Una semana en extremo densa, algo que se ha hecho cotidiano estos últimos tres meses, pero nada mejor para sentirme motivado a experimentar mejores disfrutes. Llamé a mi mejor partner y lo invité a almorzar algo especial y conversar acerca de nuestros proyectos.
Nos encontramos en el metro Moneda para caminar hacia ese viejo y lindo lugar que es la Confitería Torres. Nos recibió el «Tata», el mozo más antiguo del lugar, más de 50 años trabajando en el lugar, un verdadero fenómeno. A pesar de su memoria debilitada, sigue siendo un personaje adorable y que sabe atender con humor. Pedimos las habituales aguas minerales para refrescar y limpiar las gargantas y luego nos fuimos directo a la carta de platos. Por la hora, ya estábamos hambrientos y un filete al cilantro además de un filete a la pimienta con sus deliciosos acompañamientos no demoraron en constituirse en nuestro pedido. Más guerra nos dió el vino, ya que tras tres intentos fallidos, porque ya no había disponibilidad, logramos tener una buena botella de vino en la mesa. De no ser por la simpatía del Tata, no habría soportado la situación, una carta de vinos que no esté actualizada es un crimen experiencial.
Un delicioso almuerzo en el cual repasamos todos los temas pendientes de nuestros proyectos e ideas, además de disfrutar la buena preparación culinaria. Este lugar se merece su prestigio, sigue siendo una delicia!!!