Hay lugares que poseen el ambiente preciso para poder celebrar algo especial. Hoy era necesario una terraza privada y por supuesto es posible encontrarla.
Una gran y antigua amiga pasa por un trance complejo que definitivamente la tiene bajoneada. Un estado anímico que nunca le había conocido y me preocupé. Asi es que la invité a conversar en un buen lugar y disfrutar un buen momento.
La cita fue en la terraza interior del Epicúreo, un sitio que he disfrutado en varias ocasiones y que siempre me colma de placer. Con algunos minutos de retraso, nos encontramos en el ingreso al restoran y raudos nos instalamos en la mencionada terraza, antes que nos ganaran la posición.
Una conversación desatada y llena de vericuetos psicológicos que logré navegar usando mi preparación en PNL y que espero hayan sido un aporte para mi afligida amiga. Amenizamos la conversación con una tabla extraordinaria llamada De nuestro mar, que constaba de locos, camarones apanados, calamares y unos ostiones en un caldo delicioso y caliente, además dos potes con salsas para untar. Esa tabla se merecía un rico vino, un pinot noir de Casas del Bosque que bien frío, como me gusta, nos acompañó maravillosamente.
Como el diálogo se extendió bastante, nos pedimos unos ricos tragos que completaron nuestro deleite de atardecer mientras cerrábamos nuestro encuentro.
Qué rico es Epicúreo y estupendamente atendido!!.
Cuando los vientos giran en sentido contrario al que nos hemos acostumbrado, llega el desconcierto más que la aflicción.
Para eso, el mejor tratamiento siempre proviene del amigo cercano que, ayudado por Casas del Bosque, el menú ya descrito (al cual hay que sumar frescas machas y pescado), consigue enderezar el barco bamboleante e insuflarle nuevos vientos.
Gran noche! Gracias una vez más.