvo por estos parajes.

Ya en la entrada del Parque, esperamos al resto del grupo y nos fuimos a la Plaza de Olmué a degustar un rico Mote con Huesillos, un rito similar al que hacemos en la cumbre del San Cristobal quienes subimos en bicicleta. Los ritos son una parte exquisita de los paseos.

Un fantástico trekking de domingo, repetible muchas veces a pesar del calor y el esfuerzo.

Palmas de Ocoa : gran paseo dominguero

Levantarse a las 6 de la mañana un domingo no suena a buen carrete, pero si valió con creces el esfuerzo. A las 8 de la mañana en la Copec después del primer peaje rumbo a la quinta región, comenzaron a llegar Los Malayos. Gran convocatoria, llegamos 25 entusiastas excursionistas.

A menos de 100 Km de Santiago, en la Cordillera de la Costa, se encuentra este Parque verdaderamente precioso. Palmas centenarias, peumos y muchos arbustos, dan marco vegetal a senderos de muy fácil tránsito y el hermoso Cerro La Campana proporcionó un fondo ideal.

En menos de dos horas ya estabamos, con nuestras linternas, recorriendo una vieja mina de cuarzo. Extraordinaria sensación, afuera un calor tremendo y adentro, húmedo y frío y en la más completa oscuridad. Al respirar salía vapor y en poco rato ya teníamos los bolsillos llenos de piedras. Claramente ibamos a descender con más peso que cuando subimos. Que simpático.

Una vez que llegó todo el grupo, iniciamos un descenso para enrutarnos hacia otro sector en donde hay una cascada sensacional. Ese sería el paisaje que tendríamos enfrente del mirador en donde almorzaríamos.

Comenzó el desfile gourmet, aceitunas rellenas de pimiento, pasta de salmón, queso azul, paté de emú, en fin, exquisito. Solo faltó el vino que torpemente olvidé llevar. No volverá a ocurrir, se necesitaba un rico vino para tantos manjares. Después de los postres, ciruelas, turrón uruguayo y frutas, tomamos un buen café de grano y descansamos.

Tras las fotos de rigor, comenzamos a regresar. Pasadas las 16:30 horas, ya estabamos en el estacionamiento, para despedirnos y volver a Santiasco.

Gran paseo!!!!