Almuerzo de negocios en Bristol : impecable como siempre

He visitado este fantástico restoran muchas veces y no me canso de su calidad a toda prueba. El Bristol ahora se presenta co un formato de bistro, algo un tanto inusitado, pero en la práctica implica que trasladaron el lindo comedor, hacia la zona del bar y hall del hotel. Como siempre, con gran estilo y elegancia. A ese lugar llegué para reunirme con la plana mayor de un proveedor de mi empresa. Una cita para conocer nuevos gerentes y mapear aspectos de mejoras en la relación contractual.

Considerando que elegir almorzar fue la única opción para combinar disponibilidad horaria de todos, nos pusimos rápidamente en campaña. Partimos con  entradas compartidas de selección de mariscos, locos en tres combinaciones como chupe gratinado al horno, con palta sobre papas nativas, y tinturado en quinoa con salsa verde. Una fantástica combinación de sabores y preciosa presentación.

La oferta de la carta, siempre exquisita del lugar, me tentó  rápidamente para los fondos con  unos rollos de pescado de roca con salmón ahumado a la plancha, acompañado con un seco de porotos granados con pilco y espuma de albahaca. Maravillosa idea!!-

Otros eligieron de fondo la merluza austral dorada en aceite de olivas con salsa de crustáceos al estragón sobre papas michuñe y habas con luche al limón y el filete de corvina con pilpil de camarones y pulpo, pastelera de choclos con tomate y queso chanco, espárragos salteados con aceitunas y brotes de coihue. Hay que reconocer el virtuosismo del chef para crear platos tan notables!. Todo acompañado por unas copas de pinot noir de William Cole Alto Vuelo.

Una cita de estricta duración, una hora disponible y que ni siquiera me permitió gozar de un buen postre y un café como habría sido ideal. No obstante ello, fue la maravilla habitual que hace que este sitio sea imperdible.

Villa Real : un almuerzo fantástico

Estoy seguro que poseo un privilegio maravilloso al mantener cercano contacto con todos los equipos de trabajo con los que he interactuado en mi extensa vida laboral y comprobar que los lazos creados en el pasado siguen prevaleciendo. En esta ocasión fui invitado a juntarme con compañeros de trabajo después de 11 años de dejar de trabajar juntos. Un almuerzo solo para vernos nuevamente, ponernos al día y simplemente disfrutar como si el tiempo no hubiese transcurrido.

Nos juntamos en una rica y fresca terraza de un viejo restoran, el Villa Real, al costado del Teatro Oriente. Con una diligente atención, se puede almorzar a la carta o aprovechar un interesante y rico menú, el cual nos tentó a todos.

De cada plato del menú dos opciones y dos menús a elegir. Interesante guarismo que me llevó a elegir una fantástica sopa de tomates, luego el único plato verdaderamente chileno, el charquicán con huevo frito y terminar disfrutando unos fresquísimos dados de melón (calameño y tuna) y un buen café negro de cierre.

Cinco comensales divertidos (me incluyo, por supuesto), casi todos trabajando en otras empresas pero unidos por nuestra historia y el enorme cariño acumulado por tanto tiempo.

Un encuentro delicioso!!

Disfrutando made in house

Tras una noche bastante movida sobretodo en emociones, decidí dormir hasta que me diera hipo. Desperté pasadas las 14 horas en un día curiosamente nublado, pero muy caluroso.

Decidí tomar las cosas con la mayor calma, recogí una suscripción gratuita en mi puerta que llegó llena de catálogos de estúpidas cosas inútiles para los escolares y solo un par de temas interesantes en más de 80 páginas. Un desayuno ambientado por el descarte sistemático de cuanta inutilidad puede ser escrita para los «consumidores». Apesta esta sociedad de consumo y cada vez más.

Preparé una botella con jugo isotónico, mi mochila y tome mi adorada cleta para dar un buen paseo. Tomé la ciclovía de Antonio Varas, luego otra que me condujo hacia el Parque Bustamante y de ahí hacia Pío Nono para subir el cerro San Cristóbal. Exquisito recorrido que me condujo finalmente hacia la cumbre del San Cristóbal, un destino semanalmente necesario. Había tanta gente, demasiada. Ni siquiera fui capaz de lidiar en una fila por conseguir mi habitual jugo de mote con huesillos, sin mote y sin huesillos.

Me instalé en la sombra y saqué un par de revistas que llevo para leer en este lugar y me dediqué a eso y a dejar que el abundante sudor de mi cabeza me dejara leer entre las gotas que segundo a segundo marcaban el papel. Como sea, conseguí leer ambas revistas y secar un poco mi camiseta empapada de «sudor de subidas» y terminar de beber mi botella de jugo.

Cuando terminé mis textos, comencé el regreso, una experiencia que recomiendo a cualquiera que disfrute la libertad de un descenso a gran rapidez con esa brisa maravillosa refrescando tu cuerpo y sobretodo con la libertad de gozar la gravedad como gran impulsor de tu vertiginosidad..

De vuelta en mi departamento, unas cuantas llamadas perdidas que devolví y una merecida y deliciosa ducha. Luego, el festín de cocinar. Abrí la despensa y seleccione algunos elemntos y varios aderezos para inventar mi rico almuerzo siendo más allá de las 17 horas. Preparé un maravilloso puré de frijoles bayos a la pimienta (en granos, no molida) y unos cortes de carne a las finas hierbas con queso de cabra. Mmmmhh, quedó increíble!!.

Abrí una botella de cabernet sauvignon 2008 de Anakena, lo que completó el placer de mi almuerzo tardío. Aproveché de terminar un libro fantástico de Zygmunt Bauman llamado Tiempos Líquidos, que me ha ocupado toda la semana. Como le debe pasar a todos (ok, a muchos), me  encantan los libros que hablan lo mismo que pensamos y en este caso tengo muchas similitudes. Partiendo de la constatación que de la invariable incapacidad de los gobiernos de satisfacer las necesidades de sus pueblos, solo dedican tiempo a recrear enemigos necesarios, el contrapunto de la delincuencia y el miedo como espejo sobre el cual medir sus exigencias de protección. La «flexibilidad» (lo líquido) es finalmente la necesidad de mostrar solvencia en un universo de incapacidades para  crear su propio destino y que teme de inmigrantes y de todo el ejército de reserva que la sociedad de consumo requiere para subsistir. La élite se esconde en sus fortalezas acorazadas en nuevos barrios que inventa y recrea para no relacionarse con los demás, por miedo, por miedo a todo. Bienvenido a la modernidad, la sociedad de la incertidumbre y de la «liquida» capacidad para mentir mientras eso signifique mantener el mismo estado de cosas.

Terminado tan interesante libro, me dediqué a actualizar este blog. Ya comencé otro buen libro, el libro del desasosiego de Fernando Pessoa que después comento.

Revisitando El Toro : rico almuerzo

Aunque normalmente este sitio ha sido estación intermedia en diversos disfrutes, hoy me pareció muy atractivo revisitarlo a la hora del almuerzo como una forma de ampliar opciones para el almuerzo en Santiasco laboral.

Un día atroz por el calor tremendo directo desde del sol y de sus reflejos en el pavimento santiasqueño. La caminata que hice hasta este lugar fue un verdadero sauna, pero bien animado por los recuerdos de su interesante gastronomía. Muchas veces lo que significa la meta para cada uno, define los sentimientos de la ruta hacia ella. Es mi caso!!.

Instalado en la terraza por calle Loreto, partí con una botella de agua sin gas bien helada y por si acaso con abundante hielo. Debo reconocer que si no fuera por los potentes ventiladores que tienen activos en esa zona, me moriría de calor. Gracias a todo, poco a poco recuperé la tranquilidad y comenzó el disfrute.

Entre los atractivos platos que ofrece esta picada, resalta para mí el Lomo Liso Saltimboca, una delicia compuesta de dos enormes trozos de lomo liso envueltos en un delicado filete de tocino en salsa al vino y que acompañé con unas papas gratinadas. Como era merecido revisé la oferta de vinos y me pedí una botella de Santa Ema Cabernet Sauvignon, la cual fue una deliciosa  compañía para mi rico plato.

El Toro es una picada que despierta amores y odios con facilidad, ya sea por el servicio (depende de quien te toca) o por los precios (no siempre se ven adecuados, ya que dependen de la experiencia), pero para almorzar es rico aunque en la noche tenga mucho de oscuridad (yo no iría).

Para los postres, un crème brulèe o crema catalana que siempre me excita quebrar su dura superficie para descubrir el postre cremoso bajo ella. Demasiado rico!!

Buen regreso!!

Almorzando en Jofré : un lugar sencillo y delicioso

Hace un par de años que no venía a mi mente la buena idea de volver a probar un lugar del cual tengo ricos recuerdos. Se trata del restoran Jofré en la calle homónima cerca de Lira. Hogareño debería decir al describir el sitio con su gran cocina integrada en el comedor y en donde se preparan a la vista de todos los platos y que a pesar de ello, ningún problema con los olores y la acogedora sensación de estar en casa.

En días marcados por las altas temperaturas, no lo pensé demasiado para dirigirme a la terraza en el patio lateral del local, en donde estaba una mesa esperándome. Hoy tenían dos menús con dos opciones de platos cada uno y preparados como siempre de acuerdo a los insumos frescos que se eligen temprano cada mañana para cocinar.

Tanta era mi sed, que partí con una helada cerveza con la cual recuperaría el estado de armonía indispensable para disfrutar lo que comería a continuación. Decidí mis platos y me quedé con una entrada de ensalada chilena y un fondo de reineta al ajillo con arroz al curry y ensaladas verdes. Una combinación exquisita de sabores que acompañé con una copa de un sabroso carmenere.

Fue un almuerzo tranquilo y bajo la sombra de los quitasoles que dan el agrado en esa rica terraza, finalmente para el postre, ricos y fríos trozos de sandía.

Me gustó regresar al Jofré, buena y sencilla cocina ysobretodo  buen lugar!!

Opera Catedral : un lugar muy disfrutable

Este es un sitio que he disfrutado de manera curiosa, visitando el restorán del primer piso que me fascina y en muchas otras ocasiones el tercer piso, más informal y apropiado para un after office. También he visitado el Café del Ópera y especialmente sus ricos helados. Sin embargo, nunca había probado el segundo piso y hoy fue la ocasión precisa.

Me instalé en una mesa que tiene vista directa al cerro Santa Lucía y al ajetreado tráfico de vehículos y extranjeros que pululan en esta época en el barrio Bellas Artes. Partí urgente con mi botella de agua mineral sin gas y una buena porción de hielo, única forma de estabilizar mi temperatura y prepararme para un buen disfrute.

Decidí probar una entrada que me atrajo de inmediato en la carta, se trató de un tártaro de salmón, delicioso y original. Para los fondos, otro plato encantador, un estofado belga.  Ricos cubos de carne de res estofada a la cerveza con papas fritas y un pote de delicada mayonesa. Una pequeña bomba de fantástico sabor y que acompañé con una botella de un reserva Malbec de J. Bouchon.

Salvo por unos detalles en el servicio al comienzo de la experiencia, fue un almuerzo espectacular con buena música ambiente, grata temperatura y buena atención. En este piso es habitual que haya conciertos de música en vivo por las noches, por lo que es muy recomendable para un buen relax.

Definitivamente, el Ópera Catedral es una rica experiencia en cada uno de sus ambientes.

Cleta y cocina de autor en el Cajón del Maipo

Desperté asustado pensando que me había quedado dormido y seguro me perdía alguna reunión importante en mi pega. Poco a poco, recuperé la realidad y me di cuenta que era un lindo día de fin de semana que me esperaba para sacarle el máximo provecho.

En mi mente tenía una idea loca y me dispuse a hacerlo. Preparé mi mochila pequeña, puse unas revistas adentro, preparé mi jugo isotónico, tomé mi cleta y me lancé a pedalear hacia el Cajón del Maipo. Mi objetivo, almorzar rico en algún buen restoran en las afueras de santiasco.

Salí de Providencia, seguí hacia Ñuñoa, luego La Florida y finalmente el Camino El Volcán metiéndome cada vez más en el maravilloso paisaje del Cajón. Gran cantidad de puestos artesanales con empanadas, pan amasado y encontré uno con mote con huesillos. Irresistible tentación y me detuve a beber el jugo heladito de este chilenísimo engendro.

Después de observar varios posibles lugares entretenidos incluyendo el rico Calypso, cuando llegué a marcar algo más de 39 kilometros de viaje, encontré el restaurant Ko, cocina de autor con toques latinoamericanos, mmmhhh, era el lugar.

Ingresé al sitio, una hermosa construcción en madera, una terraza magnífica con lindas mesas y un entorno con árboles y flores. Precioso. Habían unas seis mesas ocupadas y yo pasé entre ellas con mi cleta ante la mirada curiosa de varios, para instalarme en una mesa que me atrajo.

Estaba sediento por lo que pedí una cerveza helada, esa magnífica kunstmann torobayo. Mientras, me puse a hurgar con mis ojos la carta. Hay un menú delicioso y al parecer abundante, pero seguí recorriendo y elegí una entrada de palta rellena de camarones en un jardín de lechugas y tomates perla. Exquisito.

Saqué mis revistas y me puse a almorzar lentamente leyendo mi material de compañía. Luego fui por mi plato de fondo, un salmón marinado y cocinado en champaña acompañado de un rico risotto de quinoa. Esta delicia merecía un rico vino, pero no tenían la cepa adecuada y tuve que improvisar con un carmenere De Martino 347 del 2009, que debo confesar estuvo a la altura del plato.

El servicio un poco disperso, muy amable pero con poca preocupación por los detalles. Además, las fragancias exquisitas de mi plato atrajeron a las abejas, esa versión carnívora, que tuve que espantar mucho rato. No estaba dispuesto a compartir mi plato con ellas. Al final dejé de ser egoísta, tomé un plato y puse comida en él y lo dejé en un extremo de mi mesa para que lo disfrutaran mis invitadas de piedra.

Un almuerzo en que disfruté lentamente cada bocado mientras completaba mi lectura y gozaba de la rica brisa y el sonido del follaje de los árboles. Demasiado placer reunido en un mismo sitio.

Tras un negro café que requería mi cuerpo para disponerme al regreso, cambié la botella de jugo vacía por otra que llevaba en mi mochila y comencé a pedalear hacia santiasco.

El periplo de 78 kilometros en cleta para almorzar rico, me tomó en total casi seis horas incluido el tiempo de un prolongado almuerzo. Gran paseo!!!

Cocina cubana : disfrutando el Habana Vieja

Hace unos meses ensayé almorzar en este lugar tratando de ampliar las opciones en el centro de Santiasco y el resultado fue muy bueno. Por cierto, la cocina cubana aunque sencilla y acotada es especialmente sabrosa y eso se agradece cuando la mayor parte de la oferta gastronómica en el centro, apunta a un reducido número de platos.

Como en muchas ocasiones, mi horario de almuerzo resulta (no es mi deseo) ser un poco tarde por lo que a mi ingreso al enorme galpón casi no quedaban contertulios. No obstante ello, dado que acostumbro andar solitario, ni siquiera me perturba y contento pido al mozo que me comente que tienen hoy. Para partir, jugos naturales, de los cuales elijo un delicioso maracuyá. Junto a éste, llega una panera con cortes de pan, pebre y una rica salsa de mayonesa y ciboulette.

Luego, de las opciones del menú, seleccioné una ensalada surtida bastante abundante con muchos verdes y un fantástico plato de lasagna de ropa vieja (lasagna rellena de ropa vieja, esa rica carne hilachada y atomatada), algo que no había probado y que resultó exquisito además de abundante.

Para el postre, recordé uno que me encanta y estaba afortunadamente disponible, una panetela borracha, un bizcocho al chocolate embebido con ron y amaretto y una porción de helado de vainilla con salsa de chocolate. Maravilloso!!

Por las dimensiones del local, está muy fresco y mientras almuerzas en la más absoluta tranquilidad, se escucha música cubana con toda su chispa y ritmos.

Rico almuerzo!!

Brown : una terraza que había olvidado

Hace años este lindo sitio en ese oasis citadino de calle Gotuzzo, fue uno de mis anexos de oficina. Una extensión natural que hice para sobrevivir en los calores horribles de Santiasco y de paso disfrutar amenas reuniones con mi equipo una vez por semana. Eramos conocidos por llegar en «patota» a desayunar y por alrededor de hora y media hacer una reunión de coordinación, trabajo y placer intimamente unidos.

Brown Tea & Soup, es un lugar con onda, especialmente por la terraza y la buena atención. La existencia de una pileta y el hecho que es un paseo peatonal, genera la sensación de estar en algún remoto lugar fuera del centro, pero curiosamente está a menos de una cuadra del Palacio de Gobierno. Estz zona está compartida con otro delicioso sitio, el Blue Jar, mi otro anexo de oficina y por las mismas razones.

Hoy recordé el Brown y no dudé un instante en revisitarlo. Gran idea, pues encontré una buena ubicación en la terraza y no tardé mucho en estar pidiendo un rico jugo de melón tuna para calmar la sed  y una entrada francamente seductora, un ceviche de palmitos con mousse de palta. Imaginen un recipiente de greda con trozos de palmitos, cortes de pimiento rojo, cebolla en cuadritos y limón, encima una buena porción de mousse de palta. Delicioso y novedoso!!

El plato de fondo, igualmente seductor, fue un buen trozo de jugoso lomo asado cocinado al ajillo, montado en un risotto de quinoa maravilloso. Qué maravilla de sabores!!

Definitivamente extasiado, no quise siquiera postre para no perder el sabor fascinante. Después de un rato, ordené un café negro y la cuenta, ya que el tiempo no pasa en vano y había que regresar.

Brown sigue siendo rico!!

Restobar Pimienta : disfrute a la europea

Inmerso en la búsqueda de opciones disfrutables en el centro de Santiasco, llegamos con un buen amigo al barrio Paris-Londres, un paseo por un barrio antiguo y de hermosa arquitectura europea. Allí en una vieja casona de estilo francés con lindos vitrales, encontramos el Restobar Pimienta. Ampliado hacia la calle-paseo con mesas y sillas, hay una deliciosa terraza, la que permite disfrutar el paso de los transeúntes mayoritariamente extranjeros que caminan por el empedrado curioseando por el bonito barrio.

Sin grandes pretensiones, tienen una oferta de menú para almorzar y también a la carta. Fiel a mis gustos, pedí la carta para dejarme entusiasmar. Para partir pedimos una entrada de empanaditas y sopaipillas, la que llegó acompañada de un fresco pebre, ideal para calmar la ansiedad del hambre. Para los fondos, ambos nos tentamos con un plato interesante, una hamburguesa casera enorme que acompañamos con un puré rústico al merkén. Fantástico plato que se mereció la presencia de la botella de Ramirana reserva Cabernet Sauvignon 2009 que encontré en la carta.

Hay que reconocer que los dos mozos no dan abasto para atender los comedores y la terraza, pero con paciencia la experiencia igual es buena. Mi compañero, muy voraz, siguió con una torta de postre y yo le acompañe con un buen café negro. Digno final!!

Sencillo y rico lugar para disfrutar almuerzos en Santiasco como si fuera Europa.