Diversitas : la nueva cara de El Templo del Inka

Paseando por calle Seminario esta noche encontré un nuevo restaurante peruano, una tentación irresistible para mi cuerpo. Instalado en el sitio, muy acogedor y espacioso, me informé que era una nueva versión de un viejo conocido, el Templo del Inka, un sitio que me trae lindos recuerdos.

La casona corresponde al antiguo local del Barcelona, el cual fue intervenido fusionando estilos con buena música y una llamativa  y enorme pantalla proyectada  con imágenes y mensajes en portugués, español e inglés.

Instalado en la generosa terraza, partí con mi botella de agua mientras repasaba la carta en busca de algo especial. Gran cantidad de platos que fusionan sabores peruanos y que sospecho provienen de un creativo chef.  Tomé la decisión de mi cena cuando encontré un pulpo en salsa anticucho y lo acompañé con un pinot noir Viña Mar del valle de Casablanca, una combinación realmente deliciosa.

Cené lentamente disfrutando la agradable brisa nocturna y la música de buen acompañamiento. Tras un café bien negro, decidí regresar a casa ya que la hora avanza demasiado rápido.

Se anota un nuevo lugar para disfrutar comida peruana.

La Jardin : un proyecto sorprendente

Caminando en busca de un buen sitio para cenar, nos acercamos al lugar en donde recordaba al Ponle Cacao en la vieja factoría Italia, en donde fuimos sorprendidos por algo notablemente distinto. Un sitio que parece un invernadero, lleno de artefactos reciclados y de materiales de demolición, los cuales sin perder su naturaleza se combinan de una manera sorprendente para darte la sensación de una experiencia única. Cajas de manzanas, chuicas y cuanto puedas imaginar se transforman en maceteros, pequeños motores mueven engranajes y aros de bicicletas para crear movimientos continuos, todo se mueve, todo es orgánico y te sumerge en una atmósfera de ensueño impresionante.

Nada es regular, las mesas son irregulares, los materiales no son nuevos, las bicicletas están en todo y en ese caos delicioso, aparece una chica que nos ofrece una carta con ofertas de comida y también de cursos de reciclaje, de cultivos orgánicos y de cuanto puedes imaginar en un proyecto itinerante y subversivo como éste.

No podíamos compilar la sorpresa de esta iniciativa tan original, nos costó tiempo entender que su naturaleza es la disrupción y sobretodo constatar que fuera posible. La chica que nos atendía nos confirmaba que solo duraría un año y que en marzo 2013 desaparecía, lo cual añade expectativas ante la temporalidad de la intervención. Hay productos que se sirven en el local que se producen en esos precarios y sorprendentes invernaderos que llenan el sitio. No puedo dejar de anotar que hay gente que disfruta descansar en pallets convertidos en sillones, en tiendas armadas con ropa de desecho, en gallinas que deambulan libremente por el lugar en un desorden virtuoso que me emociona.

Este lugar es imperdible, es un asesinato de lo cotidiano, un disparo libertario en el circuito de restaurantes de Santiasco, una oportunidad de vivir con libertad una forma distinta de restaurante y que conecta los sentidos con lo esencial.

A la hora que llegamos, ya no quedaban pizzas (algo distinguible en el lugar), pero accedimos a unos crocantes y panqueques que estaban deliciosos, después de todo era tan rica la experiencia que no es relevante lo que comimos.

No se pierdan a La Jardin, será parte de sus recuerdos más añorados.

 

Carrer Nou : exquisita cocina mediterránea

En el lugar donde por muchos años estuvo el restaurante Tante Marlen, se instaló hace un tiempo un sitio que esta noche quería visitar. Algunas intervenciones en la presentación, iluminación y un refuerzo de usos en el patio, le dieron a esta casona familiar un interesante y acogedor ambiente para disfrutar. Mis anteriores visitas al local alemán siempre estuvieron marcadas por la buena atención y el caracter estrictamente familiar que me recordaba esos deliciosos tiempos en que vivía mi abuela. La nueva cara, tiene mucho de modernidad y sencillez, algo que se agradece además de un ritmo propio de un local familiar.

Instalados en el patio, algo adorable en esta época, partimos con las botellas de agua indispensables para preparar el cuerpo para disfrutar algo rico. Por mi parte me aventuré a probar un mojito con ron sabor manzana, una interesante combinación.

Solicitamos un ceviche griego, una delicia con camarones, queso de cabra, tomatitos, cebolla morada y una dosis de jenjibre. De la carta de vinos, nos acompañaría una botella de La Linda malbec para disfrutarlo con una pizza tricolora, pomodoro, mozarella, tomate, albahaca y  queso cabra

La exquisita noche, se consumió en buena conversación mientras disfrutamos esta cena, a la cual añadimos postres (cheesecake de roquefort con nueces y crema catalana) y buen café negro cuando la hora excedía los límites.

Exquisito lugar, bien merece retornar.

Oda al mar : nueva opción en barrio Italia

Salimos a caminar para experimentar la frescura de la noche tras un día muy caluroso en Santiasco. En formato azaroso zigzagueamos por las calles de Providencia en busca de alguna nueva alternativa para una cena disfrutable. Los pasos nos llevaban claramente hacia el Barrio Italia, pero de pronto nos dimos cuenta que en el mismo sitio en donde estaba Le Petit Chateau y aún antes el Sukalde, ahora había un nuevo restaurante, Oda al Mar, un nombre que nos evocó la rica comida peruana o las cevicherías que comienzan a abundar en la ciudad.

Instalados en el pequeño y acogedor lugar, comencé a impacientarme con la lentitud. El mozo, a quién ya conocía en otro restaurante, se apresuró a prometerme que nos sorprendería y que estaban resolviendo el problema en los tiempos de respuesta. Esa declaración me pareció virtuosa, ya que se hizo cargo que el servicio debe ser de calidad si pretenden sobrevivir.

Partimos con pisco sour y Kir Royal a los que el mozo añadió como appetizer unas ricas porciones de ceviche de regalo. En ese momento, sentí que estábamos sintonizados en el concepto de servicio.

De la carta salieron una Albacora con salsa de alcaparras y un delicioso pure rústico y una Tilapia con también con salsa de alcaparras acompañada de ensalada de  palmito y  palta. Seleccionamos además una botella de Apaltagua Pinot Noir que el mozo se aseguró de proveer en una cubeta con agua y hielo, como corresponde. A estas alturas, ya me sentía bien atendido y olvidé mi primera impresión.

Satisfechos con el placer de esta cena, no hubo opción de postres y preferimos ir por un buen café negro. Un cierre apropiado para un buen experimento de iniciación, Un restaurante no solo es un buen chef, es ambiente, estética, ritmos, organización y sobretodo buen servicio.

Zocca : buena opción en Bellavista

Este sitio ya debe tener un par de meses ubicado en la nueva zona de locales (Dardignac)  en el Patio Bellavista y ya he tenido la oportunidad de visitarlo un par de veces. Amable atención aunque escasea el conocimiento de los mozos en algunas materias, algo que el administrador debiera mejorar.

Una interesante oferta de pastas y de pizzas lo cual era mi objetivo esta noche de paseos. Entre las pizzas me entusiasmé por una Diávola, fina masa a la piedra con mozarella, ricota, tomate, jamón acaramelado, queso de cabra y hojas de albahaca. Exquisita!!

Para acompañar mi merienda, elegí de una larga lista de tragos algo poco habitual en mis gustos, un bloody Mary bien hecho, porción adecuada  de vodka, jugo de tomate, limón y sabrosos aliños.

El ambiente bastante jovial, con harta iluminación, con 3 pisos para atender a mucha gente y muchos televisores con vídeoclips del momento. Además, muy importante para mí,  una disfrutable terraza que invita a ser visitada en este periodo de canícula en Santiasco.

Me gusta que aparezcan opciones para probar y disfrutar de la comida. En este caso, con algunas pequeñas mejoras, este restaurante se ganará muchos adeptos.

 

Infante 51 : sigue siendo delicioso

Hace ya dos años que no venía a este exquisito restaurante, pero tenía la curiosidad de saber si continuaba igual que mis recuerdos. Llegamos a una hora prudente para una cena tranquila y con altas expectativas de disfrute.

Partimos con un pisco sour peruano y mi habitual kir royale a lo que añadimos una entrada para compartir, corazones de alcachofas salteados con jamón serrano, una maravilla que nos sorprendió gratamente.

Cuando solo ofrecían productos del mar, por cierto su especialidad, no era fácil buscar en la carta, pero ahora que también hay carnes, arroces, pastas y todo tentador, vaya que cuesta tomar una decisión. Intentando innovar respecto de visitas anteriores, decidimos probar las carnes.

La elección recayó en entrañas de vacuno a la parrilla y papas al vapor para mi partner y un asado de tira formidable para mí. Acompañamos estas delicias con una botella de un ensamblaje gran reserva Korta del 2008, un verdadero manjar.

Elegir los postres ante tanta oferta también nos demandó algún esfuerzo, pero finalmente fue una pantxineta (un hojaldre acaramelado relleno de crema pastelera y almendras tostadas) y un goxua (un bizcocho borracho al ron sobre crema chantilly y cubierto con rica crema pastelera), maravillas que disfrutamos junto al café negro de rigor.

Infante 51 está mejor que nunca!!!

Amores de Cantina : amores y desamores

Un escenario con sillas en las que diversos personajes ocupan un lugar trágico en una cantina imaginaria en que están todos los representantes de nuestra cultura arrabalera, frenéticamente «shanta» y sobretodo popular. El amor y el desamor como tema central hace que cada personaje se exprese en su angustia y poderosa precariedad para construir su historia. Desde la mina del dueño, el mino que se come a la mina del dueño,  y los fantasmas de todos los personajes de cantina.

Una delicia de aciertos musicales, con una María Izquierdo formidable como el fantasma omnipresente entre tanta precariedad emocional y deslizándose ingeniosa entre las décimas de dolor y marginalidad que es el centro de esta increíble obra.

El tiempo pasa presuroso mientras los cantos y los dolores de estos personajes toman rienda suelta en la escena. La maravilla que crea en décimas Juan Radrigán es amplificada por la versatilidad y talento de estos personajes de cantina, deseosos de atención y hambrientos de amor, que motiva toda esta deliciosa obra.

Encantadora, los fantasmas y los sufridos personajes dejan una huella indeleble en la retina y el corazón, estos amores de cantina son los amores que también hemos tenido siempre.

Attila : una ópera inquietante

Sabía que esta ópera de Verdi hace 20 años que no aparecía en cartelera y hoy era una gran oportunidad para disfrutarla, pues cada vez que compro mi abono en el Teatro Municipal intento cubrir aquellas obras que no he podido ver antes.

Esta es una obra especialmente política de Verdi ya que ensambla una historia bélica de Attila, Rey de los Hunos, con la situación de una Italia desunida y en crisis, todo lo cual hace algo caótica la narración pero con un objetivo claro, cual es la unión de Italia y el Risorgimiento, la esperada unificación y la necesidad de cambios en la Italia del siglo XIX.

Se trata de una ópera patriótica y guerrera con la grandilocuencia del poder de las armas y de la convicción de la superioridad. Una historia de poder y desencuentros, en que todos buscan la venganza y sobretodo tener la razón. Una ópera patriótica de Verdi pero que pone a los sentimientos como aspectos secundarios, todo se somete a la lógica del poder y de la prevalencia política y guerrera.

Un montaje formidable, con muchos contrapuntos vocales entre los personajes, que dan una idea de permanente litigio y que al mismo tiempo trasuntan belleza y grandeza de los personajes. No queda espacio para el perdón, los que desde un comienzo son los «malos» terminan indefectiblemente siéndolo, pues la historia define que debe ser así.

Un montaje delicioso, incluso cuando hay un error tras bambalinas y un estruendo notorio dice que algo no funcionó, sin embargo en pocos minutos, todo continúa y ahí se puede constatar que el equipo de producción del Teatro Municipal, tiene oficio.

Una música impresionante bajo la batuta del director Alberto Hold-Garrido y un delicioso coro del Teatro que muestra su mejor factura para acompañar esta obra magnífica.

El uso de imágenes de las revueltas italianas en el cine de Visconti, le dan contemporaneidad a la puesta en escena, pero lo que verdaderamente domina es la idea de un Verdi convencido de una Italia que aún no existe.

 

 

 

Winnipeg : un recorrido por la solidaridad perdida

Ir a un estreno de una obra que no llene el teatro me parece algo muy extraño. Pero sucede que estamos hace 10 minutos sentados en el teatro, con la hora de comienzo sobrepasada y falta gente. Es cierto que ya hubo una presentación inicial en Valparaíso y otro estreno con amigos antes de esta ocasión, pero me sigue pareciendo raro.

Un escenario mínimo en el anfiteatro del M100, todo presagiaba que el juego se sustentaba en los actores, la historia y todo lo demás. Cuando parte la obra, parece tan mínima tan humilde que comenzamos a ser cómplices poco a poco. Al abrupto fin de la guerra civil española, cuando los fascistas llegan al poder en manos de un Franco, pro-nazi sin escrúpulos, muchos republicanos debieron marchar al exilio, combatientes, ayudistas y otros que tenían la esperanza romántica de otro mundo. Finalmente convergen en campos de refugiados en Francia, en donde son tratados como prisioneros de guerra y sin ninguna esperanza de volver a ser libres.

Ahí aparece el sorprendente rol de Pablo Neruda, poeta militante, quien usa sus influencias en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda para hacer realidad un rescate epopéyico, un barco que sacara a un conjunto seleccionado de refugiados españoles para traerlos a Chile. Hermoso y discriminador proceso, algunos serían beneficiados con un nuevo destino para sus vidas. La consigna, traer a Chile mano de obra calificada, gente que no pensara (intelectuales y artistas por ningún motivo), pero Neruda tuvo la sensibilidad y cordura suficiente para dejar pasar a portentos artísticos que hoy nos enorgullecen, Balmes, Roser Bru no son casualidad.

Un viaje en barco en condiciones límites, incluido el nacimiento de una bebe de nombre Winnipeg, son parte de este periplo glorioso, una joya de la solidaridad que en Chile forma parte de los discursos pero muy poco de la realidad.

Hermosa música, grandes actuaciones y especialmente un apego sorprendente a la historia. Es una obra imperdible, linda y emocionante, nos hace cuestionar nuestro presente, existió un gobierno que creía que educar era la forma de gobernar. Educación de calidad y gratis para todos era un propósito del estado Chileno. Qué pasó entremedio, las leyes del mercado hicieron olvidar todo?, cuando Chile dejó de pensar en el país y se dedicó a satisfacer a las élites?. Esta obra cuestiona el fondo del asunto y por eso es interesante.

Es emocionante pensar que Chile acogió con ternura y benevolencia a más de 2 mil refugiados españoles que pensaban que el mundo podía ser mejor y finalmente, hemos construido un país mucho menos promisorio que esas buenas ideas, la oligarquía se las ingenió para hacer de Chile un laboratorio de las expresiones más salvajes del capitalismo financiero sistémico, una muestra de como se puede generar diferencias escalares entre los seres humanos, un país donde es posible hacer convivir diferencias vergonzosas y que sean legales.

Ojalá muchos vean esta obra, es deliciosa y sobretodo hace pensar sobre nuestra realidad, acaso somos el país que proclamamos ser?

 

Capperi : nueva opción en Barrio Italia

Cada día que pasa este hermoso barrio Italia concentra más y más filetes, no solo en diseño, muebles y artesanía, sino que nuevos sitios para comer rico y con ese ambiente tan especial que tiene el sector.

Esta noche caminamos la húmeda noche directo a este restaurante que tenía en mi lista de favoritos por descubrir desde mayo y nos instalamos en la mesa con mayor espacio a su alrededor, cerca del patio. Unas chicas preciosas atendían y muy amablemente nos dieron la bienvenida y acercaron las cartas para que eligiéramos nuestra cena.

Comenzamos con un pisco sour con albahaca y mi frecuente kir royale que acompañamos con un sorprendente appetizer llamado suppli, unas bolitas sabrosísimas que nos abrió el apetito y confirmó que iríamos para los fondos por la especialidad italiana, una pizzas a la romana.

Una pizza Mediterránea y otra al queso azul que acompañamos con un Carmenere Tabalí reserva formidable, nos dio la confirmación definitiva acerca de la exquisita impronta del chef. Delicias!!!

Buena música, hermosa decoración por la cuidada simpleza y añadido a la buena onda de las hermosas chicas que nos atendieron diligentemente, fue un enorme placer.  Por otra parte, la casa es enorme y hay un cuidado muy especial en mantener su look antiguo pero de todas formas delicadamente cool. Un sitio encantador.

Para cerrar la tentación de probar el helado de pistachos nos venció y por supuesto que valió la pena. Tras el rico café expresso, nos retiramos con la certeza que volveremos.

Gran aporte al barrio Italia!!