Una nueva obra de teatro con motivo de la conmemoración de los 40 años del golpe militar, nos convocó al Matucana 100. Allí enfrentaríamos un trozo de la narrativa de quienes convencidos que era posible cambiar el curso que había adoptado la historia de nuestro país, militantes de la izquierda revolucionaria, ingenuos intelectuales en general, intentarían hacer lo suyo.
La historia se localiza en una casa de seguridad en donde una pareja vivió estos hechos, llenos de energía y convicción y que ahora visitan muchos años después. Es una historia de amor, un amor construido en la clandestinidad, en el miedo que significaba enfrentar a una sangrienta dictadura militar. Hay un contrapunto narrativo interesante al poner a los mismos personajes, 20 años después, como complemento explicativo de lo que allí sucedía.
Un amor clandestino que comparte los miedos de ser atrapados por la maquinaria siniestra de una dictadura sangrienta, títeres armados por el poder ideológico de otro país (el dueño y policía del planeta). Esta pareja se la juega por una idea de país mientras eluden la persecución y sus propios miedos. Hay un contrapunto formidable entre esos jóvenes enamorados de la libertad y de morir por sus ideales y de los sobrevivientes de esa larga noche y que luchan por insertarse en una sociedad que no les da cabida.
Resulta difícil representar lo que significa ver esta obra y recordar al mismo tiempo a tantas personas, todos seres humanos valiosos que lo vivieron de verdad, no desde el público ni desde la novedad. Los que vivimos esa noche larga no podemos ser público, ni siquiera lectores, nuestras tripas se conmueven comienzan a sangrar con pena pues, a pesar de los años, todavía nada cambia lo suficiente.