Cata de vinos : gran idea para romper la inercia

Cuando recibí la invitación para esta cata de vinos, tome consciencia del tiempo que ha pasado desde la última vez que asistí a una. Las catas de cualquier índole son una debilidad personal, nada más excitante para mis sentidos que experimentar algo novedoso. Novedoso, podemos preguntarnos?, en realidad he ido a muchas catas de vino y puedo asegurarles que no hay una igual a otra, cada una es una experiencia singular.

Este año no había ido a catas, porque estaba enfocado en otros placeres, pero debo reconocer que es irresistible y me fui caminando al Hotel Crowne Plaza gustoso para participar de esta experiencia sensorial tan querida.

La recepción fue fantástica, ya que instalado en una tarima, estaba el gran maestro  Agustín Moya sacando maravillas de su saxo tenor, mientras llegábamos los invitados. Luego un pequeño cóctel, con delicados canapés y jugos (piña o naranja/plátano), todo un detalle, ya que el objetivo era eliminar la ansiedad que produce el hambre y prepararse tranquilamente para disfrutar la experiencia de los vinos.

Simpáticas y circunstanciales conversaciones con otros asistentes al evento, hasta que se abre el salón del placer, el lugar de cata. Nos instalamos en las mesas y tras una introducción muy light, aparece el maestro, Pascual Ibañez, mi maestro personal en este arte de degustar placeres digestivos diversos. De hecho, fue un detalle emocionante cuando Alejandra Larenas, socia de Pascual en la Escuela de los Sentidos, me sorprende con su lindo saludo en mi mesa. Reconozco que me sentí a mis anchas, esto me gusta demasiado.

Los invitados, todos clientes del proveedor que nos invitó, estaban desconcertados por el curso de los acontecimientos. Imaginen por un momento que piensa alguien que todo el día solo ve cifras y decide temas de negocios, cuando se le pide que deje la mente al lado y de pronto acople su cuerpo a la batalla y le asigne importancia a lo que siente. Ahí está la magia, es la hora de sentir con todos sus sentidos, eso es una CATA.

Tras una charla breve sobre el vino y la aplicación de los 5 sentidos que se requieren en una cata (curioso que tengamos que ser enseñados a reconocer que además de la mente tenemos sensores increíbles para el gusto, el olfato, la audición, el tacto y la visión, los que debemos involucrar para una experiencia completa de nuestra interacción con el mundo). Por suerte, el encanto de Pascual y la buena onda, aseguraron un buen avance en el aprendizaje de los asistentes.

Probamos desde un contundente sauvignon blanc (una joya que recién comienza a brillar) hasta un tremendo cabernet sauvignon (hay mejores), pasando porun  pinot noir, un ensamblaje multicepas  y un syrah maravilloso, lo mejor de la cata.

Además de probar los vinos usando los códigos tradicionales de la cata, hicimos ejercicios de combinación con quesos, que resultaron muy divertidos. Aprendí hoy, que a veces un mediocre queso puede ser muy adecuado para mejorar en boca un vino. Qué maravilla son los sentidos!!!

Tras la cata, algunos concursos con premios y unas copas de regalo para todos los que llegamos hoy a romper la rutina laboral. Excelente iniciativa de Servipag, se merecen la mención que hago (algo que me produce pudor)

Cata Vinos Premium : un placer solitario

A pesar que por varios años he asistido a estas muestras de vinos chilenos, cada vez noto que va más gente pero la organización es menos efectiva. Quizás me acostumbré a algo más cariñoso o bien se nota mucho cuando se asiste solo. Como sea, me pareció un despropósito que se limitara a una copa por persona, ¿tan costoso es lavarlas y volver a presentarlas en una mesa?. Ni siquiera voy a comentar la pequeña disponibilidad de algunos bocados para acompañar la ingesta de vinos. Por lo demás, lo importante son los vinos.

La cita muy anunciada para las noches de viernes 3 y sábado 4 de julio en el Ritz-Carlton, me recibió hoy con delicioso Amplus Chardonay 2006, el blanco que más disfruté de la muestra, en donde claramente dominaban los buenos tintos.

Una sorpresa fue el Herú (nombre de un enano cuidador de vinos) Pinot Noir 2007 de Ventisquero, un vino que recién se presenta en sociedad, la verdad que me pareció delicioso y promete transformarse en un verdadero premium. Entiendo además que es la apuesta de esta viña.

Entre los conocidos, fui por Cono Sur, 20 barrels Pinot Noir 2007, un vino elegante y prometedor para la guarda. A la que seguí rapidamente con un Ocio Pinot Noir ícono de Cono Sur, un representante premium de la cepa, me dieron ganas de comer un buen sushi o un atún en el RAI. Que rico!!!

Hurgando entre la multitud, detecté un pinot noir de Santa Emiliana quienes dicen ostentar el título de la única producción latinoamericana 100% biodinámica,
delicioso y al mismo tiempo extraño.

Del famoso Valle de Casablanca, probé a Catrala, un pinot noir 2006 de este valle, un vino refrescante y juvenil.

Un contrapunto siempre bienvenido lo provee Casas del Bosque (me recuerdo de su rico restorán en la viña) con un Pinot Noir 2008 sabroso, pero incluso menos interesante que su Syrah, Pequeñas Producciones 2007, una maravilla de la cual tengo atesorada una botella en casa.

Otra pequeña sorpresa fue el Duette 2007 Pinot Noir del Maipo, frutal y sabroso. Un vino que se deja tomar muy bien y que acompañaría deliciosamente un buen pescado de roca.

Sin ser santo de mi devoción, pedí probar el Canepa Magnificum 2007, quizás no tan afamado como la versión 2006, aunque se presenta potente y sabroso.

De la mano del propio dueño de la viña, recibí en mi copa una porción de Carabantes 2007, un syrah de Von Siebenthal, sabroso vino con magníficas notas a café, quizás no tan afamado como su versión 2002 considerada excepcional, pero de un sabor profundo, de gran estructura. Un vino plenamente disfrutable.

Buscando nuevas sensaciones, me atreví con un Neyen del Valle de Apalta, un ensamblaje delicioso 50% cabernet sauvignon y 50% carmenere, una mezcla que año a año han repetido con pequeñas variantes porcentuales y mucho éxito. Un vino hermoso, con un final de primera.

Ya en los sabores más potentes, probé un vino 2007 Gran Reserva VSC (Santa carolina) un ensamblaje con unos toques de petit verdor exquisito. Este vino promete.

Entre los viejos conocidos, me encontré con EPU de Almaviva 2006, un vino fino, de gran boca, fruta y madera en proporciones gustosas. Se puede tomar por puro placer.

Otro de los connotados fue el Quelen 2006 de Pérez Cruz, un ensamblaje también con proporciones de Petit verdot, al que seguí con el gran Liguai 2006, balanceado y sabroso y un reserva Syrah 2007, todos destacados y grandes vinos de esta famosa viña.

Para el cierre, me reservé el Don Melchor 2006, más custodiado que narcotraficante y escuché que ha marcado 94 puntos en winespectator marzo 2009, un vino de casi USD 80 por botella que para ser completamente sincero, no supe apreciar del todo.

En fin, un barrido por la extraordinaria producción vinera nacional, aunque con la sensación de ser demasiado concentrada, rápida y variada como para poder disfrutarla por completo. Sería extraordinaria una muestra mensual que permitiera saborear valles completos o cepas temáticas, ah! y con mi compañía ideal sería una delicia.

Premier Wines : un filete de vinos

Aunque siempre me han gustado los buenos vinos (y en Chile hay muchos), pocas veces me he enfrentado a la posibilidad de probar vinos que califican en la categoría premium. Debo aclarar que un vino que supere los 85 puntos se incluye en la categoría premium (la crème de la crème) y sin embargo, en Chile no es extraño que estos vinos se puedan encontrar en un supermercado.

Lo concreto, es que este sábado 12 de julio me enfrenté a una de las mejores catas de vinos que podía asistir, una cata de vinos premium, es decir, vinos cuyas calificaciones superaban, en la mayoría de los casos, 90 puntos. Que maravilla!!!!

En un hotel de 5 estrellas, se desarrolló este evento. Llegué, la verdad, sin grandes aspiraciones, pero pronto aterrizaría en un universo de delicias inexplicables. Tras el ingreso, encontré un catálogo de los vinos en exposición, una mirada bastaba para maravillarse, ahí estaban los vinos soñados, aquellos que ganan premios y son sensación en todo el mundo.

Decidí buscar lo nuevo, sin desaprovechar lo excelente. Partí por los Pinot Noir (ya que decidí saltarme los blancos), encontré el Ocio de Cono Sur (mejor que su pinot noir 20 barricas), una maravilla llena de sabores de guindas y frutillas, un vino excepcional. No pude evitar pasar por el panel de Amayna 2006, el mejor Pinot Noir que conozco, a la temperatura exacta, un placer indescriptible. Valle de San Antonio claramente.
Seguidamente me atreví con un Pinot Noir EQ 2006 de Matetic, gracioso, con potencial pero demasiado astringente para mi paladar. Luego busqué en la Viña Montes y encontré sorprendentemente un pinot noir increíble, al parecer una búsqueda nueva de la exitosa viña. La sorpresa fue un pinot noir de la Viña Casa Marín, Lo Abarca Hill 2004, impresionante.

Un intermedio que aproveché para ir a comer delicattessen en otro salón, ceviches de salmón, corvina, quesos, granos, unguentos varios, panes exquisitos, y un gran etc. Hay que agradecer el buen gusto, ya que se preocuparon de disponer sabores y contundencias apropiadas para poder seguir el periplo viñatero.

Seguí probando entonces, cepas puras. Cabe destacar que la mayoría de los vinos premium en muestra eran mezclas, oportunidades graciosas para probar la «mano» de los enólogos.

Debo admitir que eran tantos los vinos exquisitos que no me daba el cuero para probarlos todos. Así que decidí restringirme a degustar aquellos sobre los cuales mi instinto me indujera a probar.

Ok, aquí va la secuencia virtuosa de catas. EPU 2001 de Almaviva, Cenit 2005 de Caliterra, Tributo Edición Limitada Shiraz/Cabernet/Vioegnier de Caliterra, Magnificvm 2001 de Canepa, Clos Apalta de Casa Lapostolle, Don Melchor de Concha y Toro, un magnífico Carmenere 2006 Alto de Piedra de De Martino y un Cabernet Sauvignon Familia 2005 de la misma viña, un sorprendente El Principal 2001 (Cabernet Sauvignon) de la Viña El Principal, el increíble Viñedo Chadwick 2005 (100% cabernet sauvignon) de la Viña Errázuriz, la maravilla de un Malbec 2006 que parece un pinot noir, de la Loma Larga Vineyards o bien el cabernet sauvignon Los Vascos Le Dix 2003, increíble!!. Después el sorprendente Conde de Superunda de Miguel Torres que incluso supera a su propio Manso de Velasco. Me di maña para probar el fantástico M de Montes Alpha un vino de 95 puntos clavados. Ni hablar del House of Morandé 2003 un blended de Morandé exquisito, el primero que me sorprende con toques mentolados. Casi al final, probé un Domus Aurea 2005, un vino sorprendente, algo dificil de expresar.

Tras una pausa de delicattessen, terminé por probar los famosos Cabo de Hornos 2005 y la serie 1865 de la Viña San Pedro, excepcionales como siempre. Añadí un Floresta 2005 de Santa Rita, un full cabernet sauvignon de 94 puntos y un Casa Real extraordinario, digno del premio mayor.

Increíble, la mejor cata de los últimos años, habría sido insuperable con mi partner, esta vez ausente.

Cata de Syrah : exquisitas sorpresas

Una vez más la Escuela de los Sentidos abrió la invitación para una buena sesión de placer de degustación de vinos. En esta oportunidad, una cepa que comienza a abundar en Chile y a sorprender.

Tras una breve reseña del origen de la cepa y de sus mejores representantes en el planeta, pasamos a degustar una delicada selección que Pascual Ibañez nos tenía preparada.

Partimos con Chocalán Reserva del 2004, Valle del Maipo, un vino sabroso aunque un tanto rudo en su sabor y aroma. Seguidamente un versión muy redonda y rica, Wine Maker 2004 de Porta, Valle del Aconcagüa. Otro delicioso exponente del Valle del Maipo fue el Aresti Reserva 2005, delicioso, casi goloso, óptimo para acompañar quesos granulados o duros.

Después llegó el turno de un Carabantes 2005 de Von Siebental, Valle del Aconcagüa, un vino fragante de especias y buena madera. Hasta este momento el mejor del grupo. Ahí llegó el potente Tabalí Reserva 2006 del Limarí, extraordinario, un vino tremendo. Finalmente, la sorpresa mayor, un Pérez Cruz 2004 del Valle del Maipo, increíble, el mejor Syrah que he probado, tan rico que podría beberse solo.

Magnífica y placentera sesión, quedé con ganas de más.

Cata Pinot Noir : divertida experiencia

Cuando la Escuela de los Sentidos anunció una cata de Pinot Noir premium, fue irresistible el inscribirme para la ocasión. Esta deliciosa cepa cada vez está mejor representada en nuestro país y ya cabe en una interesante cantidad de cartas de vino de buenos restoranes.

Al evento llegamos 8 personas, dos calladas damas (una cubana y otra chilena) y entre los hombres dos expertos catadores profesionales (un español profesor de catas y un experto chileno), un avanzado y documentado amante de vinos (otro español funcionario de la FAO), un chef que además está calificado como sommelier y bueno, dos amateurs, a mucha honra. Además de Pascual Ibañez, el maestro de ceremonias y director académico de la Escuela. Como sea, una oportunidad única para disfrutar buenos vinos y aprender de las habilidades de los conocedores.

Un brevísimo recuento enciclopédico acerca del Pinot Noir y manos (quiero decir, sentidos) a la obra. Partimos con el Bill 2006 de William Cole, un vino interesante, bastante ácido y con un notorio sabor y olor a cuero, tal vez demasiado notorio. Seguimos con otro vino del Valle de Casablanca, el Catrala 2006, un gran reserva, bastante más sutil que el anterior, pero muy alcohólico. La tercera botella fue un Pinot Noir 2004 de Loma Larga, que la verdad no me gustó mucho.

Lo interesante hasta ahora fue la cantidad de distinciones que los expertos hacían, como por ejemplo, el toque de laurel que no detecté ni imaginándomelo o los olores a sudor y caballeriza. Vaya narices!!!!!

Siguió un vino de Cono Sur, el 20 Barricas 2006 que ciertamente tiene potencia y calidad. Sin embargo, mi nota de cata (jeje) cuando probé el EQ 2006 de Matetic (valle de San Antonio) fue muy espontánea, dije «está rico!!». Con lo cual, saqué algunas risas y un comentario simpático.

Finalmente, el pinot noir que más me gustó y me alegra que haya sido el último para quedarme con su sabor, fue el Lot 21 de Leyda (también valle de San Antonio), definitivamente delicioso.

Gran experiencia, una sesión divertida y extremadamente participativa que cerró brillantemente un día más en Santiasco.