Un periodo de trabajo especialmente intenso, 12 horas diarias sin interrupción, me convierten en un loco en busca de disfrutes intensos por justa compensación. Así, hoy decidí que debía tener una disfrutable cena y con sabores entrañables. A mi mente vino rapidamente la idea de comida española y un lugar que me trae buenos recuerdos es el Guría.
Instalado en el segundo piso, mientras me acomodaba pedí mi habitual botella de agua mineral sin gas y hielo. recorrí la carta con ansiedad, Llegó mi pedido, junto a unos panecillos calientes, mantequilla y una sabrosa salsa, con lo cual pude recorrer la carta con más tranquilidad. Unos calamares a la romana fueron un buen punto de partida mientras decidía los fondos. Los comí lentamente mientras saboreaba un libro que me tiene entusiasmado, «A la luz de nuestras vidas pasadas» de la notable Amalia Estevez.
Vacilé por unos tres minutos entre carnes rojas o un buen pescado, pero me ganó la idea de una rica merluza a la parrilla con un risotto de camarones. Curiosa mezcla ya que el risotto es de origen italiano y la preparación de merluza es normalmente muy española. Como sea, un plato exquisito y cuyo sabor se magnificó al agregar una buena botella de pinot noir Céfiro, un reserva de Casablanca, exquisito.
Una cena anclada en el recuerdo, algo que me asalta el alma cada febrero y que supongo me seguirá ocurriendo, aunque la vida continúe su curso y cierre la cena con un buen café. Por cierto, buena música ambiental incluyendo unos deliciosos temas de Gotan Project.
Guría, gran opción para el placer y los recuerdos.