La Jardin : un proyecto sorprendente

Caminando en busca de un buen sitio para cenar, nos acercamos al lugar en donde recordaba al Ponle Cacao en la vieja factoría Italia, en donde fuimos sorprendidos por algo notablemente distinto. Un sitio que parece un invernadero, lleno de artefactos reciclados y de materiales de demolición, los cuales sin perder su naturaleza se combinan de una manera sorprendente para darte la sensación de una experiencia única. Cajas de manzanas, chuicas y cuanto puedas imaginar se transforman en maceteros, pequeños motores mueven engranajes y aros de bicicletas para crear movimientos continuos, todo se mueve, todo es orgánico y te sumerge en una atmósfera de ensueño impresionante.

Nada es regular, las mesas son irregulares, los materiales no son nuevos, las bicicletas están en todo y en ese caos delicioso, aparece una chica que nos ofrece una carta con ofertas de comida y también de cursos de reciclaje, de cultivos orgánicos y de cuanto puedes imaginar en un proyecto itinerante y subversivo como éste.

No podíamos compilar la sorpresa de esta iniciativa tan original, nos costó tiempo entender que su naturaleza es la disrupción y sobretodo constatar que fuera posible. La chica que nos atendía nos confirmaba que solo duraría un año y que en marzo 2013 desaparecía, lo cual añade expectativas ante la temporalidad de la intervención. Hay productos que se sirven en el local que se producen en esos precarios y sorprendentes invernaderos que llenan el sitio. No puedo dejar de anotar que hay gente que disfruta descansar en pallets convertidos en sillones, en tiendas armadas con ropa de desecho, en gallinas que deambulan libremente por el lugar en un desorden virtuoso que me emociona.

Este lugar es imperdible, es un asesinato de lo cotidiano, un disparo libertario en el circuito de restaurantes de Santiasco, una oportunidad de vivir con libertad una forma distinta de restaurante y que conecta los sentidos con lo esencial.

A la hora que llegamos, ya no quedaban pizzas (algo distinguible en el lugar), pero accedimos a unos crocantes y panqueques que estaban deliciosos, después de todo era tan rica la experiencia que no es relevante lo que comimos.

No se pierdan a La Jardin, será parte de sus recuerdos más añorados.

 

Ascenso al volcán Lonquimay : una aventura formidable

Recibí la invitación para ser parte del Comando Tolhuaca – Lonquimay, un grupo de entusiastas amigos y malayos, quienes venían planificando esta aventura por bastante tiempo para poder aprovechar el delicioso feriado que se avecinaba. Sinceramente me sentía poco preparado para grandes desafíos, pero estaba seguro que lo disfrutaría.

Como invitado, preparé mis dos mochilas con lo suficiente para esta aventura y al mismo tiempo para poder cargar autónomamente en mi periplo. De madrugada salí con mi cargamento a un punto de encuentro en donde me subiría al vehículo de mi amigo León que nos llevaría en esta larga jornada de carretera hacia la novena región. Con muy poca espera, allanado en la esquina de encuentro, aparece León con Naty para que pueda cargar mis pertrechos y seguir raudos hacia el domicilio de Ed, nuestro cuarto acompañante. Tamaña sorpresa fue la cantidad de bultos que Ed cargó, para mis adentros, esto es demasiado!!, pero no sabía lo importante que podía ser una buena carga de cervezas y verduras en este paseo.

Un viaje de carretera increíble, peaje tras peaje, CD tras CD, nos entretuvimos magníficamente mientras nos acercábamos al objetivo. Llegamos a Curacautín y nos pareció un buen lugar para almorzar algo rico a pesar de la hora. Por radio, en la frecuencia malaya, avisamos donde estábamos para que se nos uniera el resto del grupo. Mientras tanto, un buen pisco sour, sirvió de prolegómeno de un almuerzo casero, sencillo pero suficientemente contundente para saciar el hambre acumulada. Hasta vino fue posible conseguir en este pequeño sitio que nos acogió por un rato.

Ya reunidos, nos dirigimos en caravana hacia Laguna Blanca, el fundo de alemanes que, como nos daríamos cuenta después, bloquea el acceso al Lonquimay y profita de ello. Que quede claro, hay un camino público hacia las faldas del cerro que nadie puede impedir el acceso, como lo hicieron ellos poniendo una camioneta en el camino para que usáramos un precario e inservible servicio contratado a la distancia. Duchas con agua caliente que nunca funcionaron, un toldo para el sol que demoraron un día en montar. En fin, me tomo un momento de despecho para denunciar lo «shanta», lo cual no obsta para que lo hayamos pasado genial. Lo más divertido fue comprobar la argucia de los dueños del fundo, quienes confiados en que no sabíamos alemán, se comunicaban por radio en ese idioma sin saber que nuestro divertido amigo Jurgen escuchaba.

Instaladas las carpas en las orillas de una laguna maravillosa, iniciamos un fogón para inaugurar nuestra primera noche de asado, preámbulo necesario para el ascenso que haríamos en la madrugada siguiente. Una cena deliciosa, animada por las bromas y la increíble buena onda que nació espontáneamente en el grupo. Dado que debíamos madrugar, nos acostamos relativamente temprano y en mi caso, tomé la precaución de comprometer a León para que me despertara, ya que sin mis 3 despertadores habituales no lo lograría. Una noche completamente despejada que nos llenó de estrellas el cielo como jamás se ve en Santiasco, fue el escenario propicio para los sueños.

Puntualmente a las 5 de la mañana, me remecen mi carpa y soy invitado a levantarme. Por mis buenas costumbres de dejar todo preparado la noche anterior, mi termo tiene agua caliente para un buen café con leche, galletones exquisitos y muy pronto estoy con todo mi equipo listo para partir.

A las 6 de la mañana, todo el grupo comenzamos a caminar rumbo al Lonquimay, destino que preferimos al Tolhuaca para este día. Una deliciosa caminata por los bosques salvajes y fragantes de olores mañaneros. Avanzada la ruta aparecieron unos amigos,muy especiales, Mónica Forno (hija del gran René) y su pareja, el divertido Jurgen, quienes según deduje seducieron a una parte de nuestro grupo para montarse en el 4×4 y avanzar más rápido hacia las faldas del Lonquimay. Los que íbamos adelante, seguimos caminando, pero tras un rato, vimos que Jurgen venía por nosotros y la verdad que considerando el trayecto que hicimos en su jeep, valía la pena el aventón.

Nuevamente todos reunidos, iniciamos el ascenso y la primera impresión es que sería más sencillo de lo supuesto, pero eso fue desmentido una y mil veces durante el recorrido. La pendiente era potente y en la medida que ascendíamos, fue necesario ponernos crampones y sacar el piolet, el volcán era duro de roer. Mientras nos acercábamos a la cumbre, las nubes nos atacaban a gran rapidez con vientos poderosos y gran frío, nublándolo todo y haciendo cada vez más difícil el ascenso. Finalmente, tres de nosotros llegamos a la cumbre y tras unas breves fotos, el frío nos estaba destrozando y solo queríamos bajar. Afortunadamente encontré una solución intermedia y tras descender unos 20 metros, decidimos esperar al resto del grupo a quienes animaba por la radio. Fueron unos 40 minutos heladísimos que soportamos con el único objetivo de esperar a que todo el grupo alcanzara esta linda cumbre. De todas formas, valió la espera, estábamos todos tan felices!!

Mi regreso estuvo marcado por un curioso incidente, me encontré un neumático nuevo, inmaculado a más de 2.500 metros de altura, claramente se cayó de un avión ya que nadie llevaría eso a esa altura. La diversión fue bajarlo rodando por la montaña, asunto que nos hizo gritar de alegría. por mucho rato.

Al final, dejamos el neumático y el frío y nos fuimos hacia el campamento en donde nos organizamos para disfrutar de un buen asado. Recogimos leña y me dediqué a coleccionar ingredientes para poder cocinar los acompañamientos. Aparecieron tomates, zanahorias, porotos, una quinoa maravillosa de Ale Gallo, un aderezo de mostaza de Susan, aceitunas rellenas y un montón de otras delicias con las cuales preparé las ensaladas con las cuales acompañaríamos el asado que estaba incubándose. Gran noche, hermosamente estrellada y con esa calma hermosa que hace soñar despierto, nos dimos el placer de una cena maravillosa.

El siguiente destino para la madrugada era subir el Tolhuaca, para lo cual acordamos que evaluaríamos a las 5 de la mañana como venía el clima, toda vez que se nubló terriblemente y comenzó a hacer frío en nuestro campamento. A la hora señalada, nos juntamos fuera de las carpas algunos y concluimos que habría que esperar hasta las 8 AM. De vuelta a dormir algo más y a la hora acordada desayunamos y nos dividimos en dos grupos, uno que haría un acercamiento por una ruta visible y otros en que intentaríamos el Tolhuaca por lo que creíamos era sendero correcto. Tamaña decepción, el sendero «correcto» nos tuvo luchando por más de tres horas con un bosque denso, terriblemente inhóspito y que tras ese tiempo de esfuerzo, renunciamos. Como el objetivo es disfrutar, por lo menos para mí, entusiasmé al grupo para ir a una cascada enorme que parecía el mejor destino ese día. Allí, descansamos, nos dedicamos a fotografiar y disfrutar antes de regresar al campamento.

De regreso en nuestras carpas, decidimos adelantar la preparación de un buen asado para todo el comando, ya que el grupo de acercamiento al Tolhuaca finalmente fue más allá en su incursión y tardó bastante en regresar.

Esta noche, preparé una suerte de ajiaco, aprovechando un corte de carne, tomates y especias que encontré, todo lo cual sirvió para alimentar a la tropa mientras esperaban el cocimiento del asado que en las brasas auguraba un futuro esplendor.

Qué noche más disfrutable, estuvimos hasta tarde riendo y comiendo cosas ricas que aparecían de vez en cuando, chorizos, vinos exquisitos, trozos de filete, algunos licores, en fin, muchas cosas ricas que compartidas fueron mejor.

Muy temprano al día siguiente, comenzamos el regreso, desarmamos campamento, cargamos autos y nos enfrentamos a esas largas horas de carretera que nos llevarían hacia nuestros hogares. Para recordar este lindo paseo dejé estas fotografías.

Qué lindo paseo y que lindas personas son los malayos!!!

Nevados de Chillán : fin de semana largo con Los Malayos

Con ansias esperaba este fin de semana largo que regaló octubre para hacer realidad un paseo, que por segunda vez, se organizaba en mi querido Club Los Malayos. El itinerario fijado con bastante anticipación, incluía salir muy temprano el día sábado hacia el sector Las Trancas rumbo a las Termas de Chillán, un verdadero santuario de la naturaleza en donde se ubica el refugio El Aserradero del Club Andino de Concepción.

El vicepresidente del Club Andino de Concepción, Luis «Coco» Hinrichs,  es uno de los fundadores de nuestro Club Los Malayos, un extraordinario amigo, gran cordada y sobretodo un gran malayo. Junto a María Paz Vargas y Rodrigo Tapia, más la indispensable ayuda de internet, dieron vida a este fabuloso paseo que nos regalaría disfrutes maravillosos por tres días.

Tras una semana intensa de trabajo, la noche del viernes hacia la medianoche preparé mi mochila y con unas pocas horas de sueño, salí a las 6:30 horas rumbo al punto de encuentro con quienes haría el viaje. Puntualmente, pasaron por mí y nos dirigimos a buscar al último malayo que viajaría en esta camioneta, el gran David. Pronto ya estaríamos camino hacia la primera parada, una estación de servicio en donde nos esperaba otro vehículo con el cual haríamos caravana hacia el punto de encuentro en la ciudad de Chillán.

Pasamos a desayunar en la carretera y seguimos raudos el viaje, pues teníamos un siguiente punto de encuentro en el estacionamiento de un supermercado en Chillán en donde coordinaríamos los últimos detalles. De los 42 inscritos, finalmente solo hubo 4 que por diversas razones no pudieron asistir.

Realizadas algunas compras, nos dispusimos a ir a almorzar al mercado en multitud. El paso por el mercado fue un verdadero asedio de promotoras de restaurantes que nos asfixiaron, afortunadamente conseguimos un dato de picada en las cercanías y fuimos a dar a un inmenso local, el Restaurante Valdés.  Estaba llenísimo, pero con maña y paciencia, finalmente logramos instalarnos apretados en dos grupos de mesas. Lo increíble es que el mozo atendió a todos en un tiempo inconcebiblemente breve; los platos sencillos, abundantes y bastante sabrosos, lo que sumado al módico precio, nos dejó una grata impresión a todos y una buena propina al mozo.

De ahí salimos a buscar los vehículos y recorrer esos 80 Km. que nos dejarían en el refugio. A nuestra llegada nos encontramos con otros malayos que habían llegado la noche anterior, los cuales ya habían tenido la oportunidad de salir a hacer paseos en los alrededores, especialmente al sector de la cascada y a un hermoso mirador  de la abundante belleza de ese entorno.

Ya instalados en la casa, se empezó a fraguar la idea de aprovechar el quincho para hacer un rico asado de bienvenida. Una rápida colecta y mientras la mayoría disfrutaba de las conversaciones, la calidez del sol y de la amistad enmarcado en un hermoso atardecer, un grupo salió de compras.

Un poco más tarde, la repartición de funciones fue espontánea y mientras un grupo se encargaba del fogón, otro cocinaba una abundante tallarinada y salsas. Poco a poco se hacía de noche y dispuestos alrededor del fuego en donde el «maestro» Luna mostraba su arte parrillero, los malayos más antiguos y más cercanos, me cantaron un cumpleaños feliz que me dejó estupefacto. De alguna forma se habían enterado y habían decidido darme una increíble sorpresa. Por cierto, como es natural en este divertido grupo, repetirían esa noche al menos 6 veces el simpático cántico con el objetivo que yo nunca olvidase la celebración. Son unos locos notables!!!

Tras la cena, la conversación siguió hasta muy tarde en el quincho, entendiendo que la mayoría saldríamos de madrugada a cumplir con los ascensos de montaña programados, la mayoría se fue a dormir. Esa noche una ruidosa discusión de una pareja, despertó a varios y fue motivo de muchas conversaciones y bromas los siguientes días. Solo podría agregar que los temas privados deberían permanecer en dicho ámbito y que afortunadamente la sana actitud de los miembros del club de no entrometerse ni tomar partido, hace que todo vuelva a un curso normal.

Cuatro de la mañana me despiertan creyendo que eran las cinco, ya que los smartphones asumieron recién el horario de verano que por decreto se había adelantado este año. Afortunadamente nos dimos cuenta a tiempo y pudimos dormir una hora más, antes que el grupo de 24 malayos que subiríamos el Nevado de Chillán, tomáramos desayuno y saliéramos rumbo al camino Shangri La en donde comenzaría la caminata en la penumbra del amanecer. El acercamiento lo hacemos bajo un cielo muy despejado y que nos anunciaba que incluso sería un día caluroso. Caminamos primero en medio de bosques de flora nativa, luego por parajes llenos de residuos volcánicos, grandes rocas y brazos de río que cruzamos una y otra vez mientras avanzábamos hacia el lejano volcán. En el camino, fueron quedando algunos malayos, no obstante lo cual, 17 de nosotros logramos hacer la cumbre tras más de ocho horas de ascenso con un clima muy variable que nos azotaba con viento helado, momentos de neblina en que la visibilidad era de menos de 10 metros y una heladísima cumbre. Por ese frío permanecimos en ella solo hasta que llegara la extraordinaria Eliana, la abuela atómica, una mujer de la tercera edad con la energía de una veinteañera y que nos llena de orgullo.

Comenzamos el descenso con un clima que nos ponía a prueba,  a ratos granizos, plumillas de nieve y abundante lluvia, todo lo cual añadió más pasión a esta aventura. Los riachuelos que cruzamos en la subida ahora llevaban más agua y varios sufrieron caídas caminando en rocas mojadas, pero nada amilanó al grupo mientras descendíamos recogiendo a nuestros amigos que nos esperaron para regresar juntos al refugio.

Volvimos comenzada la noche y nos encontramos con el grupo que había ido al otro destino, el cerro Pirigallo. En realidad, terminaron yendo a unas termas pues al encontrar nieve dura y no teniendo todos el equipamiento adecuado, se tomó la decisión de un plan B, pues en el club el nivel de riesgo se evalúa y se toma la mejor decisión para que todos puedan disfrutar la montaña en forma segura. En cualquier caso, pasaron un día genial con muchas divertidas anécdotas que incluyeron el ingreso de algunos a las termas en ropa interior (lo que causó sensación a algunas féminas del lugar) y hasta un divertido «cara-pálida» en camarines que se inmortalizó en una fotografía.

El espíritu malayo volvió a relucir cuando llegamos al refugio y nos tenían preparado un nuevo asado, que esta noche era especialmente bienvenido dado el enorme desgaste de 13 horas del paseo al Nevado. Me sentí especialmente agradado cuando apareció el maestro Luna con un pincho con lomo asado y una lata de cerveza para darme la bienvenida, nada más reconfortante que el cariño de los malayos.

Esa noche, tras las duchas deliciosamente calientes, nos volvimos a reunir un gran grupo en torno al fogón del quincho para conversar, comer y beber los regalos que habitualmente incluimos en nuestros habituales menús malayos. En esta ocasión, de las mochilas de varios de los presentes, salieron deliciosos tintos de reserva que disfrutamos colectivamente mientras contábamos historias y nos reíamos como siempre del ingenio y la alegría que emana del grupo. Nuestro club tiene una impronta del disfrute, cada momento es una oportunidad de saludar la belleza de vivir.

Esa noche nos divertimos hasta muy tarde, aunque mi cansancio me hizo ir al saco de dormir antes que otros y juro que dormí sin sobresaltos hasta las 8:30 de la mañana. Qué delicia de descanso!!

Esta mañana de lunes, un grupo regresó temprano a Santiasco, otro salió a pasear a la cascada y el resto nos quedamos haciendo un largo y conversado desayuno, al que se incorporaban progresivamente los que iban despertando. Poco después, ordenamos nuestras cosas, limpiamos un poco y de tanto en tanto, seguimos riendo profusamente de todas las graciosas anécdotas acumuladas en estos días.

Para el regreso, decidimos avanzar tanto como fuera posible hasta volver a juntarnos en un restaurante de la carretera en donde almorzaríamos 11 malayos en especial despedida de este increíble paseo. Dejé algunas fotografías para el recuerdo.

Me encantan Los Malayos!!!

Vichuquén : gran almuerzo

Me gusta este lugar y si se trata de celebrar 100 años, 50 míos y 50 de otro gran amigo, definitivamente formidable. Después de todo el tiempo nunca pasa en vano y siempre es buena excusa para pasarlo bien.

Este sitio me gusta desde hace mucho y hoy descubrí que ofrecía un gran menú con buffet incluido. Considerando las posibilidades, entre todos nos pareció genial la opción  de un choclillo de wagyu asado al horno con puré criollo y salsa de champignones para los fondos.

Previamente, nos ofreció el abundante buffet de entradas, con todo tipo de posibilidades, desde una empanada de mariscos hasta cortes de carpaccio, ceviche, tortilla de papas, y cuanta delicia de me viene a la mente. Un buffet increíble, que podría visitar incesantemente.

Extraordinaria conversación, después de todo somos amigos por más de 16 años, esa es una medida de muchas cosas y mucho más de lo que duró mi matrimonio. En medio de nuestro placer, comenzamos a cancelar reuniones con el objetivo de prolongar nuestro encuentro, lo cual fue maravilloso. Después de todo celebrábamos un siglo conjunto, la amistad es un gran tema en nuestras vidas.

Llegó el momento de los postres y teníamos nuevamente la opción de un gran buffet, que aprovechamos con lujuria. Después de todo, pocas veces nos juntamos a celebrar y unas cuantas miriadas de calorías vienen bién.

Finalmente, como es mi costumbre, un delicioso café negro, vino a coronar el trance gastronómico.

Qué rico es el Vichuquén!!!

Caruso : una cena deliciosa

Tras una formidable sesión de arte y música, no era posible hacer otra cosa que amplificar el placer e ir a cenar algo rico. Caminamos en dirección a un lugar que no visitaba hace un buen rato y que su calidad recordaba con enorme claridad.

Nos instalamos en el salón del Caruso, en una bien ubicada mesa en donde se domina el paisaje interior, normalmente con sensible presencia de extranjeros. Después de todo, es un hotel para extranjeros y aprovechar su buen restorán es una opción que pocos locales usan.

Lo primero que solicitamos al mozo fue un aperitivo, kir royale para mí y un  pisco sour para mi partner en esta incursión. Al mismo tiempo, me pareció indispensable contar con un agua mineral para dos, agua para limpiar las bocas y prepararse para un conjunto de delicias.

La carta, deliciosa y llena de oportunidades de goce, nos ofreció un tortellini de locos y un risotto de centollas, platos maravillosamente deliciosos y preciosamente presentados. Este restoran sabe y tiene oficio en agradar los sentidos.

Para acompañar nuestros platos, nada mejor que un Botalcura El Delirio Merlot, una cepa virtuosa en esta combinación de sabores.

Después del éxtasis gastronómico, los postres y el bendito café negro que nos devuelve a la realidad.

Me gusta Caruso, sabe producir placer!!

Sade : impecable delicia

Claramente era un espectáculo imperdible y no estaba dispuesto a perderlo. Anticipadamente, compré mi entrada y acumulé paciencia esperando el día en que mi regalo de cumpleaños tenía nombre.

Con media hora de atraso, con abundante abucheo en un Arena muy lleno, comienza uno de los recitales mejor producidos y delicadamente elegantes que he visto en varios años. Un escenario limpio, de negro esplendor, con plataformas móviles que permiten emerger desde el suelo a la banda. Wow!!

Cada tema, una escenografía, soportes audiovisuales deliciosos y la impecabilidad en toda su expresión. Todavía me conmueve recordar tan buena producción, una presentación de lujo con la imagen  hermosa de esta exótica mujer. En sus maduros años, estupenda y por sobretodo, elegante. Sade es una delicia visual y auditiva.

Con precisión matemática, se suceden los temas, los escenarios, la belleza de un trabajo artístico de primer nivel. Queda la sensación que nada es al azar, demasiado exquisito, demasiado perfecto.

En breves intervenciones en castellano y complementado en inglés, Sade aclara que es una banda, maravilloso respeto por los tremendos músicos de la agrupación. Todos son parte esencial de las deliciosas sensaciones que despiertan en el público. Impecable recital.

Unas pocas  fotos que seleccioné para recordar esta belleza.

Bobby McFerrin en Chile : maravilloso recital

Con mucha anticipación y apenas me enteré de la visita de este talento extraordinario, compre una precisa ubicación en el Teatro Noescafe para disfrutar a tope lo que suponía sería un gran concierto.

Claramente habían muchas expectativas, el teatro lleno y la impaciencia que comenzaba a dominar a muchos asistentes cuando comenzó a atrasarse la hora de inicio.

Llegado el momento, se abren las cortinas y un escenario con una silla, micrófonos, retornos de audio y nada más. Lo más frugal que puedan imaginar y de pronto el más simple y notable de los mortales, vestido de jeans y polera, el maestro. Ovacionado hasta el hartazgo, se sienta y apenas se acallan los aplausos comienza una rutina de vocalizaciones de más de 15 minutos que nos dejó boquiabiertos. Cuánto talento!!!

Con un rango vocal sobrehumano, su talento se despliega en cada incursión largamente celebrada por los fanáticos que ocupábamos el lugar. Un momento delicioso ocurre cuando invita a tres espectadores para bailar espontáneamente con su música, un muchacho y dos chicas. Deliciosas performances, completamente improvisadas y alentadas por el contacto con el genio en escena. Todos arrancaron aplausos tremendos, me parecía estar en otro país, no había visto algo así en Chile.

Más adelante, invitó a 16 personas al escenario y por poco se sube todo el teatro, habían más de 40 personas disputándose un lugar. Bobby los ordenó por rango vocal y comenzó una vez más a hacer magia, hizo música deliciosa con su voz y el contagio milagrosos con sus adeptos. Fue un momento extraordinario, en donde apareció en todo su esplendor el director que es McFerrin.

Más adelante, jugó con las escalas musicales en una topología imaginaria en el escenario, en que la complicidad del público fue increóble, McFerrin saltaba en una dirección y el público seguía la escala musical con una calidad que me dejó pasmado. Estoy seguro que yo era el más extraño en ese lugar, todos cantaban tan bien que me avergoncé de no poder hacerlo tan bien. Me emocioné hasta las lagrimas, un espectáculo exquisito.

El broche de oro, fue cuando bajó del escenario e invitó a quien se atreviera a improvisar con él. No podía creer que se hizo fila entre  la muchachada y los resultados fueron deliciosos, hay tanto talento oculto en Chile.

Al final y después de un segundo bis, Bobby salió con toda su sencillez y aceptó responder preguntas. Me quedo con una impresionante, le preguntan porque al finalizar cada canción, pone el micrófono sobre su cabeza y se inclina y él responde, lo hago para agradecer que puedo cantar. Que humildad!!!

Un show maravilloso!!! (dejo unas fotos para el recuerdo)

Pasto Seco en Jazz Bellavista

Esta es una banda muy especial y que conocí una noche de jazz en Thelonious. El hecho que sus bases rítmicas sean mapuches o cuequeras, les hace representantes legítimos de un estilo de jazz muy chileno. Si a eso se añade que los músicos son bastante veteranos, asombra el despliegue de energía y vitalidad en el escenario.  Prohibieron tirarles agua, porque incluso así se prenden, como dijo el gran Ernesto Holman, bajista consumado y recordado ex- Congreso, quien se acompaña  con Jonathan Gatica (maestrísimo saxo tenor) y Moncho Pérez (poderosa batería).

Un grupo con una simpatía y alegría desbordantes, que entusiasma y hace disfrutar con ganas con sus temas de raíz étnica. Llama la atención con Jonathan hace sonar en ocasiones el saxo como una verdadera trutruca, mientras la batería simula un cultrún. Gran ritmo y belleza para esta versión tan chilenísima de jazz.

Incansables, todos los temas son de larga duración incluyendo uno que duró casi 20 minutos. Una proeza de ritmos y buen gusto.

Gran recital!!

Que alegría, leer el blog de magalegria

Una amiga entrañable, compañera de muchas aventuras intelectuales y placeres musicales, literarios y gastronómicos, por fin ha decidido cumplirme un gran deseo.

Solo 10 años me costó que se atreviera a contar sus historias increíbles, todas verdaderas e insólitas, que recorren la historia de Chile y de muchos otros países, incluyendo personajes de leyenda y otros de la fantasía popular. Historias que con su virtuosa pluma se transforman en algo deliciosamente disfrutable.

El blog se encuentra en www.magalegria.cl y ya tengo una historia  favorita, Los hombres de abril, es verdaderamente notable.

Espero que les guste tanto como a mí.

Revisitando El Toro : rico almuerzo

Aunque normalmente este sitio ha sido estación intermedia en diversos disfrutes, hoy me pareció muy atractivo revisitarlo a la hora del almuerzo como una forma de ampliar opciones para el almuerzo en Santiasco laboral.

Un día atroz por el calor tremendo directo desde del sol y de sus reflejos en el pavimento santiasqueño. La caminata que hice hasta este lugar fue un verdadero sauna, pero bien animado por los recuerdos de su interesante gastronomía. Muchas veces lo que significa la meta para cada uno, define los sentimientos de la ruta hacia ella. Es mi caso!!.

Instalado en la terraza por calle Loreto, partí con una botella de agua sin gas bien helada y por si acaso con abundante hielo. Debo reconocer que si no fuera por los potentes ventiladores que tienen activos en esa zona, me moriría de calor. Gracias a todo, poco a poco recuperé la tranquilidad y comenzó el disfrute.

Entre los atractivos platos que ofrece esta picada, resalta para mí el Lomo Liso Saltimboca, una delicia compuesta de dos enormes trozos de lomo liso envueltos en un delicado filete de tocino en salsa al vino y que acompañé con unas papas gratinadas. Como era merecido revisé la oferta de vinos y me pedí una botella de Santa Ema Cabernet Sauvignon, la cual fue una deliciosa  compañía para mi rico plato.

El Toro es una picada que despierta amores y odios con facilidad, ya sea por el servicio (depende de quien te toca) o por los precios (no siempre se ven adecuados, ya que dependen de la experiencia), pero para almorzar es rico aunque en la noche tenga mucho de oscuridad (yo no iría).

Para los postres, un crème brulèe o crema catalana que siempre me excita quebrar su dura superficie para descubrir el postre cremoso bajo ella. Demasiado rico!!

Buen regreso!!